Resueltas a servir a Jehová
“¡NO VAS a ir a predicar!” “¡Que tu gente no venga por aquí!” Muchas cristianas oyen expresiones como estas de sus esposos opuestos. Pero cuando estos hombres sirven en las fuerzas armadas, las esposas se enfrentan a desafíos de su fe especiales. (Isaías 2:4; Juan 17:16.) ¿Cómo se las arreglan, entonces, estas esposas cristianas para mantenerse fuertes espiritualmente y activas en el servicio del Reino?
La lealtad a Jehová Dios y su resolución personal las ayuda a perseverar. “Creo que fue mi propia resolución absoluta —explica Yvonne, la esposa de un soldado—. Sabía que tenía que haber maneras de evitar la oposición de mi esposo.” Y las hubo.
Otra cristiana, casada con un oficial del ejército, relata cómo su posición firme incluso le hizo más fácil la vida a su esposo. “Conoce mi horario, así como el suyo, y a los militares les gusta esto”, explica. No obstante, su servicio continuo a Jehová no es fácil.
Superar la soledad
Con frecuencia se notifica a los militares con poco tiempo de antelación que se les traslada a un nuevo destino, y las esposas tienen que afrontar el desafío de mudar toda la casa. Luego es fácil que se sientan aisladas en un entorno poco familiar. Pero no tiene por qué ser así. Las que sirven a Jehová cuentan con una ventaja. ¿Cuál es? Según el apóstol cristiano Pedro, es “toda la asociación de hermanos”. Los testigos de Jehová, millones en 231 países, son como una gran familia cristiana, una “hermandad”. Se les puede encontrar prácticamente en cualquier parte. (1 Pedro 2:17, nota al pie.)
Susan tuvo que dejar súbitamente su comunidad y mudarse a la base aérea donde destinaron a su esposo. Era nueva en la fe y se enfrentaba a la presión de su esposo incrédulo para que dejara de participar en el ministerio cristiano. Nos dice: “Fui inmediatamente a las reuniones locales, y allí pude sentarme y hablar con otras hermanas. Puedo decir realmente que fue este compañerismo el que me ayudó a seguir”.
En ocasiones la soledad produce depresión. Incluso en esas circunstancias, las buenas nuevas pueden ayudar. Glenys, una hermana inglesa que acompañó a su esposo cuando lo destinaron al extranjero relata: “Cuando me sentía muy deprimida, recibí una carta inesperada de alguien que había conocido años atrás, cuando yo estaba en el ejército, en la que me comunicaba que se había bautizado como testigo de Jehová. Esta noticia me dio el ánimo que necesitaba justo a tiempo”.
Jane viajó con su esposo a Kenia, y allí comprobó que las reuniones cristianas fueron una cuerda de salvamento, aunque se celebraban en idiomas que no entendía. “Sabía que Jehová quería que estuviera allí —explica—. Estaba con mis hermanos, y eran como un tónico para mí. Me recibieron muy bien y sentí que éramos una familia.”
Jane es solo una de las muchas mujeres que en estas circunstancias encontraron parientes espirituales que ni siquiera sabían que tenían. (Marcos 10:29, 30.)
Firmes a pesar de oposición
“No piensen que vine a poner paz en la tierra —advirtió Jesús—. No vine a poner paz, sino espada.” (Mateo 10:34.) ¿Qué quiso decir? Incluso en la familia, donde debería haber paz, puede producirse “un repentino lanzamiento de la espada”, comenta A. T. Robertson en Imágenes verbales en el Nuevo Testamento. “Realmente —Jesús observó— los enemigos del hombre serán personas de su propia casa.” (Mateo 10:36.) Estas palabras son especialmente verdaderas cuando uno de los cónyuges es hostil a la verdad.
Cuando Diane empezó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, su esposo, un oficial de las fuerzas aéreas, se disgustó mucho. ¿Qué efecto tuvo en su matrimonio? “Fue como si se hubiera interpuesto un bloque de hielo entre nosotros —explica Diane—. Nuestro matrimonio era feliz. De repente nos encontramos coexistiendo en la misma casa.” ¿Cómo se enfrentó ella a esta situación? “Lo que contó fue la convicción personal y la resolución, junto con la ayuda de Jehová y de su espíritu.” Diane tomó a pecho el ejemplo bíblico del profeta Daniel.
Cuando se encontraba en el exilio en Babilonia y se le ofreció alimento inaceptable para un siervo de Dios, Daniel “se resolvió en su corazón a no contaminarse con los manjares exquisitos del rey”. Sí, Daniel tomó una decisión consciente. Se resolvió en su corazón a no contaminarse comiendo aquel alimento. ¡Qué fortaleza demostró al ‘seguir solicitando del oficial principal de la corte no contaminarse’! ¿Cuál fue el resultado? Jehová bendijo su resolución. (Daniel 1:8, 9, 17.)
Del mismo modo, en la actualidad un esposo opuesto puede pedir a su esposa que deje de asistir a las reuniones de la congregación. ¿Cómo debería reaccionar ella? Jane se encontró en esta situación. Explica: “Nunca cedí bajo presión. Sabía que no podía transigir. Tenía que demostrar cuánto significaban para mí las reuniones”. Jehová bendijo su resolución y ella siguió asistiendo a la congregación.
“Mi esposo intentó impedir que fuera a las reuniones, pero su oposición no duró mucho —relata Glenys—. Yo seguí yendo. Cuando regresaba a casa, a veces me golpeaba, y otras veces me saludaba con el silencio.” A pesar de todo, ella resistió, valiéndose constantemente de la ayuda de la oración. Además, dos ancianos de la congregación oraron regularmente con ella, lo que la ayudó mucho a seguir asistiendo. (Santiago 5:13-15; 1 Pedro 2:23.)
A veces los superiores del esposo pueden presionarle para que desanime a su esposa de predicar las buenas nuevas. Diane tuvo que dejar claro a su esposo cuáles eran sus prioridades. “Estaba preparada —dijo— para asumir las consecuencias de seguir predicando.” Esa es la misma postura que adoptaron los apóstoles. (Hechos 4:29, 31.) No obstante, ella predicaba con prudencia. Explica: “Solía organizar reuniones para tomar café y aprovechaba la ocasión para ofrecer a todos los presentes el libro La verdad”. (Mateo 10:16; 24:14.)
Sujeción sin transigir
Aunque la tensión en el matrimonio causa angustia a las esposas cristianas, estas miran al futuro y confían en Jehová. De este modo pueden mantener un punto de vista equilibrado. Apoyan a sus esposos tanto como pueden sin transigir. Así, siguen el consejo inspirado del apóstol Pedro: “Ustedes, esposas, estén en sujeción a sus propios esposos”. (1 Pedro 3:1.) En la versión La Casa de la Biblia, esta instrucción apostólica lee: “Que las esposas obedezcan respetuosamente a sus maridos”. Observe cómo Jane siguió este consejo. “Mi esposo me dijo que lo que yo quería hacer no debía interferir en su carrera —explica—. De modo que intenté encontrar maneras de ayudarle.”
Algunas esposas cristianas han concordado en asistir a actos sociales a los que se ha invitado a su esposo. Pero a la vez están resueltas a nunca transigir en cuanto a su fe. Jane se tomó el tiempo necesario para conversar con su esposo sobre el particular. Le explicó bondadosamente que iba a ir con él, pero no quería que su presencia le pusiera en un aprieto. “Sé que a veces se espera que todos los presentes se pongan de pie y hagan un brindis. Sé que la lealtad solo se debe a Jehová, y que el brindis va mucho más allá del simple respeto. Mi esposo se dio cuenta de lo embarazosa que podía ser la situación, de modo que me dijo: ‘No vengas’. Obedecí.”
Glenys, por otra parte, acompañó a su esposo a un acto social, pero observó a los oficiales que presidían la mesa. Cuando vio que se preparaban para brindar, discretamente se levantó para ir al baño. Sí, estas mujeres se adaptaron a la situación, pero nunca transigieron.
“Ganados sin una palabra”
“Si soy una mejor esposa, mi esposo verá que la verdad me está cambiando”, razonó Yvonne. De modo que leyó y releyó el capítulo del libro Vida familiar titulado “La esposa a quien se ama tiernamente”.a “Presté particular atención al subtema ‘Las lloronas, las que importunan’, pero me di cuenta de que cuanto más quería hablar con mi esposo, peor se ponían las cosas.” Finalmente, Yvonne pudo ayudar a su esposo a servir a Jehová. ¿Cómo? Aplicando el principio de 1 Pedro 3:1, que dice que los esposos pueden ser “ganados sin una palabra”.
La atención que las mujeres cristianas dan a su familia recomienda el cristianismo de manera importante a otras personas. “Intentaba hacer la verdad tan atractiva como me fuera posible —relata Diane—. Cuando iba a las reuniones, mi esposo se sentía abandonado, de modo que les decía a los niños que tenían que portarse especialmente bien cuando llegaran a casa. Yo también le prestaba atención especial cuando regresábamos.” Con el tiempo, la actitud del esposo cambió y respondió a la atención bondadosa de su familia.
Otros siervos de Jehová también pueden ayudar. Jane relata que su esposo disfrutaba de la compañía de los misioneros Testigos que conoció en Kenia. “Se hicieron amigos suyos, hablaban de fútbol y eran muy hospitalarios. Muchas veces nos invitaron a diferentes casas misionales para comer con ellos.” Su esposo más tarde explicó: “Empecé a ver la fe de Jane desde una óptica totalmente distinta. Sus amigos eran personas muy inteligentes que podían hablar de muchos temas”. Del mismo modo, el esposo de Diane cambió su opinión de la verdad. Cuando se estropeó el auto en el que viajaba, un joven Testigo le ayudó. “Eso realmente me impresionó”, dice.
Por supuesto, no todos los cónyuges son ganados para la verdad. ¿Qué hacer entonces? Jehová suministra la ayuda para que los fieles puedan aguantar. (1 Corintios 10:13.) Considere el ánimo que da Glenys a quienes se encuentran en circunstancias como las suyas: “Nunca, nunca dude de que Jehová es Aquel que creó el matrimonio y que desea que las parejas sigan juntas. De modo que no importa lo que el esposo haga o la oposición que pueda encontrar de los que la rodean, Jehová nunca permitirá que usted tambalee”. Aunque su esposo todavía no sirve a Jehová, su actitud hacia ella y la verdad se ha suavizado.
‘Siembre con lágrimas; recoja con gozo’
Estas mujeres cristianas están verdaderamente resueltas a servir a Jehová. Si usted se encuentra en circunstancias similares, que esta también sea su resolución. Recuerde la exhortación: “A Jehová tu Dios debes temer. A él debes servir, y a él debes adherirte”. (Deuteronomio 10:20.)
“El que sin falta sale, aun llorando, llevando consigo una bolsa llena de semilla, sin falta entrará con un clamor gozoso, trayendo consigo sus gavillas”, declara el salmista. (Salmo 126:6.) “Se derraman tantas lágrimas cuando uno intenta mostrar a su cónyuge la verdad, ya sea en silencio o verbalmente —reconoce una Testigo—. Pero al final, uno clama con gozo, porque aunque él no acepte la verdad, Jehová bendice el esfuerzo que hacemos.”
Todos los que sirven fielmente a Jehová a pesar de oposición en el hogar merecen verdadero encomio. Merecen apoyo y amor. ¡Que siempre mantengan su posición firme y su resolución de servir a Jehová!
[Nota a pie de página]
a Cómo lograr felicidad en su vida familiar, publicado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc. (1978).
[Fotografía en la página 28]
El estudio y la oración fortalecen la resolución cristiana