Preguntas de los lectores
● Estoy instruyendo en la Biblia a una señora que recientemente me confesó que solía robar en las tiendas. ¿Es necesario que ella trate de devolver todo lo que robó, o hasta que se entregue a la policía, antes de que califique para ser cristiana bautizada?
Las personas que se hallan en situaciones como ésa tienen que resolver para sí mismas, en armonía con su conciencia, si van a tomar uno de esos dos pasos antes del bautismo.
Las Escrituras nos aseguran que es la voluntad de Dios “que hombres de toda clase sean salvos y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad.” Con ese fin Dios envió a su Hijo como rescate correspondiente. (1 Tim. 2:4-6) El mérito limpiador de la sangre de Jesús está disponible a personas que hayan llevado vidas extremadamente inicuas, o que hayan sido culpables de graves pecados, antes de haber aprendido la verdad de la Biblia, y haberse arrepentido y vuelto de su proceder.
Por ejemplo, el hecho de que la comunidad judía de Jerusalén en 33 E.C. apoyara a sus líderes religiosos al exigir la muerte de Jesús no significaba que nunca podrían llegar a ser cristianos. El día del Pentecostés el apóstol Pedro dijo a muchos de ellos: “Sepa con certeza toda la casa de Israel que Dios lo hizo Señor y también Cristo, a este Jesús a quien ustedes fijaron en un madero.” Sí, ellos llevaban por lo menos alguna culpa por aquel asesinato. Heridos en el corazón, preguntaron: “¿Qué haremos?” Pedro contestó: “Arrepiéntanse, y bautícese cada uno de ustedes.”—Hech. 2:36-38.
Fue un caso similar el de Saulo, quien estuvo ‘respirando amenazas y asesinato’ contra los cristianos, y fue testigo de la muerte de Esteban y la aprobó. (Hech. 7:58; 8:1; 9:1; 22:20) Saulo, conocido más comúnmente como Pablo, más tarde admitió: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a pecadores. De éstos yo soy el más notable. No obstante, . . . se me mostró misericordia.”—1 Tim. 1:15, 16.
Sin embargo, pudiera preguntarse si alguien tiene que tratar de hacer reparaciones por los delitos o pecados por los cuales fue culpable antes de aceptar el cristianismo.
Lo que pudiera venir a la mente es el hecho de que bajo la ley mosaica se exigía restitución y compensación en los casos de robo. Por ejemplo, si un israelita hubiera robado un toro y lo hubieran sorprendido con él, habría tenido que devolverlo, así como dar otro toro para compensar al dueño por la pérdida de los servicios de su toro.—Éxo. 22:1, 3-9.
O quizás se hiciera referencia al relato de Lucas acerca de Zaqueo, un principal recaudador de impuestos de Jericó, quien evidentemente había usado prácticas dudosas para sacar dinero, y se había hecho rico mientras hacía estas cosas. Al recibir atención favorable de Jesús, Zaqueo dijo: “Todo cuanto le arranqué a persona alguna por acusación falsa le devuelvo el cuádruplo.” Jesús aprobó esta respuesta sincera que manifestaba fe y arrepentimiento, al decirle: “Este día ha venido la salvación a esta casa. . . . Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.” (Luc. 19:1-10) Aparentemente Zaqueo podía calcular de los registros de los impuestos precisamente lo que debía, y tenía los fondos con los cuales pagar. Aunque el gobierno no lo acusara de extorsión, su conciencia lo impulsaba a tratar de pagar lo que había obtenido de ese modo.
Pero debe notarse que la ley de Éxodo 22:1, 3b-9 se dio a israelitas que estaban en una relación de dedicación con Dios. Y Zaqueo era ya un “hijo de Abrahán” que debió haberse sentido obligado a seguir las normas elevadas de la Biblia; su pago por lo quitado a otros era una evidencia de arrepentimiento por haber hecho otra cosa. Pero ¿qué sucede en el caso de la persona que últimamente ha estado aprendiendo acerca de las normas de Dios y que antes de eso había pecado o participado en delito o crimen?
La realidad es que los seres humanos no están ahora obligados bíblicamente a seguir la ley mosaica, entre ella Éxodo 22:1, 3b-9. (Rom. 6:14) Y las Escrituras Griegas Cristianas no indican que Dios exija que uno repare todos sus pecados o delitos pasados antes de que se le pueda bautizar.
Esto se ilustra en el caso de Onésimo, mencionado en el libro bíblico de Filemón. Él había sido esclavo en Colosas, pero huyó. Aquello era una ofensa criminal, que lo constituía en esclavo escapado (latín: fugitivus). Además, hay quienes creen que Onésimo quizás le robó a su amo para poder huir hasta la lejana Italia. En Roma se asoció con el apóstol Pablo y llegó a ser cristiano bautizado. Pablo no exigió que antes de que Onésimo pudiera bautizarse tuviera que entregarse a las autoridades para recibir castigo por delincuente, ni siquiera exigió que Onésimo regresara a su amo primero, aunque algún tiempo después que Onésimo llegó a ser cristiano Pablo lo instó a regresar, y Onésimo estuvo dispuesto a hacer aquello.
De manera semejante, la persona que hoy acepta el mensaje de la Biblia quizás haya cometido algún delito o crimen anteriormente, y hasta es posible que se le esté buscando, de modo que tal individuo sea un fugitivo. La Biblia muestra que esa persona debe ‘arrepentirse y volverse para que sus pecados le sean borrados.’ (Hech. 3:19) Eso obviamente significa que debe abandonar completamente su proceder anterior de pecado y delito. Pedro escribió a los cristianos: “Ninguno de ustedes sufra como asesino, o ladrón, o malhechor, o como entremetido en asuntos ajenos.”—1 Ped. 4:15.
La persona misma debe determinar si, hasta el grado que pueda, va a tratar de pagar a las personas de las cuales robó bienes o dinero. El amor al prójimo señala en esa dirección. (Mat. 22:39; 7:12)a En muchos casos pasados como éste, el pagar las deudas de uno, por decirlo así, ha suministrado un excelente testimonio en cuanto al buen efecto que puede tener la religión verdadera.
Sin embargo, en algunos casos el individuo culpable no conoce todos los lugares o a las personas de quienes ha robado. O el delito quizás sea algo que de ninguna manera esa persona podría cambiar. Pudiera haber causado la muerte de alguien. Aunque le duele la conciencia, no puede devolver esa vida... solo Jehová puede hacer eso. (Juan 5:28, 29) Pero aunque la persona no puede cambiar lo que está en el pasado, debe acudir de lleno a la misericordia de Dios y pedir perdón fundándose en el sacrificio de Jesús. La Biblia nos dice claramente que eso fue lo que hicieron ladrones y extorcionistas en el primer siglo; fueron ‘lavados, santificados y declarados justos en el nombre de Jesucristo y con el espíritu de nuestro Dios.’—1 Cor. 6:9-11; 1 Ped. 4:1-4.
Hay que reconocer que si alguien que tiene un pasado de delincuencia y que acepta el cristianismo no endereza legalmente el asunto antes del bautismo, su pasado pudiera llegar a conocerse públicamente más tarde; hasta quizás se le arrestara y aprisionara. Pudiera parecer que tal acontecimiento, además de darle al individuo mala reputación pública, hubiera de desdecir de la congregación cristiana. Pero Jesús fue criticado por comer con pecadores y recaudadores de impuestos y aceptarlos como discípulos de él. Su respuesta a aquello fue que había venido a salvar a pecadores; había venido a sanar a los enfermos, no a los saludables.—Mat. 9:10-13.
Cualquier persona imparcial y pensadora puede ver las altas normas morales de los que componen la congregación cristiana de los testigos de Jehová. Esta moralidad sobresaliente, que ha sido alabada públicamente por extraños, no se debe a que todos estos individuos que ahora son cristianos siempre hubieran sido honrados y personas que se rigieran por principios. Es, más bien, prueba de los cambios que se pueden hacer cuando personas de todo antecedente se esfuerzan por hacer que sus vidas lleguen a estar en armonía con la moralidad que se enseña en la Palabra de Dios. Esto es precisamente según lo que escribió el historiador Dr. John Lord acerca de los cristianos primitivos:
“Los verdaderos triunfos del cristianismo se veían en el hecho de que hacía buenos hombres de los que profesaban sus doctrinas, en vez de cambiar instituciones exteriormente populares, o gobiernos, o leyes, o hasta elevar a la gran masa de los no creyentes. . . . Tenemos testimonio de sus vidas intachables, de su moralidad irreprochable, de su buena ciudadanía . . .”—The Old Roman World, págs. 551, 578.
[Nota]
a Esto sería así, especialmente si como resultado del delito otra persona estuviera sufriendo injustamente.