¿Por qué huyen del hogar tantos niños?
La Biblia y la vida de familia
Este asunto se considerará en cuatro números sucesivos de La Atalaya.
“¿Puede alguien comprender lo que sufre una madre cuando su hija huye del hogar? Es una pesadilla. ¿Por qué se fue? No lo entiendo. ¡Era tan dulce y alegre!... y jovencita.
”¿Dónde estará esta noche? ¿Tendrá frío? ¿O hambre? ¿Creerá que nadie piensa en ella? ¡La quiero tanto! Pero a nadie puedo acudir. Lo único que puedo hacer es esperar.
”Cada vez que el teléfono suena, el corazón se me quiere salir. Pero no es ella; de ella no recibo noticias. He orado por su seguridad y por fortaleza para soportar esta situación. Sigo esperando que en cualquier momento entre por la puerta.
”[...] ¡Cuántas ideas me atormentan mientras trato de calmarme! ¡Ay, Dios mío, haz que mi hijita vuelva a casa!”
LA CARTA de que acabamos de citar fue enviada a principios de la década de los setenta a una conocida columnista que da consejos. En aquel tiempo se pensaba que los jóvenes que abandonaban el hogar lo hacían sin mucha razón: querían aventuras, deseaban ver si podían llevar una vida independiente, mostraban así que no querían regresar a casa a la hora indicada por los padres o manifestaban de ese modo su abatimiento por algún romance malogrado. Aunque todavía hay jóvenes que huyen del hogar por esas razones, en los últimos 15 años la situación ha cambiado.
Los jóvenes de hoy suelen irse por situaciones mucho más trágicas: grave erosión en la familia los lleva a considerarse indeseados y no amados; quizás hasta se abuse de ellos. Y en vez de huir hacia algo —a un estilo de vida más atractivo— huyen de algo: la desintegración e infelicidad del hogar. “Ahora los jóvenes que huyen de casa difieren mucho de los que lo hacían antes, cuando tanto se escribía de ellos” a principios de la década de los setenta, dijo el Dr. Douglas Huenergardt, superintendente de un refugio de jóvenes en Florida, E.U.A. “En aquel tiempo los que venían aquí buscaban un estilo de vida diferente. Eso no es lo que sucede hoy. El niño que huye hoy lo hace porque no puede soportar lo que sucede en su casa.”
Estudios recientes apoyan esa conclusión. Pero también destacan otro aspecto alarmante. No se trata solo de que muchos niños huyan de una vida intolerable en el hogar; también, aproximadamente la mitad de los jóvenes estadounidenses que se van de su hogar lo hacen involuntariamente... ¡sus propios padres los echan de allí o los animan a irse! “En el caso de muchos adolescentes el irse de la casa es la respuesta a una situación malsana en la familia, el empleo o la escuela —señala la revista Family Relations—. En realidad, a muchos de estos jóvenes se les ha descartado o echado o empujado fuera del hogar. Sus padres les dicen que se vayan, o sencillamente los abandonan. A algunos se les golpea tan severa y repetidamente que les parece que lo único que pueden hacer es huir.”
¡Qué trágico! ¡Qué triste situación para los jóvenes! Sí, porque una vez en la calle, al verse con poco dinero y sin sustento, tienden a mendigar, o a envolverse con las drogas, la prostitución y el robo, o son víctimas de otras personas. “No son los trabajadores sociales ni los sicólogos quienes reciben a estos jóvenes en la estación del autobús, sino los que quieren aprovecharse de ellos para la prostitución, o los traficantes de drogas y los pornógrafos —dice la revista Psychology Today—. El 86% de los peritos que participaron en una encuesta dijeron que poco o nada se hace para impedir que los jóvenes que huyen de su casa caigan en las garras de tales predadores. No sorprende que su salud degenere en proporción con el tiempo que pasan en la calle.”
Es verdad que aumentan los refugios donde se alberga, alimenta y suministra guía a estos niños sin hogar. Pero el hacer que acudan a esos refugios y realmente ayudarlos es otro asunto. “Nuestro trabajo es inculcar en ellos un grado de respeto propio, hacer que se interesen en sí mismos —dice un consejero—. Esto es lo más difícil que hasta ahora he hecho.” Para cuando llegan allí, los jóvenes tienden a desconfiar de los adultos, y están heridos, enojados o desesperados, y hasta quizás piensen en suicidarse.
¿Pudieran resolverse estos problemas llegando a su mismísima fuente? “Con mucho, la mayoría de los episodios de jóvenes que abandonan sus hogares tienen su raíz en asuntos familiares de algún tipo —observa Search, un registro de personas perdidas que tiene su base en Nueva Jersey, E.U.A.—. Nadie que esencialmente es feliz huye de casa.” Entonces, ¿qué proceder trae felicidad a la familia? ¿Pueden estrecharse los vínculos entre los padres y los hijos?