La importancia del canto en la adoración verdadera
¿PUEDE usted imaginarse un mundo sin canciones? ¿Jamás oír de nuevo el canto alegre de los niñitos ni la dulce voz del ruiseñor o el campanero? ¿No volver a oír el contagioso “chuc-chuc” de la urraca ni la risa gutural de un martín cazador? Felizmente, eso nunca sucederá. Pero el meditar en eso enfoca atención en una de las muchas dádivas de Dios al hombre: el don del canto.
Jehová es un Dios de canciones
¿Qué hace que el canto nos cause placer y gozo? Para empezar, Jehová mismo disfruta de las canciones de alabanza de sus criaturas, y se complace en ellas. ¿Puede usted imaginarse aquella ocasión en que todos los ángeles gritaron de gozo ante la magnificencia de la creación terrestre de Jehová? ¿O verse fascinado entre los pastores en aquella noche de otoño del nacimiento de Jesús como criatura humana, conmovido por el sonido de una gran hueste angelical que canta: “Gloria en las alturas a Dios”? (Lucas 2:13, 14; Job 38:7.)
Una manera como Jehová indicó que es un Dios de canciones fue al hacer del canto parte de la adoración verdadera de Israel. Después, Dios reveló de nuevo el estrecho enlace entre el canto y la adoración verdadera en la visión dada en la Revelación al apóstol Juan. En una escena profética, un coro tremendo —de 144.000 voces— canta una magnífica canción nueva ante el trono de Dios. (Revelación 14:3.)
El canto antes del cristianismo
La majestad de Dios, y sus obras imponentes, también hicieron que sus siervos aquí en la Tierra prorrumpieran en canto. Sienta el electrizante efecto del canto en los israelitas después que Dios los libró milagrosamente de la esclavitud en Egipto. Moisés y sus compañeros israelitas varones se conmovieron de emoción mientras cantaban la canción de victoria que relataba lo que Jehová había hecho a Faraón y sus huestes. (Éxodo 15:1-21.)
Posteriormente, en la historia de Israel llegó el importante día en que, bajo la dirección del rey David, el arca del pacto había de ser colocada en la tienda especialmente erigida para ello. ¡Qué histórico momento! En aquella ocasión la grandeza del día no solo fue realzada por cantar distintivo, sino también por impresionante y conmovedor acompañamiento orquestal. (1 Crónicas 16:4-36.)
David amaba la música y tocaba hábilmente el arpa, y por eso fue entusiástico en promover la música y el canto en la adoración verdadera. En Salmo 33:1, 3 suplica apasionadamente a los adoradores de Jehová que canten en voz alta a Dios con todo el corazón: “Clamen gozosamente, oh justos, a causa de Jehová [...] esmérense en tocar las cuerdas junto con gozoso gritar”.
El canto en el cristianismo
En los principios del cristianismo el canto también se destacó en la adoración verdadera. Jesús y sus apóstoles cantaron juntos después de la cena, en la víspera de la muerte de Jesús. (Marcos 14:26.) Pablo y Silas, en prisión, cantaron en voz alta, y todos podían oírlos. (Hechos 16:25.) Como David, el apóstol Pablo fue entusiasta del canto en la adoración. Más de una vez estimuló a sus compañeros de creencia a cantar canciones de alabanza a Jehová. (Efesios 5:18, 19; Colosenses 3:16.)
En la adoración cristiana de hoy día el canto también se destaca. En 1905 se publicó el libro Hymns of the Millennial Dawn (Himnos de la aurora del milenio). La portada describe así sus 333 canciones o cánticos: “Una selecta colección de salmos e himnos y cánticos espirituales para ayudar al pueblo de Dios a cantar y celebrar con melodía en sus corazones al Señor”.
Después, en 1928, un libro de cánticos revisados suministró 337 canciones. Este libro se titulaba Songs of Praise to Jehovah (Cánticos de alabanza a Jehová), y su prólogo decía: “Se verá que estas canciones armonizan con las verdades divinas que han de entenderse ahora”. Sin embargo, al pasar los años y aumentar la luz de la verdad quedó claro que en algunos de estos cánticos influía el pensamiento de la religión falsa. Además, al darse más atención a la declaración pública de la fe se necesitaron canciones del Reino que animaran a predicar las buenas nuevas. (Mateo 24:14; Hebreos 13:15.)
En 1944 se proveyó el Kingdom Service Songbook (Cancionero para el servicio del Reino), con 62 cánticos. Entonces, dos decenios después (en inglés en 1966 y en español en 1969), se presentó el libro Cantando y acompañándose con música en su corazón. Este contenía 119 cánticos del Reino que abarcaban todo aspecto de la vida y la adoración cristianas, enfatizaban el testificar activamente a otros y dirigían alabanza a Jehová Dios y Cristo Jesús.
Pasaron casi dos décadas, y la luz de la verdad siguió aumentando. (Proverbios 4:18.) Se vio que se necesitaba otro cancionero. Por eso, recientemente se publicó el cancionero Canten alabanzas a Jehová (en inglés en 1984; en español en 1986). Tiene 225 cánticos del Reino, y la letra y la música fueron compuestas, todas ellas, por siervos dedicados de Jehová de todas partes de la Tierra.
Dé pleno uso a los cánticos teocráticos
La ilustración al fin del último cancionero nos estimula a dar pleno uso al canto teocrático en las reuniones cristianas. Según se muestra allí, los cantores del templo, educados en el canto, obviamente levantan las voces y elevan su corazón en canción a Dios. (1 Crónicas 25:7.)
Nosotros podemos cantar así en nuestras reuniones cristianas, abriendo la boca y cantando desde el corazón. Sin embargo, no todos lo hacemos. Quizás por orgullo nos perdemos el gozo de cantar a Jehová sin avergonzarnos, sin importar la clase de voz que tengamos. O puede que nos preocupe demasiado lo que piensa el hermano o la hermana que está cerca. Moisés tenía un problema similar... no en cuanto a cantar, sino en cuanto a hablar. La respuesta que Jehová le dio puede ayudarnos si tendemos a retraernos porque no somos aptos como cantores. Jehová dijo a Moisés: “¿Quién asignó boca al hombre? [...] ¿No soy yo, Jehová?”. (Éxodo 4:11.) ¡No hay duda de que Jehová escuchará con gusto mientras usamos cuanta aptitud él nos haya dado para cantar sus alabanzas en voz alta!
Piense, también, en que Pablo y Silas cantaron en voz alta en la prisión. No se avergonzaban, aunque no tenían acompañamiento musical, ni siquiera un cancionero. Imagínese aquella ocasión: “Mas como a la mitad de la noche, Pablo y Silas estaban orando y alabando a Dios con canción; sí, los presos los oían”. (Hechos 16:25.) ¿Se debía esto a que Pablo o Silas tuvieran voces educadas? No necesariamente. ¡Su interés principal estaba en cantar en voz alta y de corazón! ¿En qué está nuestro interés principal cuando entonamos canciones de alabanza?
Todos podemos mejorar
Aquí encaja bien este consejo del músico David: “Esmérense en tocar las cuerdas junto con gozoso gritar”. (Salmo 33:3.) Eso es lo que Jehová espera de todos sus siervos... nada más, nada menos que ‘esmerarnos’. Si hacemos precisamente eso, podemos esperar que Jehová bendiga nuestros esfuerzos, y para deleite nuestro —y a veces para sorpresa nuestra— probablemente mejoremosa.
He aquí unas sugerencias prácticas que pudieran ayudarle a mejorar la calidad de su canto: Esfuércese por escuchar con frecuencia las melodías del Reino más recientes, usando música grabada en cintas o discos, donde esto sea posible. Para algunos ha sido útil, además de placentero, cantar las canciones en el hogar o en reuniones informales pequeñas con compañeros de creencia. En las reuniones de la congregación es importante que el acompañamiento musical sea oído por todos los que cantan. Esto facilita el seguir la tonada y da más confianza a los cantores. El que anuncia el cántico debe declarar el tema de este —y quizás hasta indicar lo apropiado que es—, y no solo el número.
Padres, ¿estimulan ustedes a sus hijos a cantar con entusiasmo y desde el corazón los cánticos del Reino? En las familias que han animado a sus hijos a cantar desde el corazón, y con entendimiento, esto ha contribuido mucho al desarrollo espiritual de los jóvenes.
Los beneficios son muchos
Muchos son los beneficios de que cantemos en voz alta y desde el corazón. Tenemos más firme participación personal en la adoración pública. Los que nos rodean se animan a cantar con más brío cuando nos oyen cantar sin avergonzarnos. ¡Toda la congregación también se beneficia, porque el cantar con fuerza es contagioso!
Además, el cantar vigoroso da buen testimonio a los que asisten a las reuniones por primera vez. A los que pasan cerca de nuestros Salones del Reino y a los vecinos que viven cerca les impresiona el buen cantar que oyen, como, sin duda, se impresionaron los prisioneros que oyeron a Pablo y Silas. Hasta ha sucedido que algunos que han oído han querido investigar más la verdad.
Lo más importante es que, al cantar mejor, mayor alabanza traeremos a Jehová, el Originador de la música y del canto, Aquel que, sobre toda otra persona, merece ser alabado en canción.
[Nota a pie de página]
a Puede ser que al principio se nos haga difícil entonar algunas de las nuevas canciones, pero ya familiarizados con ellas pudieran ser nuestras favoritas. Por ejemplo, cuando salió el libro de cánticos anterior, en cierto país les pareció difícil a algunos el cántico 88, “Andando en integridad”, pero después se convirtió en el favorito.