Ponderando las noticias
¿“Rara vez se lee” en su hogar?
● Durante la asamblea general de las Sociedades Bíblicas de Suiza celebrada en 1978, Olevan Luyn, secretario regional europeo del Concilio Mundial de Sociedades Bíblicas, declaró que aunque en África, Asia y la América del Sur hay gran demanda de Biblias, en Europa es necesario despertar nuevo interés en las Escrituras. En confirmación de este punto, el Dr. S. Meurer, secretario general de la Sociedad Bíblica Evangélica alemana, dijo que la Biblia era “uno de los libros más baratos en el mercado europeo,” pero añadió que es “un libro que rara vez se lee.”
El Dr. Meurer alega que las iglesias y las sociedades bíblicas son responsables de esta circunstancia, pues dice que ellas se han apegado por demasiado tiempo a traducciones tradicionales que ya el lector no puede entender. Además, sostiene que es necesario hacer que las Escrituras estén disponibles a la gente “en un plan general nuevo, en un nuevo lenguaje y de una nueva manera.”
Estudiantes sinceros de las Escrituras reconocen que es valioso tener la Biblia en lenguaje entendible. Pero prescindiendo de la traducción que esté disponible en la lengua nativa de uno, es sabio preguntarse: ¿Es la Biblia un libro “que rara vez se lee” en mi hogar? Donde hay aprecio correcto de las Santas Escrituras, se les considera con aprecio de todo corazón “como palabra de Dios” y se les lee y estudia con regularidad.—1 Tes. 2:13.
¿Toman drogas los hijos suyos?
● ¿Por qué usan drogas ilícitas algunos adolescentes? (1) La curiosidad, (2) la disponibilidad, y (3) el conformarse a lo que otros hacen fueron las razones más comunes que se dieron durante una investigación reciente en el estado de Victoria, Australia. Según el periódico Herald de Melbourne, el estudio que efectuaron tres funcionarios de la Autoridad sobre la Salud Mental tuvo que ver con más de 5.000 jóvenes entre las edades de 15 y 20 años.
Según el informe, las relaciones que existían entre los jóvenes que usaban las drogas y sus padres eran “por lo general buenas.” Sin embargo, el 40 por ciento de estos padres no sabía que sus hijos estaban usando marijuana, anfetaminas o drogas más potentes.
Es obvio, pues, que los padres tienen que comunicarse francamente con sus hijos de modo que la relación entre padres e hijos sea verdaderamente buena y honrada. Aunque como individuos quizás sea poco lo que los padres puedan hacer en cuanto a limitar la disponibilidad de las drogas ilegales, pueden restringir la curiosidad juvenil por medio de suministrar información basada en hechos, especialmente acerca de los efectos dañinos de los narcóticos. Además, los padres cristianos pueden combatir las presiones hacia la conformidad que llevan a algunos jóvenes a usar las drogas. ¿Cómo? Por medio de ayudar a sus hijos e hijas a evitar las malas asociaciones y a no “amoldarse a este sistema de cosas.”—Rom. 12:2; 1 Cor. 15:33.