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  • La belleza verdadera... puede ser suya
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1989
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1989
w89 1/2 págs. 4-7

La belleza verdadera... puede ser suya

EN LA Biblia hay consejo sobre la belleza, consejo que aplica a hombres y mujeres. Para los hombres, dice: “La hermosura de los jóvenes es su poder”. (Proverbios 20:29.) Sí, la energía y vitalidad de los jóvenes puede ser muy atractiva. Pero ¿qué sucede cuando se desvanece ese vigor juvenil? El proverbio bíblico dice: “La canicie es corona de hermosura cuando se halla en el camino de la justicia”. (Proverbios 16:31.) La justicia es un aspecto de la belleza interna. Si un joven la cultiva, todavía la poseerá cuando pierda el atractivo vigor de la juventud.

Acerca de las mujeres la Biblia dice: “El encanto puede ser falso, y la belleza puede ser vana; pero la mujer que teme a Jehová es la que se procura alabanza”. (Proverbios 31:30.) Una joven hermosa y encantadora es compañía deleitable. Pero ¿qué sucedería si hubiera hipocresía y egoísmo vano tras de su encanto físico? Entonces la belleza es solo superficial, y esconde una fealdad interna. Cuando se desvanezca la belleza externa, ¿qué quedará? ¡Mucho mejor es que la belleza externa esté acompañada de la belleza interior que no se desvanece, arraigada en el ‘temor a Jehová’!

Un cambio de personalidad

¿Es posible desarrollar esa belleza interna? Sí. De hecho, para los cristianos es una obligación. Dios considera de valor la belleza verdadera. “Todo lo hizo hermoso en su tiempo.” (Eclesiastés 3:11, Scofield.) Él no acepta la adoración de personas cuya conducta manifiesta fealdad interna debido a cualidades indeseables.

Las palabras del apóstol Pablo a los colosenses dan a entender que hay que cultivar la belleza interna. Primero, él aconseja: “Deséchenlas todas de ustedes: ira, cólera, maldad, habla injuriosa y habla obscena de su boca. No estén mintiéndose unos a otros. Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas”. Sí, cualquiera que practica esas cosas feas es repugnante a Dios... y a los humanos que piensan con rectitud. Pablo entonces pasa a dar este consejo: “Vístanse de la nueva personalidad, que mediante conocimiento exacto va haciéndose nueva según la imagen de Aquel que la ha creado”. (Colosenses 3:8-10.) Tenemos que ‘vestirnos’ de un modo de pensar y sentir que se amolde a la voluntad de Dios. ¿Qué caracteriza a esta “nueva personalidad”?

Cualidades cristianas

La Biblia menciona muchas cualidades hermosas que componen esa personalidad. Jesús describe la base de esta belleza interna con estas palabras: “‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a él, es este: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’”. (Mateo 22:37-39.) El amor a Dios nos impulsa a ser la clase de persona que le agrada a él. Ese amor nos mueve a hablar sobre él a otras personas, y ayudarlas a conocer a su Creador. (Isaías 52:7.)

El apóstol Pablo describe otras cualidades de esta nueva personalidad: “Amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio. Contra tales cosas no hay ley”. (Gálatas 5:22, 23.)

Además, la Biblia dice específicamente a los esposos: “El esposo es cabeza de su esposa como el Cristo también es cabeza de la congregación [...] Esposos, continúen amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la congregación y se entregó por ella”. (Efesios 5:23, 25.) Y a las esposas la Biblia dice: “Que las esposas estén en sujeción a sus esposos como al Señor [...] La esposa debe tenerle profundo respeto a su esposo”. (Efesios 5:22, 33.) ¡Cuán atractiva es la vida de familia cuando el esposo cumple sus responsabilidades con amor, altruismo y paciencia! ¡Y cuánto se le facilita al esposo cumplir con su papel cuando la esposa revela su belleza interior mediante darle apoyo amoroso y no competir con él ni criticar cuanta cosa hace! La vida familiar en esas condiciones puede ser verdaderamente deleitable.

Los ejemplos mencionados en el artículo anterior han mostrado algunas de estas cualidades en acción. La sulamita demostró constancia y amor profundo a su pastor cuando rehusó abandonarlo por el esplendor de la corte de Salomón. José mostró bondad innata cuando rehusó pecar contra su amo, Potifar. También demostró autodominio cuando huyó, más bien que dejarse seducir por la esposa de Potifar. Y fue ejemplo de mansedumbre, apacibilidad y gran paciencia cuando no permitió que lo amargaran las muchas adversidades que experimentó en la vida.

Belleza en medio de un mundo feo

¿Son prácticas hoy esas hermosas cualidades? Muchos piensan que no. Más bien, reaccionan al mundo egocéntrico y codicioso en que viven mediante crearse un exterior de dureza. Creen que para sobrevivir tienen que ser crueles, ambiciosos, ponerse siempre en primer lugar y apoderarse de todo lo que puedan.

Por contraste, la Biblia da este consejo: ‘No hagan nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino considerando con humildad mental que los demás son superiores a ustedes, no vigilando con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás’. (Filipenses 2:3, 4.) El deterioro de la humanidad en general se debe a que la sociedad humana no sigue este excelente consejo.

Además, en el mundo actual el éxito de la persona se mide por el dinero o el puesto. Al que es rico se le considera persona de éxito. Sin embargo, en lo que se refiere a valores verdaderos, realmente no tiene importancia alguna el que alguien sea rico o pobre. La verdad es que las riquezas tienen sus peligros. La Biblia advierte: “Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales”. Y añade: “El amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales”. (1 Timoteo 6:9, 10.)

Por supuesto, a menudo la gente egoísta, codiciosa, materialista y cruel de hoy suele disfrutar de “éxito” temporal. Pero eso no es éxito verdadero, pues el costo de ese deplorable estilo de vida —impopularidad personal, matrimonios destrozados, mala salud y frustración general— es muy alto. El hombre fue hecho a la imagen de Dios, pero nunca puede alcanzar felicidad personal al rebelarse tan violentamente contra las cualidades que Dios implantó originalmente en él. (Génesis 1:27.)

Desarrollo de la belleza interna

Entonces, ¿cómo podemos resistir la mala influencia de este mundo y desarrollar cualidades nobles, que reflejen las de Dios? Cuando Pablo enumeró las cualidades de ‘amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad y autodominio’, las llamó “el fruto del espíritu”. (Gálatas 5:22, 23.) Por eso, para desarrollar estas hermosas cualidades internas necesitamos el espíritu de Dios.

¿Cómo obtenerlo? Pues bien, el estudio de la Biblia, que fue inspirada mediante el espíritu de Dios, nos ayuda a identificar estas cualidades y nos llena de un deseo más profundo de cultivarlas. (2 Timoteo 3:16.) Los testigos de Jehová siempre están dispuestos a ayudar a otros a ese respecto, puesto que para ellos es parte de su ministerio ayudar a la gente a estudiar la Biblia. Un autoexamen honrado nos ayuda a ver en qué aspectos debemos mejorar, y podemos orar por la ayuda del espíritu de Dios. El asociarnos con otros adoradores de Dios nos dará el apoyo que necesitamos de personas que piensan como nosotros, y el espíritu de Dios también nos ayuda en esto, porque, como dijo Jesús, “donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. (Mateo 18:20.)

Un mundo hermoso se acerca

Por supuesto, ninguno de nosotros puede vencer por completo sus imperfecciones, pero Dios bendecirá nuestros esfuerzos si procuramos desarrollar esta belleza interior, y nos recompensará maravillosamente. La Biblia registra el propósito de Dios de introducir dentro de poco un nuevo sistema de cosas que será completamente diferente del actual. En él, “los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”. (Salmo 37:29.) Jesús mismo dijo: “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra”. (Mateo 5:5.)

En aquel tiempo, el feo espíritu de competencia y el egoísmo de este sistema de cosas serán reemplazados por la hermosa tranquilidad y serenidad que entonces reinará. “No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar.” (Isaías 11:9.) Sí, Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. (Revelación 21:4.)

¿Le parecen atractivas esas condiciones? Son posibles solamente porque los que habitarán la Tierra entonces poseerán una belleza interna fundada en amor a Dios y al prójimo. Y Dios ha prometido que los que le sirven ahora, cultivando “la nueva personalidad” y esforzándose afanosamente por seguir Sus normas, verán la realización de esa promesa. La belleza física nunca podría traer esas bendiciones. Entonces, ¡qué buena razón tenemos para desarrollar esa belleza interna, que es más rica y duradera, y que es tan agradable a los humanos de pensamiento recto y a Dios mismo!

[Fotografía en la página 6]

Las personas de apariencia atractiva deben evitar hacerse egoístas y manipuladoras. Más bien, deben cultivar la belleza interna que agrada a Dios

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