Cómo estrechar los lazos del parentesco
Las razones que llevan a los jóvenes a huir de su hogar son muchas, y frecuentemente muy complicadas. Aunque este artículo no puede considerarlas de lleno, por lo menos muestra que los principios de la Biblia, cuando se aplican, pueden contribuir a la solidez de la familia.
ES DIFÍCIL determinar con precisión cuántos niños huyen del hogar. Cálculos impresos van de 600.000 a 3.000.000 anualmente en tan solo los Estados Unidos. En esos cálculos por lo general se amontonan diversas categorías, como las siguientes: los que huyen de su hogar, los que son echados, los que son descartados como indeseables y los niños a quienes secuestran padres divorciados a quienes no se ha otorgado la custodia legal. Los cálculos son aproximados, porque no se cuenta como personas perdidas a los niños que son abandonados por sus padres, o a niños que acostumbran irse de su casa por algún tiempo. “El adolescente que se escapa de su hogar cinco veces al año y pasa la noche en otro lugar aparecería en las [...] estadísticas como cinco niños desaparecidos”, dice el periódico The New York Times.
Más importante que la cantidad de jóvenes que abandonan su hogar son las razones por las cuales lo hacen. “El que un joven huya de su hogar por lo general es síntoma de que algo funciona mal en el ambiente hogareño”, declara la revista Medical Aspects of Human Sexuality. Quizás se deba a problemas que ya existen, como el abuso físico, el descuido, la falta de amor, el divorcio, demasiadas exigencias o reglas rigurosas e inflexibles. O puede que se deba al temor de las consecuencias, como en casos de preñez o de dificultades con la policía. Cuando a los jóvenes se les pregunta por qué huyeron de casa, la mayoría conecta lo que han hecho con la clase de relación que tenían con sus padres. “Parece que la relación entre padre e hijo es un factor de mucho peso en cuanto a por qué huyen estos jóvenes —dice la revista Adolescence. Añade—: Dicen que la mala relación entre padres e hijos, el mucho conflicto entre parientes, el enajenamiento respecto a los padres, la tensión entre unas personas y otras y la poca comunicación con los padres son los factores principales tras el huir del hogar.”
Comprensión de las razones
Vivimos en tiempos de mucha tensión. “Debido a que el desempleo va en aumento y cada vez más familias se encuentran en aprietos financieros, las tensiones y los problemas se multiplican en el hogar —dice la revista Ladies’ Home Journal—. Cuando el padre pierde el trabajo y no se puede pagar una hipoteca, toda la familia siente la tensión. Los jóvenes, que no han aprendido a enfrentarse a estas presiones, se valen de la huida como medio de escape.” A veces, sin que se den cuenta de ello, los padres mismos hacen que los hijos se vayan. En arrebatos de ira, quizás digan a sus hijos que acepten lo que ellos deciden o que se vayan. Irritados y agotados por sus batallas económicas diarias, carecen de la energía que necesitan para tratar con los hijos.
Al mismo tiempo, para los jóvenes el solo hecho de hallarse en la adolescencia tiene sus tensiones. A medida que luchan por hacerse adultos, los adolescentes experimentan un conflicto entre la necesidad de seguridad y cuidado de su niñez y el sentido de ser independientes de sus padres. Como resultado de esto, sienten confusión y ansiedad. Además, su cuerpo experimenta cambios. De súbito la vida se les hace más compleja, y tan solo ese factor puede agobiarlos. Sienten presión de parte de padres y de jóvenes como ellos. También pasan por períodos de duda interna y depresión. “Mientras tratas de entenderte, no te sorprendas si a veces te parece que en casa no te entienden —aconseja la revista ’Teen—. Después de todo, si a ti se te hace difícil entenderte, ¿cómo pueden tus padres saber lo que estás pensando?” Muchos padres, especialmente en el caso de su primer hijo, no están seguros de cuánta libertad permitirle. El tratar de controlar demasiado a los hijos, y el no comprenderlos, ha impulsado a muchos jóvenes a abandonar el hogar.
“Pero esa huida no resuelve nada —señala la autora Judy Blume en su libro Letters to Judy (Cartas a Judy)—. La huida es un síntoma, no una solución. En vez de eso, los miembros de la familia deben considerar calmadamente los hechos. Tienen que tratar con la realidad. Solo entonces pueden hacer los cambios que les ayudarán a vivir juntos en paz. Y muchas veces necesitan ayuda para lograrlo.”
Cómo hallar la ayuda necesaria
La mejor fuente de la ayuda que se necesita es la Palabra de Dios, la Biblia. ¿Por qué? Porque, como Creador del hombre, Dios sabe lo que beneficia a su creación. Con ese fin nos ha instruido “para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra”. (2 Timoteo 3:16.) Los principios bíblicos dan el resultado deseado, y abarcan todo aspecto de la vida.
Sin embargo, como ya se ha señalado, toda la familia debe estar dispuesta a enfrentarse a los hechos y hacer cambios. Si esto no se reconoce, ni se desea, no habrá mejora, y la fuerza que impele a la huida seguirá existiendo. Eso es especialmente cierto cuando en la familia hay problemas con el alcohol y las drogas o se practica abuso de índole sexual. Hay que resolver estos problemas antes de tratar con las presiones normales de la vida. La fe en Dios y un deseo sincero de agradarle, fundados en conocimiento exacto de su Palabra, han ayudado a muchas familias a vencer situaciones trágicas que en otras familias han hecho que los jóvenes huyan del hogar. (Compárese con 1 Corintios 6:9-11.)
Tan solo vivir en este mundo moderno tan egoísta, lleno de desconfianza y crímenes, puede poner tensos los lazos del parentesco. Por eso, “todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado [en la Biblia] fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza”. (Romanos 15:4.)
Aplicación de los principios bíblicos
Cuando se conocen los factores que alejan del hogar al niño, se pueden aplicar los principios bíblicos. La Biblia considera estos factores cuando aconseja a los padres que dediquen el tiempo apropiado a sus hijos, que los eduquen o adiestren consecuentemente y con amor. Se han de evitar los dos extremos: la falta de interés y la disciplina excesivamente estricta. La Palabra de Dios aconseja: “Padres, no estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová”. (Efesios 6:4; Proverbios 22:6.)
Como en los tiempos bíblicos, los padres deben suministrar constantemente superintendencia, atención e instrucción apropiadas ‘cuando se sienten en la casa, cuando anden por el camino, cuando se acuesten y cuando se levanten’. (Deuteronomio 11:19.) Aunque a veces se necesita disciplina, debe administrarse con amor. (Proverbios 13:24.) ¡La felicidad de la familia ciertamente aumentará si sigue ese consejo!
Los hijos también deben hacer su parte: “Hijos, sean obedientes a sus padres en unión con el Señor, porque esto es justo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’”. (Efesios 6:1, 2.) Salomón, el sabio de la antigüedad que escribió “para dar sagacidad a los inexpertos, conocimiento y capacidad de pensar al joven”, también aconseja: “Escucha, hijo mío, la disciplina de tu padre, y no abandones la ley de tu madre. [...] Si los pecadores tratan de seducirte, no consientas”. (Proverbios 1:1-10.)
¿Cómo se tratarían los problemas de la familia? Con amor, porque la Biblia aconseja: “Efectúense todos sus asuntos con amor”. (1 Corintios 16:14.) Este amor debe tener raíces profundas y estar dispuesto a pasar por alto las imperfecciones y particularidades de otra persona que, de otro modo, irritarían a uno. “Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros —dice la Biblia—, porque el amor cubre una multitud de pecados.” (1 Pedro 4:8.)
Ese amor también se interesa en la felicidad y el bienestar de otros y estrecha los lazos del parentesco. Note que la llamada regla áurea era positiva: “Haz a otros lo que quieras que te hagan a ti”. (Mateo 7:12, La Biblia al Día.) La mayoría de los jóvenes a quienes se entrevistó en una encuesta dijeron que antes de huir de su hogar su actividad junto con el resto de la familia era mínima. “‘El desvincularse de la familia’ es un factor importante en el proceso de decidirse a huir del hogar y permanecer lejos”, dice Adolescence. Pero si se sigue la amonestación bíblica de ‘no vigilar con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás’, la familia pasará más tiempo junta, y los problemas de malas relaciones, distanciamiento y poca comunicación pueden vencerse. (Filipenses 2:4.) Si en el hogar hay sentimientos e intereses que estrechan los lazos del parentesco, la influencia de otros jóvenes que quizás induzca a los hijos a huir del hogar será mínima.
Cuando se aplican los principios bíblicos, el huir del hogar ya no parece ser la solución a los problemas de la vida, los cuales cada persona tiene que afrontar. Por el apoyo amoroso de cada miembro, la familia ofrece a los que la componen un refugio contra las presiones del mundo externo. Un entendimiento más completo de los principios bíblicos y su aplicación, junto con la esperanza que Dios da, hace también más profunda esa felicidad. ¿Por qué no deja que los testigos de Jehová consideren esto con usted?
[Fotografías en la página 5]
La relación entre los padres y los hijos es muy importante
[Fotografía/Recuadro en la página 7]
LO QUE PUEDEN HACER LOS PADRES
Dediquen tiempo a sus hijos; entérense de sus problemas y necesidades
Atiéndanlos y supervísenlos con constancia
Disciplinen y adiestren con amor
Hagan del hogar un lugar feliz
LO QUE PUEDEN HACER LOS HIJOS
Sean obedientes, amorosos, y respeten a sus padres
Eviten aislarse de los demás; interésense activamente en los asuntos de la familia
Piensen en la familia como un todo, no solo en sus deseos personales
Sean francos y comuníquense