La siega de la cristiandad en África
EL SUEÑO que una vez tuvo Charles Lavigerie de convertir a Argelia en una ‘nación cristiana’ no resultó ser más que eso: un sueño. En la actualidad el 99% de la población de Argelia es musulmana, y la cristiandad ha perdido terreno en muchas partes del norte de África. Pero ¿cuál es la situación en el resto del continente?
El Dr. J. H. Kane afirma en A Concise History of the Christian World Mission que “la cristiandad ha convertido a más personas en el África negra que en todo el resto de los países del Tercer Mundo juntos”. Sin embargo, ¿son estos conversos realmente cristianos? A este respecto, el Dr. Kane confiesa: “Un gran peligro en la iglesia africana es el cristianopaganismo”. Además, la designación “iglesia africana” que usa no es acertada, puesto que existen literalmente miles de iglesias africanas, cada una con su propia forma de adoración. ¿Por qué?
Se siembran las semillas de la desunión
Las semillas de la desunión se sembraron aun antes de que los misioneros embarcaran con rumbo a África. La Sociedad Misionera de Londres consiguió miembros procedentes de diferentes iglesias, y mientras los misioneros viajaban a sus asignaciones surgieron entre ellos acaloradas disputas sobre asuntos doctrinales. El conflicto habría de empeorar después de que se establecieran en sus misiones.
El profesor Robert Rotberg escribe lo siguiente en su libro Christian Missionaries and the Creation of Northern Rhodesia 1880-1924: “Los misioneros luchaban encarnizadamente entre ellos mismos y con sus directores en ultramar, lo que generalmente resultaba en detrimento de sus objetivos evangélicos. [...] Parecía que los misioneros empleaban tanto tiempo y energía en escribir sobre sus altercados como en tratar de conseguir adeptos”.
Las riñas entre los misioneros terminaban a veces en la formación de misiones rivales. Las misiones católicas y las protestantes competían ferozmente por ganar conversos. Esta misma falta de unidad habría de reflejarse después en los nuevos adeptos. Con el tiempo millones de africanos abandonaron las iglesias misionales y formaron sus propias iglesias.
El Dr. Kane, misionero e historiador, escribe: “Las iglesias africanas independientes se hallan por toda África [...] En total hay unos siete mil grupos separados que pertenecen a este movimiento”. La competencia entre misioneros que sostenían creencias opuestas no fue la única causa de esta división. En su libro The Missionaries, Geoffrey Moorhouse explica que otra causa de la “reforma negra” fue “el resentimiento contra la superioridad de los blancos”.
¿Cristianos, o racistas europeos?
“Los misioneros —según admite el Dr. Kane— tenían un complejo de superioridad.” “Creían que la religión cristiana debía ir con la cultura y el liderazgo europeos”, dice Adrian Hastings en su libro African Christianity.
El francés Charles Lavigerie fue uno de los líderes misioneros que sostuvo ese punto de vista. Otro fue John Philip, director de las misiones de la Sociedad Misionera de Londres en el sur de África. “Nuestros misioneros —se jactó en 1828— están [...] extendiendo los intereses británicos, la influencia británica y el imperio británico. Dondequiera que el misionero asienta su estandarte en medio de una tribu salvaje, desaparecen los prejuicios de esta contra el gobierno colonizador; la creación de necesidades artificiales incrementa su dependencia de la colonia; [...] la industria, el comercio y la agricultura se desarrollan rápidamente; y todos los verdaderos conversos [...] se vuelven aliados y amigos del gobierno colonizador.”
¿Sorprende acaso el que los gobiernos europeos consideraran a tales misioneros instrumentos útiles para la expansión colonial? Por su parte, los misioneros vieron con agrado la colonización de África. Es tal como se dijo en la Conferencia Mundial de Misioneros celebrada en Edimburgo en 1910: “Sería [...] imposible trazar siempre una línea divisoria entre los objetivos de los misioneros y los objetivos del Gobierno”.
Se hicieron reyes en África
Para hacer valer su autoridad, algunos misioneros confiaron en la fuerza militar colonizadora. En ocasiones los cañoneros de la fuerza naval británica arrasaron pueblos costeros debido a que los aldeanos se habían negado a aceptar la autoridad de los misioneros. En 1898 Dennis Kemp, misionero metodista de África occidental, expresó su “firme convicción de que Dios está usando en este tiempo al ejército y la armada británicos para el cumplimiento de Su propósito”.
En algunas ocasiones, cuando los misioneros se establecían, asumían el poder seglar de jefes tribales. El profesor Rotberg escribe: “Los misioneros que venían de Londres a menudo recurrían a la fuerza para mantener su ley teocrática. Uno de los instrumentos favoritos que empleaban para expresar su desaprobación era el cikoti, un látigo largo hecho de piel de hipopótamo curtida. Con este se azotaba a los africanos sin vacilación por casi cualquier motivo”. David Lamb hace la siguiente observación en su libro The Africans: “Un converso africano recuerda a cierto misionero anglicano de Uganda conocido como Bwana Botri que a menudo descendía del púlpito durante los oficios para apalear a los africanos que llegaban tarde”.
Indignado por tales acciones, un misionero llamado James Mackay presentó esta queja a los directores de la Sociedad Misionera de Londres: “En vez de que se nos vea como los hombres blancos que les llevamos las buenas noticias del amor de Dios, se nos conoce [por lo que somos] y se nos teme”.
Las Guerras Mundiales
“Por más de un siglo —dice el libro The Missionaries— se les enseñó [a los africanos] con vehemencia y persistencia que la guerra y todos los instintos salvajes que esta desata eran tanto perversos como infructíferos.” Entonces, en 1914, estalló la I Guerra Mundial en Europa entre las naciones llamadas cristianas.
Moorhouse explica: “Los misioneros de casi todas las nacionalidades fueron absorbidos por la Gran Guerra”. Para su propia vergüenza, los misioneros instaron a sus conversos africanos a tomar parte en el conflicto. Algunos misioneros hasta condujeron a las tropas africanas a la batalla. El profesor Stephen Neill expresó correctamente en su obra History of Christian Missions el efecto de la guerra: “Las naciones europeas, que alardeaban de tener el monopolio del cristianismo y la civilización, se habían precipitado confusa y ciegamente en una guerra civil que habría de dejarlas económicamente empobrecidas y sin una pizca de virtud”. “La Segunda Guerra Mundial —continúa Neill— solo sirvió para confirmar lo que la primera ya había mostrado. Las pretensiones morales de Occidente resultaron ser una farsa; ‘la cristiandad’ quedó expuesta como nada más que un mito. Ya no era posible hablar del ‘Occidente cristiano’.”
Es comprensible que se acelerara la reforma negra después de la I Guerra Mundial. Pero ¿qué se puede decir de los africanos que continuaron adheridos a las iglesias de la cristiandad? ¿Se les enseñó a partir de entonces la verdad de la Biblia?
Creencias africanas ancestrales
Los misioneros de la cristiandad condenaban las prácticas religiosas africanas, como consultar a adivinos a fin de apaciguar a sus antepasados muertos. Al mismo tiempo, los misioneros insistían en que todos los humanos poseen un alma inmortal. También promovían la veneración de María y de los “santos”. Estas enseñanzas confirmaban la creencia africana de que sus antepasados muertos estaban vivos. Además, al venerar imágenes religiosas, como la cruz, los misioneros justificaban el uso africano de amuletos como una manera de protegerse de los espíritus malos.
El profesor C. G. Baëta explica en su libro Christianity in Tropical Africa: “Es posible que un africano cante con gran entusiasmo en la Iglesia: ‘No tengo otro refugio [más que Dios]’, mientras todavía lleva algún amuleto, o puede acudir directamente a su adivino al salir de la Iglesia sin creer que está traicionando ningún principio”. (Compárense Deuteronomio 18:10-12 y 1 Juan 5:21.)
Muchos misioneros enseñaron a los africanos que sus antepasados paganos estaban siendo atormentados en un infierno de fuego, y que lo mismo les ocurriría a ellos si no aceptaban las enseñanzas de sus iglesias. Sin embargo, la doctrina del tormento eterno está en marcado conflicto con las claras enseñanzas de la Biblia que con tanto esfuerzo estos mismos misioneros tradujeron a los idiomas africanos. (Génesis 3:19; Jeremías 19:5; Romanos 6:23.)
La Biblia dice al respecto que las almas de los seres humanos pecadores mueren, y que “los muertos [...] no tienen conciencia de nada en absoluto”. (Eclesiastés 9:5, 10; Ezequiel 18:4.) Para los africanos que no tuvieron la oportunidad de oír la verdad bíblica hay la perspectiva de que estén entre quienes se beneficien de la venidera “resurrección así de justos como de injustos”. (Hechos 24:15.) A tales resucitados se les enseñarán las provisiones de Dios para la salvación. Entonces, si responden con aprecio al amor de Dios, se les recompensará con vida eterna en un paraíso terrestre. (Salmo 37:29; Lucas 23:43; Juan 3:16.)
En vez de enseñar estas maravillosas verdades bíblicas, la cristiandad ha extraviado a los africanos por medio de enseñanzas falsas e hipocresía religiosa. Ciertamente el papel que desempeñaron los misioneros de la cristiandad en la colonización de África no tiene ningún apoyo en la Biblia. Por el contrario, Jesús dijo que su Reino “no es parte de este mundo”, y que sus verdaderos seguidores, al igual que él, ‘no serían parte del mundo’. (Juan 15:19; 18:36.) Los cristianos primitivos eran embajadores de Jesucristo, no de los gobiernos mundanos. (2 Corintios 5:20.)
Por consiguiente, la siega de la cristiandad en África ha sido, en conjunto, una siega de infelicidad caracterizada por una alarmante falta de unidad, desconfianza y “cristianopaganismo”. La violencia que ha caracterizado a muchos lugares “cristianos” de África ciertamente no está en armonía con las enseñanzas del “Príncipe de Paz”. (Isaías 9:6.) El fruto de la labor de la cristiandad en África permanece en marcado contraste con las palabras de Jesús sobre sus verdaderos seguidores. Él pidió en oración a su Padre celestial que sus seguidores fueran “perfeccionados en uno, para que el mundo tenga el conocimiento de que tú me enviaste”. (Juan 17:20, 23; 1 Corintios 1:10.)
¿Quiere decir esto que toda obra misional en África ha sido un fracaso? Por supuesto que no. El fruto excelente de la obra misional que han llevado a cabo cristianos verdaderos en África y por todo el mundo se considerará ampliamente en los artículos que comienzan en la página 10.
[Ilustración en la página 6]
Los líderes misioneros del siglo pasado, como John Philip, creían que la civilización europea y el cristianismo eran una misma cosa
[Reconocimiento]
Cape Archives M450
[Ilustración en la página 7]
Los misioneros de la cristiandad apoyaban las creencias africanas ancestrales al esparcir enseñanzas no bíblicas, como la inmortalidad del alma humana
[Reconocimiento]
Por cortesía de Africana Museum, Johannesburgo