El cuidado de las personas mayores: retos y recompensas
SHINETSU era un ministro cristiano que disfrutaba mucho de su asignación. Vivía con su esposa y su suegra. Los tres trabajaban felizmente con una congregación pequeña de testigos de Jehová, enseñando a la gente la Biblia, hasta que un día se le ofreció a Shinetsu la posibilidad de viajar con su esposa para visitar otras congregaciones. Requeriría trasladarse todas las semanas. Le gustó mucho la perspectiva, pero ¿quién cuidaría de mamá?
Muchas familias se enfrentarán con el tiempo a un desafío similar: cómo atender mejor a los padres mayores. Normalmente no se piensa mucho en ello cuando los padres se encuentran bien y trabajan. Sin embargo, algunos detalles pueden poner de manifiesto que se están haciendo mayores, como unas manos temblorosas cuando intentan enhebrar una aguja o una memoria que falla cuando se quiere recordar dónde se ha dejado algo. No obstante, suele ser un accidente repentino o una enfermedad lo que hace a los hijos conscientes de la necesidad de atender a sus padres.
En algunos países, los padres que disfrutan de relativa buena salud prefieren vivir sus años dorados solos más bien que con sus hijos. En otros países, especialmente en Oriente y África, la costumbre es que los ancianos vivan con sus hijos, en particular el hijo mayor, y con más razón si uno de los padres está postrado en cama. En Japón, por ejemplo, se está cuidando en el hogar a unos 240.000 padres de más de 65 años que tienen que guardar cama gran parte del tiempo.
Obligaciones morales y bíblicas
Aunque vivimos en la generación en la que muchos se han hecho “amadores de sí mismos” y no tienen “cariño natural”, no estamos exentos de las obligaciones morales y bíblicas para con las personas de edad avanzada. (2 Timoteo 3:1-5.) Tomiko cuida a su madre de edad avanzada, que padece la enfermedad de Parkinson. Ella expresó del siguiente modo la obligación moral que siente hacia su madre: “Me cuidó veinte años. Ahora quiero hacer lo mismo por ella”. El sabio rey Salomón aconsejó: “Escucha a tu padre, que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido”. (Proverbios 23:22.)
Ni el prejuicio religioso ni la animosidad de un padre no creyente anulan este mandato bíblico. El apóstol cristiano Pablo escribió por inspiración: “Ciertamente si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe”. (1 Timoteo 5:8.) Jesús nos dio el ejemplo, pues uno de sus últimos actos antes de morir fue encargar a alguien que cuidara de su madre. (Juan 19:26, 27.)
Cómo superar las dificultades
Cuando las familias vuelven a vivir juntas después de años, hay que hacer muchos reajustes. Estos cambios requieren mucho amor, paciencia y comprensión mutua. Si el hijo mayor, u otro hijo, se traslada con su familia a casa de sus padres, las circunstancias pueden cambiar por completo. Es posible que implique un cambio de empleo, nuevas escuelas para los hijos y un nuevo vecindario al que acostumbrarse. Normalmente supondrá más trabajo para la esposa.
A los padres les resultará igualmente difícil ajustarse. Es posible que se hayan acostumbrado a cierta intimidad, tranquilidad y libertad; ahora vivirán con el bullicio de los indomables nietos y sus amigos. También están acostumbrados a tomar sus propias decisiones, y quizás se resientan de que alguien quiera dirigirlos. Muchos padres, previendo el día en que las familias de sus hijos irán a vivir con ellos, han construido otra casa al lado de la suya o un anexo conectado por pasillos, a fin de que todos puedan conservar su independencia.
Cuando la casa es pequeña, tal vez sean necesarios más reajustes para acomodar a los recién llegados. Una madre se reía recordando cómo se sintieron sus cuatro hijas cuando sus habitaciones se empezaron a llenar de muebles y otros artículos a fin de hacer lugar para su abuela de 80 años. De todos modos, la mayoría de estos problemas normalmente se solucionan cuando todos reconocen la necesidad de ajustarse y recuerdan el consejo bíblico de que el amor “no busca sus propios intereses”. (1 Corintios 13:5.)
Pérdida de libertad
La esposa cristiana puede enfrentarse a un problema serio si su esposo no comparte su fe y decide que la familia vaya a vivir con sus padres. Es posible que le resulte muy difícil compatibilizar las exigencias de cuidar a la familia con sus obligaciones cristianas. Setsuko dijo: “Mi esposo pensaba que era peligroso dejar sola a su madre senil y quería que yo estuviera en casa todo el tiempo. Si intentaba ir a una reunión, se enfadaba y se quejaba. Al principio, debido a mis antecedentes japoneses, yo también creía que estaba mal dejarla sola. Pero con el tiempo me di cuenta de que las cosas podían arreglarse”.
Hisako tenía un problema similar. “Cuando fuimos a vivir con la familia de mi esposo —explica—, él quería, por temor a lo que los familiares pudieran pensar, que cambiara de religión y abandonara mis actividades religiosas. Para empeorar las cosas, los domingos venían a visitarnos otros familiares que vivían cerca, lo que me dificultaba asistir a las reuniones. Además, nuestros hijos querían jugar con los primos en vez de ir a las reuniones. Me di cuenta de que nuestra espiritualidad se estaba perjudicando. Tuve que ponerme firme y explicarle a mi esposo que mi religión no era algo que podía cambiarse como un traje, sino que era importante para mí. Con el tiempo, la familia se amoldó.”
Algunos han solucionado el problema de tener más tiempo libre contratando a una asistenta uno o dos días a la semana. Otros han hallado más libertad para asuntos personales y la actividad cristiana aceptando la ayuda de los hijos, de parientes que viven cerca e incluso de amigos de la congregación. También los esposos han podido ayudar por las noches o en los fines de semana, cuando están en casa. (Eclesiastés 4:9.)
Mantenerlas activas
Otro reto es mantener activas a las personas de edad avanzada. A algunas personas mayores les gusta ayudar en la cocina y en otros quehaceres domésticos. Se sienten útiles si se les pide que vigilen a los niños y les satisface también atender un huerto pequeño, las flores u ocuparse en algún pasatiempo.
No obstante, otras quieren dormir la mayor parte del día y esperan que se les atienda. Pero es importante mantenerlas tan activas como sea posible, para su propio bienestar, longevidad y agudeza mental. Hideko vio que aunque su madre estaba en una silla de ruedas, el llevarla a las reuniones le proveía el estímulo que necesitaba. Todos le daban la bienvenida y la incluían en sus conversaciones. La atención que le dispensaban hizo que con el tiempo quisiera estudiar la Biblia con una señora mayor. Un matrimonio que cuida de la madre de uno de ellos, que padece la enfermedad de Alzheimer, la lleva consigo a las reuniones cristianas. “Normalmente no quiere hacer nada —observaron—, pero se siente feliz en las reuniones. Como la reciben muy bien, le gusta ir. Nos parece que le beneficia mucho.”
Shinetsu, mencionado al principio del artículo, solucionó su problema cuando encontró una vivienda para su suegra en un lugar céntrico de la zona que visitaba como ministro viajero. De este modo él y su esposa podían quedarse con ella todas las semanas entre sus visitas a las diferentes congregaciones. Su esposa, Kyoko, dijo: “Mi madre se da cuenta de que está desempeñando una parte importante en nuestra obra y se siente necesitada. Le gusta mucho que mi esposo le pida que le prepare un plato especial”.
Cómo tratar la senilidad
A medida que los padres se hacen mayores, pueden presentar varios grados de senilidad, de modo que cada vez requieran más atención. Se olvidan de días, años, estaciones y promesas. Puede ser que no se acuerden de cortarse el pelo y lavar la ropa. Es posible que incluso se olviden de cómo vestirse y asearse. Pueden desorientarse y también padecer de insomnio. Tienen la tendencia a repetirse y se irritan si se les indica. La mente los traiciona. Puede ser que crean que se les ha robado algo o que hay ladrones que quieren entrar en casa. Una familia con cuatro hijas tuvo que aguantar acusaciones infundadas constantes de comportamiento sexual indebido. “Era desagradable —dijeron—, pero aprendimos a aguantar las acusaciones e intentábamos cambiar el tema. Contradecir a la abuela era inútil.” (Proverbios 17:27.)
Necesidades emocionales que tienen que satisfacerse
La edad impone pruebas a las personas mayores. Tienen que aguantar enfermedades dolorosas, pérdida de movilidad y angustia mental. Muchas piensan que su vida no tiene objetivo ni propósito. Es posible que piensen que son una carga y expresen el deseo de morir. Necesitan sentirse amadas, respetadas e integradas. (Levítico 19:32.) Hisako dijo: “Siempre intentamos incluir a mamá en nuestra conversación cuando está presente, y cuando es posible hablamos de cosas que le interesan”. Otra familia fomentaba el amor propio del abuelo pidiéndole que condujera la consideración diaria del texto bíblico.
Siempre debemos esforzarnos por mantener un punto de vista apropiado sobre las personas mayores. Los pacientes que están postrados en cama se resienten si piensan que se les trata con desdén o falta de respeto. “Mamá estaba alerta —explicó Kimiko, que vivía con su suegra imposibilitada— y se daba cuenta cuando no la cuidaba con atención y cariño.” Hideko también tuvo que mejorar su actitud. “Al principio me frustraba tener que cuidar a mi suegra. Había sido precursora [ministra de tiempo completo de los testigos de Jehová] y echaba de menos el ministerio. Luego me di cuenta de que tenía que ajustar mi manera de pensar. Aunque el ministerio de casa en casa tiene importancia, esta también era una manera importante de cumplir con los mandamientos de Dios. (1 Timoteo 5:8.) Me di cuenta de que tenía que cultivar más amor y empatía para tener el gozo necesario. Mi conciencia me molestaba si solo hacía las cosas mecánicamente o por un sentido del deber. Cuando sufrí un accidente doloroso, entendí mejor a mi suegra y el dolor que tenía que soportar. Después me fue más fácil ponerme en su lugar y ser afectuosa.”
Los que dan atención también la necesitan
No ha de pasarse por alto la necesidad de expresar aprecio al que lleva la carga principal de cuidar de las personas mayores. (Compárese con Proverbios 31:28.) Muchas mujeres siguen encargándose de sus obligaciones ya sea que se reconozca o no el trabajo que realizan. No obstante, su labor ciertamente merece reconocimiento. Tienen más trabajo de limpieza, lavado y cocina. Piense también en los viajes al hospital o al médico, así como dar de comer o lavar al anciano. Una mujer que cuidó durante mucho tiempo a su suegra dijo: “Sé que a mi esposo le cuesta expresarlo con palabras, pero me demuestra de otros modos que aprecia lo que estoy haciendo”. Unas simples palabras de agradecimiento pueden ser de gran ayuda. (Proverbios 25:11.)
También hay recompensas
Muchas familias que han cuidado a sus padres mayores durante años dicen que les ha ayudado a cultivar importantes cualidades cristianas: aguante, abnegación, amor altruista, diligencia, humildad y ternura. Muchas familias se han unido emocionalmente. Otro beneficio es la oportunidad de conversar más con los padres y conocerlos mejor. Hisako dijo de su suegra: “Tuvo una vida interesante, y pasó por muchas experiencias difíciles. La he llegado a conocer mejor y he aprendido a valorar algunas de sus cualidades, que antes desconocía”.
“Antes de empezar a estudiar la Biblia quería divorciarme y huir de la situación —explicó Kimiko, que tuvo que cuidar a los padres y a la abuela de su esposo, que estaba postrada en cama—. Luego leí que teníamos que ‘cuidar de las viudas en su tribulación’. (Santiago 1:27.) Estoy contenta de haber hecho todo lo que pude, pues ahora nadie de la familia puede quejarse con razón de mis creencias. Tengo una buena conciencia.” Otra persona dijo: “He visto con mis propios ojos los terribles efectos del pecado de Adán, y ahora incluso aprecio más la necesidad del rescate”.
¿Tendrá que acoger pronto a alguien de su familia en su casa? ¿O tendrá quizás que trasladarse a vivir con sus padres ancianos? ¿Se siente algo turbado? Es comprensible. Habrá cambios que hacer. Pero sin duda se sentirá ricamente recompensado por enfrentarse al reto con éxito.
[Fotografía en la página 24]
Las personas mayores necesitan sentirse amadas y respetadas