El poder tras el universo... ¿una fuerza misteriosa, o una persona real?
VIAJES a la Luna y observaciones científicas de muchas clases han contribuido tremendamente a un incremento en el conocimiento que tenemos del universo. Su impresionante inmensidad y arreglo ordenado se manifiestan con claridad cada vez más patente. Para muchas personas, es ilógico concebir la existencia de tal universo sin alguna clase de poder director. Aunque millones de personas han perdido la fe en las iglesias, los credos y las religiones en general, todavía creen en “Dios.”
Pero, ¿qué significa la palabra “Dios” para usted? ¿Una fuerza misteriosa? ¿Una vaga inteligencia? ¿Una Persona distante, indefinible y sin nombre?
¿O significa “Dios” para usted alguien muy personal, hasta allegado y amado como un padre amoroso? A los que ponen fe en la ciencia y en la tecnología, eso quizás parezca insensato. Pero considere esto:
LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA TIENEN SUS LÍMITES
Desde el punto de vista de los descubrimientos que se han hecho y el adelanto en el conocimiento, vivimos en un siglo muy emocionante. Los logros del hombre han sido notables. Personas talentosas han enriquecido a la raza humana con asombrosas invenciones que han ampliado tremendamente el alcance de la actividad y el conocimiento de la humanidad.
Sin embargo, los científicos, con todo su mayor conocimiento y tecnología adelantada, serán los primeros en confesar que no pueden producir una sola célula viviente. Una cosa común como una brizna de yerba está mucho más allá de lo que los científicos pueden hacer.
Para tratar de explicar las maravillas que los rodean, algunos escritores recurren a expresiones como “la Naturaleza hizo esto,” o: “la Evolución hizo aquello,” como si estuvieran hablando de personas que tuvieran inteligencia. Pero, ¿no está claro que desprovista de inteligencia jamás podría ser la explicación de la sorprendente variedad de la vida que hay, ni de la sabiduría y poder infinitos que se manifiestan en el universo?
LA REGIÓN DEL INTELECTO O ESPÍRITU
Cuando entramos en la región del intelecto o espíritu y tratamos de comprender el origen de cualidades como las de sabiduría, justicia, misericordia, bondad y verdad, ¿dónde podemos hallar respuestas confiables a nuestras preguntas? ¿Puede explicar algún hombre las funciones y el origen de ese asombroso “mecanismo” del ser interno del hombre que le puede decir cuándo ha cometido un mal... la conciencia humana? Los animales no tienen tal cosa. Pero hasta personas primitivas y sin educación la tienen. Como en cierta ocasión explicó Pablo, quien estuvo entre los primeros escritores cristianos: “Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, y acusándose y también excusándose sus pensamientos unos con otros.” (Rom. 2:15, Versión Valera) Estos asuntos están más allá del entendimiento humano. Y, sin embargo, ¿no son acaso los logros intelectuales y espirituales del hombre de mayor importancia que sus habilidades físicas?
Muchos animales superan al hombre en ciertas habilidades físicas. Los elefantes son más fuertes, las águilas pueden ver hasta mayor distancia, los ciervos pueden exceder al hombre en velocidad, los murciélagos pueden oír mejor, los perros tienen mejor sentido del olfato. Pero, ¿qué animal puede idear cosas nuevas? Es verdad que los pájaros pueden hacer nidos, los castores pueden construir presas, las arañas pueden tejer telarañas. Pero estas criaturas hacen la misma cosa según el mismo patrón invariablemente. Ninguna puede planear algo nuevo y desarrollarlo.
En contraste agudo con eso, los seres humanos pueden concebir, planear y hacer cosas de tremenda variedad. Sea que se trate de una mujer que teja un jubón de lana o de técnicos que construyan una astronave que pueda transportarse hasta la Luna y volver, la humanidad se deleita en hacer cosas. Es parte de lo que compone al ser humano. El hombre, con capacidad mental y cualidades que sobrepasan por mucho las de los animales, y una habilidad innata de hacer cosas, es un reflejo imperfecto del Ser Supremo, quien hizo al hombre a Su semejanza.—Gén. 1:26.
Considere ahora otra cualidad del hombre que no se halla en los animales... su deseo de adorar. Es un hecho irrefutable, manifiesto en todas las épocas y razas, que la humanidad tiene un profundo deseo natural de reverenciar a un poder o poderes invisibles.
Los filósofos modernos quizás nieguen esto, y digan: “Hemos pasado ya de esa etapa; hemos adelantado.” “Adelantado” ¿a qué? A un mundo que pasa vacilando de una crisis a otra y que se encoge de temor bajo la sombra de forma de hongo de un temido cataclismo mundial. ¿Por qué? Porque muchísimas personas han adorado a los “dioses” de la tecnología y diversas ideologías mientras han rechazado la sabiduría del Ser Supremo.—Jer. 8:9.
Por eso, hoy muchas personas, aunque desilusionadas con las iglesias y las religiones, concuerdan con estas palabras del libro más ampliamente leído y respetado de todo tiempo, la Biblia, que dice del Ser Supremo: “Lo invisible de Dios (su eterno poder y su divinidad), desde la creación del mundo se puede ver, captado por la inteligencia gracias a las criaturas.”—Rom. 1:20, Versión Cantera-Iglesias.
LOS CIENTÍFICOS HAN AYUDADO MUCHO
Mientras más investigan los científicos el universo, el átomo y todas las formas de vida, más revelan sus estudios la belleza, armonía y complejidad de todas estas cosas. La inmensidad y complejidad del universo está más allá de lo que el hombre puede comprender. Pero no hay efecto sin causa. Detrás de toda esta belleza, esta maravillosa manifestación de sabiduría y poder dinámico, ¿no puede usted “ver” por “la inteligencia” las cualidades abarcadas dentro de “lo invisible” del Gran Hacedor? Es obvio que el universo está gobernado por leyes inmutables. ¿No prueba eso la existencia de un Legislador Supremo? Está claro que se hizo que innumerables condiciones y provisiones en la Tierra encajaran con exactitud con lo que el hombre necesitaría. Y esos múltiples efectos tienen que tener una CAUSA correspondiente, un gran Proveedor y Dador de Vida.
¿Qué dicen algunos científicos acerca de esto?
Frank Allen, biofísico, ofreció este comentario: “Los ajustes de la Tierra para la vida son demasiado numerosos para que la probabilidad dé cuenta de ellos.”
Un profesor de matemática de la Universidad de Cambridge, P. Dirac, escribió en Scientific American: “Dios es un matemático de orden muy elevado, y usó matemática muy adelantada en la construcción del universo.”
Sir Isaac Newton, descrito por muchos historiadores de la ciencia como “la más grande mente científica que el mundo ha visto,” escribió en su famosa obra Principia: “Este bellísimo sistema del Sol, los planetas y cometas, solo podría proceder del consejo y dominio de un Ser inteligente y poderoso. . . . El Dios Supremo es un Ser eterno, infinito, absolutamente perfecto.”
Usted quizás concuerde con Sir Isaac Newton. Quizás usted, también, se deleita con la gloria de las estrellas, el esplendor del Sol, la serena belleza de la Luna, lo refrescante de la lluvia, la majestuosidad de las montañas, el calidoscopio siempre cambiante de las nubes y el mar, la fascinadora variedad que se observa en flores, árboles, insectos, aves y animales, la risa de los niños, la bondad de los amigos y el amor de un cónyuge. Y en lo más profundo de su corazón usted sabe que todo esto fue provisto por una verdadera PERSONA... el gran Edificador del universo.—Heb. 3:4.
Lógicamente, pues, de acuerdo con todos los hechos y la razón, el Ser Supremo tiene que ser una VERDADERA PERSONA. Siendo eso así, ¿tiene él un nombre personal? Si lo tiene, ¿cuál es ese NOMBRE?