Si se expulsa a un pariente...
1, 2. (a) ¿Qué propósito tenía Dios respecto a la religión de la familia? (b) ¿A qué decisión se enfrentaron algunas familias en el tiempo de Coré?
DESPUÉS que Adán había estado solo por algún tiempo, Dios dijo: “No es bueno que el hombre continúe solo.” Entonces creó a Eva e instituyó el matrimonio para los seres humanos. (Gén. 2:18, 21, 22) Después de eso, la población de la Tierra aumentaría. De modo que cada persona llegaría a tener muchos parientes. Aun cuando algunos miembros de la familia, como, por ejemplo, los hijos, no vivieran cerca, se les podría visitar para que entre todos disfrutaran de ocasiones placenteras.—Gén. 1:28; Job 1:1-5.
2 Dios se había propuesto que las familias estuvieran unidas en la adoración verdadera, y por eso las creencias religiosas no habrían de crear ninguna división. Pero ocurrieron sucesos en los cuales la religión llegó a ser una cuestión que afectó a la familia. Un suceso de ese tipo ocurrió cuando Coré, Datán y Abiram se rebelaron. Jehová confirmó el hecho de que él estaba tratando con los israelitas por medio de Moisés y Aarón, y no por medio de aquellos rebeldes religiosos. Entonces Moisés dijo a la gente que se apartara de las tiendas de los rebeldes. ¿Qué harían los hijos y las casas de Coré, Datán y Abiram? ¿Darían más importancia a la lealtad a la familia que a la lealtad a Jehová y su congregación? La mayoría de los que eran parientes cercanos de los rebeldes antepusieron la familia a Dios. Jehová ejecutó a estos parientes junto con los rebeldes.—Núm. 16:16-33.
3. ¿Qué selección sabia hicieron algunos de la familia de Coré?
3 Sin embargo, algunos de los hijos de Coré permanecieron leales a Dios y a Su pueblo. Estos no fueron ejecutados junto con el resto de la casa de Coré y con las familias de Datán y Abiram. (Núm. 26:9-11) De hecho, más tarde se bendijo con servicio especial en el templo a los descendientes de aquellos coreítas sobrevivientes, y la Biblia los menciona con honor.—2 Cró. 20:14-19; Sal. 42, 44-49, 84, 85, 87.
4. ¿De qué otra manera pudiera la lealtad a la familia haber constituido una prueba en Israel?
4 Los israelitas tenían que tomar una decisión parecida entre lealtad a la familia y lealtad a Dios cuando alguno de ellos apostataba, ¿Trataría de proteger al apóstata su familia, impulsada por la emoción humana o la consanguinidad, para que éste no fuera cortado del pueblo, o comprendería aun el hermano, hijo o hija del apóstata que el ser leal a Dios y a la congregación era el proceder justo y sabio? (Vea Deuteronomio 13:6-11.) En el arreglo cristiano de hoy día no se corta al pecador mediante la ejecución, pero algunos cristianos pudieran enfrentarse a pruebas debido a que se estuviera disciplinando a un pariente de ellos.
LOS PARIENTES PUEDEN CAUSAR PROBLEMAS
5, 6. (a) ¿Cómo pudiera desarrollarse una división en la familia por el asunto de la religión? (b) ¿Por qué no deben transigir los cristianos en esta situación? (Sal. 109:2–5)
5 Los vínculos y el cariño de familia pueden ser muy fuertes. Esto es natural y está de acuerdo con el arreglo de Dios. (Juan 16:21) Pero estos vínculos fuertes también pueden imponer a los cristianos una prueba difícil. Jesús explicó que un efecto de que alguien se hiciera cristiano sería que sus parientes pudieran presentarle oposición. Jesús dijo: “No vine a poner paz, sino espada. Porque vine a causar división, y estará el hombre contra su padre, y la hija contra su madre, y la esposa joven contra su suegra. Realmente, los enemigos del hombre serán personas de su propia casa. El que le tiene mayor cariño a padre o a madre que a mí no es digno de mí.”—Mat. 10:34-38.
6 Los cristianos no quieren que exista tal enemistad. Y el que ellos se hayan hecho siervos de Dios limpios, morales, honrados, no es razón para que los parientes se opongan a ellos ni los odien. No obstante, los cristianos verdaderos reconocen que no pueden dar más importancia a la familia que a Dios. A la larga, lo que resulta en el mayor provecho para todos es que los cristianos continúen fieles a Dios. Con el tiempo, tal vez puedan influir en sus parientes y ellos también lleguen a andar por el camino que lleva a la salvación.—Rom. 9:1-3; 1 Cor. 7:12-16.
7, 8. ¿Quién es culpable de los problemas de familia que la expulsión pudiera causar? (Deu. 32:4)
7 Los parientes también pueden causar problemas a los cristianos verdaderos de otra manera. Esto puede suceder cuando se expulsa a un pariente. Como se ha considerado en los artículos anteriores, si alguien de la congregación practica un pecado craso sin arrepentirse, Dios exige que se expulse a esa persona. (1 Cor. 5:11-13) La conducta del malhechor ha cambiado la relación de éste con Jehová, y por lo tanto con los miembros de su familia que son testigos de Jehová. Dios no tiene la culpa de estos resultados, porque las normas suyas son rectas y justas. (Job 34:10, 12) Tampoco tienen la culpa de esos resultados los parientes cristianos fieles. La persona expulsada es la que ha creado problemas para sí y para sus parientes, tal como lo hicieron Coré, Datán y Abiram.
8 Es preciso que examinemos dos situaciones distintas. La primera tiene que ver con un cristiano que vive en la misma casa con un miembro de su familia que ha sido expulsado o se ha desasociado. La segunda tiene que ver con el pariente que no es parte de la familia inmediata.
MIEMBRO CERCANO DE LA FAMILIA
9. ¿Qué situación existe respecto a las obligaciones de familia si el cónyuge de uno no es cristiano, o si está expulsado?
9 Alguien pudiera llegar a ser cristiano sin que otros de su círculo familiar aceptaran la fe. Por ejemplo, pudiera ser que una esposa estuviera sirviendo a Jehová, pero su esposo no. A pesar de eso, ella todavía es “una sola carne” con su esposo y tiene la obligación de amarlo y respetarlo. (Gén. 2:24; 1 Ped. 3:1-6) O pudiera ser que ella estuviera casada con un hombre que fuera cristiano dedicado, pero a quien más tarde se expulsara de la congregación. Sin embargo, eso no pondría fin a los vínculos maritales de ellos; solo la muerte o un divorcio bíblico harían eso.—1 Cor. 7:39; Mat. 19:9.
10, 11. ¿Cómo afecta la expulsión a los vínculos espirituales en el hogar?
10 De modo similar, si un pariente, como algún padre, o madre, o hijo o hija, ha sido expulsado o se ha desasociado, los vínculos consanguíneos y familiares permanecen en vigor. Entonces, ¿quiere decir eso que cuando a un miembro de la familia se le expulsa todo permanece igual dentro del círculo familiar? Definitivamente no.
11 El expulsado ha sido cortado de la congregación en sentido espiritual; los vínculos espirituales anteriores han sido rotos por completo. Esto es cierto aun respecto a los parientes del expulsado, entre ellos los de su círculo familiar inmediato o cercano. Por eso, los miembros de la familia —aunque reconocen los vínculos familiares— ya no tienen compañerismo espiritual con el expulsado.—1 Sam. 28:6; Pro. 15:8, 9.
12. En lo que tiene que ver con la comunión espiritual, ¿qué cambios pudieran ocurrir cuando se expulsa de la congregación a un miembro de la familia?
12 Eso significa cambios en el compañerismo espiritual que haya existido en el hogar. Por ejemplo, si al esposo se le ha expulsado, su esposa e hijos no se sentirán cómodos si él conduce el estudio bíblico de la familia o toma la delantera en la lectura de la Biblia y en orar. Si él quiere hacer una oración, como, por ejemplo, a la hora de comer, él tiene derecho a hacerlo en su propio hogar. Pero los demás pueden hacer sus propias oraciones a Dios en silencio. (Pro. 28:9; Sal. 119:145, 146) ¿Qué hay si algún expulsado que vive en el hogar quiere estar presente cuando la familia lee la Biblia junta o tiene un estudio bíblico? Los otros pudieran permitirle estar presente para escuchar con tal que no tratara de enseñarles o compartir con ellos sus ideas religiosas.
13. ¿Cómo tratarían los padres con un hijo expulsado que viviera en el hogar con ellos?
13 Si el expulsado es un hijo menor de edad, los padres todavía atenderán a las necesidades físicas de éste y proveerán instrucción y disciplina en lo moral. No conducirían directamente con el hijo un estudio bíblico en que éste comentara. No obstante, esto no quiere decir que no se exigiría que estuviera presente durante el estudio de la familia. Y los padres pudieran dirigir la atención a partes de la Biblia o de las publicaciones cristianas que contuvieran consejo que el hijo necesitara. (Pro. 1:8-19; 6:20-22; 29:17; Efe. 6:4) Pueden hacer que el hijo expulsado los acompañe a las reuniones cristianas y se siente con ellos, con la esperanza de que tome a pecho el consejo bíblico.
14, 15. ¿Qué debería hacerse en cuanto a mudarse de nuevo al hogar un progenitor expulsado?
14 Pero, ¿qué hay si se expulsa a algún pariente cercano de una familia, como a un hijo o un padre que no viviera con ellos en su hogar, y más tarde éste quisiera mudarse al hogar de la familia de nuevo? La familia podría decidir qué hacer, según las circunstancias.a
15 Por ejemplo, puede que una madre o un padre expulsado esté enfermo o ya no esté en condiciones económicas o físicas que le permitan cuidar de sí. Los hijos cristianos tienen una obligación bíblica y moral de prestar ayuda. (1 Tim. 5:8) Tal vez parezca necesario traer al padre al hogar, temporánea o permanentemente. O quizás parezca aconsejable hacer arreglos para que se le atienda en un lugar donde haya personal médico, pero donde se tendría que visitar al padre. Lo que se haga puede depender de factores como las verdaderas necesidades del padre, su actitud y la consideración que el cabeza de la familia le tenga al bienestar espiritual de los miembros su casa.
16, 17. (a) ¿Cómo pudieran reaccionar los padres ante la posibilidad de que un hijo expulsado se mudara de nuevo al hogar? (b) ¿Qué podemos aprender respecto a esto por la parábola del hijo pródigo?
16 Esto pudiera aplicar también en el caso de un hijo que se hubiese ido del hogar, pero que ahora esté expulsado o desasociado. A veces los padres cristianos han permitido que un hijo expulsado que haya enfermado física o emocionalmente regrese al hogar por un tiempo. Pero en cada caso los padres pueden pesar las circunstancias individuales. ¿Ha vivido por su propia cuenta un hijo expulsado, y ya no puede hacerlo, o quiere volver al hogar principalmente porque sería una vida más fácil? ¿Qué se puede decir acerca de su moralidad y de su actitud? ¿Introducirá “levadura” en el hogar?—Gál. 5:9.
17 En la parábola de Jesús acerca del hijo pródigo, el padre salió corriendo al encuentro de su hijo que regresaba, y entonces lo aceptó. El padre, al ver la lastimosa condición del joven, demostró la inquietud que un padre naturalmente sentiría. Sin embargo, podemos notar que el hijo no trajo rameras consigo ni volvió con la inclinación y designio de seguir su vida pecaminosa en el hogar de su padre. No; antes bien, expresó arrepentimiento sincero y evidentemente estaba resuelto a volver a vivir una vida limpia.—Luc. 15:11-32.
PARIENTES EXPULSADOS QUE NO VIVEN EN CASA DE UNO
18, 19. (a) ¿Cómo deben ver los cristianos la asociación con parientes expulsados que no sean miembros del círculo familiar inmediato? (b) ¿Por qué es apropiada esa posición? (2 Tim. 2:19)
18 La segunda situación que es necesario que consideremos tiene que ver con un pariente expulsado o desasociado que no es del círculo familiar inmediato ni está viviendo en el hogar de uno. Esta persona todavía es pariente por consanguinidad o es pariente político, y por eso puede que haya asuntos de familia que a grado limitado necesiten atención. No obstante, no es como si él estuviera viviendo en la misma casa de uno, donde no se pudiera evitar el contacto y la conversación con él. Debemos recordar con claridad la instrucción inspirada de la Biblia: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que llamándose hermano sea fornicador, o avariento . . ., ni siquiera comiendo con tal hombre.”—1 Cor. 5:11.
19 Por consiguiente, los cristianos que son parientes de una persona expulsada que vive fuera del hogar de ellos deben esforzarse por evitar asociarse innecesariamente con ella, y hasta deben mantener al mínimo los tratos comerciales con ella. Se hace patente lo razonable que es este proceder cuando consideramos los informes de lo que ha ocurrido en casos en los que los parientes han adoptado el punto de vista erróneo de que: ‘Aunque está expulsado, es pariente nuestro y por eso podemos tratarlo de la misma manera que antes.’ De cierto sector viene lo siguiente:
“Un individuo a quien se tuvo que expulsar estaba emparentado con aproximadamente la tercera parte de la congregación. Todos sus parientes siguieron asociándose con él.”
Y un muy respetado anciano cristiano escribió lo siguiente:
“En nuestro sector, cuando algunos expulsados que vienen de familias grandes han entrado en el vestíbulo del Salón del Reino se les ha recibido con un gran y ruidoso despliegue de palmadas en la espalda y apretones de mano (aunque se sabe que el expulsado todavía está viviendo inmoralmente). Me tiene muy preocupado el hecho de que los expulsados necesitan ver que tanto Jehová como su pueblo odian el proceder que los expulsados han seguido, y que ellos deben sentir que el arrepentimiento genuino es realmente necesario. ¿Cómo se puede ayudar a estas personas expulsadas a cambiar cuando todos los miembros de sus grandes familias siguen saludándolos cordialmente aunque están enterados de sus prácticas?
20, 21. Cuando se trata de parientes expulsados, ¿por qué tenemos que ejercer cuidado? (2 Tim. 2:22)
20 Tiene que haber habido congregaciones del primer siglo en las que muchas personas estuvieran emparentadas. Pero, cuando a una persona se le expulsara, ¿habrían de seguir tratándola como de costumbre todos los parientes con tal que no consideraran asuntos bíblicos con la persona expulsada? No. De otro modo la congregación realmente no estaría aplicando el mandato: “Remuevan al hombre inicuo de entre ustedes mismos.”—1 Cor. 5:13.
21 Hay que ejercer gran cuidado para no pasar por alto ni minimizar la situación en que se halla alguien como pecador expulsado. Como muy bien lo demostraron los hijos de Coré, nuestra principal lealtad tiene que darse a Jehová y a su arreglo teocrático. Podemos estar seguros de que cuando sostenemos las normas de Dios y preferimos asociarnos con su pueblo organizado, más bien que con malhechores, tendremos la protección y bendición de Él.—Sal. 84:10-12.
LAS REUNIONES SOCIALES Y LOS PARIENTES EXPULSADOS
22. ¿Por qué pueden las ocasiones sociales o celebraciones de familia presentar problemas especiales en cuanto a parientes expulsados?
22 Es normal que los que son parientes se hallen juntos frecuentemente en comidas, excursiones, reuniones de familia u otras ocasiones festivas o celebraciones sociales. Pero cuando alguien ha persistido en el pecado sin arrepentirse y ha tenido que ser expulsado, esa persona puede causar dificultades a sus parientes cristianos con respecto a esas ocasiones sociales. Aunque los parientes se dan cuenta de que todavía están emparentados con la persona, no quieren pasar por alto el consejo de Pablo de que los cristianos fieles deben ‘cesar de mezclarse en la compañía’ de un pecador expulsado.
23. ¿Cuál sería la situación en el caso de un pariente expulsado y unas bodas cristianas?
23 No tiene sentido el que se busque alguna regla respecto a si miembros de una familia pueden ir a celebraciones donde pudiera estar presente un pariente expulsado. Esto sería algo que deberían resolver los que están envueltos en ello, y hacerlo en armonía con el consejo de Pablo. (1 Cor. 5:11) Sin embargo, debe reconocerse que si un expulsado va a estar presente en una ocasión social a la cual se invita a Testigos que no son parientes, eso bien puede afectar lo que otros hagan. Por ejemplo, una pareja cristiana pudiera estar casándose en un Salón del Reino. Si un pariente expulsado viniera al Salón del Reino para presenciar las bodas, obviamente no pudiera estar incluido en el grupo nupcial ni ser quien “entregara” la novia al novio. Pero, ¿qué hay si se celebra una fiesta o recepción de bodas? Esta puede ser una ocasión social alegre, como lo fue aquella a la que asistió Jesús en Caná. (Juan 2:1, 2) Pero, ¿debería permitirse que el pariente expulsado viniera, o debería invitársele siquiera? Si se supiera que él se presentaría allí, puede que muchos cristianos, parientes o no, concluyeran que ellos no deberían estar allí, para comer y asociarse con él, en vista de las instrucciones que Pablo dio en 1 Corintios 5:11.
24. ¿De qué asociación pueden derivar más gozo los cristianos leales? (Pro. 18:24)
24 Por eso, a veces le puede parecer al cristiano que no es posible dejar que un pariente expulsado o desasociado esté presente en una ocasión social o celebración que normalmente incluiría a los miembros de la familia. Sin embargo, los cristianos pueden disfrutar de la asociación de los miembros leales de la congregación, a la vez que tienen presentes estas palabras de Jesús: “Cualquiera que hace la voluntad de Dios, éste es mi hermano y hermana y madre.”—Mar. 3:35.
25, 26. Si muere un pariente expulsado, ¿cuál sería la situación en cuanto al funeral?
25 La realidad es que cuando un cristiano se entrega al pecado y se le tiene que expulsar, pierde mucho: la posición aprobada que tenía delante de Dios; el ser miembro de la feliz congregación de cristianos; el grato compañerismo de los hermanos, que incluye mucha de la asociación que tenía con parientes cristianos. (1 Ped. 2:17) El dolor que él ha causado puede continuar aun después que él muera.
26 Si él muriera mientras estuviera expulsado, los arreglos para su funeral pudieran presentar un problema. Quizás a sus parientes cristianos les hubiera gustado tener un discurso en el Salón del Reino, si ésa fuera la costumbre local. Pero eso no sería apropiado para una persona que hubiera sido expulsada de la congregación. Si hubiese estado dando pruebas de arrepentimiento y de querer el perdón de Dios, como, por ejemplo, por medio de haber dejado la práctica del pecado y por haber estado asistiendo a las reuniones cristianas, puede que la conciencia de algún hermano le permitiera pronunciar un discurso bíblico en la funeraria o lugar de entierro. Los comentarios bíblicos acerca de la condición de los muertos, pronunciados en una ocasión como ésta, sirven de testimonio a los que no son creyentes o de consuelo para los parientes. No obstante, si la persona expulsada todavía hubiese estado fomentando enseñanzas falsas o conducta impía, ni siquiera sería apropiado pronunciar un discurso de esa índole.—2 Juan 9-11.
LECCIONES PARA TODOS NOSOTROS
27. ¿Cómo debemos ver los juicios que dicta Dios?
27 Es necesario que todos comprendamos que el juicio que dicta Jehová es lo que cuenta. (Pro. 29:26) Eso es cierto respecto a prácticas odiosas, pues la Biblia muestra que estas son cosas que Dios detesta. (Pro. 6:16-19) Pero también es cierto respecto al juicio que él forma de individuos. La Palabra de Jehová dice claramente que “los injustos,” los que están llevando a cabo las “obras de la carne,” no heredarán su reino. (1 Cor. 6:9, 10; Gál. 5:19-21) Personas de esa clase no tienen lugar en el cielo, ni tendrán cabida en la región terrestre del Reino. Por consiguiente, todo el que quiera permanecer en la congregación limpia de Dios hoy día tiene que cumplir las normas de Dios. Dios simplemente no permitirá que permanezca “levadura” como influencia corruptora entre su pueblo santo.—1 Cor. 5:6-13.
28. ¿Cómo puede el asunto de la expulsión poner a prueba nuestra lealtad?
28 Naturalmente, si se expulsa a un pariente cercano, nuestras emociones humanas pueden imponernos una prueba grave. Los sentimientos y vínculos de familia son especialmente fuertes entre padres e hijos, y también son poderosos cuando se expulsa a un cónyuge. No obstante, tenemos que reconocer que, a fin de cuentas, no beneficiaremos a nadie ni agradaremos a Dios si nos dejamos llevar por la emoción de modo que pasemos por alto Su sabio consejo y dirección. Tenemos que desplegar nuestra confianza completa en la justicia perfecta de los caminos de Dios, entre los cuales está su arreglo de expulsar a los malhechores impenitentes. Si permanecemos leales a Dios y a la congregación, puede que, con el tiempo, eso le sirva de lección al malhechor y éste se arrepienta y sea restablecido en la congregación. Pero, sea que eso suceda o no, podemos sacar consuelo y fortaleza de lo que David dijo hacia el fin de su vida:
“Todas sus decisiones judiciales [las de Dios] están enfrente de mí; . . . Y que me lo pague Jehová conforme a mi justicia, conforme a mi limpieza enfrente de sus ojos. Con alguien leal tú actuarás en lealtad; con el poderoso, exento de tacha, tú tratarás intachablemente; con el que se mantiene limpio tú te mostrarás limpio . . . Y a la gente humilde la salvarás.”—2 Sam. 22:23-28.
[Nota a pie de página]
a Se presentan comentarios sobre la situación de los ancianos y siervos ministeriales en La Atalaya del 1 de julio de 1978, en la sección “Preguntas de los lectores.”
[Ilustración en la página 22]
Puede ser inevitable el que hijos cristianos atiendan en la casa de ellos a un padre expulsado
[Ilustración en la página 23]
El hijo pródigo no volvió a su hogar para continuar su vida pecaminosa, sino que estaba arrepentido. Su padre lo aceptó a su regreso