Nuestros tiempos críticos... ¿por qué son tan violentos?
LA HUMANIDAD ha conocido la deplorable violencia que amenaza la vida desde que estalló la rebelión contra la legítima soberanía de Dios allá en el jardín de Edén. Por medio del engaño, el primer rebelde, Satanás, llegó a ser el “homicida” de Adán y de la entera familia humana no nacida que todavía estaba en sus lomos (Juan 8:44; Romanos 5:12). Poco tiempo después ocurrió el asesinato violento de Abel a manos de Caín, cuando éste “se encendió en gran ira” (Génesis 3:1–4:15). Había llegado a su fin un mundo pacífico. ¡Desde entonces ha habido violencia!
No obstante, ahora muchas personas se sienten perturbadas porque les parece que la violencia de nuestros tiempos es diferente en cierto sentido, que está fuera de control, que es la manifestación de una sociedad irremediablemente enferma. ¿Es esto tan solo una ilusión? ¿No han sido siempre tan malas las condiciones?
El filósofo canadiense George Grant ha llamado a nuestro período crítico de la historia “la era más violenta que el mundo ha conocido”. Él no es el único que tiene ese parecer. El siquiatra Thomas Radecki lo llama “una epidemia mundial de violencia”, y añade: “La frecuencia de asesinatos a nuestro alrededor es 300 por 100 mayor, por cabeza, de lo que era durante la generación de nuestros padres, [...] la violación sexual, 500 por 100 mayor, y el asalto, 600 por 100 mayor”.
El Dr. Everett C. Koop, cirujano general de los Estados Unidos, ha descrito la amenaza como una “epidemia de violencia” que “amenaza a la comunidad y la vida familiar”. La ola de violencia en las escuelas de América del Norte hoy día es un ejemplo espantoso de eso. En un noticiario de la televisión estadounidense se informó que, “cada mes, tres millones de estudiantes de escuela secundaria son víctimas de delitos que varían desde el hurto hasta la violación sexual y el asesinato”. (Las bastardillas son nuestras.)
Debido a la propagación del terrorismo, “Europa ha llegado a ser un campo de batalla lleno de sangre”, dice un comentarista francés. Se nota hasta qué punto ha llegado el peligro por el comentario que él hace más adelante: “La industria de seguridad del Reino Unido es más grande que el cuerpo de policía, la marina o el ejército”. (Las bastardillas son nuestras.) No es de extrañar que ahora se califique de “segunda década de miedo” a la década de los años ochenta.
¿Por qué son tan violentos?
Los que han estudiado cuidadosamente el asombroso aumento de la violencia en nuestros tiempos peligrosos enumeran muchos factores que han contribuido a ello: el énfasis que se da en los medios de información a los sucesos violentos, los delitos y la corrupción; el modo como los líderes del mundo recurren desvergonzadamente a la violencia para permanecer en el poder; la sensación de frustración absoluta por injusticias que nunca parecen resolverse, lo cual lleva a algunas personas a creer que las balas lograrán lo que no pueden lograr las papeletas de voto; el modo insensible como millones de criaturas aún no nacidas quedan violentamente privadas de la existencia mediante el aborto; la manera como líderes religiosos apoyan las guerras “justas”, pero no sostienen los principios morales frente al rebajamiento de las normas. El mundo pronto se insensibiliza, se acostumbra a la violencia. Y hay otras razones.
La permisividad del modo de pensar supuestamente progresivo de nuestro tiempo ha alterado las costumbres y las normas morales, de modo que ya no existen las restricciones que en un tiempo ejercían cierto control sobre las actitudes y acciones que pueden llevar a la violencia. El triste efecto de esto se ve especialmente en los jóvenes. El Dr. Thomas Millar, siquiatra de niños, opina que las “actitudes permisivas son causa de una sociedad norteamericana cada vez más violenta”. Dijo: “Nunca en la historia del mundo hemos tenido tantos asesinos de grupos de personas”.
Los informes oficiales sobre el aumento sin precedente de “orgías” de violencia entre los adolescentes del Japón de la posguerra lo han atribuido a la desintegración de la familia. En 1983 el ministro de educación del Japón dijo: “Hoy día no hay ni un solo libro que enseñe a los niños a reverenciar a sus padres”. También se reconoce que “otro factor que impulsa a los jóvenes japoneses hacia la violencia es la dosis diaria de puro salvajismo que sale en las revistas de tiras cómicas, las películas y los programas de televisión”.
Por lo tanto, no es exageración decir que lo que uno lee o ve influye en sus actitudes. Las hostilidades son alimentadas, de modo que con frecuencia “el ver la violencia lleva a la violencia”. “De hecho —como lo expresa cierto informe—, en lo que tiene que ver con la violencia explosiva, al campo deportivo solamente lo supera una zona de guerra de guerrillas”. Un estudio serio que se publicó en Psychology Today sostiene que las películas que tratan de la violencia sexual insensibilizan las percepciones de los hombres en cuanto al ultraje sexual y a las víctimas de éste. Como sostiene también el Dr. Leonard Eron, de la Universidad de Illinois: “El mirar de continuo la violencia en la televisión ejerce un efecto duradero en el comportamiento... y dicho efecto no es insignificante”. Sin embargo, ¡lo que los pequeñuelos llegan a ver en la televisión los sábados por la mañana asciende a 30 actos violentos por hora! La conclusión a que se ha llegado en un resumen de más de 2.500 estudios efectuados durante los últimos diez años es: “La violencia en la televisión sí lleva a comportamiento agresivo”.
Los abusos y las perversiones en cuanto a lo sexual fomentan la violencia también al destruir todo sentido de decencia (Romanos 1:26, 27). Entre los peores “agentes corroyentes de la ‘decencia’” figuran el lenguaje obsceno, la pornografía y las relaciones homosexuales. Es interesante el hecho de que la Biblia indica que en los últimos días del mundo antediluviano aparecieron en la Tierra criaturas rebeldes de la esfera espiritual para participar en prácticas sexuales ilícitas que causaron un problema que se relacionó con esto. Dios mismo dijo a Noé: “La tierra está llena de violencia como resultado de ellos” (Génesis 6:1-5, 13). La influencia violenta de ellos respecto a lo sexual terminó cuando Dios puso fin mediante agua a aquel mundo desenfrenado. (Génesis 6:7; 7:11-24.)
“Los últimos días”
Jesús predijo el fin del presente sistema violento al decir: “Así como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre” (Lucas 17:26). ¿Incluiría esto nuevamente la violencia en gran escala debido a la influencia de ángeles inicuos? Sí, pues Jesús no solo predijo extenso desafuero para aquel tiempo futuro, sino que en Revelación indicó específicamente la fuente de dicho desafuero. Habló acerca de la expulsión del primer rebelde, Satanás mismo, del cielo y dijo que “sus ángeles fueron arrojados con él”. ¿Adónde? La visión inspirada contesta: “Ay de la tierra [...] porque el Diablo [la primera criatura violenta] ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera”. Así que una vez más, en el tiempo del fin de un orden moribundo, ¡la violencia —fomentada nuevamente por fuerzas inicuas de la esfera espiritual— se apodera de la humanidad! (Revelación 12:7-12; 6:4; Mateo 24:12.)
Entonces, no se debe pasar por alto que esta intensificada influencia demoníaca es una de las causas del aumento de la violencia en nuestros tiempos críticos. Una de las maneras como se manifiesta es por el creciente interés en lo oculto y varias prácticas espiritistas, y la creciente participación en tales cosas. Cuando usted lee acerca de personas que matan insensatamente a parientes queridos o a amistades porque oyeron “voces” que les mandaban hacerlo, o cuando líderes de ciertos cultos ordenan el horrible asesinato de víctimas inocentes, no debería ser sorprendente leer también que los agresores eran satanistas practicantes, o que de algún modo específico estaban explorando lo oculto. (Deuteronomio 18:10-13; Gálatas 5:19-21.)
De modo que hay algunas razones muy significativas por las cuales están ocurriendo estas cosas malas en nuestros tiempos críticos. Cada una de las causas mencionadas anteriormente constituye de alguna manera una violación de las justas leyes de Dios. La primera rebelión ha alcanzado madurez. Los tristes resultados son una siega de lo que se ha sembrado. De Dios uno no se puede mofar (Gálatas 6:7). En realidad, esta generación de violencia sin par es exactamente lo que predijo el apóstol Pablo en 2 Timoteo 3:1-5. Él también indica las causas, al decir: “En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. [¿Por qué?] Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, [...] sin gobierno de sí mismos [o “violentos”, Today’s English Version], feroces, [...] temerarios”. ¿No es eso exactamente lo que vemos a nuestro alrededor? Sí, ¡estamos viviendo en “los últimos días”!
En poco tiempo, toda una generación se ha vuelto ‘completamente egocéntrica’ (Phillips), a menudo, ‘loca por el dinero’ (The Bible in Living English), “amadores de placeres sensuales y diversiones vanas más que, y más bien que, amadores de Dios” (The Amplified Bible). Dicha idolatría del yo no es nada más que una forma moderna de rechazar la soberanía de Jehová. No obstante, a la misma vez, la reputación violenta de esta generación señala que ésta tiene que ser eliminada y reemplazada. (1 Juan 2:15-17.)
¡Llega a su fin nuestro mundo violento!
Cuando uno tiene el punto de vista bíblico, a saber, que la violencia empezó con la rebelión contra la soberanía de Dios, entonces no es difícil ver que la violencia no terminará ni la paz será restablecida hasta que Dios elimine justamente para siempre a todos los rebeldes del día moderno. Y eso es exactamente lo que Él se ha propuesto hacer. “El Dios que da paz quebrantará a Satanás bajo los pies de ustedes en breve” (Romanos 16:20). Toda la “descendencia” violenta de Satanás tiene que perecer. Y también Satanás tiene que perecer. (Génesis 3:15; Mateo 25:41.)
¡Qué gozoso será estar con vida cuando Satanás sea eliminado! El “Príncipe de Paz”, Jesús, se asegurará, entonces, de que ‘de la paz no haya fin’ (Isaías 2:2-4; 9:6, 7). Habrá todo un nuevo orden, “la morada de la justicia” (2 Pedro 3:13, The New English Bible). El nuevo Gobernante de la Tierra eliminará para siempre todo tipo de violencia, incluso el sufrimiento y la muerte. Dice: “Llegará a su fin la muerte, y el duelo y el llanto y el dolor; ¡pues el viejo orden ha pasado!”. (Revelación 21:1-4, NE.)
Tal como en los días de Noé, Jehová ha provisto la oportunidad de hallar liberación de un mundo violento (Sofonías 2:2, 3). Hasta que llegue dicha liberación, tenemos que seguir alimentándonos de la Palabra de Dios para edificar una fe basada en conocimiento. “¿Y qué es fe? La fe da sustancia a nuestras esperanzas, y nos hace estar seguros de realidades que no vemos. [...] Pues cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que premia a los que lo buscan.” (Hebreos 11:1, 6, NE.)
Si usted tiene una fe firme, puede rechazar toda violencia (Mateo 26:52). Puede tener la seguridad de que la justicia aún reinará (Deuteronomio 32:4). Puede luchar contra la permisividad en sus hijos al ‘criarlos en la disciplina y regulación mental de Jehová’. Recuerde que la Biblia es el libro que enseña a los hijos el respeto a sus padres (Efesios 6:1-4). Como familia, ustedes pueden evitar la pornografía y mantener su mente en asuntos que valgan la pena (Filipenses 4:8). Esto también servirá para proteger a ustedes de las “fuerzas espirituales inicuas”. (Efesios 6:10-18.)
Felizmente, el saber que lo que existe ahora es una situación temporera, que pronto llegará a su fin, y que hay una salida, puede darnos fortaleza para perseverar. Muchos testigos de Jehová dan testimonio de este hecho. Usted, también, puede “escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder”. Respecto a esos mismos ayes para este tiempo del fin, Jesús dijo: “Al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen sus cabezas, porque su liberación se acerca”. Por eso, ¡cobre ánimo! Dentro de poco Jesús librará a la humanidad de toda opresión y violencia. (Lucas 21:28, 36; Salmo 72:1, 2, 12, 14.)