Consejos para las familias
Cómo hablar de sexo con los hijos
Una adolescente llamada Aliciaa dice: “A veces me surgen preguntas sobre el sexo, pero no me atrevo a hacérselas a mis padres para que no piensen mal”.
Su madre, Inés, admite: “Me gustaría sentarme con mi hija y hablarle de las relaciones sexuales, pero nunca encuentro el momento. Siempre está ocupada con sus cosas”.
EL SEXO ha dejado de ser un tema tabú en muchos lugares. Aparece en la televisión, en el cine, en las revistas e incluso en los carteles publicitarios. Parece que el único ámbito en el que sigue siendo intocable es entre padres e hijos. “Ojalá los padres supieran la vergüenza que nos da hablar de sexo con ellos —dice Michael, un adolescente canadiense—. Es mucho más fácil preguntarle a un amigo.”
Curiosamente, a los padres también les incomoda hablar de este asunto con los hijos. Debra W. Haffner, educadora sexual y autora de un libro sobre el tema, dice: “Muchos padres reconocen que, llegado el momento, lo único que hicieron fue dejar un libro sobre la sexualidad y la pubertad en la habitación de su hijo” (Beyond the Big Talk). Según esta profesional, el mensaje que los padres le están dando es muy claro: “Queremos que sepas de sexo y de cómo va a cambiar tu cuerpo, pero no queremos ser nosotros quienes te hablen de ello”.
Pero los padres responsables saben que no pueden eludir este tipo de conversaciones. Hay tres razones principales para ello:
El sexo se ha diversificado. “Hoy el sexo no se limita a las clásicas relaciones sexuales entre marido y mujer —admite un joven de 20 años llamado James—. Ahora existe el sexo oral, el sexo anal... ¡hasta el sexo por Internet y por el celular!”b
Los niños están expuestos a información errónea desde pequeños. Una madre llamada Sandra dice: “Desde que empiezan la escuela, oyen hablar de las relaciones sexuales, por lo que pueden desarrollar una visión distorsionada del sexo”.
Los hijos sienten curiosidad, pero no se atreven a preguntar. “Para ser francos, no tengo ni idea de cómo comenzar una conversación con mis padres sobre sexo”, admite Ana, una joven brasileña de 15 años.
Dios ha encomendado a los padres el cuidado de los hijos, y esto incluye educarlos en cuestiones sexuales (Efesios 6:4). Es cierto que hablar del tema puede abochornar tanto a padres como a hijos. Pero Daniela, de 14 años, da una buena razón para hacerlo: “Los hijos preferimos que sean nuestros padres quienes nos informen acerca del sexo, y no los maestros o la televisión”. Entonces, ¿cómo pueden abordar los padres este delicado tema?c
Información de acuerdo con su edad
A menos que vivan aislados del resto del mundo, los niños de hoy empiezan a oír hablar de sexo cuando todavía son pequeños. Por si esto fuera poco, en estos “últimos días”, la gente malvada va “de mal en peor” (2 Timoteo 3:1, 13). Y como resultado, muchos niños son víctimas de los deseos pervertidos de algunos adultos sin escrúpulos.
De ahí la importancia de que los padres empiecen a educar a sus hijos cuanto antes. Renate, una madre alemana, advierte: “Si se espera a que sean casi adolescentes, nos arriesgamos a que las inhibiciones propias de esa etapa les impidan preguntarnos”. Entonces, ¿cuál es la solución? Ir dándoles información poco a poco.
Durante la infancia:
Antes siquiera de ir a la escuela, deben aprender los nombres de los órganos sexuales y, sobre todo, que nadie puede tocarlos. “Empecé a hablarle del tema a mi hijo cuando tenía tres años —dice Julia, una mujer de México—. Me preocupaba lo que pudiera hacerle algún maestro, una niñera o un niño mayor. Tenía que aprender a defenderse.”
¿POR QUÉ NO INTENTAN ESTO? Los niños deben aprender a reaccionar con firmeza si alguien intenta tocar sus partes íntimas. Enséñenles a decir algo como: “¡No me toques! ¡Se lo voy a decir a mi mamá!”. Recálquenles que siempre deben contar lo que esa persona ha hecho, aunque les amenace o les prometa regalos para que no lo hagan.d
Cuando están en la escuela primaria:
Aprovechen estos años para hablarles más del tema. Un padre llamado Peter aconseja: “Antes de decir nada, sondeen qué es lo que ya saben de sexo y si quieren saber más. No los obliguen a hablar. Pasen tiempo con sus hijos y verán que el tema surge naturalmente”.
¿POR QUÉ NO INTENTAN ESTO? Es mejor que tengan muchas conversaciones breves, y no una muy larga y abrumadora (Deuteronomio 6:6-9). Así podrán darles la información que necesitan de acuerdo con su grado de madurez.
En la adolescencia:
Asegúrense de que sus hijos comprenden las cuestiones físicas, emocionales y morales implicadas. “En mi escuela, muchos tienen relaciones sexuales —cuenta Ana, la joven de 15 años citada antes—. Por muy incómodo que resulte hablar de sexo, tengo que conocer el tema para mantener mi postura cristiana.”e
Una advertencia: Existe la posibilidad de que el hijo no saque el tema por miedo a lo que sus padres piensen de él. “Nuestro hijo no quería hablar de sexo —explica un padre llamado Gerardo—. Con el tiempo supimos la razón: pensaba que sospechábamos de él. Enseguida le aclaramos que no creíamos que estuviera teniendo relaciones sexuales. Solo queríamos asegurarnos de que estaba preparado para contrarrestar presiones externas.”
¿POR QUÉ NO INTENTAN ESTO? En vez de preguntarles directamente a sus hijos qué opinan sobre una cuestión en particular, pregúntenles qué opinan sus compañeros de clase. Podrían decirles: “Mucha gente cree que el sexo oral en realidad no es sexo. ¿Piensan lo mismo tus compañeros?”. De este modo es más probable que les hablen con franqueza.
Vale la pena pasar la vergüenza
Para muchos padres habrá pocas cosas tan difíciles como hablar de sexo con sus hijos. Pero el esfuerzo vale la pena. Como explica Diana: “Con el tiempo, la incomodidad desaparece, y estas conversaciones te acercan más a tus hijos”. Gerardo, citado antes, piensa igual: “Si la familia se acostumbra a hablar con claridad de lo que sea, poco a poco se hace más fácil abordar temas delicados como el sexo”. Y luego añade: “Uno nunca se siente cómodo del todo, pero una comunicación franca contribuye al bienestar de la familia cristiana”.
a Se han cambiado los nombres.
b Muchos jóvenes envían imágenes y mensajes eróticos o pornográficos a través del teléfono celular, práctica que en algunos lugares se conoce como sexting.
c Este artículo se centrará en la necesidad de conversar con los hijos sobre el tema. Un futuro artículo explicará cómo aprovechar estas conversaciones para enseñarles valores.
d Basado en la página 171 del libro Aprendamos del Gran Maestro, editado por los testigos de Jehová.
e Les resultarán útiles para estas conversaciones los capítulos 1 a 5, 28, 29 y 33 del volumen 2 del libro Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas, editado por los testigos de Jehová.
PREGUNTAS PARA PENSAR
A continuación se presentan los comentarios de algunos jóvenes de diferentes partes del mundo. Después de cada uno encontrarán una pregunta en la que pueden reflexionar.
“Mis padres me dicen que lea sobre el tema y que después los aborde si tengo alguna duda. Pero yo preferiría que fueran ellos quienes vinieran y me hablaran de sexo.” (Ana, de Brasil.)
¿Por qué no basta con que le den a su hijo revistas o libros sobre el tema?
“He oído cosas sobre el sexo que mi padre ni se imagina que existen. Si le hablara de ellas, se escandalizaría.” (Ken, de Canadá.)
¿Por qué podría ser que su hijo no se atreviera a hacerles ciertas preguntas sobre sexo?
“Cuando por fin me armé de valor para hablar con mis padres, me sometieron a un interrogatorio: ‘¿Por qué preguntas eso? ¿Qué has hecho?’.” (Masami, de Japón.)
Si su hijo les pregunta sobre sexo, ¿cómo deben reaccionar para que se sienta libre de seguir haciéndolo en el futuro?
“Me tranquilizaría mucho que mis padres me dijeran que es normal que me haga preguntas y que ellos también se las hacían a mi edad.” (Lisette, de Francia.)
¿Cómo pueden crear un clima de confianza para que su hijo se sienta cómodo al hablarles de sexo?
“Mi madre nunca usaba un tono acusatorio al preguntarme sobre temas sexuales. Creo que eso es importante para que no nos sintamos juzgados.” (Gerald, de Francia.)
¿Qué tono de voz utilizan al hablar con sus hijos? ¿Convendría suavizarlo?