Australia
Al sur del ecuador, entre los paralelos 9 y 42, se extiende el continente insular de Australia. Bien decimos que se extiende, ¡pues se estira sobre cuatro mil kilómetros de este a oeste y otros tres mil doscientos kilómetros de norte a sur! Su superficie es mayor que la de todo el continente europeo.
En este vasto país se puede experimentar toda posible variedad de clima... desde el del trópico exuberante en vegetación del norte lejano, con una precipitación anual que puede llegar a mil milímetros, hasta los áridos desiertos del interior, en los cuales quizá no llueva por diez años. Las tierras altas meridionales tienen campos de nieve mayores que los de Suiza.
En lo que se refiere al turismo, esta “tierra al fondo del mundo,” aunque llegó a ser posesión británica en el siglo XVIII, quedó casi desconocida por 150 años debido a que el viaje y la comunicación eran lentos. En las últimas décadas el tremendo auge de una industria turística de muchos millones de dólares ha permitido que una cantidad creciente de personas de otros países venga a este país y aprenda que al canguro, ese singular marsupial, en realidad no se le encuentra saltando por las calles principales de Sydney y Melbourne; tampoco se encuentra al simpático koala en árboles de eucalipto a los lados de las calles, como la propaganda turística pudiera llevar al turista a creer.
Aunque en todo este país de quince millones de habitantes se habla inglés, el acento australiano es singular. A algunos se les parece al cockney de Londres, con la característica distintiva de tragarse la última sílaba de la mayoría de las palabras. Un hábito del habla que presenta dificultad al que procura establecerse en el país y que lucha por aprender el idioma es la tendencia a conectar frases enteras, no solo una palabra o dos.
Puesto que el país australiano fue descubierto y explorado por los británicos menos de doscientos años atrás, Australia parece un infante cuando se le compara con países de otras partes del mundo. Los primeros colonizadores eran principalmente de extracción británica, y muchos fueron transportados a la colonia como convictos, por ofensas triviales. Estos trajeron consigo las religiones de su país de origen, y por eso la mayoría de los australianos pertenecen a alguna secta de la cristiandad. El aislamiento y lo vasto del país han contribuido al desarrollo de una actitud característica de independencia. Los australianos aman los deportes, el sol y las actividades al aire libre. Aunque sean informales, pausados y despreocupados, se aferran tenazmente a lo que creen.
CAEN SEMILLAS DE LA VERDAD
Escritores de tiempos pasados llamaron a Australia “el más distante de los lugares lejanos,” debido a su remota ubicación geográfica. Pero según las palabras de Jesucristo en Hechos 1:8, hasta a este mismo país como una ‘de las partes más lejanas de la tierra’ tenían que ir las “buenas nuevas.”
En 1901 los Estados de Australia llegaron a formar una Commonwealth (parte de la Comunidad Británica de Naciones), y para ese tiempo Charles T. Russell, presidente de la Sociedad Watch Tower, estaba haciendo arreglos para enviar a aquella tierra un grupo de cuatro Estudiantes de la Biblia. Pero ya habían caído en terreno fértil semillas de la verdad bíblica allí.
En 1896 Arthur Williams, Sr., minero de los yacimientos de oro de Kalgoorlie, Australia Occidental, obtuvo un ejemplar del libro El Plan Divino de las Edades. Las grandes verdades explicadas en esta publicación fascinaron a Williams. Él se unió a un grupo de unas doce personas en Perth, la capital de Australia Occidental. En 1902 se mudó a la región del sudoeste del estado, y finalmente se estableció en Donnybrook, donde, hoy día, una tercera generación de su familia adora a Jehová. Williams distribuyó colecciones de Estudios de las Escrituras por toda la campiña, pero efectuaba mucha de su testificación en su tienda, conversando con sus clientes.
Al rememorar las actividades de su padre en aquellos días, su hijo, Arthur Williams, Jr., recuerda que después que el cliente recibía la mercancía su padre hablaba a cada uno acerca del año venidero de 1914, en el cual terminarían los Tiempos de los Gentiles y empezaría la anarquía. Invitaba a la gente a visitarle en su hogar, y se sentaban alrededor de la mesa y consideraban puntos de El Plan Divino de las Edades.
SE ABRE LA SUCURSAL
Para 1904, más de cien personas recibían la revista Zion’s Watch Tower (La Torre del Vigía de Sión) en Australia. Pareció apropiado ahora organizar una sucursal de la Sociedad en Melbourne, lo cual permitiría distribuir el tratado People’s Pulpit (El púlpito de la gente) y otros, con una dirección australiana impresa en ellos.
El primer organizador de la sucursal, E. C. Henninges, anunció que la lista de suscritores a Zion’s Watch Tower en el estado de Victoria había aumentado a dieciocho veces la cantidad anterior durante los primeros ocho meses y medio del funcionamiento de la sucursal. Un suscritor donó diez libras esterlinas (que en aquel tiempo equivalían a 40 dólares, E.U.A.) al fondo para los tratados, y solicitó que se usara aquella suma para pagar el franqueo de paquetes de tratados que se enviaban. ¡Esta suma permitió a los hermanos enviar 4.800 paquetes! ¿Cómo se obtenían los nombres? Los hermanos los sacaban de las listas electorales, de modo que enviaban miles de ejemplares de People’s Pulpit hasta las extremidades del país por el costo de un solo chelín (10 centavos [E.U.A.]) por centenar.
Obreros y labradores que vivían solos cerca de las vías del ferrocarril recibían el mensaje del Reino venidero cuando los hermanos arrojaban paquetes de tratados por las ventanas de los trenes. De esta manera las semillas de la verdad encontraron buen terreno en el corazón de personas que se hallaban en soledad. Toneladas de papel en forma de tratados llevaban el mensaje a los buzones. Los sábados por la tarde, grupos de entusiásticos Estudiantes de la Biblia solían distribuir, cada uno, hasta quinientos ejemplares de The Bible Students Monthly (Mensuario de los Estudiantes de la Biblia), una publicación que también anunciaba las reuniones. Se hacían visitas a los barcos cuando éstos atracaban en los muelles urbanos, y semanalmente aparecían sermones de columna entera en periódicos y otras publicaciones.
En 1907 se compró en la calle George, en East Melbourne, una propiedad inmueble que consistía en dos casas idénticas adyacentes, pero obtenidas mediante escrituras diferentes. Aquí se alojó la familia de Betel de aquel tiempo. Con el tiempo la oficina fue situada en un edificio de la calle Collins, en Melbourne.
Detrás de la casa que llevaba el número 20-A de la calle George, había un edificio pequeño (de hecho, había sido el establo) que llegó a ser conocido a los hermanos como El Tabernáculo. En 1925 se recibió de los Estados Unidos una prensa vertical Miehle. William Schneider, y posteriormente Bert Shearmur, fueron operarios de esta máquina en El Tabernáculo, donde se imprimieron, para enviar a toda Australia y Nueva Zelanda, tratados y otro tipo de literatura. Antes de esto, firmas ajenas lo imprimían todo. Desde los primeros tiempos de la obra la ‘eclesia’ o congregación de Melbourne usó el Salón Masónico de la calle Collins para sus reuniones.
LEALTAD SOMETIDA A PRUEBA
En 1908 hubo un disturbio en la organización en Australia. Como se indicó en un informe que salió en The Watch Tower (La Torre del Vigía) en 1910, la obra de los voluntarios menguó. Henninges, el organizador de la sucursal, desertó y se “llevó consigo a la mayoría de la clase de Melbourne,” según informó The Watch Tower. De los 100 asociados, solo 20 se mantuvieron firmes.
En una descripción de los desertores, Edward Nelson, quien aguantó con éxito la prueba, escribió al hermano Russell: “Muchos de ellos simplemente no son lectores, y lo que los ha atraído a las reuniones de él [Henninges] ha sido más su elocuencia que la verdad. Algunos ni siquiera reconocen la parusía, y uno que por casualidad pasó por aquí ayer todavía creía que el hombre tiene un alma inmortal.” Jehová dio prosperidad a Su organización, mientras que el grupo de Henninges pronto desapareció. El hermano Russell nombró a R. E. B. Nicholson secretario de la sucursal en lugar de Henninges.
ENTRANDO EN EL CAMPO AUSTRALIANO
Con una caja de libros sobre su bicicleta, el colporteur (repartidor de literatura) estadounidense Arthur Davey salió con el propósito de llevar la verdad bíblica a la gente del sur de Australia Occidental en 1910. Arthur Williams apreció mucho su llegada a Donnybrook. Dijo: “Davey era un individuo pequeño de más de sesenta años de edad, encorvado, de delicado físico, y tenía tisis. Su celo y lealtad para con Jehová eran maravillosos.” Para este tiempo, a Williams mismo la gente le había puesto el mote del “Viejo Loco del 1914” debido a su celosa proclamación de que se acercaba el fin de los Tiempos de los Gentiles.
Los hermanos recibieron estímulo desde muchos lugares, hasta desde el mar. El marino experimentado John Smith, uno de los capitanes de la línea de vapores White Star en 1912, se apresuraba a atender los negocios de su compañía una vez que su barco llegaba, y dedicaba el resto de su tiempo a estimular a los hermanos y a pronunciar conferencias bíblicas. Se unía a las eclesias que había desde Brisbane, en la costa oriental, hasta Perth, en el oeste, con sus hermanos de todo el país, cuando Smith llevaba noticias de las actividades de los hermanos de una eclesia a otra.
Para 1914 se había logrado llegar a muchas partes del campo australiano, y 21 repartidores de literatura encabezaban la obra. Unos treinta y cinco periódicos de todo el país publicaban sermones, y 908 personas se habían suscrito a The Watch Tower en Australia y Nueva Zelanda. El campo había recibido mucha semilla, como se indicó en Zion’s Watch Tower de 1906: “El mejor trabajo de un día que ha hecho un repartidor en esta porción del campo ha sido conseguir pedidos de 105 volúmenes de Estudios de las Escrituras en un solo día, 103 de los cuales fueron entregados después en medio día. El mismo repartidor mantuvo un promedio de 50 libros por día durante dos meses consecutivos.”
SE ZARANDEA EL “TRIGO”
Llegó el año culminante de 1914, y mientras el mundo estallaba en guerra, el pueblo de Jehová empezó una fase muy espectacular de su obra. El Foto-Drama de la Creación, ilustrado con vistas bíblicas en diapositivas y películas en colores, incrementó grandemente las provisiones espirituales con que ya se alimentaba a los hijos del Reino, y muchas personas aprendieron la verdad de este modo.
Hubo que regar las semillas que habían sembrado en corazones receptivos las exhibiciones del Foto-Drama y la colocación de literatura. Comenzó la obra del pastoreo, en la cual los hermanos visitaban para organizar grupos de estudio entre las personas que manifestaban interés. Cuando ciertas hermanas seleccionadas habían recogido al grupo de las personas que se interesaban en la verdad, unos hermanos hablaban a estas personas en reuniones celebradas en salas y les contestaban preguntas y pronunciaban discursos sobre temas como “Los tres mundos.” La obra pastoral continuó por largo tiempo después que el Foto-Drama hubo cumplido con su propósito de atraer el interés inicial. Doscientas cincuenta personas concurrieron a una asamblea que se celebró como arreglo local en Melbourne en 1915, y 14 se bautizaron.
Es interesante leer una descripción de la sesión final de una de estas primeras asambleas. Todos los hermanos y las hermanas se ponían de pie en un círculo, se tomaban de la mano y entonces cantaban: “Dios te acompañe hasta que nos veamos de nuevo.” Las lágrimas fluían. Entonces se pasaba alrededor un plato de uvas frescas. A esto se llamaba una fiesta de amor. Esto permitía que los hermanos y las hermanas disfrutaran de camaradería en una ocasión final antes de partir para sus hogares.
AGUANTE Y FE A PESAR DE PRUEBAS INTENSAS
En 1916 la prosperidad creciente de la actividad del Reino en Australia se atrajo ataques nuevamente. Empezaron a manifestarse señales de crisis dentro de la organización. Cuando las noticias de la muerte del hermano Russell llegaron a Australia, Nicholson, el secretario de la sucursal, expresó sentimientos que eran comunes a todos: “Por más de la cuarta parte de un siglo lo he amado, no solo por la obra que hacía, sino también por la hermosura de su carácter.” La muerte del hermano Russell propinó a Nicholson un golpe para el cual no estaba preparado. El que posteriormente se nombrara presidente de la Sociedad al hermano Rutherford no coincidió con los puntos de vista personales de Nicholson. Por eso, abandonó la organización.
Al desertar, Nicholson se llevó consigo a la mayoría de la eclesia, pues él mismo era muy admirado por muchos. También se llevó las escrituras de la mitad de la propiedad de la Sociedad. Esto dejó a los hermanos leales en la necesidad de manejárselas como mejor pudieran con solo una de las casas adyacentes que componían el hogar Betel.
La hermana Jane Nicholson no desertó junto con su esposo. ¿Qué haría ahora esta delicada cristiana... al haber experimentado la doble tragedia de que su esposo se separara de ella y también abandonara la verdad? No hay duda de que muchas mujeres habrían capitulado bajo tal tensión, o por lo menos se habrían debilitado en la fe. ¡Pero no Jane Nicholson! Continuó como trabajadora devota en la obra de tiempo completo hasta el mismo momento de su muerte en los años cincuenta. Ella y su compañera precursora, Enid Duff, llegaron a ser conocidas cariñosamente como “Nicky y Duff” por todo el estado de Victoria y en muchas otras partes de Australia.
Un hermano, quien a mediados de los años treinta fue parte de un grupo de precursores al cual pertenecieron las hermanas Nicholson y Duff, nos cuenta lo siguiente acerca de los primeros días de ellas como precursoras: “Empezaron a rendir su servicio de precursoras a pie, y por muchos años habían estado trabajando en los pueblos por donde pasaba el ferrocarril. Tomaban el tren hasta cierto pueblo, hallaban alojamiento mediante predicar de casa en casa, y entonces usaban como base el hogar donde se alojaban.a Caminaban hasta donde podían en la zona rural alrededor del pueblo, y no se les quedaba ninguna casa sin visitar. Entonces pasaban al pueblo siguiente y al que seguía a éste, hasta completar el trabajo en los pueblos a lo largo de aquella línea. Entonces regresaban para atender el interés que habían encontrado. En algunos pueblos testificaban dos o tres veces. Cierto hombre, quien observó la fidelidad de ellas por años, quedó impresionado por el celo inagotable y la fortaleza cristiana de ellas y les regaló el automóvil Ford Modelo A que ellas estaban usando entonces en nuestro grupo.”
No hay duda de que estas hermanas son maravillosos ejemplos de fe y perseverancia, especialmente para cualesquiera de hoy día que afrontan pruebas y penalidades similares respecto a la fe e integridad cristiana. Los que conocieron a estas hermanas están seguros de que a ellas se les cuenta entre aquellas personas ‘cuyas obras fueron junto con ellas’ cuando finalmente murieron.—Rev. 14:13.
AJUSTES OPORTUNOS
Mientras tanto, Nicholson estaba dando mal uso a los fondos de la Sociedad. El peregrino Ebenezer Brewster envió al hermano Rutherford un cable que decía: “Nicholson oponiéndose a Sociedad. ¡Envíe ayuda!” Vino la respuesta: “Nicholson quitado. Brewster nombrado, pendiente llegada Johnston de Sudáfrica.”
El apacible “Tío Eb” Brewster atendió los asuntos de la Sociedad en la sucursal por casi un año, desde 1917 hasta 1918, hasta que llegó de Sudáfrica el hermano Johnston. Ahora la tormenta amainaba, y la mayoría de los que eran rebeldes se habían separado. El nuevo supervisor de la sucursal, William Johnston, con su amplia sonrisa, punto de vista alegre y espíritu humilde, fue tan refrescante para los hermanos como una lluvia en el verano.
En uno de sus viajes a Nueva Zelanda el hermano Johnston conoció a Maude Murray, y en 1923 Maude y él se casaron. La hermana Murray había llegado a Nueva Zelanda en 1912, después de haber quedado profundamente impresionada por una conferencia pronunciada por el hermano Russell en Belfast, Irlanda, en 1910. Después de casarse con el hermano Johnston, se unió a la familia de Betel en Australia. La “Tía Maude,” ahora de pelo canoso, todavía sirve allí vigorosamente, a la edad de 87 años.
La constante fiebre bélica había resultado en que el gobierno proscribiera en 1917 el libro The Finished Mystery (El misterio terminado). Cuando los hermanos se enteraron de que solo se objetaba a unas cuantas páginas del libro, las cortaron, y continuaron dejando aquella publicación en manos de la gente, pero sin aquellas páginas. Sin embargo, las páginas no fueron destruidas, y la curiosidad hizo que muchos quisieran leerlas. Un capitán del ejército dijo a un publicador que él no deseaba el libro, ¡pero que gustosamente contribuía cinco chelines por las tres páginas que habían sido removidas de él!
UN PERÍODO DE FORTALECIMIENTO
Desde la asamblea que se celebró en 1919 en Cedar Point, Ohio, E.U.A., el hermano Rutherford despachó a Australia al representante peregrino J. P. MacPherson. Este trajo consigo el texto del discurso “El mundo ha terminado... ¡millones que ahora viven no morirán jamás!” Este fue entonces pronunciado por seis oradores que hablaron a grandes auditorios por todo el país. En las ciudades fue frecuente el que los periódicos publicaran anuncios de media página acerca de aquellas conferencias. A veces la concurrencia llegó a 1.500 personas y rara vez fue de menos de 500. Después, las personas que se habían interesado en lo que habían oído aceptaron gustosamente grandes cantidades de literatura.
En 1919 llegó a Brisbane, Queensland, una familia procedente de Escocia. La madre era Estudiante de la Biblia, y su hijo, Richard Kinninmonth, de inteligencia despierta y denodada resolución, llegaría a ser identificado por toda Australia como luchador a favor de Jehová. Él terminó su carrera terrestre en 1969.
Tom Kitto, quien después, junto con su esposa Rowena, llegó a ser una figura muy amada en el servicio de Jehová en Papuasia-Nueva Guinea, aprendió la verdad de modo poco usual. Su hermana Marjorie había conocido la verdad en Tasmania en 1920, pero Tom se había opuesto a la verdad. Cuando cayó en sus manos el folleto de su madre acerca del tema del infierno, escribió con sarcasmo detrás de la portada: “Señora, ¡no hay ningún infierno!” Bromeando, Marjorie dice que ‘cuando mamá hubo acabado con él después que él hubo escrito esto en uno de los preciosos folletos de ella, ¡él no estaba tan seguro de que no lo hubiera!’
Sea como sea, este mismo folleto fue el que le ayudó a aprender la verdad. Una mañana, su hermana, mientras le hacía la cama, se sorprendió al hallar bajo la almohada de Tom el folleto y la Biblia de él. Poco después, Tom estaba enseñando a su clase de la escuela dominical de la Iglesia Metodista que la Biblia no enseña que haya un infierno de fuego. No pasó mucho tiempo antes de que Tom renunciara a aquella labor y aceptara la verdad.
Para este tiempo, Anne Beck, quien aprendió la verdad de una hermana que se alojó en su casa en 1913, tomaba el tren en Yass, un pueblecito del estado de Nueva Gales del Sur, a las dos de la mañana. Al llegar a su destino, esperaba hasta que amanecía, y entonces testificaba durante todo el día en todos los hogares adonde podía llegar, y regresaba a casa a las once de la noche.
La cantidad de los publicadores del Reino continuó creciendo. Para 1921, cuando en el Ayuntamiento de Newtown, en Sydney, se celebró una asamblea nacional, hubo una concurrencia de 300 personas. En 1922 tuvo lugar la bien recibida visita del hermano M. A. Howlett, de los Estados Unidos. En combinación con su llegada se celebró una asamblea en el Ayuntamiento de Collingwood, en Melbourne. Como había sucedido en otras asambleas que se habían celebrado en el mundo en este tiempo, el letrero que se desenvolvió en la asamblea llevaba el excitante lema: “¡ANUNCIAD, ANUNCIAD, ANUNCIAD AL REY Y EL REINO!” La obra recibió nuevo empuje.
PRECURSORES EN EL USO DE LA RADIO
En su uso de todo medio disponible para magnificar el nombre de Jehová en esta “parte más lejana de la tierra,” los hermanos fueron precursores en el uso de la radio en 1924 mediante una pequeña estación experimental en Launceston, Tasmania. La Sociedad suministraba guiones para las sesiones y un hermano y su esposa los transmitían cada domingo.
A fines de los años veinte comenzaron las negociaciones para la primera de las radioemisoras que administraría la sucursal. Esta fue la emisora 2HD, en Newcastle, Nueva Gales del Sur. Después hubo otras tres, en Australia Meridional, Tasmania y Queensland.
Hubo un tiempo en que 20 radioemisoras estuvieron transmitiendo el mensaje del Reino al público australiano, y, en ocasiones de asambleas, transmisiones desde los Estados Unidos edificaron mucho al pueblo de Jehová. En el campo local a veces se transmitían dramas bíblicos con hasta 20 diferentes personajes, para beneficio de los radioescuchas.
LA SUCURSAL TRANSFERIDA
Johnston, el superintendente de la sucursal, regresó de una asamblea en los Estados Unidos en 1928 y anunció que el hermano Rutherford había decidido transferir la oficina central de Melbourne a Sydney, una ciudad que, en muchos respectos, estaba más convenientemente situada. Por eso, en 1929 la central de la sucursal se mudó a un nuevo hogar.
En aquel tiempo la familia de Betel consistía en 11 hermanos y hermanas. ¡Cuán agradables eran los alrededores de su nuevo hogar en la carretera de Beresford, Strathfield! Poco después se añadió un nuevo edificio de ladrillo para alojar la oficina y el departamento de envíos.
Hubo un cambio en la administración de la sucursal en 1930 cuando llegó otro escocés, Alexander MacGillivray. Este era un hombre de visión y celo que había pasado diez años en Nueva York en estrecha colaboración con los directores de la Sociedad en la oficina central. No solo trajo cierta frescura a la obra en Australia y Nueva Zelanda, sino que también ayudó a dar comienzo a la obra en Viti, Tahití y los países que ahora son Papuasia-Nueva Guinea, Indonesia, Singapur, Malaysia, Tailandia, Birmania, y hasta Vietnam, Hong Kong y China. Ahora trece sucursales atienden esta vasta zona. Antes de la II Guerra Mundial la atendía la sucursal australiana, que empleó para ello la chalupa de la Sociedad Lightbearer (Portador de luz) y a verdaderos “precursores” que entraron en estos territorios.
AÑOS DE LA DEPRESIÓN
Para los años treinta, 66 precursores y unos 400 publicadores estaban proclamando las buenas nuevas en Australia, y las semillas que habían sido sembradas desde los primeros años del siglo estaban desarrollándose en congregaciones. Junto con la prosperidad espiritual de que disfrutaba el pueblo de Jehová vino un desvanecerse de la prosperidad financiera para la nación australiana, que cayó en la depresión económica mundial de los años treinta.
David Ward, anciano de la congregación de Denmark, Australia Occidental, relata una conmovedora experiencia respecto a cómo Jehová se encargó de que su familia recibiera lo necesario durante aquellos años de la depresión económica. Escribe:
“De todo tuvimos escasez menos de alimento. No podíamos cobrar mucho por lo que producíamos en la granja, y ni siquiera podíamos vender muchos de los productos. Esto significaba que teníamos abundancia de alimento común, pero no podíamos comprar azúcar ni ropa. ¿Cómo podríamos lucir presentables y decentes en la predicación de casa en casa? En su Palabra, Jehová aconseja que mostremos bondad caritativa, y se puede ver el grado de respuesta de los hermanos y hermanas de Perth a esto por el hecho de que, sin que tuviéramos que pedir ayuda alguna vez, a veces llegaba a la estación local del ferrocarril, para nosotros, un gran saco de ropa usada en buenas condiciones. Cerca de nosotros vivía otra familia grande que estaba en la verdad, y nos alegraba el poder compartir la ropa con ellos.”
LOS PRECURSORES AÑADEN SUS VOCES
A pesar de las muchas dificultades financieras de los años de la depresión económica, la obra de los precursores medró. Muchos precursores unieron sus fuerzas y formaron agrupaciones que vivían en un solo hogar, bases desde las cuales predicaban en las ciudades. Esto les facilitaba la vida, y los hermanos solían contribuir alimento para ellos. Como relata Ted Sewell, en lo referente a alimento lo principal era un saco de trigo y un molinillo.
Los precursores asignados a las grandes ciudades se las arreglaban muy ingeniosamente para ayudar a ‘personas de toda clase’ a oír las buenas nuevas. Un grupo de precursores de Sydney hacía esfuerzos especiales por hablar a toda persona en los mercados de frutas y vegetales de la ciudad, que estaban abiertos noche y día. Cada viernes, por varias semanas, se organizaban períodos de testificación (continua) de 24 horas. Al grupo que usaba un automóvil se le asignaban tres o cuatro horas; entonces éstos volvían a su hogar, y otro grupo se encargaba de la obra durante las siguientes cuatro horas aproximadamente. Los precursores se equipaban con folletos italianos, porque los jardineros y agricultores eran principalmente personas de habla italiana. Algunas de las familias italianas que están en la verdad hoy la aprendieron a mitad de la noche como resultado de aquella obra de los precursores.
Aunque eran fieles y tenaces, ¡algunos de los grupos de precursores australianos que trabajaban en las regiones rurales presentaban la apariencia de personas toscas y resueltas a todo! Algunos grupos tenían un automóvil o remolque viejo equipado con equipo sonoro, y por lo general tenían una tienda de campaña. Cada miembro viajaba en una bicicleta cargada de libros. Algunos pasaban dos o tres días alejados del campamento, haciendo visitas en los hogares que se hallaban en una dirección, mientras que los otros miembros hacían lo mismo en otras direcciones. Todos regresaban al campamento a un tiempo fijo para pasar de allí a otro lugar.
La literatura se dejaba a tarifa baja o se trocaba por productos de granja. Muchas veces los precursores regresaban a su campamento central de noche y hallaban que uno tenía papas o patatas, otro una calabaza, otro huevos, carne, y así por el estilo. Consideraban que esto era mejor que el dinero, porque podían comerlo. Porque tenían suficiente ropa, alimento y abrigo, los precursores estaban contentos y podían continuar con la testificación.
‘RECORDANDO A SU CREADOR’
Marjorie Fry, una joven de 17 años de edad, oyó originalmente la verdad en los primeros años de la década de los treinta. Vivía en una granja a diez kilómetros de Bathurst, Nueva Gales del Sur, y fue la única de su gran familia que mostró interés en la verdad. Relata acerca del esfuerzo especial que hizo para asistir a una reunión de a mediados de semana en Bathurst a pesar de firme oposición por parte de su madre y siete hermanos. Uno de los hermanos había prometido llevarla en su motocicleta, pues pensaba que ella iba a un cine, pero de alguna manera se enteró de que ella se proponía ir a la casa donde se celebraría la reunión. Cuando ella estaba casi lista para ir, su hermano decidió que no iría. Ahora, ¿cómo llegaría ella a la reunión?
Marjorie inmediatamente fue al potrero y ensilló su potro. Sin embargo, al llegar a la reunión experimentó un contratiempo cuando un hermano dijo: “Hermana, ¡no podemos permitirle entrar en la reunión con ropa de hombre!” Ella explicó que llevaba pantalones de montar —de mujer— y contó acerca del esfuerzo que había tenido que hacer tan solo para llegar allí. Se le permitió entrar, por supuesto, y el gozo de asistir a la reunión hizo que todo el esfuerzo valiera la pena para ella.
La hermana Fry progresó rápidamente en la verdad, y, en 1932, mientras todavía no había cumplido 20 años de edad, empezó a servir como precursora. Ha continuado en este servicio hasta ahora, y desde que se casó con William Moss ha disfrutado de servir también en Samoa Occidental.
A la edad de 19 años, Arthur Willis empezó a servir de precursor en los alrededores de Perth, y en 1932 hizo viajes al sudoeste de Australia Occidental en una motocicleta. Dos compañeros, Charles Harris y George Rollston, se le unieron el año siguiente. Empezaron un viaje a través del noroeste del estado hasta Darwin, ciudad capital del Territorio del Norte, y entonces cruzaron a Queensland. En este tiempo no había congregaciones en ninguna parte de esta zona, una distancia de más de tres mil doscientos kilómetros. Los hermanos necesitaron cuatro meses para completar este viaje, y por primera vez algunas de estas áreas oyeron las buenas nuevas. Posteriormente el hermano Willis se estableció en Pingelly, Australia Occidental, donde la congregación que él ayudó a formar se compuso principalmente de aborígenes australianos.
TESTIMONIO EN TERRITORIOS VASTOS
Un robusto precursor, Aubrey Baxter, explica cómo se las arregló para predicar en territorio que se extendía por miles de kilómetros cuadrados en el centro y norte de Queensland en los días en que se usaban los fonógrafos:
“Empaquetábamos nuestros fonógrafos en goma esponjosa y asegurábamos el brazo del tocadiscos para que no se rompiera mientras viajábamos por las ásperas y difíciles carreteras. Testificamos en lugares interesantes. Pasé una noche en casa de un cazador de canguros, durmiendo sobre el piso de tierra de su choza, rodeado por centenares de olorosas pieles de canguro. Los aullidos de manadas de dingos [perros salvajes nativos] tampoco facilitaban el dormir.”
Mientras visitaba las congregaciones de esta área, el hermano Baxter, en un viaje, halló que una gran inundación había cerrado el paso por las carreteras. Un hombre de la localidad con quien habló le dijo que le preocupaba una camioneta que había pasado por allí unos días antes, puesto que los riachuelos estaban crecidos y en algunos lugares el agua había subido hasta las copas de los árboles. El hermano Baxter se preocupó, pues se dio cuenta que ésta era la camioneta que pertenecía a un grupo de precursores. Siguió la ruta que habían seguido los precursores, y, cuando le cerraron el paso riachuelos crecidos, los cruzó a nado y siguió caminando. Con el tiempo halló a los precursores, que se hallaban aislados y sin alimento excepto por alguna harina blanca que les quedaba. Él y los demás hermanos cruzaron de regreso a nado los riachuelos, consiguieron alimento y entonces, metiendo el alimento en una bañera, lo llevaron sobre el agua a las hermanas.
El grupo de precursores estaba compuesto de Percy e Ilma Iszlaub, quienes después fueron misioneros en el Japón y ahora se hallan en la sucursal de la Watch Tower allí, y Norman Bellotti, quien ahora es misionero en Papuasia-Nueva Guinea junto con su esposa, Gladys. En el grupo estaba también Beatrice Bellotti, quien posteriormente se casó con Aubrey Baxter. Como sucedió en otras áreas donde habían estado precursores industriosos e intrépidos, esta obra original de los precursores llevó mucho fruto, y en muchos pueblos y ciudades de Queensland se desarrollaron congregaciones del pueblo de Jehová.
EN ZONAS REMOTAS
Allá en 1929, Clem Deschamp y su compañero, Viv Pusey, predicaron a todo el estado de Australia Meridional dentro de un radio de cien kilómetros desde Adelaida. Esta obra de sembrar la semilla preparó el camino para las congregaciones y grupos aislados de años posteriores.
En 1932 Len Linke entró en el servicio de precursor como resultado de un entusiástico discurso acerca del tema del servicio de precursor por el director regional de servicio, Bert Horton. Con Ronald Payne, William Torrington y Stuart Keltie, Len sirvió de precursor por todo Australia Meridional durante 1933. Más tarde durante aquel año, los hermanos Torrington y Keltie hicieron un viaje a Alice Springs, en el centro de Australia. De camino, en William Creek, a unos mil kilómetros al norte de Adelaida, conocieron a un hotelero. Este contacto inicial hizo que el hotelero aprendiera la verdad. Este hombre, Charles Bernhardt, todavía recuerda el sonido que hizo la pierna de palo del hermano Keltie sobre el piso del hotel mientras él se hallaba ocupado debajo, en el sótano.
A la edad de 72 años, el hermano Bernhardt compró un vehículo durable y bien construido para usarlo en el interior del país y entonces por 15 años sirvió de precursor en algunas de las zonas más remotas del país, por su cuenta. Antes de vender su tienda y hotel en William Creek, fue un excelente ejemplo de poner en primer lugar los intereses del Reino, prescindiendo de las circunstancias.
Donald MacLean, quien sirvió en capacidad de superintendente de circuito, relata lo siguiente acerca de la primera visita que hizo al hermano Bernhardt:
“Al llegar a William Creek, hallé que el tren se detuvo por considerable tiempo y los hombres se apresuraron a entrar en el bar de Bernhardt para conseguir cerveza fría. Cuando entré en el bar me deleitó el ver que estaba decorado teocráticamente. En una pared había un rótulo grande que invitaba a los hombres a ‘leer La Atalaya, que anuncia el Reino de Jehová, la esperanza del mundo.’ Otro rótulo los invitaba a leer ¡Despertad! y a mantenerse despiertos respecto a los acontecimientos mundiales. Sobre el mostrador mismo del bar había revistas, folletos y volúmenes encuadernados.
“Cuando a todos finalmente se les había servido y estaban satisfechos, el hermano Bernhardt pidió su atención. ‘Caballeros, ¿pudieran prestarme atención, por favor? Los invito a obtener ejemplares de las mejores revistas que hay en la Tierra hoy.’ Después del testimonio respetuoso y denodado que él dio, cada uno de aquellos hombres sedientos dio una contribución por ejemplares de las revistas, se echó un saco de cerveza sobre el hombro y regresó al tren. Fue sobresaliente el hecho de que por respeto a la reputación cristiana del hermano Bernhardt no hubo habla profana ni sucia en el bar.”
El hermano Bernhardt, quien ahora tiene casi noventa años de edad, ya no puede hacer sus viajes a las áreas remotas del interior, pero todavía predica las buenas nuevas desde su casa en Adelaida.
PRECURSOR EN EL INTERIOR
Joe Bell, quien sirvió de precursor en el interior del país, aprendió la verdad de un precursor que usaba una bicicleta para trabajar en las zonas rurales. Unos días después de la conversación original, él mismo estuvo testificando. Visitó granjas que se hallaban a 480 kilómetros al noroeste de Brisbane, Queensland, y cuenta algunos de los peligros que presentaba el viajar en aquellos días:
“En muchos lugares tenía que cargar la bicicleta, porque me topaba con arenales continuos donde casi no había carretera. Algunos de estos viajes eran muy peligrosos. Cuando viajaba por el campo abierto, las únicas criaturas vivientes que veía eran hatos de bueyes que vagaban, y éstos podían ser peligrosos, porque son muy curiosos. Por eso, a veces, para poder continuar el viaje, tenía que refugiarme en un árbol y esperar hasta que los bueyes terminaran de pastar.”
En una parte particularmente aislada, el dueño de una estación ganadera (o rancho) le prestó al hermano Bell un caballo para que lo cabalgara por 40 kilómetros hasta la siguiente propiedad, porque, como dijo: “¡En bicicleta usted no llegará nunca a ese lugar!” Cuando Bell llegó a esta siguiente propiedad, el dueño, Jack Carey, se hallaba fuera reuniendo su ganado. La esposa de éste dijo que le pasaría a su esposo el libro y el catálogo que el hermano Bell había dejado en manos de ella. Muchos años después, en una asamblea de distrito en Sydney, este mismo Jack Carey buscó a Joe Bell para decirle que había aprendido la verdad del libro que se había dejado para él. ¡Había escrito a la sucursal pidiendo más información, y ahora era hermano dedicado!
PRECURSOR ENTRE PRECURSORES
Ben Brickell se dio a conocer por su resolución y persistencia en ‘hacer que el mensaje entrara’ en el interior del país. Por décadas trabajó en las zonas remotas del país como precursor aislado. El hermano Brickell había venido de Nueva Zelanda en 1932 y llegó a contarse en el grupo de fieles y robustos precursores de aquellos primeros días de la obra. Continuó en el ministerio de tiempo cabal hasta el mismo momento de su muerte en 1974.
La siguiente experiencia es una muestra típica de la vida y experiencias interesantes de que disfrutó el hermano Brickell a plenitud:
“A principios de agosto de 1932 salí de Townsville, Queensland, en un viaje de 1.300 kilómetros a Normanton, en el golfo de Carpentaria. Puse sobre mi bicicleta la carga de 60 libros encuadernados, algunos folletos y revistas, una muda de ropa, un rollo de dos sábanas, algunos alimentos y una pequeña cantimplora para agua. Salí para la primera etapa de mi viaje sobre el monte Fox de la Gran Cordillera Divisoria. El subir 1,6 kilómetros sobre el monte Fox, en una empinada inclinación, me tomó nueve horas de afanoso trabajo mientras yo empujaba la cargada bicicleta con la mano derecha y mantenía el hombro izquierdo detrás de la carga. Después, el día siguiente, tuve que bajar por el camino empinado del otro lado, tras de haber testificado a la pequeña población, que se hallaba en la cumbre, y recibir la hospitalidad de una noche en uno de los hogares de aquel lugar.”
Con el transcurso de los años el hermano Brickell habló a muchos aborígenes australianos. “Después de pronunciar un discurso en una reunión,” relató él, “el auditorio entero vino adonde mí para darme gracias muy afectuosas por las verdades que les había dicho de la Biblia. En otra ocasión, 50 aborígenes vinieron a escuchar un discurso pocos minutos después de mi llegada, aunque el campamento se hallaba en completa oscuridad.”
LARGOS DÍAS EN EL SERVICIO
Hasta para las personas que podían tener un vehículo de motor en aquellos días, el servicio de precursor en la inhóspita campiña australiana no era trabajo fácil. Alan Holtorf, quien fue miembro de la familia de Betel por varios años, dijo lo siguiente sobre su uso de un automóvil en el servicio del Reino:
“El depósito del combustible estaba debajo del asiento del frente, de modo que había que quitar el asiento para reponer el combustible. Las llantas eran de mala calidad y los pinchazos eran frecuentes. Muchas veces tenía que poner parches a las cámaras de aire en la carretera y entonces esperar hasta que el parche se secara antes de volver a poner la cámara de aire en la llanta. En colinas empinadas a veces era necesario dar la vuelta al automóvil e ir marcha atrás hacia arriba, pues de otro modo el combustible no fluía del depósito al motor. El pasar un día en la predicación solía significar salir de casa como a las cuatro de la mañana, llegar al pueblo como a las ocho, pasar un día entero predicando en el pueblo, y entonces viajar a casa después del anochecer.”
La vida en el inhóspito interior por lo general no se considera apropiada para mujeres. Pero Netta Pusey, quien por más de cincuenta años fue precursora en el servicio de Jehová, aguantó las exigencias de tal labor y usó el fonógrafo para hacer que los agricultores y los esquiladores de ovejas escucharan el mensaje bíblico en los puestos de esquileo. Muchas veces se le hizo necesario cruzar ríos a pie, mientras cargaba su pesado fonógrafo y su cartera de libros. La hermana de Netta, Gladys, esposa y madre devota de la familia Mouritz, crió a sus siete hijos mientras, con su esposo manco, se mantuvo activa en la predicación entre las colinas de Bowral, Nueva Gales del Sur. Era excelente ver a la entera familia participando en el servicio ministerial, todos juntos en un antiguo automóvil sin cubierta. Hoy, un hijo, Viv Mouritz, sirve de coordinador en la sucursal australiana. Sus otros hijos están todos activos en congregaciones de Sydney, la ciudad más grande de Australia, y uno de ellos, Douglas, sirve de superintendente de ciudad.
EN MEDIO DE SEQUÍAS... Y LLUVIAS
Un grupo de precursores salió de Sydney con una carga de 31 cajas de literatura. Se dirigieron a un área escasamente poblada donde los terrenos de cada propietario abarcaban aproximadamente cien mil hectáreas. Aquel verano fue muy caluroso y seco, ¡y el grupo informó que por seis semanas no hallaron suficiente agua para darse un baño! Entonces, cuando al fin llegaron las lluvias, se hacía imposible pasar por las carreteras. El grupo quedó aislado en un solo sitio durante una semana. Al fin, cuando pudieron moverse, ¡les tomó ocho días viajar 61 kilómetros!
El precursor Robert Bell cuenta que a veces en un día viajaba en bicicleta de ochenta a noventa y seis kilómetros y hacía sólo cinco o seis visitas. Dice que los perros y las culebras eran los mayores peligros mientras él viajaba en la bicicleta. A las siete de una mañana terriblemente fría viajó a su primera visita. El barro todavía estaba helado, y le tomó dos horas viajar desde el buzón hasta la granja. En estas regiones no es poco común el que la granja esté hasta a más de treinta kilómetros del buzón. Después de hallar respuesta favorable en la granja, el hermano Bell se aventuró a regresar a la carretera, y descubrió que para este tiempo el sol había ablandado el barro, y se le hacía imposible transportarse en bicicleta. Debido a esto, tuvo que cargar la bicicleta y su carga de literatura sobre los hombros y detenerse una y otra vez para limpiar de las botas el barro, porque las botas se hacían tan pesadas que no podía levantarlas. Llegó a la carretera cinco horas después de haberla dejado, y tras de haber hecho una sola visita.
EL “NUEVO NOMBRE,” Y DESPUÉS
La adopción del nuevo nombre, “testigos de Jehová,” por las congregaciones en 1931 fue un tiempo de gran regocijo y presentó el desafío de vivir en conformidad con ese nombre. La cantidad de los precursores continuó aumentando, y para el año 1932 había 280 en el campo.
Se utilizaba toda oportunidad disponible para dar adelanto a los intereses del Reino y llevar a la gente el mensaje de la verdad. La inauguración oficial del famoso puente de la bahía de Sydney en 1932 suministró una buena ocasión para dar publicidad al Reino, porque multitudes de personas vinieron a la ciudad desde toda Australia. Lilly Cattach, quien después se casó con Wally Wood, se unió a las multitudes de Testigos que hubo en Sydney aquel día. Ella relata que los publicadores entraron temprano en la ciudad y se situaron en las calles para ofrecer folletos a la gente que pasaba. Una celosa hermana se acercó a un policía que estaba en medio de la calle y le dio un folleto para que lo usara al dirigir a las muchedumbres. Le dijo que el folleto le ayudaría. Él sonrió y empezó a agitar el folleto en la mano mientras dirigía a la gente que se arremolinaba en la calle. Un hombrón que ostentaba un prominente reloj de cadena de oro bajó de un tranvía y se llevó las manos al rostro y gimió en alta voz: “¡Acabo de llegar de los Estados Unidos, y tengo que encontrarme con uno de ustedes aquí, también!”
Ernest Clark, quien aprendió originalmente la verdad durante la I Guerra Mundial, relata lo interesante que es recordar los varios métodos de presentar el mensaje del Reino que se usaron en el transcurso de los años. “En ciertas ocasiones,” dice, “fuimos agresivos, en otras apacibles, y en otras usamos una Tarjeta de Testimonio y hablamos poco.” Sonríe al recordar el tiempo en que a los hermanos se les aconsejó que no permitieran que el amo de casa interrumpiera, porque, por lo general, la interrupción era para decir que no estaba interesado. Por eso, se estimulaba a los publicadores a seguir hablando sin detenerse hasta que por lo menos se le hubiera dicho algo en cuanto al Reino al amo de casa. Un ama de casa se esforzó varias veces por interrumpir al hermano Clark, pero finalmente cedió. Él continuó hablando, como lo describe él mismo, ‘como un resorte que se hubiera soltado, hasta que ya no tuve nada más que decir.’ Cuando él terminó, la señora finalmente pudo decir: “Pero, hermano, ¡ya yo llevo 16 años en la verdad!”
En marzo de 1932 la Sociedad hizo arreglos para la celebración de una asamblea nacional en Ashfield, un suburbio de Sydney. Los hermanos se reunieron en el Ayuntamiento y disfrutaron de un edificante banquete espiritual. Se hizo que los 600 hermanos en concurrencia comprendieran las ventajas de testificar en las calles. En los años siguientes se intensificó la obra en las calles, y también se hizo prominente el uso de equipo sonoro. Unos sacerdotes empezaron a agitar la oposición de chusmas en lugares como Wangaratta, Victoria, y Tamworth, Nueva Gales del Sur. Harold Gill, quien todavía sirve fielmente en Inglaterra, fue uno que dirigió campañas denodadas contra las chusmas.
EL HERMANO RUTHERFORD VISITA A SYDNEY
En 1938 J. F. Rutherford, el presidente de la Sociedad, visitó a Sydney en la ocasión de una asamblea de distrito que se celebró en el estadio de Leichhardt. Se hicieron planes para que él pronunciara el discurso público en el local llamado Sydney Sports Ground, y se firmaron contratos para que su discurso se publicara en un periódico matutino y se transmitiera por radio por todo el país. Para este tiempo el hermano Rutherford era bien conocido por sus declaraciones francas acerca de las actividades de la Iglesia Católica Romana en los asuntos públicos. Por eso, las autoridades de la prensa y la radio quisieron someter a censura su discurso antes de que él lo presentara, pero los hermanos no aceptaron esto. De modo que se hicieron arreglos para poner el discurso en un folleto bajo el título de ¿Libertad, o romanismo? Hubo una impresión de un millón ejemplares de esta “bomba” con cubierta de rojo vivo para distribuirlos por toda Australia. Mientras tanto, el hermano Rutherford fue el centro de intensa publicidad. Como resultado, unas diez mil personas vinieron a oír su discurso. En aquel tiempo solo había 1.300 Testigos en toda Australia, de modo que el testimonio que se dio fue realmente grande.
Entre las razones que tuvo el hermano Rutherford para su visita estaba el examinar quejas que se habían presentado acerca de ciertas actividades comerciales que la sucursal australiana había desarrollado para dar empleo a los hermanos. Él quedó convencido de que estas cosas no estaban causando daño a la predicación de las buenas nuevas y dio encomio al hermano MacGillivray por su iniciativa. Sin embargo, más tarde estas empresas causarían penalidades y dificultad.
¡PROMINENCIA DE AUTOS CON ALTAVOZ!
Muchos autos con altavoz transmitieron las buenas nuevas por ciudades, pueblos y zonas rurales. Los autos estaban equipados con un altavoz encima y un plato giratorio dentro, y se tocaba alguna música y después se presentaban las grabaciones de conferencias bíblicas preparadas por el hermano Rutherford. Después de la conferencia, los hermanos iban a hacer visitas de casa en casa.
En Hobart, Tasmania, varias veces se había dado uso a un auto con sistema sonoro para transmitir las conferencias a más de trescientos obreros fabriles mientras éstos tenían su comida del mediodía en alrededores agradables en los muelles. Cierto día los hermanos notaron que la policía estaba esperando, obviamente con el objetivo de impedir que comenzara la transmisión.
Un pescador, un bondadoso hombre de edad avanzada que anteriormente había mostrado algún interés en la verdad, había amarrado su barco al muelle. Los hermanos le hablaron, y él concordó en permitirles colocar el sistema de altavoz en su barco, que, por supuesto, era propiedad privada y estaba fuera del poder que podía ejercer la policía. Así que el programa que se había preparado siguió adelante como se había planeado. Los obreros continuaron oyendo la conferencia, mientras la policía caminaba de un lado a otro sobre el muelle en despliegue de pura frustración.
Un vehículo que la gente reconocía fácilmente en las ciudades era el “Terror Rojo,” una camioneta de paneles en rojo vivo que llevaba encima un gran altavoz. Bert Horton, quien por turno fue director regional de servicio, siervo de zona y finalmente miembro de la familia de Betel, y su esposa Vi, utilizaron por muchos años este sobresaliente vehículo. En un solo año en casi toda calle de Melbourne resonaron electrizantes denuncias de la religión falsa.
Aquella obra era ideal para el hermano Horton, a quien en todo estado del país conocían cariñosamente como “Horton el del Armagedón.” Lo llamaban así debido a sus discursos ardientes y al estímulo que daba a los hermanos de todas partes para que pusieran en primer lugar los intereses del Reino en vista de lo inminente del Armagedón. Bert Horton y su esposa eran excelentes ejemplos vivientes de hacer esto mismo, y Bert sirvió fielmente en Betel en sus postrimerías hasta su muerte en 1972. La hermana Horton continúa como miembro de la familia de Betel y todavía efectúa su trabajo diario a la edad de 78 años.
DE ENTRADA Y SALIDA EN LOS TRIBUNALES
George Powell, precursor, pasó un tiempo memorable con Bert Horton en la actividad con los autos equipados con altavoz. Después de trabajar en Melbourne, pasaron a pueblos rurales menores. En Whittlesea, el hermano Powell ofreció literatura a un hombre que, sin decir una palabra, ofreció una moneda de seis peniques (cinco centavos de dólar) sobre la punta de un dedo a cambio de alguna literatura. “Ahora,” dijo, “¡queda usted arrestado por vender libros sin licencia!” Era el policía del pueblo en ropa de ciudadano común. Sucedió que el tribunal estaba en sesión aquel día, de modo que el hermano Powell fue llevado al tribunal, y el juez dijo que éste sería el primer caso que oiría. La sala estaba llena de gente. Todos los presentes recibieron un buen testimonio y no mostraron hostilidad al hermano Powell.
Para este tiempo los otros hermanos empezaron a preguntarse qué le habría pasado al hermano Powell. Mientras el tribunal estaba en sesión, Bert Horton miró por la entrada y se sorprendió al ver a su compañero en el estrado de los testigos. El hermano Powell fue multado en diez chelines (que entonces eran el equivalente de $2, E.U.A.) por “vender libros sin licencia.” Él rehusó pagar la multa, porque, como dijo al tribunal: “Yo tengo diez chelines, ¡pero no estoy dispuesto a pagarlos, porque estoy predicando el Evangelio y nosotros no pagamos multas por eso!” Se le dejó en libertad, pero por años después de eso la policía siguió visitando el hogar de su hermana, en Melbourne, en un esfuerzo por cobrar la multa.
AMENAZAS DE CHUSMAS
Miembros encolerizados del Ejército de la Salvación lanzaron ataques de chusma contra los hermanos de Townsville, Queensland; amenazaron con volcarles el automóvil equipado con altavoz. La oposición a la proclamación del Reino crecía, y los líderes religiosos se esforzaban por volver la opinión pública contra el pueblo de Jehová. Matilda Marsh era precursora en Tasmania cuando una chusma inspirada por un sacerdote intentó empujar al mar por un precipicio el remolque de ella. Más tarde, una multitud airada arrojó grandes piedras contra el grupo de precursores y causó grandes daños al remolque, y mientras los precursores estaban testificando en zonas rurales, la multitud prendió fuego al remolque y lo destruyó.
A medida que los automóviles con altavoz y los celosos publicadores transmitían el mensaje del Reino por ciudades y pueblos, con frecuencia se enfrentaban a oposición por parte de chusmas incitadas por el clero. Lloyd Barry recuerda la ocasión en que él y Tom Bradburne (quien era superintendente de congregación de Sydney y superintendente de circuito en aquellos días) estuvieron en Maitland, una población católica de Nueva Gales del Sur, para participar en una asamblea. Al último momento las autoridades locales cancelaron el uso del Ayuntamiento por los testigos de Jehová, y por eso los hermanos, a la hora de la reunión pública, estacionaron un automóvil con altavoz frente al Ayuntamiento y, mediante el altavoz, hicieron una vigorosa declaración de protesta y pidieron reconocimiento a la libertad de palabra y religión.
Al fin de la declaración, una chusma enorme se había congregado alrededor del auto y empezó a empujarlo para volcarlo. Pero en ese mismo momento se presentó allí un policía, y la chusma, pensando que él iba a arrestar a los hermanos, se echó atrás. Sin embargo, el agente metió la cabeza por la ventana del auto y dijo: “¡Muchachos, si quieren seguir vivos, salgan ahora mismo de esto!” El hermano Bradburne puso en marcha el motor, y milagrosamente pareció abrirse un camino entre la muchedumbre, ¡y el auto aceleró camino abajo con el agente de la policía como pasajero en el estribo! Sucesos de esta índole no eran raros en los días de la actividad con los autos equipados con equipo sonoro.
AFRONTANDO CHUSMAS EN LAS ASAMBLEAS
Para el hermano Barry éste fue el primero de tres fines de semana sucesivos de enfrentarse a oposición al Reino. En el siguiente fin de semana estuvo de presidente en una asamblea que se celebraba en Lismore, Nueva Gales del Sur, donde servía junto con un precursor de mucho tiempo, Arthur Willis. El discurso público “¿Fascismo, o libertad?” había recibido extensa publicidad, especialmente mediante una marcha de información con carteles, en la cual participaron unos sesenta publicadores locales. Todo el mundo hablaba acerca de los testigos de Jehová. También se decía que un gran grupo de cortadores de caña católicos vendría de las zonas rurales para desbaratar la reunión que se había preparado.
Y así sucedió, pues para cuando el presidente pasó a presentar el discurso grabado del hermano Rutherford, una chusma de varios centenares de hombres de apariencia robusta se había reunido en la parte posterior del auditorio. El presidente, al darse cuenta de la situación, hizo una declaración franca acerca de las tácticas que había estado usando la Acción Católica hasta aquel tiempo para desbaratar las reuniones de los testigos de Jehová. Inmediatamente un vocero del grupo se plantó sobre una silla y empezó a clamar: “¡Deje de hablar contra mi religión!” El presidente, volviéndose al único sargento de la policía en servicio allí, le dijo: “¡Saque a ese hombre!” Aunque este sargento había arrestado al hermano Willis varios días antes durante la obra en la calle con las revistas, ¡en esta ocasión de hecho sacó al hombre!
Entonces la chusma sin su líder escuchó en silencio toda la conferencia de una hora. Sin embargo, al fin de ésta procedieron a crear un alboroto. Derribaron una mesa en la cual se exhibía literatura bíblica. Un miembro de la chusma arrojó una bomba fétida de plástico en la plataforma de los oradores, pero, mientras ésta descendía, el presidente le dio con una vara y la bomba fétida voló sobre el auditorio y cayó en medio de la chusma, y allí explotó... para disgusto de éstos. Para este tiempo habían llegado refuerzos de la policía. Estos separaron a la chusma de entre los testigos de Jehová y sus amigos, y los Testigos y sus amigos pudieron salir del auditorio mientras los demás los abucheaban.
En aquel mismo fin de semana del 3 de septiembre de 1939, Gran Bretaña declaró la guerra contra Alemania; la II Guerra Mundial habría de causar más problemas a los testigos de Jehová.
En el fin de semana siguiente hubo una asamblea en la ciudad de Toowoomba, en el sur de Queensland. En ésta también se destacó una enorme marcha de información en la cual se usaron cartelones, y la policía suministró protección contra la chusma que se había reunido. Cuando regresaban de la marcha de información, el hermano Barry y el superintendente de zona (circuito), Douglas Begg, fueron citados para comparecer en la oficina del alcalde de la ciudad. Él informó a los hermanos que poco antes dos clérigos protestantes le habían visitado en su oficina en protesta contra uno de los cartelones de la marcha... “La religión es un lazo y un fraude.” Poco después, un joven cura católico le había visitado con un mensaje del obispo en el cual se dirigía atención al hecho de que la Iglesia apoyaba el esfuerzo de guerra, y en el cual se solicitaba que se negara a los testigos de Jehová el uso del Ayuntamiento el día siguiente. Por lo tanto, el alcalde había cancelado nuestro arreglo de usar aquel lugar.
A la hora que se había fijado, nuestro automóvil con altavoz se detuvo frente al Ayuntamiento, pero la policía impidió que se hiciera un anuncio por el altavoz. La asamblea tuvo que dispersarse sin oír el discurso público.
Sin embargo, la noche siguiente se celebró la reunión del concejo municipal local. Esto suministró a los hermanos la oportunidad de preparar una carta directa y vigorosa al concejo municipal en protesta por esta negación de la libertad de palabra. En la reunión que se celebró aquella noche se leyó la carta, y los miembros del concejo municipal tuvieron un largo debate sobre su contenido. Aproximadamente la mitad de ellos favorecía la libertad de palabra y la otra mitad apoyaba al alcalde. La mañana siguiente, todo lo que se dijo en aquella reunión, incluso el texto completo de la carta misma, se publicó en el periódico local. Esto dio un tremendo testimonio a Toowoomba y a las zonas rurales circundantes, donde muchas personas se expresaron de manera favorable respecto a los testigos de Jehová.
PREDICACIÓN DEL REINO DURANTE LA II GUERRA MUNDIAL
La bendición abundante de Jehová continuó sobre la obra de predicar, y cada año se celebraron notables asambleas de distrito en la mayoría de las principales ciudades de todo el país. Al estallar la II Guerra Mundial se fue haciendo cada vez más difícil alquilar salones públicos o auditorios para las asambleas de distrito. El único lugar disponible para la asamblea de distrito que se planeaba para julio de 1940, en la cual se había de presentar el libro Religión, fue los terrenos del Betel de Sydney. Se erigieron grandes tiendas de campaña al lado del Betel y la oficina, en el área donde ahora hay un Salón del Reino y un lugar de estacionamiento.
Para este tiempo el marchar con cartelones, o “paradas de información,” había llegado a ser un rasgo prominente de la publicidad del Reino, y se decidió usar este medio de publicidad de manera prominente durante esta asamblea. Sin que lo supiera la administración de la asamblea, agentes de la policía habían venido silenciosamente a la carretera que pasaba precisamente al lado de las grandes tiendas de campaña. Estos escucharon cuidadosamente los anuncios acerca del servicio en el campo, y anotaron detalles de todos los lugares que de antemano se habían fijado como lugares de reunión en esquinas especificadas de ciertas calles de Sydney y centros comerciales suburbanos. Miembros de la policía fueron enviados entonces a estas áreas, donde esperaron para arrestar a los hermanos tan pronto como se colocaran sobre sí los cartelones.
Un hermano recuerda que él y su compañero cometieron un error; se equivocaron de esquina. Por eso, pudieron usar sus cartelones sin que nadie se lo estorbara. Sin embargo, cuando no se presentaron otros publicadores para unirse a ellos, se dieron cuenta de que habían ido al lugar equivocado. Cuando llegaron a la esquina debida, el policía que los esperaba allí los recibió con una sonrisa y dijo: “¿Qué pasó? ¿Se perdieron?” Entonces les quitó los cartelones que llevaban y los rótulos que portaban y les pidió que fueran con él y los demás hermanos, que habían llegado antes, a la comisaría. Aquella fue una procesión notable y atrajo mucha atención, pues diez o doce hermanos iban siguiendo a los dos agentes de la policía, quienes llevaban los cartelones de tal manera que podían ser fácilmente leídos por toda persona que pasaba por la calle. De hecho, ¡esto creó más publicidad de la que hubiera habido si a los hermanos se les hubiera permitido llevar los cartelones puestos sin interferencia!
LLEGAN OTROS
En diciembre de 1940 Wallace Baxter y Percy y Madge Dunham llegaron al hogar Betel de Strathfield. El hermano Baxter había estado atendiendo la sucursal de Tallinn, Estonia, desde 1930, y el hermano Dunham y su esposa habían estado en la sucursal de Latvia. Puesto que la II Guerra Mundial había comenzado y el hermano Baxter y los Dunham eran súbditos británicos, el presidente de la Sociedad les aconsejó que trataran de obtener entrada en cualquier país de habla inglesa que les fuera posible. La experiencia madura de estos hermanos fue muy apreciada por los que estuvieron sirviendo en Australia durante aquellos difíciles años de la guerra.
El hermano Baxter continuó en su servicio de tiempo completo en los almacenes de literatura de la Sociedad en Brisbane y Melbourne por varios años después de llegar a Australia. En 1948 regresó a Betel y continúa sirviendo como miembro del Comité de la Sucursal a la edad de 85 años.
Los hermanos Dunham fueron bien recibidos en la familia de Betel inmediatamente, y muchos de los hermanos jóvenes que entonces servían en Betel apreciaron la actitud paternal y las cuidadosamente escogidas palabras de sabiduría bíblica del hermano Dunham, así como la propia larga experiencia que había adquirido en la vida. Él murió en junio de 1951, pero la hermana Dunham continúa sirviendo en Betel y puede efectuar el trabajo de un día completo todos los días, aunque tiene 79 años de edad.
SE OYE DE LA PROSCRIPCIÓN
Al considerarse que rabiaba la Batalla de Inglaterra y había soldados australianos peleando en el África del Norte, no fue sorprendente el que aumentara la histeria. El clero de la cristiandad se aprovechó del desarrollo de una opinión pública en contra del pueblo de Jehová y ejerció presión por medio de políticos y de los periódicos para obtener la proscripción de la obra de los testigos de Jehová. Políticos de varios parlamentos estatales exigieron repetidamente que el gobierno federal actuara. W. M. Hughes, fiscal del Alto Tribunal, resistió al principio esta presión, y declaró que la nación estaba envuelta en una guerra por la libertad, y que no se proponía derrotar el objetivo de ésta mediante privar de esa libertad a algunos ciudadanos.
En este tiempo la Sociedad era dueña de cuatro radioemisoras que empleaba en Australia. Un periódico, que dejó de funcionar poco después, arrojó insinuaciones veladas en el sentido de que estas emisoras transmitían subrepticiamente información valiosa a los nazis. Esta acusación nunca se llevó a los tribunales, porque no había ninguna evidencia. Se basaba en la vieja premisa de que, si se arroja suficiente lodo, parte de él se pega. Pero aquello, añadido a la histeria bélica general, pareció bastar para inclinar la balanza en contra de la Sociedad.
En enero de 1941 se publicó una orden en el sentido de que “cualquier cuerpo, incorporado o no incorporado, . . . dañino a la defensa de la Commonwealth o a la prosecución, con eficacia, de la guerra, queda declarado ilegal.” Los reglamentos para la seguridad nacional estipularon que cualquier organismo así definido había de ser disuelto y su propiedad había de pasar a la Corona. A los miembros no se les permitiría reunirse para estudio ni adoración, ni imprimir, distribuir o tener en posesión suya libros ni otros asuntos pertinentes al organismo.
Las autoridades de la Commonwealth, equipadas con estos poderes, se incautaron de la oficina, la fábrica y el almacén de la Sociedad en Strathfield el sábado 18 de enero de 1941.
Sin embargo, debido a falta de coordinación entre Hughes, el fiscal del Alto Tribunal, y Menzies, el primer ministro, los hermanos recibieron notificación de la proscripción inminente con muchas horas de adelanto. Este tiempo permitió que los hermanos de Betel dispusieran del material privado que había en la oficina. En un comentario sobre esta confusión gubernamental, una autoridad militar, citada en el periódico Morning Herald de Sydney del 18 de enero de 1941, dijo: “No pudiera haberse cometido más chapucería que la que se cometió respecto a la proscripción. Nadie pudiera dar dieciocho horas de advertencia pública respecto a la intención de someter a un registro el local de alguien y entonces esperar que pudiera hallar cosa alguna de interés cuando llegara.”
Hermanos responsables de la sucursal no pudieron menos que pensar que en esto hubo evidencia de dirección y guía angelical. Por la notificación dada de antemano, los hermanos de la oficina pudieron remover de la propiedad archivos y registros. Varios camiones llenos de literatura del Reino transportaron la literatura de Betel a escondites en varias partes de la ciudad.
Después, al amanecer, cuando media docena de limusinas negras del gobierno entraron en la propiedad de la sucursal, hallaron que “no había nada en la alacena.” Casi toda la literatura que tan necesaria era para los hermanos había sido quitada del departamento de envíos y estaba segura en otros lugares.
La semana siguiente cinco miembros de la familia de Betel fueron enviados a prisión para cumplir un término de seis meses cada uno debido a la cuestión de neutralidad, pues el tribunal rechazó su solicitud de que se les reconociera como ministros.
SERVICIO BAJO LA PROSCRIPCIÓN
Todos los departamentos de la Sociedad fueron cerrados con llave y atrancados excepto la residencia donde se permitió que la familia de Betel continuara viviendo. Las autoridades colocaron guardias armados en servicio diurno y nocturno, para asegurarse de que ninguna parte de la propiedad de la Sociedad, de la cual se decía ahora que estaba en manos de la Corona, fuera movida de allí. Se efectuaba un registro de todo saco o bolsa que se introducía en el lugar o se sacaba de él, y los visitantes tenían que declarar el propósito de su visita antes de que se les permitiera entrar en Betel.
El equipo de oficina, incluso las máquinas de escribir, fue puesto bajo sello por los agentes de la seguridad. De noche, sin embargo, miembros del personal de Betel podían entrar en la oficina por el techo, quitar parte del equipo y sustituir bloques de madera, de modo que parecía que las máquinas todavía estaban allí. Las operaciones de la sucursal continuaron efectuándose, sin ser observadas, en la buhardilla. Durante un tiempo considerable el personal de la sucursal continuó sus operaciones, clandestinamente, arriba, ¡mientras los guardias vigilaban el lugar abajo! En varias partes del lugar los hermanos instalaron timbres eléctricos zumbadores para dar aviso de los automóviles o agentes de la seguridad que se acercaban. A veces las hermanas, mientras aparentemente solo estaban lavando platos, permanecían en su trabajo por horas para detectar la llegada de sospechosos.
Cuando se impuso la proscripción, toda la literatura, incluso Biblias y grandes cantidades de papel, fue o confiscada o sellada en la oficina central de Betel. Precisamente antes de la proscripción, un gran cargamento del libro Religión, el folleto Gobierno y paz y grabaciones de la última conferencia bíblica del hermano Rutherford habían llegado al muelle de Sydney. Debido a lo sombrío de la situación respecto a los testigos de Jehová en aquel tiempo, la aduana rehusó permitir la entrada de esta literatura en el país. Así que quedó allí sin poder ser movida.
Sin embargo, cuando se impuso la proscripción la oficialidad aparentemente se dio cuenta de que alguien tenía que pagar por mantener la literatura en el muelle. Puesto que prefirieron no hacer eso, enviaron toda esta literatura y las grabaciones a Betel y las almacenaron en el amplio departamento de envíos. El saber acerca de toda esta literatura y los valiosos suministros de imprenta, tales como grandes cantidades de papel de imprenta, que era difícil de obtener, estimuló la ingeniosidad de la familia de Betel.
Cuatro guardias armados vigilaban la propiedad de Betel, y el departamento de envíos y la imprenta estaban clausurados. Sin embargo, la pared trasera del departamento de envíos lindaba con un desviadero poco usado. Por eso, de noche, y usando métodos que recordaban lo escrito en Ezequiel 12:5-7, los hermanos pudieron entrar por esta pared mediante la remoción de algunos ladrillos. Desde el interior se las arreglaron para abrir las puertas que les permitían el paso al patio sin romper el sello de clausura, y así todo quedó listo para sacar el material.
En medio de esta situación, el servicio de Betel comenzaba después de la medianoche y seguía hasta aproximadamente las 4 de la mañana, un período durante el cual los guardias estaban menos atentos a su labor. Un sistema telefónico oculto que se extendía a los diversos edificios de Betel estaba bajo el control de un hermano que podía vigilar a los cuatro guardias apostados. Mientras éstos dormían, él mantenía activada la señal de que todo iba bien. Pero si cualquiera de los guardias se movía, daba advertencia inmediatamente, y las puertas del edificio se cerraban silenciosamente hasta que todo peligro había pasado.
En cierta ocasión en que el hermano MacGillivray regresó a casa por automóvil, el guardia que por lo general estaba en el portón de enfrente no estaba allí. El hermano MacGillivray bajó del auto y dio unos pasos hacia el frente, pero se le enfrentaron dos guardias que habían salido corriendo de la oficina donde se hallaban. Hicieron dos disparos contra él. Uno de éstos le atravesó el hombro. Se le ayudó a entrar en el edificio de Betel, mientras sangraba profusamente de la herida. El hermano MacGillivray se repuso, pero seis meses después murió.
OTRA ACTIVIDAD CLANDESTINA
Por dos años y medio los hermanos continuaron funcionando clandestinamente. No faltó ni un solo número de La Atalaya durante todo el período de la proscripción. Durante ese tiempo docenas de miles de ejemplares de libros encuadernados, revistas, tratados y otro tipo de material se imprimieron. La calidad de la impresión era muy parecida a la del producto original que se recibía de los Estados Unidos. Durante la proscripción, el pueblo de Jehová no se perdió ninguna de las nuevas publicaciones, y cada año también se reprodujo el Anuario completo.
Toda la literatura publicada por el arreglo de impresión clandestina llevaba el pie de imprenta: “Impreso por George Gibb, cuya residencia usual es . . . .” Esto satisfacía el requisito legal de que toda publicación debería mostrar la residencia usual del impresor. La policía buscó en todas partes al hermano Gibb, pero nunca pudo encontrarlo... ¡y él vivía exactamente en la dirección publicada! Así, el nombre del hermano Gibb llegó a ser bien conocido por todo el país. Él ha servido como muy amado miembro de la familia de Betel desde 1928, y todavía trabaja en la imprenta de la sucursal a los 85 años de edad.
Puesto que la proscripción prohibía la literatura de la Sociedad Watch Tower, así como el celebrar reuniones en auditorios o en agrupaciones grandes, los hermanos se reunían con regularidad en hogares particulares. El trabajo de casa en casa continuó, con el uso de la Biblia solamente. Donde se encontraba interés genuino se hacían revisitas y se presentaba literatura.
Una hermana de Melbourne, quien testificó con regularidad de casa en casa usando solamente la Biblia, dice que los amos de casa solían llamar a la policía. Hacían que ella siguiera hablando hasta que veían que el agente de la policía se acercaba. Entonces se excusaban de atender a la hermana, y ésta, al salir, se encontraba con el policía. Entonces solía suceder lo de siempre: el policía examinaba lo que ella llevaba en la bolsa, preguntaba qué estaba haciendo y trataba de hallar aunque fuera un ejemplar de la literatura proscrita. Pero, por supuesto, ¡todo lo que podía hallar era la Biblia! Los agentes de la policía solían tomar nota del nombre y la dirección de los publicadores, pero no podían hacer nada más. Nuestra hermana recuerda que por lo menos dos policías diferentes le dijeron más o menos esto: ‘No se preocupe; pero sería mejor que ahora pasara a otra área, a unas cuantas calles de aquí. ¡Quiero que sepa que hay más policías a favor de ustedes que en contra de ustedes!’
A PESAR DE LA PROSCRIPCIÓN... ¡UNA GRAN ASAMBLEA EN 1941!
Una asamblea nacional en 1941... esto era lo que deseaban los hermanos australianos. Pero ¿cómo, estando en vigor la proscripción? Veríamos si Jehová haría posible tal asamblea y la bendeciría, en medio de las condiciones de la proscripción. Se escogieron las fechas de diciembre 25 a 29, y la asamblea seguiría el modelo de una que se celebraría en Saint Louis, Missouri, E.U.A., más temprano en aquel año. Porque no era posible obtener un lugar como el que se requeriría, los hermanos usaron un terreno vacío que pertenecía a la Sociedad en Hargreave Park, a unos veintinueve kilómetros de Sydney.
Los hermanos vinieron de todas partes de Australia, principalmente por tren, pues la gasolina estaba racionada. Sin embargo, el gobierno de Australia Occidental rehusó suministrar transportación por ferrocarril para nuestros delegados, y creó una situación aparentemente imposible para hermanos que se hallaban a casi cinco mil kilómetros de distancia.
Sin arredrarse, los hermanos del Oeste equiparon sus automóviles con unidades productoras de gas que funcionaban por carbón. Para la hora de partida el 11 de diciembre habían preparado nueve autos y camiones para el difícil viaje de casi diez mil kilómetros ida y vuelta. Una Granja del Reino que se hallaba en Australia Occidental suministró carbón para el transporte del convoy por los 1.160 kilómetros de carretera desértica no pavimentada desde Norseman hasta Penong en Australia Meridional. Desde aquel punto en adelante por lo menos había una buena carretera y algunos pueblos.
El viaje entero a Sydney tomó 14 días, y una semana completa de él se pasó entre las penalidades de la llanura de Nullarbor (que significa “Ningún Árbol”). El pelo y la ropa se cubrían de polvo fino, y el lavarlos en la cantidad limitada de agua, un agua salobre y de alto contenido mineral, solo convertía el polvo en barro. Los autos tenían que detenerse y volver a cargarse de carbón cada 80 kilómetros. Los vehículos más lentos funcionaban durante las 24 horas del día, y los conductores efectuaban su labor por turno, comiendo y durmiendo mientras el convoy cruzaba lentamente el desierto.
Los funcionarios militares, policíacos y relacionados con el combustible demostraron la dureza que podían manifestar cuando se apoderaron del suministro de gasolina para emergencias en el último pueblo antes del momento de cruzar el desierto. Esto significaba que los hermanos tenían que empujar el primer auto por de tres a cinco kilómetros cada mañana hasta que empezaba a funcionar por gas de carbón; entonces se usaba este auto para halar los demás hasta que ellos empezaban a funcionar. Pero el convoy llegó triunfante, a tiempo para el comienzo de la asamblea. Los periódicos, tan despreciativos en la publicidad que dieron por adelantado mientras se efectuaba el viaje a través de Nullarbor, guardaron extraño silencio cuando el grupo entero de los delegados llegó a Sydney sano y salvo.
Un punto saliente de esta asamblea fue la presentación del libro Hijos en edición impresa en Australia. Este libro había sido presentado en Saint Louis, sólo cuatro meses antes. Cuando obtuvo un ejemplar del libro, el hermano MacGillivray dio la orden: “¡Impriman el libro Hijos!” Parecía imposible que la fábrica clandestina pudiera cumplir con tal asignación. ¡Hasta en medio de condiciones ordinarias la sucursal de Australia nunca había producido hasta entonces un libro encuadernado! Pero bajo la supervisión de un impresor experimentado y denodado organizador, Malcolm Vale, ¡la organización clandestina puso manos a la obra!
Supuestamente las varias imprentas que usábamos imprimían cosas seglares ordinarias, y cuando agentes de la policía las inspeccionaban de vez en cuando, aquello era todo lo que veían. Pero a mitad de la noche se quitaba la cobertura al proyecto de impresión de la Sociedad. ¡Muchas eran las porciones de libros que se producían para cuando de nuevo rayaba el día!
Uno de los mayores problemas fue el de encuadernar los libros. Los hermanos alquilaban un almacén que nadie estuviera usando, y llevaban allí el equipo de encuadernar bajo la protección de la noche. Turnos de hermanos y hermanas trabajaban allí día y noche, en la producción de libros que seguían el patrón de los que se publicaban en Brooklyn. A veces, después de unos cuantos días, los vecinos se preguntaban qué estaba pasando allí, y quizás la policía local se interesaba en ello. Esto era la señal para recoger todo el equipo de encuadernación en medio de la noche siguiente y colocarlo en camiones y transportarlo a otro almacén alquilado. Y así continuaba, semana tras semana, el proceso de encuadernar y producir los libros. El taller de encuadernación tuvo que cambiar de lugar 16 veces. Pero los hermanos tuvieron la recompensa de ver un excelente surtido del libro listo para la presentación de éste en su asamblea.
Puesto que la literatura de la Sociedad estaba proscrita, la presentación del libro también tuvo que hacerse calladamente. Para una sesión de la asamblea que se celebraría temprano por la mañana, se dirigió a los delegados a hogares privados de testigos de Jehová en varias localidades. Allí se presentó el libro al grupito que asistió a cada lugar. El informe del superintendente de la sucursal en el Anuario siguiente fue: “Frente a tremendas desventajas, los impresores hicieron un trabajo que solo pudiera haberse completado por trabajadores consagrados y con la fortaleza que imparte el Señor. Cada niño recibió su regalo, y 20.000 ejemplares del libro han sido distribuidos por toda Australasia.” ¡Seis mil personas asistieron a la asamblea bajo la proscripción!
CAMBIOS EN LA SUCURSAL
Poco después de la asamblea, la familia de Betel recibió una notificación de desahucio el 8 de mayo de 1942, y en ésta se les exigía que salieran dentro de veinticuatro horas. El ejército habría de ocupar el lugar. Miembros de la familia de Betel se alojaron en casas cercanas.
Poco después de la muerte del hermano Rutherford, el 8 de enero de 1942, también murió el hermano MacGillivray, el 22 de julio de 1942. Philip Rees comenzó a servir ahora como superintendente de la sucursal. El hermano Rees, quien entonces tenía 26 años de edad, había estado en Betel desde que tenía 15 años. Conocía cabalmente cómo funcionaba la sucursal, pues había estado en constante contacto con su desarrollo. Hoy él y su esposa, Maudie, son miembros de la familia de Betel de Londres, Inglaterra.
Antes de su muerte, el hermano MacGillivray había comenzado a entablar proceso legal en el Alto Tribunal de Australia para recusar la validez de la proscripción. Al mismo tiempo, cartas de protesta y peticiones fluían constantemente a diversos funcionarios.
La actividad de los publicadores continuó prosperando, estimulada por esta lucha a favor de la libertad y por la publicidad nacional que recibía la obra. Sin embargo, debido a que los servicios de correo se hallaban desorganizados, se necesitó tiempo y duro trabajo para que la organización volviera a su condición anterior de trabajar con eficacia. Pero, después de varios meses, con la ayuda de Jehová, esto se efectuó.
DIFICULTADES BAJO LA PROSCRIPCIÓN
Los hermanos experimentaron dificultades y presiones como resultado de las condiciones de proscripción. Alex Miller recuerda que la policía tuvo que ver con la disolución de una reunión en la cual varios hermanos estaban recibiendo entrenamiento para la obra de siervo a los hermanos (circuito). Sin embargo, para cuando el primer policía, quien descubrió que la reunión se estaba celebrando, regresó a contar esto a sus colegas, los hermanos habían salido del edificio por un terraplén ferroviario, y todos escaparon sin daño.
Más tarde la Sociedad pidió al hermano Miller que fuera a Brisbane para dar atención a una de las congregaciones de aquel lugar. Pero ¿cómo podría llegar él allí? El viaje por tren estaba restringido al personal militar o a los que viajaban con órdenes del gobierno. ¡El hermano Miller meditó en cuanto al problema por un momento y entonces decidió ir vestido como clérigo! Pudo obtener pasaje en el tren, y viajó con dos grandes maletas llenas de ejemplares del Anuario, que había sido impreso clandestinamente. De este modo los hermanos de Queensland recibieron sus ejemplares del Anuario para 1943.
Aubrey Baxter usó otra estrategia para llevar literatura a los hermanos. Recogió libros Hijos en Brisbane y viajó por tren al extremo norte del estado. En cada lugar donde había una congregación salió del tren con una caja de literatura. Cada vez hizo esto: ató la hoja de una sierra circular al exterior de la caja. La policía siempre esperaba los trenes y examinaba a los pasajeros, ¡pero siempre dejaron pasar la hoja de la sierra circular y a nuestro hermano!
El hermano Baxter relata la clase de sospecha que había creado en la mente de las autoridades en aquel tiempo la histeria bélica: “Cierto día, en la Granja del Reino, en Queensland septentrional, se presentaron dos automóviles llenos de miembros de la policía y del ejército, y estas personas querían saber dónde estaba el reflector que supuestamente habíamos estado usando para provecho del enemigo. Sucedió que habíamos estado trabajando por varias noches con una lámpara que arrojaba su luz sobre un dique que estábamos construyendo. ¡Otra ridícula acusación fue la de que supuestamente habíamos sembrado en clave un campo de maíz de modo que el enemigo pudiera leer el mensaje desde el aire! Por supuesto, también se demostró que esta ridícula acusación era falsa.”
EXPERIENCIAS EN ASAMBLEAS
El hermano Lloyd Barry, quien más tarde sirvió de misionero y superintendente de sucursal en el Japón, y ahora es miembro del Cuerpo Gobernante en Nueva York, recuerda con deleite algunas de aquellas ocasiones difíciles, pero excitantes. Relata que la asamblea de distrito de 1942 tuvo que celebrarse en grupos pequeños en las casas. Él sirvió de presidente en la asamblea de Melbourne aquel año y recuerda el tremendo esfuerzo que hicieron los hermanos por presentar el programa.
Era imposible celebrar una sola gran asamblea, y por eso los delegados que habían venido de todas partes de Victoria fueron distribuidos entre unas 12 casas de los hermanos. En algunas de estas casas hubo una concurrencia de cincuenta o sesenta personas cada día. Cada orador pronunciaba su discurso en todos estos lugares, lo cual significaba que tenía que repetir 12 veces el mismo discurso de media hora. Aunque los hermanos no oyeron los discursos de la asamblea en el orden usual, pudieron disfrutar de todo el programa debido a los excelentes esfuerzos que hicieron estos oradores viajantes.
Durante la asamblea el hermano Barry se alojó en el hogar de precursores de Hawthorne. Todo marchó bien el primer día, pero como a las cinco de la mañana siguiente se oyó un clamor desde la parte del frente de la casa: “¡La policía!” ¡La policía se había presentado por sorpresa en el local temprano por la mañana!
El hermano Barry tenía en su maletín un bosquejo detallado del programa de la asamblea y detalles escritos respecto a los procedimientos que se habían de seguir si la policía se presentaba por sorpresa en una de las reuniones de la asamblea. ¡Este material ciertamente era material comprometedor, y allí estaba él, atrapado en el cuarto trasero de la casa con él!
La policía ahora fue registrando la casa, sacando gavetas y trastornando las cosas. Primero, el hermano Barry trató de meter el maletín debajo del colchón de la cama, pero resultó obvio que se podría ver allí. Fue a la ventana, y, como se lo sospechaba, había un policía en traje de ciudadano común de pie en cada esquina de la casa.
Al mirar por la ventana de nuevo unos momentos después, el hermano Barry notó que uno de los policías dejó por el momento su puesto. Abriendo la ventana, el hermano Barry lanzó el maletín a la mayor distancia que pudo dentro del huerto que había abajo. ¡Qué maravilloso fue ver que caía en medio de un sembrado de coles y que las hojas de las coles se cerraron sobre él y lo encubrieron! Un momento después agentes de la policía entraron en el dormitorio y empezaron a desbaratar todo, mientras hacían preguntas sondeadoras, pero nunca obtuvieron aquella valiosa información acerca de los planes que teníamos para las asambleas.
FRACASAN OTRAS RESTRICCIONES
Los varios departamentos de Betel habían sido quitados de un solo lugar y funcionaban en oficinas clandestinas en varias partes de la ciudad de Sydney. Los Testigos podían trabajar de casa en casa usando solamente la Biblia. Esto resultó en el comienzo de muchos estudios bíblicos en los hogares de personas que mostraron interés genuino durante las primeras visitas que los Testigos les hicieron. La obra de predicar y hacer discípulos siguió aumentando, a pesar de la proscripción.
Cuando las autoridades vieron que la obra del Reino seguía prosperando, hicieron esfuerzos más intensos por desorganizarla. Entregaron órdenes de restricción a todos los hermanos prominentes a quienes pudieron encontrar. Estas órdenes exigían que cada hermano que las recibiera fuera a residir en un pueblo o aldea en aislamiento. No se le permitía pasar de un radio de ocho kilómetros desde el centro del pueblo, bajo pena de encarcelamiento.
Las autoridades restringieron al superintendente de la sucursal, Philip Rees, al pueblo de Picton, donde se le mantuvo bajo vigilancia. Afortunadamente, el pueblo se hallaba a solo 110 kilómetros de Sydney. Aunque a él no se le permitía salir de aquel pueblo, no había restricción que impidiera que otros hermanos lo visitaran allí. Por eso, dos veces a la semana los hermanos que no estaban bajo restricción, y quienes mantenían en movimiento la obra, iban por automóvil movido por gas de carbón a Picton y se reunían con el hermano Rees en una barranca aislada.
ACCIÓN LEGAL CONTRA PROSCRIPCIÓN
Con el tiempo, la acción legal de la Sociedad contra la Commonwealth recibió audiencia en el Alto Tribunal de Australia. El litigio se basaba en la Sección 116 de la Constitución, que prohibía impedir el libre ejercicio de la religión. Puesto que entre los hermanos no había ningún abogado, la Sociedad tuvo que pagar los altos honorarios necesarios para obtener la mejor defensa legal en el país, y los abogados hicieron una excelente labor. El abogado principal de la Sociedad dijo a los hermanos que, contrario a lo que él esperaba, había disfrutado tanto de lo que estaba haciendo y había quedado tan impresionado con la sinceridad de los hermanos que deseaba cobrar menos.
El examen de la situación legal reveló que el edicto por el cual se había impuesto la proscripción violaba la Constitución. El Alto Tribunal de Australia es equivalente al Tribunal Supremo de los Estados Unidos, y el caso fue visto por el juez procesal, su señoría el juez Starke. Este juez vio con toda claridad la injusticia que había perpetrado la proscripción. Los abogados de la oposición trataron de agitar un caso emocional fundándose en lo que la Sociedad había dicho acerca de las bestias simbólicas de Revelación en libros como Luz (Tomos I y II). Después de escuchar tal clase de argumento por una mañana entera, el juez bostezó y, mirando el reloj, dijo: “Me parece que las bestias tienen hambre... aplazaremos la sesión para ir a comer.”
En la opinión que escribió, el juez Starke declaró que la proscripción que se había impuesto a los testigos de Jehová era “arbitraria, caprichosa y opresiva.” Recomendó que se eliminara la proscripción, pero, puesto que el caso era tan importante, lo remitió para decisión final al Alto Tribunal pleno, de cinco jueces. El Tribunal falló a favor de la Sociedad. Esta decisión fue dada el 15 de junio de 1943, un solo día después de la notable decisión a favor de los testigos de Jehová en el caso del saludo a la bandera en los Estados Unidos. ¡Por eso, los hermanos de Australia se regocijaron de magníficas victorias teocráticas al mismo tiempo que sus hermanos de los Estados Unidos! Con el tiempo el gobierno devolvió a la Sociedad toda su propiedad.
En un comentario sobre la proscripción de la obra y la subsiguiente remoción de la proscripción dos años y medio después, el juez Brennan, un juez del Tribunal Supremo de Queensland, resumió el asunto con alentador entendimiento, cuando dijo:
“En nuestra vida pública existió un estado de histeria durante algún tiempo después del estallido del desastre mundial de la actualidad. Cuando se hizo patente que nuestra misma existencia podría verse amenazada inmediatamente por la invasión de una potencia extranjera, la histeria se convirtió en pánico. A los testigos de Jehová, como organización, se les atacó y subsiguientemente se les proscribió. Cuando los asuntos se calmaron hasta cierto grado, el Alto Tribunal de Australia, con su tradicional calma británica, falló en contra de proscribir a la organización y restauró a los testigos de Jehová sus derechos constitucionales a la libertad religiosa.”
Bajo la proscripción, la cantidad de publicadores del Reino había aumentado notablemente. De solamente un poco más de 2.500 para el año de servicio de 1940, la cantidad ascendió a 4.328 que informaron un mes después de haber sido removida la proscripción. Esto fue posible porque se mantuvo intacta la organización teocrática, aunque tuvo que funcionar clandestinamente.
LAS CUESTIONES DEL SALUDO A LA BANDERA Y LA NEUTRALIDAD
Poco después de la victoria en el Alto Tribunal, la cuestión del saludo a la bandera fue considerada en artículos periodísticos. Para el fin de julio de 1943, 50 niños habían sido expulsados de las escuelas en el estado de Victoria por haberse negado a saludar la bandera. Posteriormente se convino con las autoridades de Victoria en que los hijos de los testigos de Jehová podían hacer una breve declaración, cada lunes por la mañana, de que estaban dispuestos a obedecer las leyes del país que estuvieran en armonía con la ley de Dios.
En junio de 1943, Frank Grundy, precursor especial, fue sentenciado a encarcelamiento por haberse negado a tomar el juramento de entrada en el ejército. El magistrado no aceptó su defensa de que como ministro de religión no se requería que él tomara tal juramento. Se apeló de la sentencia. Con el tiempo el tribunal superior dio un fallo escrito en el cual se sostenía que el hermano Grundy era “ministro de religión” dentro del significado del Acta de la Defensa. Este fallo judicial llegó a ser un precedente aceptado de inestimable valor respecto a obtener reconocimiento para otros representantes de la Sociedad.
Estas decisiones favorables precedieron a un cambio notable en la actitud de los magistrados cuando oían las alegaciones de jóvenes testigos de Jehová que pedían exención del servicio militar como ministros religiosos.
CAMPAÑA DE GLENELG
Hasta después de haber terminado la II Guerra Mundial se sintieron los efectos del prejuicio agitado por los superpatriotas y sus aliados religiosos. Del 27 al 29 de abril de 1945 se celebró una serie de asambleas de distrito en las cuales se presentó el discurso público “Los mansos heredan la Tierra” en 14 ciudades de toda Australia. En la mayoría de estas ciudades las asambleas se celebraron sin percance. Sin embargo, la situación fue diferente en Glenelg, un suburbio de Adelaida, en Australia Meridional. Aquí, mientras Hubert Clift presentaba al orador, Bill Carnie (quien más tarde llegaría a ser superintendente de sucursal en Hong Kong), un grupo considerable de soldados entró en la sala y creó un alboroto y exigió que el programa empezara con el himno nacional. Un grupo corrió hacia el equipo sonoro. Sin embargo, un hermano que anteriormente había sido famoso como boxeador profesional estaba vigilando este equipo. Él advirtió a los hombres que si trataban de causar daño a la propiedad de la Sociedad él tendría que protegerla. Después que dos de ellos no quisieron hacer caso de la advertencia que él dio, los demás se retiraron rápidamente con exclamaciones de: “¡Nos habían dicho que ellos no pelearían!” Pero el alboroto continuó. Fue imposible controlar a los intrusos, y hubo que cancelar la reunión.
Sin embargo, parecía importante el que este mensaje se entregara a la gente de Adelaida, como había sido dado a la gente de otras 13 ciudades principales de Australia. Por eso, tres hermanos: Philip Rees, Lloyd Barry y Norman Barnett, volaron desde Sydney a Adelaida para organizar otra campaña y otra reunión.
El hermano Barnett solía relatar que él había sido el cuarto voluntario aceptado para alistarse para el servicio de ultramar en el ejército australiano durante la I Guerra Mundial. El capitán Barnett había sufrido graves heridas de metralla durante el desembarque de australianos y neozelandeses (Anzac), en Gallipoli en abril de 1915. Sin embargo, posteriormente llegó a ser un valeroso combatiente a favor de los intereses del Reino. Su función en la campaña de Adelaida fue la de visitar varias reuniones de veteranos, presentarse como “Anzac Núm. 4” y entonces razonar con estos hombres en cuanto a la actitud que deberían mostrar para con los testigos de Jehová. De este modo, pudo dar un testimonio muy eficaz.
Al mismo tiempo, los demás hermanos escribieron un número especial de Noticias del Reino. Este artículo se dictó entonces por teléfono a Sydney. A medida que cada sección se escribía a máquina, era entregada al linotipista de la fábrica de la Sociedad. En unas horas, no solo se había preparado, compuesto e impreso este número de Noticias del Reino, sino que estaba de camino a Adelaida por avión de carga. Hubo veinticinco mil ejemplares disponibles para distribución por los publicadores de Australia Meridional el sábado antes del día del discurso público, para el cual se hicieron arreglos de nuevo, esta vez para ser presentado en el Salón del Reino de los Testigos de Jehová en Adelaida.
Durante la distribución del Noticias del Reino en el suburbio de Glenelg, tres hermanos, entre ellos dos de los visitantes que venían de Sydney, fueron atacados en la calle por una gran chusma de soldados. Estos rufianes se apoderaron de los maletines de literatura de los hermanos y dispersaron sus revistas en la calle. Exigieron que los hermanos levantaran los puños y pelearan con ellos. Sin embargo, los hermanos dieron largas al asunto por aproximadamente una hora mediante tratar de razonar con los soldados, usando para ello las Escrituras. Pero de repente la chusma se dispersó, como si se hubiera disuelto en el aire. ¿Qué había sucedido? Al mirar calle abajo, los hermanos asediados pudieron ver que alguien venía desde la esquina próxima. Era nada menos que el ex boxeador profesional que tan hábilmente había protegido el equipo de la Sociedad durante la primera reunión. La chusma no quería enfrentársele de nuevo.
Sacudidos por esta dura experiencia, los hermanos regresaron por tranvía al Salón del Reino de Adelaida. Allí estaba Norman Barnett de pie en los escalones del Salón, y, cuando él los vio, sacudió un periódico que tenía en la mano. Al examinar el periódico, los hermanos se emocionaron al ver que la edición vespertina del periódico News de Adelaida, que tenía una tirada de unos setenta y cinco mil ejemplares, había reimpreso la mayor parte del Noticias del Reino palabra por palabra en primera plana, sin comentario. Después de esto, y por la influencia de ello, radioemisoras que hasta entonces habían rehusado recibir anuncios pagados empezaron a anunciar gratuitamente, como parte de las noticias, el discurso público que había de pronunciarse.
De nuevo el domingo por la mañana los publicadores se deleitaron al poder distribuir en el campo el Noticias del Reino, además de una invitación al discurso “Los mansos heredan la Tierra,” que se pronunciaría aquella tarde. Disfrutaron de muchas excelentes experiencias. A las personas que al principio mostraban oposición se les mostraba el News de Adelaida de la noche anterior. Muchas cambiaban de actitud inmediatamente, y aceptaban gustosamente un ejemplar de Noticias del Reino. El domingo por la tarde, a pesar de amenazas de violencia, la conferencia se presentó, como se había anunciado, en el Salón del Reino, que estuvo completamente lleno; muchas personas escucharon afuera en la carretera. Hubo muchos aplausos del auditorio, que manifestó gran entusiasmo. Así, Jehová suministró un testimonio mucho mayor del que se hubiera dado si los superpatriotas opositores no hubieran estorbado la conferencia inicial que se había fijado para Glenelg.
GRAVES DIFICULTADES ESPIRITUALES PARA AUSTRALIA
Empezó a evidenciarse que no todo iba bien respecto a la obra en Australia, y que la bendición de Jehová no fluía como hubiera de esperarse. La primera clave de esto fue una mengua en la cantidad de publicadores, de un promedio de 3.898 en 1944 a 3.532 en 1945. Al principio esta mengua se atribuyó a circunstancias del tiempo. Pero cuando la disminución continuó el año siguiente, hasta bajar a 3.294 publicadores, hubo causa para preocupación genuina. En aquella época posbélica, en la mayoría de los países había aumentos estimuladores. La serie de victorias legales debería haber puesto en los hermanos mayor celo y entusiasmo.
Philip Rees expresó preocupación al comentar del modo siguiente en el informe que envió para el Anuario para 1946: “Durante los difíciles años de la oposición, particularmente 1943 y 1944, un número mayor de publicadores dio un testimonio mayor, y dedicó más horas, que durante el año de servicio de 1945. Aunque es difícil entender esto, la visión de algunos se ha ofuscado y ellos han caído en la irregularidad y en algunos casos hasta en la inactividad. Cuando esto se trata con ellos, estos hermanos suelen concordar en que hay mucho trabajo que hacer y que tienen una responsabilidad con la cual cumplir. Sin embargo, porque el espíritu santo no fluye en ellos, no salen con facilidad de su condición de letargo.”
Las actividades comerciales de los cinco años anteriores empezaron a causar estragos ahora. Durante los años de la guerra y la proscripción, estas actividades habían servido de medio de mantenimiento a muchas personas que anteriormente habían sido siervos de tiempo completo y que no pudieron seguir en el servicio de precursor debido a la proscripción. Sin embargo, la organización de hecho se había extralimitado al establecer empresas comerciales, y esto había tenido un efecto perturbador en muchos hermanos.
VUELVE LA BENDICIÓN DE JEHOVÁ A LA SUCURSAL
Tan pronto como pudo hacerlo, el hermano Rees dio pasos para liquidar estas empresas. Pero fue un proceso difícil, que envolvía la vida de muchas personas que habían aceptado esta clase de servicio en apoyo de la organización. Sin embargo, los ajustes se hicieron, y para cuando el hermano Rees fue llamado a la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower en 1946 las empresas habían sido completamente eliminadas.
No obstante, durante aquellos años se habían cometido errores, y se necesitaba algo que aclarara la atmósfera. Entonces todos los hermanos podrían adelantar de nuevo con todo el corazón en la obra primordial y esencial de predicar el Reino. La primera visita que hizo a Australia en marzo de 1947 Nathan Knorr, presidente de la Watch Tower, suministró la ocasión para esto.
El hermano Knorr trató directa y francamente con la situación. Acompañado por el hermano Laurie Wills, quien funcionaba entonces como superintendente de la sucursal, visitó a todas las capitales provinciales de los estados australianos. Habló francamente con los hermanos acerca de la situación que había existido. Entonces presentó una resolución que ellos habían de considerar.
A continuación se da el texto completo de la resolución que adoptaron los hermanos en las asambleas de Perth, Adelaida, Melbourne, Launceston, Brisbane y Sydney:
“Para que podamos entrar con manos y corazones limpios en los benditos privilegios de servicio posbélicos de que disfrutan nuestros hermanos en todos los demás países, no deseamos escudarnos de ninguna debida responsabilidad por esta disminución, tanto en publicadores del Reino de Dios como en la publicación del mensaje del Reino.
“Por lo tanto, para que no se nos adhiera ninguna falta secreta, ahora deseamos, en la presencia de Jehová Dios y de Su Rey Jesucristo, confesar que durante la II Guerra Mundial extendimos las manos de varias maneras a la iniquidad de este mundo en guerra; pusimos diversas propiedades del pueblo consagrado de Dios en lo que ahora comprendemos que era una parte del esfuerzo y la propaganda de guerra, violando así la verdadera neutralidad de todos los que siguen las pisadas de Cristo Jesús, que estaban en el mundo pero no tenían autoridad para hacerse parte de éste. Esto, como se nos hace muy patente a nosotros ahora, no ha tenido la bendición de Jehová. Ha traído oprobio y mal entendimiento respecto a Su nombre y causa, y ha perturbado y debilitado a los hermanos. No deseamos pasar la culpa por este proceder a ningún particular o particulares, sino que, humildemente, deseamos confesar que compartimos la responsabilidad por este asunto aquí en Australia.
“Por lo tanto, nosotros, los testigos de Jehová de este gran Continente, por la presente confesamos abiertamente y en conjunto delante de Él nuestros pecados y faltas y defectos y encarecidamente pedimos su perdón y misericordia mediante Cristo Jesús, para que él borre nuestras transgresiones. Poniendo nuestra confianza en que él nos restaurará bondadosamente a su favor, declaramos nuestro propósito de andar con mayor cuidado durante este período de la posguerra, y apartarnos de la mundanalidad y esforzarnos por mantenernos de ahora en adelante sin mancha del mundo en nuestra integridad.”
Lágrimas de gozo llenaron los ojos de hombres y mujeres cuando, al fin, se presentó la ocasión en que, unidamente, los hermanos australianos pudieron suplicar el perdón de Jehová.
Durante su visita a Australia, el hermano Knorr pudo ver que se necesitaba una nueva administración, y por eso nombró como superintendente de sucursal a Floyd Garrett, quien había sido enviado desde los Estados Unidos a Australia el año anterior. El hermano Garrett había recibido entrenamiento en la primera clase de la Escuela de Galaad y en la oficina central de Brooklyn. Pronto él se ganó el cariño de toda la familia de Betel, así como de los hermanos australianos.
Otro graduado de la primera clase de Galaad, Benjamin Mason, había venido con el hermano Garrett y fue nombrado superintendente de distrito. El servicio de estos hermanos fue muy eficaz, puesto que habían recibido excelente entrenamiento en los nuevos arreglos de la Sociedad para el período de la posguerra.
REORGANIZACIÓN POSBÉLICA
Las asambleas de circuito semestrales empezaron en febrero de 1947, y la primera se celebró en Perth. Además, desde que empezaron en 1948, las asambleas de distrito se destacarían como escalones importantes en el progreso espiritual. Un superintendente de circuito del tiempo posbélico a quien muchos recuerdan fue Adrian Thompson, quien cubrió en su obra toda sección de Australia antes de partir en 1947 con el primer grupo de 17 estudiantes para la Escuela de Galaad; más tarde serviría como el primer superintendente de circuito del Japón.
Desde el principio de 1948, otros tres superintendentes de circuito fueron al campo australiano. Estos hermanos, John Cutforth, Donald MacLean y Robert Smart, habían llegado del Canadá después de haber recibido entrenamiento en la Escuela de Galaad.
Antes de que los tres hermanos salieran del Betel de Brooklyn para su viaje a Australia por barco, el hermano Knorr los llamó a su oficina y les explicó la razón especial por la cual se les estaba enviando a Australia. El objetivo de ellos era afanarse por contrarrestar el espíritu de depresión que embargaba a muchos hermanos debido a los acontecimientos de los años de la II Guerra Mundial y los errores que se habían cometido. Al estimular y edificar a los hermanos, además de dar buena dirección en el ministerio de casa en casa, se podría efectuar mucho bien. Indudablemente el servicio fiel y el ejemplo de hermanos como éstos contribuyó en gran medida al excelente progreso espiritual que hubo en los años siguientes.
ACTIVIDAD DE CIRCUITO
Cuando se le asignó un circuito que abarcaba centenares de kilómetros, el hermano MacLean rindió servicio a las congregaciones mediante una motocicleta. Este era un medio de transportación difícil de usar en algunas de las carreteras rurales de Australia de las postrimerías de los años cuarenta. Dejaremos que él relate algunas de sus primeras impresiones de esta nueva y extraña tierra:
“Nosotros los recién llegados experimentamos unos momentos fascinantes al viajar por las zonas distantes y aisladas. Mi primer encuentro con una bandada de emúes [aves enormes, parecidas a avestruces] fue interesante, pero desconcertador. Mientras cruzaba en motocicleta una zona interior árida, me topé con una familia de emúes que me cerraba el paso. Estas son aves extremadamente curiosas, y aparentemente quedaron fascinadas con el brillo de mi espejo de cromo y los manillares a la luz del Sol. Puesto que yo no sabía tratar con emúes, vacilé en cuanto a apresurarme a cruzar por entre las aves, posiblemente a riesgo de perder la vida, de modo que me detuve. Aquellas grandes aves no tenían intención de moverse, de modo que allí se quedaron sin moverse por algún tiempo, y yo decidí iniciar el movimiento.
“Toqué la bocina e hice ruido con el motor. Lo único que hicieron los emúes fue acercarse más, pues su curiosidad aumentó. Esto me asustó hasta cierto grado, de modo que me retiré un poco, toqué la bocina e hice ruido con el motor de nuevo. ¡Pero los emúes se acercaron más aún! Decidí arriesgarme y lanzarme a través de la bandada de aves, que hasta cuando lo hice solo se apartaron ligeramente para permitirme el paso. Tan pronto como pasé, las aves empezaron a seguirme a los lados del camino. Fue solo al alcanzar unos sesenta y cuatro kilómetros por hora cuando pude dejar atrás a aquellas enormes aves, ¡para gran alivio mío!”
Por supuesto, los días de ciclismo del hermano MacLean han pasado desde hace mucho. En 1951 se casó con una hermana australiana, y desde entonces hasta la actualidad él y su esposa, June, han continuado sirviendo fielmente en la obra de circuito y distrito en todas partes de Australia.
Para el fin de 1948 Benjamín Mason fue llamado a Betel desde la obra de distrito, y el hermano Cutforth fue nombrado para atender la obra de superintendente de distrito. En aquel tiempo había, para todo el país, un solo distrito que consistía en 14 circuitos. Por eso el superintendente tenía que abarcar muchos miles de kilómetros mientras servía en las asambleas de circuito dos veces cada año. Por nueve años el hermano Cutforth continuó en este servicio y se dio a conocer y amar por todo este vasto país. Todavía se recuerda lo vívido de sus cuadros verbales e ilustraciones, así como su condición de persona bondadosa y abordable que siempre estaba dispuesta a apartar tiempo para escuchar los problemas de hermanos y hermanas de toda edad sin importar lo apretado del horario de trabajo que tuviera. En 1957 el hermano Cutforth salió de Australia para trabajar en Papuasia-Nueva Guinea, donde todavía sirve a pesar de su edad avanzada y mala salud.
El hermano Cutforth relató lo siguiente acerca de una asamblea de circuito en la cual sirvió en Queensland occidental: “Unos cuantos centenares de hermanos de Queensland cruzaron cientos de kilómetros hacia el oeste a Goondiwindi para la primera asamblea de circuito que celebramos allí. Puesto que no había ningún salón disponible para la asamblea, se trajo de Brisbane una gran tienda de campaña que fue levantada en un terreno vacío. Antes en aquella misma semana habían caído grandes lluvias. El sábado cayeron torrentes de lluvia, y nuestra reunión sobre la actividad del circuito casi fue desbaratada por el agua. El domingo las lluvias amainaron y el Sol brilló para el discurso público, pero la gente del pueblo sabía que los efectos de estas pesadas lluvias no habían terminado. El río cercano crecería y crecería y las aguas llegarían en inundación al pueblo unas horas después. Así mismo fue: las aguas de la inundación empezaron a entrar en nuestra tienda de campaña. Pronto estaban por todas partes y nosotros nos hallamos caminando con agua hasta la rodilla, rodeados de fango, culebras y escombros por todas partes. Las aguas entraron en los almacenes del pueblo por las puertas del frente y salieron por las de atrás. Nuestra cafetería quedó sumergida. ¡Qué trabajo tuvo que hacer el siervo de la cafetería para alimentar a unos centenares de nosotros hasta el miércoles siguiente, cuando las aguas habían bajado hasta el punto de permitir que toda persona regresara a salvo a su casa!”
Los superintendentes de circuito dieron énfasis a la importancia del estudio personal, así como de conducir estudios bíblicos en los hogares de las personas que se interesaban en el mensaje. Al aumentar los estudios bíblicos aumentó la cantidad de publicadores, y la actividad adelantó por todo el país. Un comentario que se da en el informe para el año de servicio de 1949 declara: “Las grandes concurrencias de personas de buena voluntad a las asambleas de circuito y a los discursos públicos [en las congregaciones] muestra que no faltan personas interesadas en la verdad en este país. Multitudes de personas desean la verdad y quieren servir al Dios verdadero, Jehová. Ahora que la visión de los hermanos aumenta como resultado de que efectúan más estudio particular, están empezando a percibir que la ‘cosecha verdaderamente es abundante.’”
PROGRESO ESTIMULADOR EN LOS AÑOS CINCUENTA
Temprano en 1951 iba aumentando la excitación a medida que se acercaba la segunda visita de los hermanos N. H. Knorr y M. G. Henschel. ¡Qué diferente ambiente encontraron en esta visita los viajeros procedentes de la oficina central de Brooklyn! Estaba en agudo contraste con el de cuatro años antes, cuando había sido necesario tratar con problemas arraigados. Verdaderamente Jehová había bendecido la obra de sus siervos cuando éstos pusieron manos a la obra con celo renovado y conciencias cristianas limpias después de haber adoptado la resolución que les presentó el hermano Knorr.
Esta visita de 10 días se destacó por una asamblea nacional en el Moorfield Park Racecourse, en Sydney. En esta asamblea fue sobresaliente la celebración de la Conmemoración de la muerte de Cristo, que fue celebrada en la gradería descubierta del lugar donde se celebraba la asamblea. La Luna llena brillaba serenamente desde un cielo sin nubes sobre la bahía Botany mientras el hermano Knorr hablaba y, más tarde, se pasaban al auditorio los emblemas de pan ácimo y vino tinto.
Para este tiempo Floyd Garrett había regresado a los Estados Unidos, y Roy Moyle había estado atendiendo las responsabilidades de superentender la sucursal antes de la llegada del hermano Knorr en marzo de 1951. Durante esta visita, el hermano Moyle recibió una invitación para participar en la decimoctava clase de la Escuela de Galaad. Después de eso él regresó a Australia, donde continúa sirviendo de anciano en una de las congregaciones de Brisbane.
Poco después Theodore Jaracz fue enviado a Australia como superintendente de la sucursal. Él estimuló en gran manera a los hermanos de todo el país mediante su celo por el orden teocrático y la excelente dirección que dio en el campo. Con frecuencia aprovechó la oportunidad de servir en asambleas de circuito razonablemente cercanas a la sucursal en funciones de superintendente de distrito. Después de unos años en la sucursal australiana, el hermano Jaracz regresó a los Estados Unidos, donde él y la hermana Jaracz sirven ahora en la oficina central de la Sociedad, el hermano Jaracz como miembro del Cuerpo Gobernante.
EL DESAFÍO DE LLEGAR A ZONAS DISTANTES
La obra en “territorios no asignados” empezó en 1952, y probablemente en pocos países del mundo se afrontaría un desafío como el de Australia, con sus grandes extensiones de zonas aisladas en el interior. Por muchos años había habido preocupación en cuanto a cómo llevar el mensaje del Reino con mayor regularidad a estas partes del país que tan distantes se hallaban. Hermanos fieles habían trabajado en las regiones aisladas en los años treinta y cuarenta, pero no era mucho lo que se había logrado en cuanto a la obra de predicar y hacer discípulos allí.
Los hermanos dieron desarrollo entusiástico a este campo de actividad. Camiones, automóviles, motocicletas, equipo de acampar y grandes cantidades de literatura fueron preparados para viajes cuyas distancias variaban entre las de unos cuantos kilómetros a muchos centenares de kilómetros. Una congregación pidió una asignación de territorio que se hallaba a 1.600 kilómetros de su base de operaciones. Prepararon un camión de tres toneladas para el viaje, y en la parte trasera de éste colocaron una motocicleta y varias bicicletas, junto con surtidos necesarios. Varios automóviles salieron junto con el camión, y los hermanos pasaron varios meses atendiendo aquella asignación de territorio.
Una congregación pequeña tenía una asignación permanente de territorio que se extendía por más de novecientos sesenta kilómetros. Un hermano visitó un hogar donde, según recordaba, había dejado literatura en manos de unas personas allá en 1933. Después de una breve conversación, el amo de casa pudo recordar la visita anterior, y aceptó todas las últimas publicaciones y se suscribió a las dos revistas. Después que el hermano hubo testificado a los empleados, que eran aborígenes, el anfitrión y la anfitriona lo acompañaron al portón, y, con rostros sonrientes, ¡dijeron que esperaban que no pasaran otros 19 años antes de que el hermano pudiera revisitarlos!
En algunas áreas el territorio fue asignado a grupos de precursores regulares y especiales, y no a congregaciones. Estos hermanos tenían que vivir en medio de condiciones primitivas en muchos casos, pero el espíritu que desplegaban recordaba el espíritu de precursor de a principios de la década de los treinta.
Uno de aquellos grupos en el noroeste de Nueva Gales del Sur vivía en una casa vieja que había sido abandonada. Los hermanos viajaban muchos kilómetros en bicicleta para hacer visitas y testificar de propiedad en propiedad. A veces no disponían de mucho alimento, y, por lo general, en aquella zona la respuesta de la gente a la verdad era lenta, pero esto no los desalentaba. Cuando el hermano John Wilson, superintendente de circuito en aquel tiempo, visitó a este grupo, recomendó que hicieran nuevas revisitas a todas las personas que habían mostrado interés, aunque pareciera que el interés se hubiera debilitado.
Esta campaña de trabajar territorio no asignado, y los grupos de precursores que trabajaban en aquellas áreas, significaban que todo el campo australiano estaba recibiendo un excelente testimonio. Congregación tras congregación brotó en estos pueblos rurales.
CONTINUA LA EXPANSIÓN
Con la llegada de la película “La Sociedad del Nuevo Mundo en Acción,” los hermanos vieron por primera vez, mediante las películas, la magnitud internacional de la organización de Jehová. La precisión de las operaciones en las fábricas de la Sociedad, los procedimientos administrativos e instalaciones y servicios en la oficina central mundial ayudaron a los hermanos a sentirse más cerca de la organización “madre.” Esta película fue exhibida en salones atestados de pueblos y ciudades de todo el país.
En 1954 el número promedio de publicadores del país aumentó a 6.874. La cantidad de circuitos aumentó a 21, y ahora había 3 distritos. Donald MacLean llegó a ser el segundo superintendente de distrito, y otro hermano servía como trabajador de media jornada en esta capacidad.
En marzo de 1956 el hermano Knorr hizo su tercera visita, y en ese tiempo se celebró una asamblea nacional en el mismo lugar que se había utilizado durante la visita del hermano Rutherford en 1938, el Sydney Sports Ground. En 1956 hubo 8.149 personas en esta asamblea.
En noviembre de 1956 un nuevo superintendente de sucursal, Douglas Held, oriundo del Canadá, comenzó a superentender la obra en Australia, y supervisó la obra por siete años. La obra continuó expandiéndose sin cesar durante los últimos años de la década de los cincuenta. Por primera vez se pasó de la marca de 10.000 publicadores en 1957, cuando hubo un nuevo número máximo de 10.290 publicadores. Solo 10 años antes la cantidad de publicadores había sido de 3.516.
Continuaron presentándose estudiantes de la Biblia de entre las filas de decenas de millares de inmigrantes que venían de Europa a este país cada año. Se envió a los hermanos de Australia Occidental una urgente llamada para que pensaran en servir en los estados orientales, donde se establecía la mayoría de estos inmigrantes, lo cual hacía que en esos lugares se necesitara más ayuda.
En comparación con los demás estados, Australia Occidental siempre había tenido, por mucho, mayor número de publicadores. Cuando el hermano Theodore Jaracz era superintendente de sucursal, en una de las asambleas de distrito de Perth hizo un anuncio que se haría casi legendario. Hablando directamente a los Testigos de Australia Occidental, que disfrutaban de prosperidad espiritual y expansión, dijo: “¡Los que ustedes hagan, nos los mandan!” Este dicho realmente causó impresión, y hermanos y hermanas de todas partes de Australia Occidental respondieron maravillosamente a esta invitación de ayudar. Hasta este día muchos de los del Oeste que respondieron a la llamada de ‘pasen de acá y ayúdennos’ (Hech. 16:9) están ocupando puestos de gran responsabilidad en ciudades y pueblos del este del país, donde se han desarrollado congregaciones que surgieron de “terreno baldío.”
Durante la década de 1950 a 1960 la cantidad de publicadores aumentó de 4.502 a 12.746, y se alcanzó un máximo de 14.090 publicadores en el campo.
A medida que pasaron los años, fueron disminuyendo los problemas que causaba la falta de transportación para cruzar las tremendas distancias del país. Aumentó la cantidad de los centros de población que comenzaron a recibir el servicio de líneas regulares de transportación aérea, de ferrocarril o de autobús, y las carreteras mejoraron en gran manera. En 1961, por primera vez en la historia australiana, hermanos de varias partes de Australia asistieron a una asamblea de distrito en la ciudad aislada de Darwin. Se había invitado a hermanos de todo el país a viajar a la asamblea. Autobuses fletados salieron de Adelaida, en el sur, Sydney, en el sudeste, y Queensland, en el este. Esta era la primera vez que se había intentado cruzar con autobuses la distancia de miles de kilómetros hasta la ciudad más septentrional de Australia. Antes de esto, los únicos enlaces con los demás centros de población consistían en líneas de ferrocarril o aéreas. Después del éxito de la asamblea y del viaje en los autobuses, dos líneas comerciales de autobuses inauguraron servicios regulares por las mismas rutas.
Las asambleas sobresalen como puntos de gran importancia en la vida de todos los testigos de Jehová en Australia, así como en otros países del mundo. Una de tales asambleas fue la asamblea de distrito que se celebró en Melbourne en el mes invernal de agosto de 1963, como parte de la serie de Asambleas “Buenas Nuevas Eternas” que se celebraron en cadena alrededor del mundo. Informes periodísticos acerca de la asamblea dijeron: “Melbourne ha visto congresos maravillosos . . . pero no creo que hayamos visto nada como la Asamblea ‘Buenas Nuevas Eternas’ de los testigos de Jehová. . . . Cuando F. W. Franz, [entonces] vicepresidente de la Sociedad Watch Tower, había de pronunciar su discurso: ‘Cuando Dios sea Rey sobre toda la Tierra,’ más de 12.000 personas habían atestado el enorme Sheep Pavilion [de un terreno de exhibiciones de Melbourne].” La concurrencia exacta fue de 13.142 personas, entre ellas 682 que escucharon el discurso en alemán, griego o italiano.
EXPEDICIÓN PARA PREDICAR
Para el principio del año de servicio de 1964 había 15.045 Testigos sirviendo a Jehová Dios por todo el país. Trescientos ochenta y cinco congregaciones recibían el servicio de 29 circuitos y 3 distritos. Durante este año dos jóvenes hermanos precursores comenzaron un viaje que habría de abarcar territorio que nunca antes se había trabajado.
La expedición de predicar que se proponían efectuar estos jóvenes había de cruzar la llanura de Nullarbor, el desierto sin árboles que se extiende por 1.160 kilómetros entre Australia Meridional y Australia Occidental. Una vez que cruzaran el desierto, los precursores se dirigirían hacia el norte a través del centro desierto de Australia Occidental hasta llegar a la costa noroeste de Australia. Desde allí seguirían por la costa hasta Darwin. Treinta y cuatro años antes, los hermanos Bert Horton y Frank Rice habían cruzado en su vehículo esta zona desolada mientras se dirigían a Sydney, y habían testificado a los pocos poblados que hallaron a lo largo de la carretera sin pavimentar. Desde entonces, a veces algunos precursores habían cruzado también esta llanura desértica y testificado por el camino. Sin embargo, ninguna de estas expediciones había seguido la vía férrea en vez de la carretera ordinaria. Los hermanos que hicieron el viaje en 1964 se proponían llegar con el mensaje a los hombres que trabajaban en grupos en la vía férrea.
La sucursal pidió a dos hermanos precursores del noroeste de Queensland que fueran viajando y trabajando en camino hacia el sur a Sydney. Desde allí cruzarían la llanura de Nullarbor hasta Kalgoorlie, Australia Occidental, e irían hacia el norte a Port Hedland, Broome, Derby, Wyndham, y entonces cruzarían hacia Mount Isa, en Queensland, para la asamblea de distrito que se celebraría en octubre de 1964. En junio, los dos hermanos, Frank Lambert y Terry Reynolds, salieron en dirección a la sucursal en Sydney.
Entre Mount Isa y Sydney cruzaron el notorio Birdsville Track, un peligroso trecho de carretera desértica sin cubierta que se extendía por más de ochocientos kilómetros. Pocos meses antes una familia entera había perdido la vida en este inhóspito trecho de carretera. El automóvil les había fallado, y porque no llevaban suficiente agua, todos perecieron: el padre, la madre y los hijos. Los hermanos precursores se alegraron de llegar sanos y salvos al pueblecito de Bourke, en la parte occidental de Nueva Gales del Sur, y desde allí siguieron a Sydney testificando por el camino.
En Betel se hicieron reparaciones al vehículo que los hermanos habían usado, y el hermano Lambert salió con un nuevo compañero, Harold Burkett, para cruzar a Australia.
El 15 de julio salieron de la “civilización” desde Port Augusta, en Australia Meridional, y se dirigieron hacia el oeste a lo largo de la línea del ferrocarril hacia Kalgoorlie. A veces ni siquiera se percibía señal de un camino. En una propiedad alguien los saludó con las palabras: “Solo tengo tiempo para una religión... ¡y ésa es la de los testigos de Jehová!” No hay que decir que los hermanos se alegraron mucho de oír eso. Hicieron arreglos para tener un estudio bíblico por correo con estas personas, puesto que éstas habían perdido el contacto con la verdad al haberse mudado a esta propiedad aislada. Después de una noche de conversar acerca de la Biblia, los dos precursores partieron el día siguiente con los depósitos de combustible llenos y una oveja que había sido degollada para ellos el día antes.
A veces tenían que viajar por kilómetros sobre dunas de arena llevada por el viento, y continuamente tenían que emplear transmisión en las cuatro ruedas. Durante una sección particularmente difícil, les sorprendió un ruido fuerte procedente de debajo del vehículo. Un examen reveló que la rueda coronaria y el piñón en el diferencial se habían roto. El hermano Lambert empezó a caminar por la vía férrea hasta el pueblecito más cercano. Cuando había caminado unos ocho kilómetros, un empleado del ferrocarril que venía en un pequeño vehículo ferroviario motorizado lo vio y lo llevó consigo el resto del camino. Después de telegrafiar pidiendo las partes que necesitaban para reparar el vehículo, los hermanos tuvieron que esperar ocho días, lo cual les dio tiempo para dar un testimonio cabal al pueblecito compuesto de obreros del ferrocarril.
Al fin, el 11 de agosto, los dos precursores llegaron a Kalgoorlie, y la congregación de aquel lugar les dio una calurosa acogida. El viaje desde Port Augusta hasta Kalgoorlie, incluso el tiempo que se perdió debido a la falla del vehículo, había tomado cinco semanas. Ellos habían cubierto 2.245 kilómetros, pasado un total de 426 horas en el servicio del campo, y colocado en manos de los obreros y sus familias 606 revistas, 48 libros, 15 folletos y 16 suscripciones, y habían conducido dos reuniones públicas.
Después de salir de Kalgoorlie y dirigirse hacia el norte y entrar en la región desértica del centro de Australia Occidental, todo marchó mejor. Sin más contratiempos después de esto, los dos hermanos finalmente regresaron a Mount Isa, precisamente a tiempo para la asamblea de distrito que se celebró allí en octubre de 1964. Ambos estaban muy agradecidos por la experiencia de este viaje tan rico en acontecimientos a través de muchos kilómetros de extensiones desoladas del interior de Australia.
AJUSTE EN LA SUCURSAL Y ASAMBLEAS ESTIMULANTES
El 3 de enero de 1964, Douglas Held, el superintendente de la sucursal, partió hacia los Estados Unidos para asistir a la Escuela de Galaad y servir de nuevo en su país de origen, Canadá. John Wilson, quien había nacido en Melbourne y había pasado ocho años en la obra de superintendente viajante, fue nombrado para sustituirle.
He aquí un dato interesante: Con el tiempo una buena cantidad de hermanos que habían servido de superintendentes de circuito y en otras capacidades en Australia llegaron a ser superintendentes de sucursal en diversas partes del mundo: hermanos como Maxwell Lloyd, quien sirvió en Paraguay; Donald Clare, en Viti; Douglas King, en Sri Lanka; Harvey Logan, en Taiwan; William Carnie y después Kenneth Gannaway en Hong Kong; Ronald Jacka, en Indonesia; Norman Bellotti, en Singapur; Joseph Jenkins, en Chipre; Keith Young, en Paquistán; Alfred Wicke, en Malaysia; Lloyd Barry, en Japón; James Smith, en Papuasia-Nueva Guinea, y Glenn Finlay, en las Islas Salomón.
La Asamblea de Distrito “Hijos de Libertad de Dios” en 1966 resultó en un súbito aumento en las filas de los precursores. De 758 que hubo en aquel año, la cantidad subió constantemente hasta alcanzar el total de 1.946 en 1970.
Con la llegada de 1969, lo que estaba en el pensamiento de los hermanos era la magnífica asamblea internacional que se celebraría en Melbourne y otra visita por el hermano Knorr. Esta asamblea condujo al mayor movimiento de hermanos hasta aquella fecha en Australia. Seis trenes especiales vinieron desde diferentes partes del país, además de unos cuarenta autobuses y muchos aviones fletados. Durante el primer día de la asamblea internacional anterior, que se había celebrado en 1963, hubo una concurrencia de casi siete mil personas; pero en 1969, solo seis años después, ¡esta cifra se había triplicado! La cantidad máxima de 26.075 personas en concurrencia mostró el excelente espíritu que tenían los hermanos, pues muchos de ellos viajaron miles de kilómetros para asistir.
COMIENZO DE LA DÉCADA DE LOS SETENTA
En la década de los setenta hubo grandes cambios tanto en el aspecto teocrático como en el aspecto comercial de la vida por todo el país. Había sólo poco más de veinte mil predicadores del Reino, y para el fin de la década más de treinta mil.
En el noroeste del continente brotaban pueblos de mineros casi de la noche a la mañana, y poco después llegaba allí la predicación. El administrador de un pueblo dedicado a la minería de hierro dijo de los habitantes del pueblo: “La mayoría de estas personas nacieron fuera de Australia... como yo, que llevo 17 años en este país, pero nací en Alemania. Somos una mezcla de nacionalidades, y eso es bueno.” Los pueblos de Port Hedland, Dampier, Exmouth y Nhulunbuy, en la península de Gove, que por años estuvieron en condición latente, comenzaron a desarrollarse con sorprendente velocidad a medida que se hicieron descubrimientos de mineral. Esto ha hecho que haya cambios de población hacia estos lugares, y por eso se han enviado precursores a estos lugares para llegar a la gente de ellos.
Los altos salarios y las oportunidades de adquirir rápidamente ganancia material en estos pueblos mineros suelen hacer difícil el estimular interés en las cosas espirituales. Sin embargo, aquí y allí se halla a personas que muestran interés. Donald MacLean, superintendente de distrito, relata una de estas emocionantes respuestas:
“Mi compañero y yo estábamos afrontando dificultades en esta parte del territorio, donde la gente no respondía bien. Finalmente, ante otra reacción negativa a nuestras palabras a la gente en sus casas, dije: ‘¡Todo lo que deseamos es sencillamente hallar a personas de corazón sincero que estén cansadas de este sistema impío y anhelen que el reino de Dios se encargue de las cosas!’ Para sorpresa nuestra, la señora a quien hablábamos fijó su mirada en mí, pausó, y entonces dijo, casi en tono de orden: ‘Entren. Siéntense. ¡Quiero preguntarles algo!’
“Algo sorprendidos, entramos en la casa y la señora nos hizo, una tras otra, unas cinco preguntas sobre asuntos fundamentales que preocupan a la mayoría de las personas pensadoras hoy día. No tardamos más de veinticinco minutos en contestar sus preguntas. ¡Dentro de ese corto tiempo, esta sincera joven casada aceptó la verdad! Explicó que por varios días antes de nuestra visita había ‘puesto a Dios a prueba’ y en oración había dicho que, a menos que alguien le contestara las preguntas que tenía, dejaría de creer en Dios, en la Biblia y en la religión. Ambos nos sentimos humildes y agradecidos por el privilegio de haber sido utilizados por Jehová de manera tan dramática para responder casi inmediatamente a las oraciones de ella.
“Lo que después preocupó a la joven fue lograr que su esposo oyera las ‘buenas nuevas.’ Él era un ingeniero de minas canadiense. Puesto que yo había venido a Australia desde el Canadá después de haberme graduado de la Escuela de Galaad, ¿qué mejor comunicación se pudiera establecer como no fuera la de un canadiense que testificara a otro canadiense? Pronto habría de descubrir lo equivocado que había estado al pensar así. Después que tuvimos una conversación algo infructífera, y larga, este señor salió de la habitación disgustado, cuando le dijimos que todos nacemos en estado de condenación debido a que somos hijos del imperfecto Adán.
“Cuando mi esposa y yo partimos la semana después para asistir a la siguiente asamblea de circuito, entregué la dirección de esta señora a un joven matrimonio, unos precursores que recientemente habían empezado a servir en la obra de tiempo completo. El hermano no estaba bien educado en sentido académico, y hablaba lentamente, puesto que había venido de la zona de cañaverales del norte de Queensland. Él presentaba un contraste tan grande con el ingeniero canadiense que en verdad nos preguntábamos si acaso podría lograr algo con relación a aquel orgulloso intelectual. Pero una vez más resultó correcta la verdad eterna de que es ‘Dios quien lo hace crecer.’ (1 Cor. 3:7) ¡La mismísima cordialidad, sinceridad y felicidad de espíritu del hermano precursor gradualmente disolvió la dureza del resistente canadiense, y éste al fin concordó en tener un estudio regular de la Biblia en su hogar y aceptó la verdad!”
UNA DÉCADA DE CAMBIOS TEOCRÁTICOS
En este período de 10 años se han experimentado cambios trascendentales en los asuntos teocráticos también. Para el fin de 1971 y el principio de 1972 vino la introducción del arreglo de ancianos y siervos ministeriales. En retrospección se puede ver que durante los diez años desde entonces las congregaciones en general han disfrutado de tremendas ventajas espirituales, y lo mismo ha sucedido respecto a los publicadores individualmente.
Más tarde estos mismos beneficios siguieron fluyendo cuando la administración de la sucursal fue cambiada del cuidado que daba un solo hombre al de un grupo de ancianos maduros y experimentados. Aquí en Australia, el hermano John Wilson fue nombrado coordinador de la sucursal, y los otros cuatro hermanos del Comité de la Sucursal fueron: Wallace Baxter, Maxwell Lloyd, David Madzay y Ronald Walters.
APARECEN SALONES DE ASAMBLEA
También fue durante los años setenta cuando se adquirieron Salones de Asambleas. En Sydney, en julio de 1974, se compró una fábrica de ropa que había cerrado, y para el fin de septiembre de aquel mismo año se había creado un excelente Salón de Asambleas que tenía cabida para 1.600 personas.
En diciembre de 1975 se dedicó el hermoso Salón de Asambleas que se halla en el pintoresco suburbio de Ridgehaven, en Adelaida. Este salón está en un terreno hermoseado de dos hectáreas. Solo dos años después, en cuatro hectáreas de terreno a menos de 16 kilómetros del centro de Perth se dedicó el tercer Salón de Asambleas, en Welshpool. Este Salón de Asambleas también se halla en medio de alrededores atractivos, sí, y un refrescante riachuelo cruza el terreno hermoseado.
En 1982 se completó otro Salón de Asambleas en Melbourne. Este es el mayor de los cuatro salones que se han construido hasta ahora. Aquí se pueden acomodar muchedumbres de hasta 3.000 personas; y las dieciséis hectáreas de terreno darán mucho campo para hermosear el lugar en los años venideros.
LA INMIGRACIÓN TRAE VARIEDAD Y CRECIMIENTO TEOCRÁTICO
Por décadas el gobierno australiano ha dado ímpetu a su plan de inmigración, por creer que este continente insular de población dispersa necesita urgentemente más habitantes. A mediados de los años setenta aproximadamente el 40 por ciento de la población de Australia consistía en personas que habían nacido en otro país o eran descendientes de padres que se hallaban en otros países. Entre estas personas estaban muchos Testigos que no conocían muy bien el idioma inglés. La emigración de tantas personas desde otros países a Australia también produjo grandes porciones de territorios donde no se habla inglés.
Durante 1974 y 1975 se formaron congregaciones de personas de 14 grupos étnicos, y esta cantidad ha aumentado desde entonces a 52. Ahora hay congregaciones que hablan: árabe, español, finlandés, griego, húngaro, italiano, maltés, polaco, portugués, turco y serbocroata. Las reuniones se conducen en sus idiomas respectivos. Recientemente también se han formado grupitos chinos, franceses y vietnamitas. Gran parte del aumento de los últimos años ha venido de estas congregaciones y grupos étnicos. Se han formado circuitos que consisten enteramente en congregaciones de habla griega e italiana. Además de los programas en inglés, en las asambleas de circuito y de distrito se celebran sesiones en todos los idiomas ya mencionados.
SE AMPLÍA LA SUCURSAL
Una de las evidencias más tangibles de crecimiento en Australia tuvo lugar durante los años setenta. Esta fue la ampliación, en 1972, del hogar, las oficinas y la fábrica de Betel a aproximadamente cuatro veces su tamaño anterior. Toda la construcción fue efectuada por trabajadores voluntarios bajo la superintendencia de Roy Battle, un hermano que es constructor experimentado.
Los hermanos respondieron excelentemente mediante contribuciones para cubrir los costos de la construcción. Un hermano entregó al superintendente de la sucursal una vieja caja de guardar naipes, la cual, al ser abierta, reveló no menos de $1.000 (E.U.A.). Un hermano precursor de edad avanzada vendió una casa y donó directamente $10.000 (E.U.A.) a la Sociedad, a la vez que hizo también un préstamo de otros 10.000 dólares.
El edificio de tres pisos que resultó de todo esto añadió 3.000 metros cuadrados de espacio utilizable a nuestro edificio original de 750 metros cuadrados. La dedicación del nuevo edificio tuvo lugar en enero de 1973.
AUMENTO EN PUBLICADORES DEL REINO
En el año de servicio de 1976 hubo un nuevo máximo de 29.101 publicadores del Reino. Puede ser que algunos se hayan desilusionado cuando los acontecimientos dramáticos que esperaban que se realizaran entonces no se realizaron en aquel año. Esta prueba sobre los motivos que tenemos para servir a Jehová quizás haya tenido que ver con el que la cantidad de publicadores no alcanzara ese total de nuevo durante más de tres años. Entonces, en enero de 1979, alcanzamos un nuevo máximo de 29.247 publicadores. Felizmente, desde entonces ha habido un aumento firme y saludable en la cantidad de los que alaban a Jehová públicamente, y más de treinta mil personas informaron servicio durante el año de 1980. Para agosto de 1981 se había alcanzado un máximo de 31.898, y otros cinco puntos máximos en el año de servicio de 1982 elevaron la cifra de publicadores a 33.982 en abril.
OTRA EMOCIONANTE EXPANSIÓN... TODO UN NUEVO COMPLEJO DE BETEL
En febrero de 1977 disfrutamos de una visita por el hermano Milton Henschel, del Cuerpo Gobernante, en servicio de superintendente de zona. Más de catorce mil personas asistieron a los dos discursos que él pronunció en Brisbane y Sydney. Durante su visita se presentó la proposición de seguir dando expansión a la central de la sucursal.
A aproximadamente 32 kilómetros al sudoeste de la central existente de la sucursal en Strathfield se halla la Granja del Reino de la Sociedad. Esta ocupa unas cuarenta hectáreas y media de las selectas alturas de Ingleburn, en Denham Court. Este es un lugar excelente, elevado y semirrural, pero situado a menos de cuarenta y ocho kilómetros del centro de Sydney con su agitado puerto. ¡No podría haber mejor lugar para un nuevo y mayor complejo de Betel! Se hicieron planes para que la nueva construcción que se planeaba tuviera tres veces el tamaño del complejo que existía en Strathfield.
Tal como se había experimentado en el caso de la ampliación de las instalaciones y servicios de Strathfield en 1972, la respuesta de los hermanos y las hermanas en el sentido de ofrecer voluntariamente su tiempo y aptitudes ha sido sobresaliente. Por parte de los que no han podido estar presentes físicamente, el apoyo que han dado en sentido financiero y de otras maneras ha sido maravilloso.
En el proyecto trabajó por más de un año una familia de Betel de unos ciento treinta miembros cuyo trabajo regular era el de la construcción. A muchos hermanos, algunos hábiles en construir, se les hacía imposible trabajar de tiempo completo en el proyecto. Por eso, se hicieron arreglos especiales para que grupos de 50 hermanos de todos los estados de la Commonwealth vinieran a la vez a pasar períodos de hasta dos semanas trabajando y viviendo en el lugar de la construcción. Algunos autobuses llenos viajaron la larga distancia de 4.000 kilómetros desde Perth, y estos grupos permanecían por tres o cuatro semanas a la vez en el lugar. A medida que se terminaban porciones del complejo para fábrica y oficina, estas porciones se convertían en dormitorios donde se alojaban los hermanos que componían estos grupos de 50. La mayoría de ellos venían con sus esposas y familias por el período de dos semanas. Uno de los hermanos del comité de construcción dijo: “Creo que el programa de dos semanas fue un punto principal de nuestro arreglo de trabajo, y ha funcionado muy bien y ha sido una tremenda ayuda.”
Un grupo de 20 hermanos vino desde Perth en su propio “minibus” alquilado, halando un remolque en el cual trajeron su equipaje. Tres de éstos condujeron el vehículo por turno para efectuar el largo viaje en tres días. Otro grupo de 40 vino mediante un autobús más grande que habían alquilado de una compañía comercial. Hermanos de varias congregaciones que se hallaban en el camino venían a los autobuses y suministraban refrescos, comidas, alojamiento y arreglos para que los hermanos se bañaran. Los hermanos manifestaron mutuamente amor cristiano e interés genuino.
Como tan frecuentemente sucede en los viajes largos, los autobuses no siempre llegaban al tiempo señalado. Esto significó que en una ocasión los hermanos habían estado esperando en el Salón del Reino con el desayuno preparado a las cinco de la mañana. El autobús no llegó sino hasta las 10:15 de la mañana. Pero nadie se sintió herido; simplemente hubo mucho placer y gozo entre los que habían esperado para poder atender a los viajeros cansados que habían ofrecido voluntariamente unas cuantas semanas de su tiempo para el servicio sagrado de participar en la construcción de Betel.
Un hermano, expresándose por uno de los grupos con que viajó desde Australia Occidental, relata lo siguiente: “Nuestro horario mostraba que habíamos de almorzar con un hermano y su familia en la granja de éste, que se hallaba a pocos kilómetros de distancia del camino conocido en Minnipa, Australia Meridional. Esta granja es también el Salón del Reino de ellos, y la congregación se compone de solo cuatro publicadores. En esta zona las distancias son grandes... la granja del hermano abarca hasta 1.600 hectáreas. ¡Pero este puñado de hermanos puso ante nosotros, que éramos 40, una comida fantástica!
“Cuando llegamos a Port Pirie fuimos al Salón del Reino, donde hallamos, cruzando el centro del salón, una hilera de mesas cargadas de hermoso alimento listo para ser consumido. Había como dos veces la cantidad de alimento que podíamos comer, de modo que nos dieron alimento y frutas para que los comiéramos mientras hacíamos el viaje.
“Eran las 9:30 de la noche cuando llegamos al Salón de Asambleas de Adelaida, donde habíamos de pernoctar. Los hermanos nos mostraron dos hileras de camas que estaban completamente listas, cada una con almohada y toalla. ¡Qué gusto fue ver aquello después de una noche y dos días de viajar en autobús! Tras de un buen descanso aquella noche, y un sabroso desayuno, pusimos toda la carga en el autobús de nuevo y nos despedimos a las 7:15 de la mañana. Los hermanos locales nos habían suministrado todo lo que necesitábamos. Algunos de ellos habían venido desde muy lejos, y unos cuantos tuvieron que levantarse a las 3:30 de la mañana para ayudar a atendernos. ¿En qué lugar pudiera hallarse tan grande amor como no fuera en la organización de Jehová?”
Hermanos de todo rincón del país han hecho sobresalientes contribuciones de esfuerzo amoroso así como de bienes materiales. En el norte lejano de Queensland unos hermanos derribaron árboles y cortaron la madera ellos mismos, y otros la transportaron en cuatro cargas de remolque pequeño, y esta madera terminada se donó a la Sociedad. Se puede tener una idea de lo generosos que son los hermanos cuando se piensa en que cada uno de los cuatro viajes de ida y vuelta constó de más de seis mil cuatrocientos kilómetros, y el valor que se calculó para la madera, si ésta se hubiera comprado localmente, estaba entre los 60.000 y 70.000 dólares (E.U.A.).
De multitudes de maneras pequeñas, miles de hermanos y hermanas contribuyeron al esfuerzo general. Un ejemplo de que todos estaban dispuestos a ayudar se vio cuando la Sociedad pudo efectuar una buena compra de una tonelada de pescado acabado de pescar en Batemans Bay, un pueblo de la costa meridional de Nueva Gales del Sur, situado a 290 kilómetros del lugar donde se efectuaba la construcción. Todos los hermanos de la congregación local se reunieron y se dieron a la enorme tarea de limpiar los pescados y entonces los entregaron en Ingleburn.
Lo último que se terminó del complejo fue la sección del comedor, la cocina y las viviendas de la familia de Betel. La familia se mudó de su hogar anterior durante febrero de 1982, a tiempo para que los nuevos dueños de los edificios de Strathfield los ocuparan.
Para algunos de los miembros antiguos de la familia, tales como George Gibb y Maude Johnston, quienes habían vivido en el hogar Betel de Strathfield desde que éste se transfirió de Melbourne en 1929, hubo, por supuesto, alguna tristeza por tener que decir “adiós” al viejo hogar. Otros que han estado en la familia por 40 años o más —Wallace Baxter, Charles Randall (quien después murió a la edad de 87 años el 18 de mayo de 1982), Madge Dunham, Vi Horton, Linda Moir y Melva Wieland— también sintieron alguna nostalgia por tener que dejar el hogar que habían llegado a amar durante tantos años. ¡Pero qué excitación mostraron estas personas, junto con el resto de la familia de Betel, cuando se establecieron en sus habitaciones cómodas en el hermoso y nuevo hogar Betel de Ingleburn! ¡Y cuán agradecidos están los que han sido parte de la familia de Betel por tantos años por haber vivido hasta el día en que Jehová nos ha otorgado la emocionante expansión que ha hecho que este nuevo complejo sea necesario!
MÁS PROGRESO Y CAMBIOS
Con la transferencia al nuevo lugar en Denham Court, Ingleburn, vinieron otros cambios también. Para que el equipo estuviera al paso con lo que había en el resto de las instalaciones de impresión mundiales de la Sociedad, en la nueva fábrica se instaló una prensa Heidelberg de impresión offset. Una máquina componedora IBM Selectronic efectúa la mayor parte del trabajo que anteriormente se hacía en las linotipias. También se instaló equipo fotográfico, de hacer clichés y de otra índole, para la sección gráfica del trabajo que se necesita para preparar la impresión de tipo offset. Esto con el tiempo reemplazará a todo tipo de preparación y de hechura de clichés para la impresión por el uso de metal caliente.
Otro cambio tuvo lugar en la administración de la sucursal con la llegada del hermano Harold V. (Viv) Mouritz y su esposa, Ann, el 1 de septiembre de 1981. El hermano Mouritz había servido en el Betel de Australia cuando joven, antes de casarse a principios de los años cincuenta, y entonces participó en la obra de superintendente de circuito y otras actividades de tiempo completo antes de asistir a la 33 clase de Galaad en 1959. Desde ese año el hermano Mouritz y su esposa sirvieron en el hogar Betel de Finlandia. Por invitación del Cuerpo Gobernante, han venido a unirse a la familia del Betel de Australia una vez más, y aquí el hermano Mouritz sirve como miembro del Comité de la Sucursal y como coordinador de la sucursal.
Ahora, en 1982, el grupito de hermanos que se asociaba en eclesias por todo el país allá en 1904 cuando se formó la sucursal se ha convertido en un grupo de unos treinta y cuatro mil publicadores. Las filas de los precursores también engruesan mes tras mes. En abril de 1982 hubo una concurrencia de 67.724 personas para la celebración del Memorial o Conmemoración de la muerte de Jesucristo. Es obvio que el trabajo no ha terminado en esta parte del campo mundial, y, mientras Jehová Dios permita tiempo para esta obra, su pueblo está resuelto a seguir predicando, por Su bondad inmerecida y con la fortaleza que él suministra.
Entre los hombres a quienes se dio el privilegio de tener la superintendencia de la sucursal, dos traicionaron la confianza que se puso en ellos e hicieron que muchas personas de las que se asociaban durante el principio de la obra perdieran la fe. Sin embargo, la mayoría de los hermanos, por mucho, ha permanecido fiel a Jehová Dios y leal a su organización. Los resultados se ven en el firme grupo de hermanos que hay por todo el país hoy día.
Los precursores, jóvenes y viejos, los muchos superintendentes de circuito, diversos superintendentes de distrito, y hermanos entrenados en Galaad, también han desempeñado, a través de los años, un papel en el adelanto de la obra en este país.
Cualesquiera que hayan sido los factores contribuyentes en el desarrollo de la obra de predicar de los testigos de Jehová bajo la sucursal australiana, una verdad eterna se destaca: “La bendición de Jehová... eso es lo que enriquece.” (Pro. 10:22) Esto ciertamente ha resultado verdadero en el vasto campo de esta “tierra al fondo del mundo,” donde parece que se han cumplido de manera especial estas palabras de Jesús: “Serán testigos de mí . . . hasta la parte más lejana de la tierra.”—Hech. 1:8.
[Nota a pie de página]
a Compare con Mateo 10:7, 11.
[Fotografía en la página 47]
William (“Daddy” [Papaíto]) Johnston, quien sirvió de supervisor de sucursal de 1918 a 1930
[Fotografía en la página 56]
Por 15 años Charles Bernhardt fue precursor en áreas muy remotas de Australia
[Fotografía en la página 57]
El tipo de vehículo usado por grupos de precursores en las llanuras del interior
[Fotografía en la página 58]
Ben Brickell, muy sobresaliente precursor en la historia teocrática
[Fotografías en la página 65]
J. F. Rutherford, quien habló a estos delegados en el Estadio Leichhardt, en Sydney, en 1938, y A. MacGillivray, supervisor de la sucursal desde 1930 hasta su muerte en 1942
[Fotografías en la página 66]
A Vi, la esposa pelirroja de Bert Horton, y al auto rojo con altavoz, los llamaban cariñosamente los dos “terrores rojos”
[Fotografía en la página 73]
Un grupo de Testigos ya para salir en una marcha de información en Dubbo, N.G.S., para 1940
[Fotografía en la página 82]
Parte del convoy, con equipo para producir gas de carbón, que hizo el largo viaje desde Australia Occidental a Sydney para la asamblea de distrito de 1941
[Fotografía en la página 89]
Philip Rees, quien rindió buen servicio como superintendente de sucursal después de la muerte del hermano MacGillivray, con cuya hija, Maudie, después se casó
[Fotografía en la página 103]
Floyd Garrett, graduado de la primera clase de la Escuela de Galaad, fue nombrado superintendente de sucursal cuando el hermano Knorr visitó a Australia en 1947
[Fotografía en la página 105]
Theodore Jaracz fue nombrado superintendente de sucursal en 1951 y estimuló mucho a los hermanos
[Fotografías en la página 114]
Doug Held, quien supervisó la obra del Reino en Australia desde 1956 hasta 1963, y su esposa, Helen
John Wilson, quien por 17 años fue superintendente de sucursal, desde 1964, y su esposa, Beverley
[Fotografías en la página 119]
Una fábrica fue convertida en Salón de Asambleas para la zona de Sydney
Gran Salón de Asambleas para la zona de Melbourne, completado en 1982
[Fotografías en la página 127]
Fotografía reciente del Betel original en Strathfield, Sydney,
su ampliación en 1972
y el Betel actual en Denham Court, Ingleburn
[Fotografía en la página 128]
Veteranos de Betel en el vestíbulo del Betel nuevo (de izquierda a derecha): Wallace Baxter, Vi Horton, Maude Johnston y George Gibb
[Fotografía en la página 129]
Harold V. (Viv) Mouritz, coordinador de sucursal desde 1981, y su esposa, Ann
[Mapas en la página 39]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Australia
ASIA
OCÉANO PACÍFICO
OCÉANO ÍNDICO
[Mapa]
MAR DE TIMOR
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GOLFO DE CARPENTARIA
MAR DE CORAL
GRAN BARRERA DE ARRECIFES
MAR DE TASMAN
GRAN BAHÍA AUSTRALIANA
OCÉANO ÍNDICO
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Lismore
Goondiwindi
Bourke
Tamworth
Maitland
Newcastle
Sydney
Bathurst
Yass
Batesman’s Bay
Melbourne
Adelaide
Port Pirie
Port Augusta
Minnipa
Penong
William Creek
Alice Springs
Norseman
Kalgoorlie
Denmark
Donnybrook
Pingelly
Perth
Exmouth
Dampier
Port Hedland
Broome
Derby
Wyndham
Darwin
Nhulunbuy
TASMANIA
Launceston
Hobart
[Tabla en la página 121]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Aumento en la cantidad de publicadores
35b
1982
30
1978
25
20
15
10 1958
5
1938
0 1918
[Nota a pie de página]
b Miles de publicadores