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  • Manténgase alejado cuando amenaza el peligro
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1994
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1994
w94 15/2 págs. 22-25

Manténgase alejado cuando amenaza el peligro

POCAS personas son más sensibles al peligro que los marineros. Deben estar al tanto del tiempo, las corrientes y la proximidad del barco a la costa. Cuando se combinan los vientos y las corrientes para empujar el barco hacia el litoral, los marineros se enfrentan a una fuerte lucha y a un peligro real.

En esta situación, conocida como costa de sotavento, el marinero intenta mantener la suficiente distancia entre su embarcación y el litoral, especialmente si se trata de un velero sin motor. Un manual de navegación explica que ‘verse en una tormenta de costa de sotavento es quizá la peor dificultad’ en la que se puede encontrar un marinero. ¿Qué solución se recomienda? ‘Nunca permita que su embarcación se halle en tal apuro.’ La mejor medida de seguridad para no chocar con un banco de arena o un fondo rocoso y naufragar es mantenerse bien alejado del peligro.

Los cristianos deben ser sensibles a los peligros que pueden hacer naufragar su fe. (1 Timoteo 1:19.) Las condiciones de hoy no son de ningún modo ideales para mantener una trayectoria estable. Tal como los vientos y las corrientes pueden apartar a un barco de su rumbo, también nuestra vida dedicada puede desviarse debido al constante tirón de nuestra carne imperfecta y el incesante azote del espíritu del mundo, que hoy casi tiene la fuerza de una tempestad.

Un hombre que vivió peligrosamente

¡Qué fácil es aventurarse sin darse cuenta en aguas espiritualmente peligrosas!

Considere un ejemplo que tuvo como escenario las proximidades del mar Muerto. Nos referimos al caso de Lot. Su decisión de vivir en Sodoma le ocasionó muchos problemas y no poco dolor. Después de una riña entre sus respectivos manaderos, Abrahán y Lot concordaron en vivir en lugares diferentes. Lot escogió el distrito del Jordán y asentó su tienda entre las ciudades del distrito. Más tarde decidió vivir en Sodoma, si bien le angustiaba el estilo de vida de los sodomitas. (Génesis 13:5-13; 2 Pedro 2:8.)

¿Por qué siguió viviendo Lot en una ciudad notoriamente inmoral que ofendía profundamente a Jehová e incluso ocasionaba un clamor de la gente que vivía en las cercanías? Sodoma era próspera, y la esposa de Lot sin duda disfrutaba de los beneficios materiales de la vida en la ciudad. (Ezequiel 16:49, 50.) Es posible que incluso se sintiera atraído por la vibrante economía de Sodoma. Sin importar la razón por la que residía en esa ciudad, debió haberse marchado antes. Los ángeles de Jehová tuvieron que insistirle con urgencia para que abandonara la zona de peligro con su familia.

El relato de Génesis dice: “Cuando ascendió el alba, entonces los ángeles se pusieron a apremiar a Lot, diciendo: ‘¡Levántate! ¡Toma a tu esposa y a tus dos hijas que se hallan aquí, por temor de que seas barrido en el error de la ciudad!’”. Sin embargo, aun después de esa apremiante advertencia, Lot “siguió demorándose”. Los ángeles finalmente “asieron la mano de él y la mano de su esposa y las manos de sus dos hijas y procedieron a sacarlo y a situarlo fuera de la ciudad”. (Génesis 19:15, 16.)

Cuando salieron de la ciudad, los ángeles dieron a Lot y a su familia unas instrucciones finales: “¡Escapa por tu alma! ¡No mires atrás y no te detengas en todo el Distrito! ¡Escapa a la región montañosa por temor de que seas barrido!”. (Génesis 19:17.) Incluso entonces Lot rogó que se les permitiera ir a la ciudad vecina de Zóar, para no abandonar completamente la región. (Génesis 19:18-22.) Está claro que se resistía a alejarse tanto como pudiera del peligro.

Camino de Zóar, la esposa de Lot miró hacia atrás a Sodoma, al parecer añorando lo que había dejado allí. Pasó por alto las instrucciones de los ángeles y perdió la vida. Lot, hombre justo, sobrevivió a la destrucción de la ciudad con sus dos hijas. Pero ¡qué precio tan elevado tuvo que pagar por querer vivir cerca del peligro! (Génesis 19:18-26; 2 Pedro 2:7.)

Mantenerse alejado del peligro

La amarga experiencia de Lot muestra lo que puede sucedernos si nos acercamos a un ambiente peligroso o nos quedamos en él. La sabiduría debe indicarnos que, como en el caso de los buenos marineros, nunca debemos permitirnos estar en tal apuro. ¿Cuáles son algunas zonas peligrosas de las que deberíamos mantenernos alejados? Algunos cristianos se han desviado por envolverse demasiado en los negocios, tener amistades estrechas con personas del mundo o fomentar una relación afectiva con alguien del sexo opuesto no estando libres para casarse.

El proceder sabio en cada caso es mantenernos a distancia del peligro. Por ejemplo, ¿somos conscientes de los peligros espirituales que puede conllevar una supuesta oportunidad dorada en los negocios? Algunos hermanos se han envuelto en empresas comerciales sacrificando a sus familias, su salud y sus responsabilidades teocráticas. En ocasiones el aliciente es la vida más cómoda que se puede conseguir con el dinero. Otras veces es el reto de poner a prueba la agudeza comercial. También alguien puede razonar que su motivo es dar empleo a otros hermanos o contribuir de manera más generosa para la obra mundial. Es posible que hasta piense que cuando el negocio funcione, tendrá mucho más tiempo para dedicarlo a los intereses del Reino.

¿Cuáles son algunas de las trampas? La insegura situación económica y el “suceso imprevisto” pueden echar a pique la empresa comercial mejor planificada. (Eclesiastés 9:11.) Tener que afrontar fuertes deudas puede causar angustia y desplazar los asuntos espirituales. Y aun en el caso de que el negocio prospere, es probable que absorba mucho tiempo y concentración, y requiera mucha convivencia con el mundo.

Un anciano cristiano de España se encontraba en una difícil situación económica cuando una compañía de seguros le presentó una tentadora oferta. Aunque podía ganar mucho dinero como agente de seguros autónomo, declinó la oferta. “No fue una decisión fácil, pero estoy contento de haber dicho que no —explica—. Por una parte, no quería ganar dinero, ni siquiera indirectamente, mediante mis contactos teocráticos. Y aunque me gustaba la idea de ser mi propio jefe, hubiera tenido que viajar mucho y pasar muchas horas en el trabajo, lo cual hubiera supuesto inevitablemente descuidar a mi familia y a la congregación. Sobre todo, estoy convencido de que si hubiera aceptado la oferta, habría perdido el control de mi vida.”

Ningún cristiano puede permitirse el lujo de perder el control de su vida. Jesús mostró los trágicos resultados de tal proceder en la ilustración del hombre que amasó una fortuna con el propósito de retirarse y disfrutar de una vida fácil. Pero la misma noche que decidió que ya había acumulado suficiente dinero, murió. “Así pasa con el hombre que atesora para sí, pero no es rico para con Dios”, advirtió Jesús. (Lucas 12:16-21; compárese con Santiago 4:13-17.)

También tenemos que guardarnos de la compañía prolongada con personas del mundo. Puede tratarse de un vecino, un condiscípulo, un compañero de trabajo o un socio del negocio. Es posible que razonemos: ‘Respeta a los Testigos, lleva una vida limpia y a veces hablamos de la verdad’. No obstante, la experiencia muestra que es posible que con el tiempo prefiramos la compañía mundana a la de los hermanos espirituales. ¿Cuáles son algunos de los peligros de tal amistad?

Podríamos empezar a minimizar la urgencia de los tiempos en que vivimos o interesarnos más en las cuestiones materiales que en las espirituales. Quizás, por temor a desagradar a nuestro amigo mundano, deseemos incluso ser aceptados por el mundo. (Compárese con 1 Pedro 4:3-7.) El salmista David prefirió, por su parte, la compañía de quienes amaban a Jehová. Escribió: “Ciertamente declararé tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré”. (Salmo 22:22.) Nos salvaguardará imitar el ejemplo de David y buscar la amistad de aquellos que nos pueden edificar espiritualmente.

Otro proceder peligroso es fomentar una relación afectiva con una persona del otro sexo no estando libres para casarnos. El peligro puede surgir cuando la persona es atractiva, tiene una conversación interesante y nuestros mismos puntos de vista y sentido del humor. Es posible que nos guste su compañía y razonemos: ‘Sé hasta dónde puedo llegar. Solo somos amigos’. No obstante, una vez que se despiertan los sentimientos, no es fácil controlarlos.

Mary, una hermana joven casada, disfrutaba de la compañía de Michael.a Él era un buen hermano, pero se le hacía difícil conseguir amigos. Tenían muchas cosas en común, y el mismo sentido del humor. A Mary le halagaba que un hermano soltero le tuviera confianza. No transcurrió mucho tiempo antes de que esta amistad aparentemente inocente se convirtiera en una profunda relación afectiva. Pasaron cada vez más tiempo juntos y finalmente cayeron en la inmoralidad. “Debí haber percibido el peligro al principio —se lamenta Mary—. Una vez que floreció la amistad, fue como una arena movediza que nos engulló lentamente.”

Nunca debemos olvidar la advertencia de la Biblia: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?”. (Jeremías 17:9.) Nuestro corazón traicionero, como la corriente que lleva al barco contra las rocas, puede arrastrarnos a una desastrosa relación emocional. ¿La solución? Si no está libre para casarse, haga todo lo posible por mantenerse alejado afectivamente de alguien que encuentre atractivo. (Proverbios 10:23.)

Alejémonos del peligro y mantengámonos alejados

¿Qué podemos hacer en caso de que estemos en peligro espiritual? Cuando los marineros se ven arrastrados hacia las rocas por el viento o la corriente, luchan desesperadamente por apartar el barco de la costa barloventeando hasta que alcanzan aguas más seguras. Nosotros debemos luchar del mismo modo por alejarnos del peligro. Si seguimos el consejo de las Escrituras, oramos con fervor a Jehová para que nos ayude y buscamos el consejo de hermanos cristianos maduros, podemos recuperar la trayectoria segura. Se nos volverá a bendecir con paz mental y de corazón. (1 Tesalonicenses 5:17.)

En cualquier circunstancia, es sabio mantenerse alejado de las cosas “que pertenecen al mundo”. (Gálatas 4:3.) A diferencia de lo que hizo Lot, Abrahán prefirió vivir apartado de los cananeos, aunque esto supuso morar en tiendas durante muchos años. Es posible que no tuviera muchas comodidades, pero su estilo de vida sencillo lo protegió espiritualmente. Su fe no naufragó, y se convirtió en el “padre de todos los que tienen fe”. (Romanos 4:11.)

Necesitamos seguir el ejemplo de Abrahán, rodeados como estamos de un mundo autocomplaciente cuyo “espíritu” es cada vez más fuerte. (Efesios 2:2.) Si aceptamos la guía de Jehová en todos los asuntos, tendremos la bendición de experimentar personalmente su protección amorosa. Nos sentiremos como David: “Refresca mi alma. Me guía por los senderos trillados de la justicia por causa de su nombre. De seguro el bien y la bondad amorosa mismos seguirán tras de mí todos los días de mi vida; y ciertamente moraré en la casa de Jehová hasta la largura de días”. No cabe duda, si andamos por “los senderos trillados de la justicia”, en vez de introducirnos por las sendas del peligro, segaremos bendiciones eternas. (Salmo 23:3, 6.)

[Nota a pie de página]

a Algunos nombres se han cambiado.

[Fotografía en la página 24]

Si no está libre para casarse, manténgase alejado afectivamente de alguien que encuentre atractivo

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