Cuando el cónyuge se hace infiel
EL GOLPE fue devastador. La pareja tenía un bebé, y la joven esposa estaba esperando el segundo niño. Ella acababa de enterarse de que su esposo la había traicionado. ¡Había cometido adulterio! La esposa se sentía amargada, herida y confundida, y no sabía qué hacer.
Es triste decirlo, pero éste no es un problema poco común. Informes provenientes de diversos países muestran que hoy día muchas personas casadas son infieles a su cónyuge y provocan crisis severas en su matrimonio. ¿Cómo debería responder el cristiano si se entera de que su cónyuge le ha sido infiel?
En tal situación, hay que tener en cuenta las palabras de Jesús al respecto: “Yo les digo que cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación, y se case con otra comete adulterio” (Mateo 19:9). ¿Qué quiere decir esto? Que la fornicación (que en el sentido bíblico incluye el adulterio y la inmoralidad sexual crasa, como la homosexualidad) puede deshacer un matrimonio. De acuerdo con la Biblia, el cónyuge inocente tiene el derecho de divorciarse del culpable y volverse a casar, sin cometer así pecado a los ojos de Diosa.
Pero ¿tiene que seguir esta línea de acción el cónyuge inocente?
El propio ejemplo de Dios
Cierto ejemplo de los días del Israel antiguo nos ayuda a contestar esta pregunta. Un profeta de Dios llamado Oseas se casó con una mujer llamada Gomer y tuvo un hijo por ella. Después, Gomer le fue infiel y tuvo otros dos hijos por otros hombres. Entonces ella evidentemente abandonó a Oseas para irse con sus amantes. No obstante, Oseas le mostró gran compasión. Después él volvió a recibir a Gomer, aunque tuvo que pagar dinero por ella. (Se nos da a entender que sus amantes la habían abandonado y que ella había caído en la pobreza y la esclavitud.) Por eso, en vez de obrar de manera estrictamente justa para con su esposa, Oseas le mostró misericordia.
La misericordia de Oseas se usó en la Biblia para ilustrar un acto de misericordia aun mayor para con una esposa infiel. Jehová Dios asemejó su propia relación con Israel a la de un esposo para con su esposa. “Yo mismo los poseía como dueño marital”, dijo él en cierta ocasión (Jeremías 31:32). Pero, como la esposa de Oseas, los israelitas fueron infieles. Frecuentemente adoraron dioses falsos, de modo que cometieron adulterio en sentido espiritual (Oseas 6:10; 7:4). Basándose en su propia ley, Dios podría haberse “divorciado” de ellos, haberlos abandonado. ¿Qué hizo él?
Al igual que Oseas, Él estuvo dispuesto a recibir a su “esposa” infiel si ella abandonaba su derrotero inmoral. Él anhelaba el tiempo en que ‘los hijos de Israel volvieran y ciertamente buscaran a Jehová su Dios, y a David su rey; y ciertamente vendrían retemblando a Jehová y a su bondad en la parte final de los días’. (Oseas 3:5.)
¿Puede el cristiano mostrar alguna vez semejante perdón amoroso para con el cónyuge que se hace infiel?
¿Por qué ser misericordioso?
Sí, y en realidad muchos lo han hecho. Las personas casadas que cometen adulterio ponen su futuro en las manos del cónyuge inocente. Pero en muchos casos estas víctimas han hallado que el corazón les ha impulsado a perdonar. ¿Por qué han obrado así?
En primer lugar, han recordado que el matrimonio es un don de Dios y que no debería deshacerse con facilidad. También han reflexionado sobre la gran misericordia que Dios ha mostrado para con todos nosotros y han recordado cuánto le agrada el que seamos misericordiosos los unos para con los otros. Jesús dijo: “Felices son los misericordiosos, puesto que a ellos se les mostrará misericordia”. (Mateo 5:7.)
Se puede mostrar misericordia, especialmente cuando el ofensor experimenta un profundo sentimiento de culpabilidad y sinceramente lamenta el mal que ha cometido. En tal caso, puede que al cónyuge inocente le parezca que vale la pena luchar contra la amargura y el dolor, y amorosamente ayudar al pecador a efectuar un cambio. Tal perdón de parte de un cónyuge amoroso puede ayudar al pecador arrepentido a reconocer, como nunca antes, que su matrimonio es un tesoro y puede hacer que se decida a jamás volver a ponerlo en peligro.
Tenga presente también que a veces —aunque ciertamente no en todo caso— el adulterio es el resultado de la infelicidad en el hogar. ¿Justificaría esto el adulterio? ¡De ninguna manera! No obstante, el reconocer que dicha situación ha existido tal vez ayude al cónyuge inocente a ver cómo puede contribuir a que el cónyuge infiel no falle de nuevo.
Por ejemplo, tal vez el esposo dedique muchas horas al trabajo o a otra actividad digna. Él, por su parte, quizás se sienta completamente feliz y satisfecho, pero ¿qué hay de su esposa, a quien él deja en casa, privada de su compañerismo?
En cambio, considere el caso del esposo que solía llegar cansado del trabajo y encontraba la casa vacía; la comida no estaba preparada y había un montón de ropa sucia en el piso. La esposa estaba fuera de la casa ocupándose de proyectos que sin duda eran nobles e importantes, pero el resultado era que su esposo se sentía abandonado y no querido. Por lo tanto, se interesó en otra mujer. Cuando el asunto salió a luz, él rogó a su esposa que lo perdonara y le prometió que no repetiría su pecado. Pero la esposa tenía planeado proseguir con los trámites para conseguir un divorcio, lo cual ella, por supuesto, tenía el derecho de hacer, pues su esposo había cometido un pecado grave. Pero ¿podía la esposa decir que ella estaba completamente libre de culpa en lo relacionado con la mala situación marital que resultó en la conducta inmoral de su esposo?
Así, por una razón u otra, el cristiano tal vez escoja imitar a Dios y perdonar al cónyuge infiel. Si éste es el caso, pueden resultar grandes bendiciones. ¿Cuáles son?
Bendiciones para los misericordiosos
Primero, muchos de los que han perdonado a un cónyuge infiel arrepentido han podido restaurar el matrimonio a un estado excelente. El esposo, la esposa y los niños han podido disfrutar nuevamente de una vida de hogar feliz. Ciertamente vale la pena esforzarse por lograr dicha meta.
En muchos casos la persona que ha sido perdonada aprecia aun más al cónyuge inocente y misericordioso. Quizás pueda ver ahora cualidades de humildad y de amor que tal vez nunca se había dado cuenta que existían, especialmente cuando llega a ver el sufrimiento que le ha causado a su cónyuge.
Esto fue lo que sucedió en el caso de la familia mencionada al principio de este artículo. Claro, la esposa joven se sintió profundamente herida al hallar que su esposo le había sido infiel. Desde el punto de vista bíblico, ella tenía el derecho de dejarlo y poner fin al matrimonio. Pero, esto habría resultado en una familia sin padre y en la soledad que experimenta la mujer divorciada.
Más bien, ella demostró consideración para con su hijita y el nuevo bebé que estaba por llegar. Ella también tomó en cuenta la profunda tristeza de su esposo y pensó en el amor que en un tiempo se habían tenido el uno al otro. Por eso, escogió imitar a Jehová Dios y perdonar a su esposo arrepentido. El esposo quedó profundamente impresionado. Con la ayuda amorosa de su esposa, él ha recobrado su equilibrio y el respeto de su familia y de los que se asocian con él. Ahora el problema ha quedado en el pasado. Los miembros de esta familia feliz están unidos y edificando juntos un futuro.
Una decisión acompañada de oración
No se pueden minimizar de manera alguna las transgresiones contra la ley de Dios. Los que son infieles a su cónyuge son culpables ante Jehová Dios, el Originador del matrimonio entre los seres humanos. Si pierden su familia, tienen que reconocer que éste es un resultado directo de su propio pecado. Si desean volver a establecer una relación con Dios y esperan con confianza el cumplimiento de las promesas que él nos ofrece, tienen que arrepentirse y cambiar por completo su manera de pensar y su modo de vivir inmoral... sea que su cónyuge les perdone o no.
Pero no se debería considerar que la ruptura del matrimonio es algo que sucede automáticamente. Tal como Oseas perdonó a Gomer, y Jehová perdonó vez tras vez a los israelitas que cometieron adulterio en sentido espiritual, los cónyuges inocentes deberían por lo menos considerar la posibilidad de conservar la unión matrimonial, y considerarla en oración. Ésta puede ser una manera de desplegar respeto para con el Originador del matrimonio y de abrir el camino para disfrutar nuevamente de la felicidad matrimonial con su cónyuge.
[Nota a pie de página]