Siga al Gran Dechado
A MENUDO lo que otros dicen y hacen influye en la gente. Sea para bien o para mal, el ejemplo que pone un cabeza de familia, un líder religioso o una figura nacional de renombre afecta a la gente individualmente. ¿Ha sido afectada su actitud y su modo de vivir por las personas a quienes usted considera como dechados?
El seguir el mal ejemplo de líderes religiosos y políticos ha producido resultados trágicos. Recientemente Jim Jones llevó a 900 de sus seguidores religiosos al suicidio en Jonestown, Guyana. Más temprano en este siglo, el mundo entero sufrió cuando Adolfo Hitler y los seguidores de su partido arrojaron al mundo en una ardiente calamidad bélica. Muchos actos de terrorismo que se ejecutan por todo el mundo en la actualidad son causados por la influencia de hombres que buscan publicidad para su causa o sus aspiraciones. El que cada vez haya más personas en busca de notoriedad pudiera recordarnos la profecía bíblica: “Los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor, extraviando y siendo extraviados.”—2 Tim. 3:13.
En lo que tiene que ver con los hombres inicuos y sus miras, la tendencia de hoy va en esa dirección... “de mal en peor.” Pero, ¿quién es principalmente responsable de que los asuntos anden así? Solo la Biblia provee una respuesta confiable. Sírvase notar que en 2 Timoteo 3:13, que se acaba de citar, el apóstol Pablo declaró que los hombres inicuos no solo estaban extraviando a otros, sino que estaban “siendo extraviados.” Básicamente, ¿por quién? El mismo apóstol identificó al “dios de este sistema de cosas” como el que principalmente es responsable de cegar a tantos. (2 Cor. 4:4) Y, ¿quién es éste? Satanás el Diablo, quien ha usado sus poderes engañosos por siglos, desde la misma primera vez que la humanidad cayó en el pecado, cuando este engañador superlativo desvió a las primeras dos criaturas humanas. Él usó entonces a la serpiente como su instrumento visible. (Gén. 3:1-7) Desde entonces, el Diablo ha dado uso para sus fines a una variedad de individuos y organizaciones, entre éstos a Babilonia la Grande, el imperio mundial de la religión falsa. Y se puede decir que “el mundo entero está yaciendo en el poder del inicuo.”—Rev. 17:1-5; 1 Juan 5:19.
En este punto de la historia, el Diablo sabe que le queda poco tiempo. Esto aumenta los peligros entre los cuales vivimos. Como individuos, tenemos que asegurarnos de no caer en su trampa, pues él “está extraviando a toda la tierra habitada.” El apóstol Juan, después de describir su visión de una guerra celestial, escribió: “De modo que hacia abajo fue arrojado el gran dragón, la serpiente original, el que es llamado Diablo y Satanás, que está extraviando a toda la tierra habitada; fue arrojado abajo a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.” Estamos en el período avanzado del breve tiempo en que él se halla confinado a la vecindad de la Tierra. A esto se debe el que se haya esparcido el engaño, los problemas y los ayes, y el que hombres inicuos estén extraviando a otros y siendo extraviados ellos mismos, todo bajo la influencia del adversario principal de Dios, Satanás el Diablo.—Rev. 12:7-12.
Nuestro Gran Dechado
Hay un líder que nunca estuvo ni estará bajo el control y la influencia del “dios de este sistema de cosas.” Hace diecinueve siglos ese caudillo suministró un ejemplo que ha ejercido en sus seguidores una influencia sana que tiene el poder de salvar vidas. Poco después de su bautismo en el río Jordán y de ser ungido con espíritu santo, este líder tuvo un encuentro con el Diablo. Sírvase leer el relato bíblico sobre esto en Mateo 4:1-11. ¿A quién se identifica ahí como el que resistió los esfuerzos astutos del Diablo por llevarlo a apartarse de servir y adorar a Dios? ¡Pues, a nadie sino a Jesucristo, el Hijo del Dios Altísimo, Jehová!
Jesús no permitió que las tentaciones del Diablo ejercieran influencia en él, sino que resistió cada arremetida. Por medio de usar eficazmente las Escrituras, Jesús repelió cada una de las tentaciones de Satanás. El Diablo, habiendo fracasado en sus esfuerzos inicuos, se empeñó en ‘magullar’ a Jesús por medio de causar su muerte.—Gén. 3:15.
No hay duda de que Jesucristo difería de los líderes humanos pecaminosos. Él había dedicado su vida entera a hacer la voluntad de su Padre, no la suya. (Juan 5:30) Al predicar acerca del reino de Dios y al dar a conocer el nombre y propósito de su Padre, Jesucristo estuvo dispuesto a soportar insultos, oprobio y persecución. (Mat. 26:67, 68; Juan 15:20, 21; Rom. 15:3) Finalmente, se sometió a una muerte ignominiosa sobre un madero de tormento. (Fili. 2:8) Ciertamente Jesucristo fue el Gran Dechado para todos los que desean agradar al Padre celestial, Jehová.—Heb. 12:1-3.
‘No parte de este mundo’
Jesús, cuando estuvo ante el gobernador romano Poncio Pilato, dijo claramente que Su reino “no es parte de este mundo.” (Juan 18:36, 37) en armonía con lo que él dijo, los seguidores de Jesús, en vez de pelear con armas carnales y rebelarse en contra del orden establecido, permanecen neutrales en lo que tiene que ver con controversias mundanas. Esto se debe a que ellos, como su Gran Dechado, ‘no son parte de este mundo.’ (Juan 15:19; 17:14, 16) Para dejar que verdaderamente ejerza influencia en ellos lo que su Amo les enseñó y dijo, ellos tienen que evitar el espíritu del mundo y no verse envueltos en los asuntos de éste.—1 Juan 2:15-17.
Esto no es fácil, y los discípulos no lo pueden lograr por su propio poder. Por lo tanto, Jesús apropiadamente hizo una petición a Dios a favor de ellos, diciendo: “Yo te solicito, no que los saques del mundo, sino que los vigiles a causa del inicuo.” (Juan 17:15) Jesús sabía que él dejaría el escenario terrestre y que sus seguidores necesitarían vigilancia y protección celestial. Además, sería necesario que ellos estuvieran constantemente en guardia respecto al Adversario.—Sant. 4:7, 8.
Aunque Jesucristo estuviera ausente por haber abandonado su cuerpo carnal en una muerte de sacrificio, todavía podría ejercer influencia en sus seguidores verdaderos y dirigir los pasos de éstos, desde su encumbrado lugar a la diestra de Dios. (Heb. 10:12, 13) Además, sus seguidores tendrían la ayuda del espíritu santo.—Juan 14:25, 26.
¡Qué consolador es todo esto para los cristianos verdaderos de la actualidad! Sean cuales sean nuestras circunstancias y las pruebas a las cuales tengamos que enfrentarnos, si seguimos a nuestro Gran Dechado nunca nos desviarán los hombres inicuos, ni impostores, ni Satanás mismo. Más bien, con fe plena, dependeremos del apoyo de Jehová Dios y de su Hijo, quien prometió: “¡Miren! estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas.”—Mat. 28:20.