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  • Lo que los adolescentes necesitan de sus padres
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1979
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1979
w79 1/9 págs. 5-9

Lo que los adolescentes necesitan de sus padres

TODO adulto fue una vez adolescente. Todo padre o madre de un adolescente fue adolescente. Por eso los adultos deberían entender los problemas y frustraciones de los adolescentes. Pero en muchas ocasiones los padres no recuerdan los problemas que ellos tuvieron como adolescentes y no despliegan comprensión al tratar con sus hijos adolescentes. Un abuelo recuerda su experiencia:

“Cuando era muchacho me parecía que la disciplina de la familia con frecuencia era dura e injusta. Recuerdo que pensaba que cuando creciera y tuviera hijos los disciplinaría con amor, les escucharía y razonaría con ellos.

“Cuando llegué a esta etapa de mi vida, descubrí que había muchas presiones en la cuestión de criar una familia. Las largas horas de trabajo me impedían estar mucho tiempo con mis hijos. Cuando estaba con ellos desplegaba impaciencia y mal genio.

“Los años en los cuales los niños crecen pasan con demasiada rapidez. Ahora soy abuelo, y tengo una actitud completamente diferente de la que tenía como padre. Hallo tiempo para jugar con mis nietos y disfrutar de ellos, y con frecuencia deseo defenderlos cuando están en aprietos y pienso que sus padres son muy duros y les falta entendimiento. Muchas veces reflexiono así: ¡Si como padres siquiera pudiéramos desplegar la paciencia y el entendimiento de los abuelos!”

Los padres suelen olvidar que normalmente el adolescente está declarándose como individuo que tiene necesidades individuales. Interpretan mal las cosas, y se desarrollan problemas. Un ministro que ha hecho un estudio de los problemas de los adolescentes informa que planteó esta pregunta a muchos adolescentes: “De lo que pudieras recibir de tus padres, ¿qué sería lo que más desearías?” Casi sin excepción la respuesta fue:

“COMPRENSIÓN”

Una joven de 15 años de edad expresó ese deseo al comentar: “Tengo padres buenos, pero me gustaría que entendieran que ya no soy una niñita. Me tratan como si estuviera en tercer grado de escuela elemental. ¡Si solamente pudieran entenderme y confiar en mí!” Deseaba que se cambiaran algunas reglas en reconocimiento de su edad.

El impulso de adquirir mayor libertad es parte normal del crecimiento hacia la condición de ser adulto... un hecho que muchos padres no están dispuestos a aceptar. Desde la infancia los hijos han confiado en los padres y dependido de éstos y los padres han disfrutado de ello. Ahora su hijo o hija adolescente cambia de un espíritu de completa dependencia a uno de mayor confianza en sí mismo o sí misma. Este cambio de actitud no es malo. Algunos adolescentes comienzan a desarrollar un punto de vista de persona ya crecida a una edad relativamente joven. El rey Josías es un ejemplo bíblico de esto. “Siendo todavía muchacho, [de unos 15 años], comenzó a buscar al Dios de David.” A la edad de unos 25 años tomó acción enérgica contra la adoración falsa, que había sido promovida por su padre. Este adolescente tuvo libertad para actuar por su propia cuenta. ¿Fueron malas su actitud y su acción simplemente porque él todavía fuera joven? No. (2 Cró. 34:1-8) Además, los motivos del joven David cuando preguntó en cuanto a pelear contra Goliat fueron buenos, aunque su hermano mayor los entendió mal.—1 Sam. 17:26-28.

Sin embargo, debido a que el adolescente todavía no es adulto, no todos sus deseos son maduros. El joven necesita tiempo para jugar. Necesita que sus padres comprendan que él tiene energía para estar activo cuando a sus padres les gustaría estar reposando. Los adolescentes necesitan asociación. Si los padres no proveen asociación o compañía apropiada, los jóvenes la buscan por su propia cuenta, y puede que hallen compañía que no haya de contar con la aprobación de sus padres.

La mayoría de los adolescentes disfruta de las fiestas. Debido a la conducta que se ha manifestado en algunas de estas fiestas, puede que los padres no quieran que sus hijos participen en ellas. Pero el prohibir por completo que vayan a fiestas sería desalentador y haría que los jóvenes se sintieran descorazonados. (Col. 3:21) Si los padres hacen arreglos para fiestas informales, tienen derecho a controlar la lista de invitados y supervisar las actividades y de esa manera evitar muchos problemas que podrían surgir. Cuando los jóvenes participan en los planes, habrá mucho más éxito en esto.

Cuando el adolescente comete un error y se mete en dificultades, ése es el tiempo en que más necesita comprensión. Los padres hacen bien en reflexionar en su propia juventud y recordar los errores que cometieron debido a la inexperiencia de la juventud. De esa forma, resistirán más fácilmente la tentación de reaccionar exageradamente, de ser demasiado críticos. Si quieren que su adolescente venga a ellos cuando se meta en problemas, deben edificar confianza por la manera en que responden a la situación en los casos de infracciones más pequeñas.

Cuando el error es una equivocación por no haber pensado con claridad, los padres deben mostrar gran bondad y consideración. Deben hacer toda clase de esfuerzos para explicar qué estuvo mal y cómo evitar una repetición del mal. Pero no debe decírsele al joven que él es malo.

Pero, ¿qué deben hacer los padres si sus adolescentes se envuelven en problemas serios en cuanto a la disciplina en la escuela, o en algún problema con la policía, o con drogas o inmoralidad? Puede que los padres tengan la esperanza de que el entrenamiento que han dado en el pasado evite que eso ocurra. Pero suponga que sí ocurre. Ahora es cuando más necesita ayuda y dirección hábil el adolescente.

Un problema de esta índole es muy angustioso para los padres. Generalmente dicen: “¿Dónde nos equivocamos?” Con frecuencia amenazan o condenan a la prole descarriada, lo cual tiende a agriarla y a endurecerla en su línea de conducta. Jehová fue comprensivo y estuvo dispuesto a perdonar cuando su pueblo se desvió de lo que era correcto. Tomó la iniciativa en comunicarse con ellos y ofrecerles ayuda, a pesar de que el pecado de ellos era grave. “Vengan, pues, y enderecemos los asuntos entre nosotros,” dijo Jehová. “Aunque los pecados de ustedes resulten ser como escarlata, se les hará blancos justamente como la nieve.”—Isa. 1:18.

El futuro del joven depende de cómo lo traten durante ese tiempo crítico. No diga o haga cosas que le dificulten el volver a usted de la manera en que el “hijo pródigo” regreso a su padre. Los padres nunca deben darse por vencidos en cuanto a su prole mientras los hijos estén bajo su jurisdicción. Ejerza paciencia. Muestre misericordia. Imite a Jehová en estas cualidades.—Sant. 2:13; 2 Ped. 3:9, 15; Luc. 15:11-24.

QUE SE LES TRATE COMO INDIVIDUOS

Una necesidad importante en el adolescente es que lo traten como individuo. Charles R. Foster dice en su libro Psychology for Life Today (Sicología para la vida actual):

“Es un hecho reconocido el que un ser humano desea más que simplemente comer y dormir. Desea que lo reconozcan como persona, y desea experimentar el sentimiento de que tiene éxito.”

“Ciertamente todo individuo se siente mejor y trabaja más eficazmente si logra tener éxito en algo y si logra experimentar el sentimiento de que el lugar que ocupa en el mundo es importante. La mayor parte de los estudiantes del comportamiento social creen que cada ser humano tiene alguna potencialidad sin explotar... que hay algo que cada persona puede hacer bien, o mejor, y solo tenemos que descubrir qué es.”

Cada adolescente siente la necesidad de que se le considere diferente de todos los demás. Los padres se dan cuenta de que no hay un hijo que sea enteramente igual a otro. Puede que la educación y disciplina que tenga éxito con un hijo no sea eficaz con otro. Esto es especialmente cierto cuando llegan a la adolescencia.

Por lo tanto, no es bueno comparar a un hijo con otro. Si el trabajo de una persona se compara con el trabajo de calidad superior de otra, el resultado es resentimiento, no estímulo. (Compare con 2 Corintios 10:12.) El adolescente quiere que lo acepten según lo que él en particular es, y lo que puede hacer como individuo. Desea que sus padres lo amen según lo que él en particular es, y que lo traten con bondad humana. Por otro lado, no desea que lo cuiden en exceso, ni que lo traten como a un niño para siempre.

RECIBIR PAUTAS CONSECUENTES

Otra necesidad que tienen los adolescentes es la de recibir dirección y pautas firmes y consecuentes. Recientemente, al hablar sobre este tema, el almirante de retaguardia James F. Calvert, superintendente de la Academia Naval Estadounidense, y padre de tres hijos, dijo según se informa en The Detroit News:

“Los muchachos de hoy día aprenden más de la televisión de lo que jamás van a aprender de nosotros. Cada día, el muchacho corriente de 15 años de edad dedica 20 minutos a leer y dos horas a ver televisión.”

Después de comentar respecto al fracaso de los padres en cuanto a inculcar un ‘sentido de deber y orgullo familiar,’ continuó: “Sin disciplina no puede haber respeto fundamental.” Calvert asemejó la disciplina humana a un cascarón de huevo. “Cuando está intacto,” dijo, “es un objeto fuerte y hermoso. Cuando se quiebra o agrieta, pronto se hace pedazos.”

“Puede que los jóvenes no clamen por disciplina, pero la necesitan desesperadamente. La autoridad estricta de los padres desarrolla un sentido de seguridad en los hijos.”

El adolescente necesita la seguridad de una disciplina firme, consecuente. Puede que no concuerde prontamente con la idea de que algunas de las restricciones y reglas sean necesarias, pero concordará de inmediato con que sus padres deben ser consecuentes en las reglas que establecen. Desea saber lo que puede o no puede hacer. Se siente frustrado si esas reglas se cambian de día en día debido a la manera en que sus padres se “sienten” en diferentes ocasiones. Jesús dijo: “Signifique su palabra Sí, Sí, su No, No.”—Mat. 5:37.

Las reglas y restricciones se pueden comparar con límites territoriales. El adolescente necesita tener los límites claramente definidos e identificados; entonces desea que le tengan confianza y le extiendan libertad dentro de esos límites. Un padre comparó este hecho con la experiencia que su familia tuvo al alquilar un hogar:

“Era una zona arbolada. Una de las primeras preguntas que hicimos fue en cuanto a la ubicación de los límites territoriales. Queríamos saber qué nos permitían hacer con la propiedad. Teníamos que saber aquello para poder disfrutar de vivir allí. Es fácil imaginarse la molestia y la frustración que ocasionaría el que el propietario cambiara las restricciones cada semana o algo por el estilo. Los mismos principios aplican a las restricciones que se ponen a los adolescentes. Las reglas deben ser razonables y consecuentes. Y entonces hay que mostrarles confianza y darles libertad dentro de esos límites.”

Las reglas no tienen que ser irrazonablemente rígidas. Algunos acontecimientos u ocasiones muy especiales pueden ser razón suficiente para dar consideración a solicitudes especiales.

AYUDA PARA ESTABLECER METAS EN LA VIDA

La necesidad de dirección incluye ayuda en cuanto a establecer metas en la vida y respecto a escoger una ocupación y recibir la educación seglar que se requiera. Toda persona debe poder sentir que es útil y que lo que hace es útil. Debe tener dignidad personal y estar orgullosa de sí misma como persona.

Los padres muestran su interés en su prole por medio de ayudar al hijo o hija adolescente a seleccionar la ocupación que le convenga a él o ella particularmente. Deben considerarse sus “dones,” talentos o preferencias. (Compare con Romanos 12:6.) Hay que ayudar al joven o la joven a establecerse metas asequibles. No todo el mundo puede alcanzar un puesto de prominencia. La manera práctica de ver realizadas las metas es ir fijándose metas cada vez más altas a medida que se alcanzan metas más asequibles.

El suministrar educación que prepare al joven para hacer frente a los problemas de la vida adulta supone una pesada responsabilidad. Hay que entrenar a los jóvenes y éstos deben desarrollar habilidades en un oficio de modo que puedan mantenerse a sí mismos. (1 Tim. 5:8; Pro. 31:10, 19, 20) Aunque Jesús llegaría a ser el Cristo, su padre adoptivo José le enseñó un oficio, de modo que lo conocían como “el hijo del carpintero” y “el carpintero.” (Mat. 13:55; Mar. 6:3) El apóstol Pablo se mantenía a sí mismo y a los que estaban con él por medio de trabajar en su oficio de hacer tiendas de campaña.—Hech. 18:1-4; 20:33, 34.

En el asunto de prepararse para hacer frente a los problemas de la vida adulta y aceptar las responsabilidades de adulto, los adolescentes necesitan el apoyo de sus padres, y estímulo para evitar convertirse en una persona que abandona sus deberes. En muchas ocasiones necesitan ayuda para hacer las tareas de la escuela. Puede que a veces deseen abandonarlo todo. En ocasiones como éstas, los padres pueden ser una fuente de estímulo por medio de entender las frustraciones y considerar francamente el asunto con ellos. Si en ocasiones el padre o la madre ayuda al hijo o a la hija a efectuar tareas escolares difíciles, podrá entender mejor las frustraciones que experimentan los jóvenes al hacer las tareas escolares y podrán ofrecer sugerencias prácticas. A veces el que un padre comprensivo simplemente dedique algún tiempo a considerar el problema es suficiente estímulo para ayudar al adolescente a pasar la crisis.

SENTIR QUE SE LES NECESITA

Posiblemente lo que más anhela el adolescente es sentir que se le necesita. Por esta razón a veces los jóvenes preguntan a sus padres si fueron adoptados, o si sus padres planearon tenerlos o los deseaban. Desean tener seguridad de que sus padres los aman. El deseo intenso de todos nosotros es la seguridad de saber que se nos acepta. Si los padres reconocen las necesidades de sus hijos adolescentes, y con entendimiento las satisfacen, habrá mayor felicidad en el círculo de la familia.

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