Se predica de pueblo en pueblo en España
JESUCRISTO viajó “de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, enseñando y continuando su viaje hacia Jerusalén”. (Lucas 13:22.) Para llevar a cabo su ministerio, Jesús y sus discípulos no solo predicaron “de ciudad en ciudad”, sino también “de aldea en aldea”, o de pueblo en pueblo. Aun cuando hubiera sido más fácil concentrarse en las ciudades, no pasaron por alto los numerosos pueblos rurales.a
Los testigos de Jehová de España se enfrentaron a una tarea similar a la de Jesús. En 1970 quedaban todavía enormes extensiones de territorio rural sin tocar listas para la siega. (Mateo 9:37, 38.) Cientos de pueblos de la lluviosa cornisa cantábrica, de la árida meseta central y de la costa no habían recibido nunca el mensaje del Reino.
Los testigos de Jehová españoles estaban resueltos a hacer todo lo posible por llevar las buenas nuevas a esas regiones. Pero ¿por qué tuvieron que esperar tanto tiempo las personas de esos lugares para oír el mensaje del Reino? Y ¿cómo respondieron?
La legalización: un acicate para la predicación rural
La obra de los testigos de Jehová en España estuvo proscrita desde que terminó la guerra civil, en 1939. Durante los años cincuenta y sesenta, los celosos Testigos predicaron con cautela en las ciudades, donde su presencia era menos notable. Cuando por fin se legalizó la obra, en 1970, había en España unos diez mil publicadores del Reino. Casi todos ellos vivían en ciudades y poblaciones grandes; pero los pueblos de España también tenían que oír el mensaje del Reino. ¿Quién se enfrentaría al desafío?
En los años setenta se puso en marcha una campaña para llegar a todas las regiones de la península con las buenas nuevas. Desde 1973 hasta 1979 aparecieron en casi todos los números de Nuestro Ministerio del Reino (la publicación de servicio mensual que usan las congregaciones de los testigos de Jehová) noticias especiales sobre la necesidad que había en diferentes zonas del país. Muchas familias dispuestas respondieron a la llamada y se ofrecieron para servir donde había más necesidad.
Un ejemplo típico es el de Rosendo y Luci. Se les envió como precursores especiales a un pueblo pesquero del norte de España, y decidieron quedarse en la zona cuando tuvieron familia. “Debo admitir que pasamos tiempos muy difíciles —reconoce Rosendo—. Era difícil encontrar trabajo, pero contábamos con la ayuda de Jehová y nunca pasamos hambre ni nos faltó un techo bajo el cual cobijarnos. Sin duda valió la pena.” En el transcurso de los años han ayudado a formar cuatro congregaciones en esa región de España.
‘Busquen a los merecedores’
Jesús dijo a sus discípulos que ‘buscaran’ a los merecedores en cada ciudad o pueblo. (Mateo 10:11.) En las zonas rurales de España la búsqueda requiere diligencia e iniciativa, como descubrió Ángel, un hermano de Alcoy (Alicante). Había terminado de llamar a unas casas en el pueblo de Masías cuando oyó el canto de un gallo. Pensó: “Si hay un gallo, tiene que haber otra casa por algún lugar, un hogar que hemos pasado por alto”. Ángel descubrió un camino que llevaba al otro lado de una colina, y allí encontró una casa aislada.
En esta alquería vivían José y Dolores, dos hermanos carnales sexagenarios. Escucharon con atención e inmediatamente aceptaron el estudio bíblico que se les ofreció. Sin embargo, no fue fácil estudiar con estas personas humildes, pues no sabían ni leer ni escribir, y todo debía traducirse del español al valenciano, la única lengua que entendían. Además, tuvieron que enfrentarse a mucha oposición de sus vecinos. A pesar de estos obstáculos, tanto José como Dolores progresaron en la verdad, aunque asistir a las reuniones suponía que hicieran un largo viaje por las montañas. Con el tiempo pudieron bautizarse, y ambos siguen sirviendo a Jehová fielmente.
Rosendo y Luci, mencionados antes, recuerdan cómo aceptó la verdad una mujer paralítica llamada María que vivía en una casa aislada cerca de Moaña, en el noroeste de España. Cuando habló por primera vez con los Testigos, no sabía ni leer ni escribir y llevaba años postrada en cama porque había contraído la polio de pequeña. Vivía a unos dos kilómetros de la carretera más cercana. No obstante, deseaba estudiar la Biblia, y pronto se manifestó su determinación de servir a Jehová. María aprendió a leer y escribir, y empezó a asistir a las reuniones gracias a la ayuda leal de la congregación. Los hermanos la cargaban unos 200 metros desde su casa hasta un camino sin pavimentar, donde la esperaba un automóvil, en el que la introducían con cuidado. A pesar de la oposición inicial de la familia, progresó hasta el bautismo. La confianza que le dio su progreso espiritual le ha permitido aprender a conducir un automóvil especialmente adaptado y ha terminado un curso de educación básica. “Poder ayudar a personas como María justifica cualquier sacrificio”, explica Rosendo.
Los lectores de la Biblia responden con presteza
En los años setenta, por primera vez en España, la Biblia se hizo accesible al público en general. Muchos españoles la compraron y empezaron a leerla. Pilar, de Medina del Campo (Valladolid), ya estaba leyendo la Biblia cuando los testigos de Jehová llegaron por primera vez a su pueblo, en 1973. Como era católica, se mostraba reticente a aceptar las publicaciones de los Testigos, pero quería entender la Biblia. Por ello, concordó en comentar semanalmente temas bíblicos para contestar sus preguntas.
La precursora que visitaba a Pilar utilizó bien las publicaciones de la Sociedad Watch Tower para contestar sus muchas preguntas. Lo que aprendió la impresionó tanto, que al cabo de varias semanas Pilar concordó en estudiar la Biblia con la ayuda del libro La verdad que lleva a vida eterna. Antes de terminar el estudio de ese libro, acabó de leer toda la Biblia y se convenció de que había hallado la verdad. Llegó a ser la primera Testigo de Medina del Campo, donde ahora hay un bonito Salón del Reino y una congregación de 63 publicadores.
Los Testigos españoles aún hallan a personas que “tienen conciencia de su necesidad espiritual” y que leen la Biblia regularmente para entender la voluntad de Dios. (Mateo 5:3.) Pepi, que había sido católica y había enseñado catequesis en la parroquia de Zumaia, en el norte de España, estaba predicando en un pueblo cercano cuando se encontró con el cura párroco.
“Pepi, estás perdiendo el tiempo —le dijo el cura—. En este pueblo de Itziar solo hay dos personas religiosas, un matrimonio. El resto solo va a la iglesia por costumbre.”
“Bien —repuso Pepi—, si solo hay dos personas que son religiosas, se harán testigos de Jehová.”
Pepi siguió predicando de casa en casa con los demás Testigos hasta terminar el pueblo. Y, como cabía esperar, los hermanos hallaron a la pareja que había mencionado el cura, en una casa aislada. Leían la Biblia, pero no la entendían. Aceptaron con gusto un estudio bíblico, progresaron rápidamente y se bautizaron en abril de 1991.
Algunas personas de corazón sincero han aprendido la verdad leyendo por su cuenta publicaciones bíblicas de la Sociedad Watch Tower. Por ejemplo, los Testigos de Almadén (Ciudad Real) estaban predicando en el pequeño pueblo de Ciruelas (Badajoz), donde encontraron a una señora que escuchó con atención el mensaje. En vista de su evidente interés, le ofrecieron un estudio bíblico en su hogar. Sin embargo, ella lo rechazó, porque ya le estaba enseñando la Biblia un señor de edad avanzada. Otras personas de la zona comentaron lo mismo. Esto suscitó la curiosidad de los hermanos, de modo que se enteraron de dónde vivía ese señor y fueron a visitarlo.
Para su sorpresa, descubrieron que el anciano, de nombre Felipe, había conseguido en Madrid el libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra. Lo leyó por completo y entendió que tenía la responsabilidad de hablar de las buenas nuevas a sus vecinos. Por esta razón les estaba dando lecciones de la Biblia con la ayuda de ese libro. Los hermanos quedaron para estudiar con él. Una mujer con la que estaba estudiando la Biblia también aceptó el estudio. Aunque Felipe tiene ya 80 años y no disfruta de buena salud, está progresando bien en la verdad.
Se vencen prejuicios
Los territorios rurales presentan algunos problemas singulares. Las tradiciones religiosas y las supersticiones suelen estar muy arraigadas en esas zonas y mucha gente del campo ve con gran recelo cualquier “religión nueva”. A algunos habitantes de los pueblos les preocupa mucho lo que pensarán sus vecinos o sus familiares si cambian de religión. No obstante, la fuerza de la Palabra de Dios puede superar tales obstáculos y cambiar la vida de la gente. Eso es lo que sucedió en el pueblo pesquero de Cangas de Morrazo, en el noroeste de España.
Roberto, oriundo de ese pueblo, se embarcó a la edad de 14 años porque quería ser independiente. Su vida como marinero mercante le puso en contacto con otros marineros jóvenes que bebían mucho y se drogaban para matar las solitarias horas que pasaban en el mar. En poco tiempo, Roberto también empezó a emborracharse y drogarse.
Posteriormente regresó a casa, pero ni pudo ni quiso librarse de sus malos hábitos. Para costearse su adicción a las drogas, empezó a robar y terminó en prisión en seis ocasiones diferentes. A los 18 años consumió una mezcla de vino y tranquilizantes que casi acaba con su vida. Los médicos le rescataron de una muerte segura, pero quedó paralítico de brazos y piernas. Salió del hospital cuadriplégico. Su reclusión en una silla de ruedas no puso fin a su adicción a las drogas. Estaba decepcionado con la religión y le parecía que el único aliciente que tenía en la vida eran las drogas, hasta tres años después, cuando lo visitaron los testigos de Jehová.
Lo que aprendió sobre el cumplimiento de las profecías bíblicas ayudó a Roberto a vencer su escepticismo. La afectuosa bienvenida que recibió en el Salón del Reino le convenció de que la religión verdadera enriquece en realidad la vida de la gente. En nueve meses Roberto dejó las drogas y se bautizó. A pesar de sus graves impedimentos físicos, ha sido precursor por ocho años. Hace dos años que también es anciano de una congregación. Los cambios que efectuó este joven impresionaron tanto a Francisco, uno de sus anteriores compañeros, que también se hizo Testigo, y ahora es siervo ministerial. La sobresaliente transformación de este drogadicto aparentemente incurable ayudó a la gente de su pueblo a apreciar mejor la naturaleza de nuestra obra. Una mujer incluso llevó a su hijo joven drogadicto al Salón del Reino para ver si los Testigos podían curarlo.
Buscan la verdad en la Biblia
La gente del campo suele apreciar tanto la verdad que a menudo avergüenza a los sabios de este mundo. (1 Corintios 1:26, 27.) Adelina, una mujer tímida de mediana edad, es una de esas personas apreciativas. Se tomaba muy en serio su fe católica. Todas las mañanas, sin excepción, se arrodillaba y rezaba varios padrenuestros y avemarías. Dirigía sus plegarias a un “santo” distinto cada día de la semana, para asegurarse de que alguien la oyera.
Cuando Adelina empezó a estudiar la Biblia, abrazó su nueva fe con el mismo celo. Ni siquiera su timidez la retrajo, aunque la primera vez que asistió al Salón del Reino con su esposo les tomó diez minutos armarse de valor para cruzar la entrada. Sin embargo, una vez dentro escuchó con atención. En una ocasión oyó hablar del Reino de Mil Años de Cristo. Este tema la fascinó y, cuando regresó a casa, quiso leer más de ese Reino en su Biblia. Pero ni ella ni su esposo sabían por dónde abrir la Biblia, aunque creían que se mencionaba en algún lugar del libro de Revelación. De modo que Adelina empezó a leer Revelación esa noche, y siguió leyendo hasta que finalmente llegó al capítulo 20 a primeras horas de la madrugada.
En otra ocasión, Adelina aprendió que era apropiado que el esposo dirigiera a su esposa en oración. Aunque el esposo no tenía inconveniente en orar, no sabía qué decir. Esa misma noche Adelina decidió buscar orientación en la Biblia. A las dos de la mañana despertó a su esposo para decirle que había hallado el capítulo 6 de Mateo, donde se trata en detalle el tema de la oración. Después de leer las instrucciones de Jesús, el esposo finalmente pronunció una oración para los dos. Ahora ambos son testigos de Jehová.
Una excelente cosecha
Los siervos de Jehová han predicado con celo en las zonas rurales por casi un cuarto de siglo, de modo que las buenas nuevas se han oído ya en todo rincón de España. Como ocurrió en Asia Menor en el siglo primero, ‘la palabra de Jehová sigue llevándose por todo el país’. (Hechos 13:49.) Como consecuencia, miles de habitantes de los pueblos españoles han respondido favorablemente.
En España, como en todo el mundo, la predicación en las zonas rurales requiere paciencia y abnegación. Dado que la voluntad de Dios es que “hombres de toda clase se salven”, los testigos de Jehová buscan con gusto a las personas apreciativas. (1 Timoteo 2:4.) Y como demuestran las experiencias citadas, Jehová ha bendecido abundantemente la labor de predicar de aldea en aldea en España.
[Nota a pie de página]
a Josefo calculó un total de 204 “ciudades y aldeas” en Galilea, y dijo que en esa región había “abundantes pueblos”.
[Fotografía en la página 26]
Lekeitio (Vizcaya)
[Fotografías en la página 24]
Vilac (Lérida)
Puebla de Sanabria (Zamora)
[Fotografías en la página 25]
Casarabonela (Málaga)
Sinués (Huesca)
[Mapas en la página 23]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
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