Mapas que acentúan la realidad de los sucesos bíblicos
“PARECE que va a llover,” dijo ansiosamente un turista inglés en Israel al mirar por la ventana del autobús y notar unas cuantas nubes. Al oír la observación, el guía local se rió y meneó la cabeza. “Nunca llueve en Israel durante esta época del año. Usted no está en Inglaterra ahora.”
¡Qué fácil se nos hace formar una opinión de las tierras de la Biblia dejándonos llevar por lo que conocemos de nuestro propio país y nuestras propias experiencias, especialmente si nunca hemos visitado al Oriente Medio! Sin darnos cuenta de ello, podemos perder tantos detalles interesantes cuando leemos la Palabra de Dios, simplemente porque no tenemos conocimientos previos. Sin embargo, si aprendemos más acerca de las costumbres y los modos de ser de la gente y acerca de las tierras en que vivían, podemos apreciar más y comprender mejor muchos de los sucesos registrados en la Biblia.
Los mapas desempeñan un papel esencial en comunicarnos esta información, y nos hablan, en muchos sentidos, con más elocuencia que las palabras. No obstante, a algunas personas se les hace difícil leer los mapas y comprenderlos. Si dedicamos un poco de tiempo a familiarizarnos con los mapas, sus símbolos y curvas de nivel, y el significado de los diferentes colores, eso nos ayudará en el sentido de que se nos recompensará abundantemente cuando usemos esos mapas como instrumentos en nuestro estudio. No deben usarse los mapas simplemente para determinar la ubicación de los lugares. Como lo expresó el geógrafo Denis Baly, una vez que se ha hallado el lugar que se desea, “también se debe saber, cuando menos, qué relación guarda ese lugar con el paisaje físico, con los valles, las colinas, los ríos y las llanuras.”
Solo entonces podemos empezar a construir un cuadro mental, y si a éste añadimos el conocimiento que hemos adquirido de fotografías verdaderas que muestran cómo es la zona en cuestión, el escenario cobra vida. Entonces, al leer un relato bíblico, ¡qué fácil se nos hace colocar en ese escenario los personajes descritos, sí, justamente como si estuviéramos presentes observando los acontecimientos! El considerar unos cuantos ejemplos servirá para ilustrar este uso de los mapas bíblicos.
David huye del rey Saúl
Después de matar al gigante Goliat, el joven David siguió venciendo a los filisteos. Se hizo tan popular en Israel que las mujeres celebraron con canto y baile la victoria que él obtuvo y compararon los millares que el rey Saúl derribó con las decenas de millares derribadas por David. ¡Cuánto se airó Saúl al oír eso! Su admiración se tornó en odio, de modo que trató de clavar a David a la pared con su lanza. La situación empeoró puesto que David siguió triunfando, y Saúl empezó “a sentir aún más miedo a causa de David, y Saúl llegó a ser enemigo de David siempre.”—1 Samuel 18:6-29.
A pesar de la ayuda que David recibió de Jonatán, el hijo de Saúl, y de su propia esposa, Mical, David pudo discernir que, como él mismo lo expresó: “¡Solo hay como un paso entre mí y la muerte!” (1 Samuel 20:3) Por fin huyó a la cueva de Adulam, situada al sudoeste de Jerusalén en un área donde las montañas de Judá descienden hacia la llanura costanera. Hay numerosas cuevas de caliza en esta región inaccesible, y aquí centenares de hombres se unieron a David. (1 Samuel 22:1, 2) Pero puesto que Jehová advirtió a David que los residentes de Keila, cerca de Adulam, lo entregarían en manos de Saúl, él buscó un refugio más seguro.—1 Samuel 23:6-13.
El desierto de Judá era precisamente tal lugar de abrigo. Centenares de años después, Jesús pasó 40 días allí protegido por los ángeles contra las bestias salvajes... leopardos, lobos y hienas. (Marcos 1:12, 13) En nuestros propios días se han hecho descubrimientos espectaculares en algunas de los millares de cuevas que hay en ese lugar. Se han hallado rollos antiguos de la Biblia que fueron escritos hace unos 2.000 años y que el clima excepcionalmente seco había conservado. A corta distancia de allí, otra cueva reveló restos de la segunda rebelión de los judíos contra los romanos en 132-135 E.C. ¿Por qué había huido el caudillo de la rebelión, Bar Kokhba, a esta región, y por qué permanecieron ocultos por tanto tiempo estos rollos? Por la mismísima razón por la que David “se puso a morar en el desierto en lugares de difícil acceso, y siguió morando en la región montañosa en el desierto de Zif.”—1 Samuel 23:14, 15.
El desierto de Zif y el de Maón cerca de él forman la elevada parte central del desierto de Judá. (1 Samuel 23:24) Al mirar un mapa, se ve que este desierto está al sur de Jerusalén y que se extiende directamente por el lado occidental del mar Muerto, y que las tres ciudades de Jerusalén, Belén y Hebrón forman, más o menos, su otro límite. A continuación notamos que hay varios valles, o uadi, que cruzan el desierto de occidente a oriente, los cuales hacen casi imposible el viajar de norte a sur.
Al descender por el valle de Cedrón desde el lado del monte donde está el templo de Jerusalén, uno deja atrás rápidamente la ciudad bulliciosa y, en las palabras del arqueólogo israelí Yohanan Aharoni, entra en “este desierto aterrador.” Siguiendo por la prolongación de este valle, se llega al uadi en-Nar (”uadi del fuego”), que desciende unos 900 metros al mar Muerto, y así llega a ser una garganta o cañón profundo con riscos escarpados que se levantan a cada lado por unos 60 metros. El andar por su cauce en el invierno pone a uno en peligro de ser atrapado por una riada a medida que las aguas se precipitan por el uadi después de un aguacero repentino. En el verano el calor puede ser devastador. Cada uno de los uadi de la región presenta problemas similares.
¡Con razón David halló que éste era un refugio seguro! Hasta con un ejército de 3.000 hombres se le hizo difícil al rey Saúl buscar en las innumerables cuevas que agujerean los riscos de caliza, pues muchas de ellas solo son accesibles por medio de suspender una soga desde arriba. Más tarde Saúl y sus hombres recibieron noticias de que David se había mudado a En-gadi, un oasis cerca de la orilla del mar Muerto, y Saúl se puso a buscarlo “sobre las rocas peladas de las cabras monteses.” Escondido en el fondo de una cueva, sí, en la mismísima parte más oscura de ella, David tuvo una oportunidad excelente de matar a Saúl, pero rehusó tocar al ungido de Jehová.—1 Samuel 24:1-15.
En otra ocasión, cuando pudo haber matado al rey mientras éste dormía en su campamento, David simplemente tomó de su perseguidor la lanza y el jarro de agua que tenía a su lado, y después se plantó al otro lado del desfiladero para dar a conocer que los hombres de Saúl no habían protegido a su rey. La voz de David hacía eco alrededor de las colinas peladas mientras gritaba a través del espacio y preguntaba qué había hecho él para que Saúl lo persiguiera “tal como se corre tras una perdiz sobre las montañas.”—1 Samuel 26:1-20.
¡Qué valioso es este cuadro cuando consideramos las muchas veces que David pidió auxilio en los Salmos! Aunque pudiera sentirse tentado a pensar que los peñascos y rocas literales —sí, las montañas altas— eran su refugio, constantemente se hacía recordar que Jehová era su verdadero protector y salvador. Como pastor, David estaba acostumbrado a las colinas. Era ágil y veloz de pies como la cabra montés de cuernos largos, o íbice. Pero era su Dios quien no permitía que se le resbalaran los pies en la senda angosta. (Salmo 18:1-3, 31-33) Cuando el pueblo de Zif traicionó a David y sus enemigos que colocaron trampas para él lo buscaban, David todavía podía mantener su corazón puesto firmemente en Jehová, y podía cantar y acompañarse con su arpa en medio de los riscos y desfiladeros desolados. (Salmos 54, 57) Aun cuando la presión que los enemigos de David ejercían sobre él lo reducía a un estado de depresión, David podía hablar con Jehová y confiar en que Ello librara. (Salmo 142) ¿Podemos nosotros hacer eso cuando nos hallamos afligidos por dificultades grandes? Podemos hacerlo si edificamos nuestra fe en Dios.
Un ataque contra Judá
En el siglo décimo a. de la E.C. Josafat, cuando era rey de Judá, recibió unas noticias perturbadoras. Según los informes, una confederación de tribus del oriente, que habitaban Moab, Amón y Seír, venían hacia Judá “desde la región del mar, desde Edom; y allí están en Hazazón-tamar, es decir, En-gadi.” (2 Crónicas 20:1, 2, 10, 11) Cuando miramos nuestro mapa, En-gadi ya nos es familiar, y pronto podemos localizar a Moab, Amón y Edom. Pero, posiblemente nos sintamos inclinados a preguntar: ¿Cómo llegó este ejército a En-gadi, y por qué vino por ese camino en particular?
Roboam, que tiempo atrás había sido rey de Judá, había construido una serie de ciudades fortificadas en posiciones estratégicas. En nuestro mapa están identificadas las de Belén, Etam, Tecoa, Bet-sur, Hebrón y Zif como las que protegían el lado oriental de Judá. (2 Crónicas 11:5-12) Para tener éxito en su ataque, el enemigo tenía que aprovechar el factor sorpresa, y sin duda creían que lo desolado e inhóspito del desierto de Judá les proporcionaría esa aproximación inesperada. Puede que le hayan dado la vuelta al extremo meridional del mar Muerto. O tal vez hayan cruzado la península baja de Lisán y así hayan cruzado el mar Muerto en su punto más estrecho (de unos tres kilómetros), por un vado antiguo y poco profundo que existía, según lo que dicen algunos eruditos. Entonces, pasaron cerca de la gran roca de Masada y llegaron a En-gadi antes de ser divisados, tal vez por un explorador situado en una de las plazas fuertes de arriba.
Esto le permitió poco tiempo a Josafat, puesto que el enemigo podía llegar a Jerusalén en más o menos un día de marchar. Lo mismo que David, Josafat confió en Jehová y clamó a él, pidiendo que le ayudara. Esta fue la respuesta: “La batalla no es de ustedes, sino de Dios.” Se le dijo que estacionara a sus hombres justamente más abajo de Tecoa al extremo del valle de torrente, porque las fuerzas del enemigo venían “subiendo por el paso de Sis.” Josafat hizo eso y también colocó a los cantores en la primera fila.—2 Crónicas 20:3-21.
Desde cerca de En-gadi el paso o subida de Sis corría hacia el noroeste, y al principio subía unos 390 metros por una senda empinada en zigzag que serpenteaba de acá para allá. Entonces cruzaba una meseta accidentada y seguía subiendo por una ruta torcida hacia Tecoa, que está situada a unos 820 metros sobre el nivel del mar. ¡Qué subida, con muchos ascensos y descensos a medida que la ruta cruzaba pequeños uadi y lechos de afluentes! El enemigo cansado y agobiado por el calor probablemente esperaba descansar cerca de la cima sin ser visto. Pero, ¡nada de eso! Se les descubrió y cayeron en una emboscada. ¡Qué confusión irrumpió entre ellos mientras trataban de averiguar de dónde había venido la emboscada, pues no se daban cuenta de que Jehová estaba ayudando a Judá! A medida que las colinas resonaban con los gritos de alabanza procedentes de los de Judea, los invasores pensaron que sus propios aliados eran los culpables. Estallaron discordias entre ellos y empezaron a pelear unos contra otros hasta que todo el ejército fue derrotado y quedó destruido. ¿Podemos ver y oír aquella batalla que se peleó en toda su furia en medio de aquellas alturas escarpadas y desoladas, con cantos de alabanza haciendo eco en las montañas todo en derredor? ¡Cómo bendijo Judá a Jehová por Su gran victoria!—2 Crónicas 20:22-30.
El buen samaritano
La bien conocida ilustración de Jesús acerca del samaritano que ayudó a un hombre que había sido asaltado por ladrones se desarrolló en un camino justamente al norte del desierto de Judá, o Judea. En el relato se recalca más de una vez el hecho de que los que viajaban por el camino de Jerusalén a Jericó ‘bajaban.’ (Lucas 10:29-37) ¡Qué bien conocía Jesús esa ruta! Y se puede viajar casi por el mismo camino hoy día. Consulte el mapa, y note que el camino desciende unos 914 metros en los aproximadamente 23 kilómetros que hay de Jerusalén a Jericó. Por casi todo el recorrido el camino bordea el yermo desértico, y por un trecho considerable está bajo el nivel del mar. Puesto que habitaban muy pocas personas a lo largo de esta ruta, el camino podía ser muy solitario, además el calor era insoportable, y ¡qué fácil se les hacía a los ladrones esconderse cerca de un risco saliente y esperar la llegada de viajantes confiados!
No fue sin propósito que Jesús colocó su ilustración en este escenario. Muchos de sus oyentes conocían aquel camino, y podían forjarse un cuadro mental de él. Podían “ver” lo que estaba sucediendo, y podían imaginarse la escena del samaritano bondadoso dando instrucciones en el mesón aislado. ¿Podemos nosotros, también, representarnos esto en la mente al leer el relato?
Usando mapas bíblicos
Los ejemplos que hemos considerado muestran cómo podemos usar mapas de las tierras de la Biblia. Si usted precisa algún detalle, busque un mapa a escala grande de esa zona. Verifique las ubicaciones que se dan, luego mire las curvas de nivel y la coloración que aparecen en algunos mapas, a la vez que nota si hay ríos, carreteras o líneas que señalan límites pertinentes. Trate de visualizar la región y tenga presente que si las líneas de las curvas de nivel están atestadas, torcidas, y si los colores cambian de repente, eso indica muchas colinas y valles, pero si las curvas de nivel son suaves y están ampliamente separadas y si solo se emplean uno o dos colores, eso indicaría llanuras y una tierra menos ondulada. Si usted puede hallar algunas fotografías del área, éstas contribuirán mucho a su visión mental.
Los mapas a escala pequeña pueden ser útiles para seguir rutas más largas, como los viajes de Pablo, en los que los detalles no son tan importantes. Por ejemplo, vea los mapas en el interior de la cubierta de la Traducción del Nuevo Mundo. Pero, cuanto más pequeño sea el mapa, menos probabilidad hay de que contenga todos los nombres que usted necesita, y la posición de los lugares que contiene será solo aproximada. Además, a menudo los mapas están relacionados con ciertos períodos de la historia, porque es común que los nombres de los lugares cambien con considerable frecuencia. Se hallan muchos mapas útiles en Aid to Bible Understanding.a
Aunque usted quizás nunca tenga la oportunidad de visitar las tierras de la Biblia, familiarícese con ellas con la ayuda de mapas. Haga más significativa su lectura de las Santas Escrituras mediante el crearse cuadros mentales. Entonces el cuadro permanecerá en su mente y le ayudará a recordar con mayor facilidad el suceso bíblico.
[Nota a pie de página]
a Publicado por la Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
[Gráfico en la página 14]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
METROS
900
JERUSALÉN
600
300
0
JERICÓ
300
[Ilustraciones en la página 12]
Cuevas del desierto de Judea
El extremo sur del mar Muerto, como se ve desde En-gadi
[Ilustración en la página 15]
‘Bajando’ a Jericó... una bajada de más de 900 metros
[Mapa en la página 13]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
R. Jordán
AMÓN
MOAB
LISÁN
EDOM
Masada
DESIERTO DE ZIF Y MAÓN
Zif
En-gadi
Hebrón
Bet-sur
Subida de Sis
DESIERTO DE JUDEA
Tecoa
Etam
Uadi en-nar
Belén
Qumrám
JERUSALÉN
Jericó
Mar Muerto
¿vado?
[Mapa en la página 14]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
JERICÓ
JERUSALÉN
Betfage
Betania