Gran Bretaña
En sus tiempos de máximo esplendor, el Imperio británico se extendía por todo el mundo. Bajo el mandato de la reina Victoria (1837-1901) se decía que “el Sol no se ponía” en sus dominios. Sin embargo, durante el siglo XX, la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth) terminó sustituyendo a aquel gran imperio.
¿Qué dimensiones tiene la Comunidad? Abarca alrededor de un cuarto de la superficie terrestre y de la población mundial. Aunque los 53 países que la componen son políticamente independientes, reconocen a la reina británica como la cabeza simbólica de su asociación economicocultural.
En los últimos cincuenta años, los inmigrantes procedentes de los países miembros y de otros lugares han transformado Gran Bretaña en una comunidad cosmopolita de 58.000.000 de habitantes.
Numerosas razas y religiones
El 22 de junio de 1948, el Empire Windrush, un barco para el desplazamiento de tropas adaptado para transportar pasajeros, atracó en Tilbury, cerca de Londres. De él desembarcaron 492 jamaicanos, los primeros del cuarto de millón de emigrantes caribeños que estaban por llegar. Estos alegres y vivaces antillanos respetaban sinceramente la Biblia, por lo que les horrorizó descubrir que muchos británicos ya no tenían una fe intensa en Dios. ¿Qué les había ocurrido a estos últimos? Estaban indignados por la implicación de la religión en la absurda masacre que tuvo lugar durante las dos guerras mundiales. Además, su fe en la Biblia se había debilitado gravemente debido a las afirmaciones de los críticos de que la ciencia y la religión eran incompatibles.
Desde los años sesenta se ha producido una llegada masiva de ciudadanos de la India, Paquistán y, más recientemente, Bangladesh, a las costas británicas. Durante los años setenta, muchos asiáticos con residencia en África oriental buscaron refugio en Gran Bretaña. También llegaron personas procedentes de países que no pertenecen a la Commonwealth, tales como chipriotas turcos y griegos, polacos y ucranianos. Tras la revolución que tuvo lugar en Hungría en 1956, emigraron 20.000 refugiados al país anglosajón. En tiempos más recientes se han establecido allí vietnamitas, kurdos, chinos, eritreos, iraquíes, iraníes, brasileños y colombianos, entre otros. A mediados de los años noventa, 6 de cada 100 residentes de Gran Bretaña pertenecían a una minoría étnica.
En ningún lugar se evidencia tanto esa variedad de culturas como en Londres, la capital. El visitante que recorre sus calles o viaja en sus autobuses de dos pisos o en el metro, percibe enseguida la pluralidad racial de los habitantes. De hecho, casi una cuarta parte de la población londinense es extranjera. La educación que se imparte en las escuelas refleja dicha diversidad al tener en cuenta distintas preferencias religiosas, tales como el cristianismo, el islam y el hinduismo. Esto no implica que Gran Bretaña sea muy creyente. Al contrario, en este momento la gran mayoría de los británicos tienen una visión laica y materialista de la vida.
En contraste con esa mayoría, hay en el país más de ciento veintiséis mil testigos de Jehová, también de distintas procedencias, que creen firmemente en Dios, no en una deidad sin nombre, sino en Jehová, un Dios que afectuosamente invita a gente de todas las nacionalidades a andar en sus caminos y a beneficiarse poniendo en práctica su consejo amoroso (Éxo. 34:6; Isa. 48:17, 18; Hech. 10:34, 35; Rev. 7:9, 10). Los testigos de Jehová reconocen que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios. Creen profundamente en Su provisión para la salvación mediante Jesucristo. Sus esperanzas para el futuro giran en torno al Reino de Dios y a la enseñanza bíblica sobre el propósito divino de convertir la Tierra en un Paraíso (Gén. 1:28; 2:8, 9; Mat. 6:10; Luc. 23:43). Proclaman con celo estas buenas nuevas a otras personas. Su deseo ferviente es hacer “todas las cosas por causa de las buenas nuevas”, para así poder difundirlas (1 Cor. 9:23; Mat. 24:14).
¿Cómo comenzó la actividad de los testigos de Jehová en esta parte del mundo?
Se predica a otras personas
Durante las dos últimas décadas del siglo XIX, Gran Bretaña estaba en pleno proceso de urbanización. Los habitantes de las poblaciones rurales de Inglaterra, Escocia y Gales acudían en masa a las ciudades. Se unieron a los artesanos tradicionales muchos trabajadores poco o nada especializados. Después de 1870, con la educación escolar obligatoria empezó a vislumbrarse una época en la que el conocimiento estaría al alcance de un mayor número de personas.
En 1881, J. C. Sunderlin y J. J. Bender —colaboradores íntimos de Charles T. Russell, que dirigía entonces la obra de la Sociedad Watch Tower— llegaron al país procedentes de Estados Unidos de América. Traían consigo un mensaje que ha enriquecido la vida de miles de británicos. Uno desde Escocia, y otro desde Inglaterra, empezaron a distribuir una apasionante publicación titulada Food for Thinking Christians (Alimento para cristianos pensadores). En Londres, un guardagujas del ferrocarril de nombre Tom Hart aceptó un ejemplar de dicha publicación cuando regresaba a casa del trabajo por la mañana temprano. Lo que leyó despertó su interés y dio lugar a muchas conversaciones sobre la vuelta de Cristo. Impelido por lo que había leído, explicó con entusiasmo lo que acababa de aprender a su esposa y a sus compañeros de trabajo. Este pequeño grupo, al que se llegó a conocer como Estudiantes de la Biblia, comenzó enseguida a distribuir tratados a los transeúntes que pasaban por su vecindario. En otras ciudades de Gran Bretaña surgieron grupos similares, todos ellos deseosos de difundir las verdades bíblicas.
Cuando C. T. Russell visitó por primera vez el país, en 1891, el interés en el mensaje de la Biblia motivó a unas ciento cincuenta personas en Londres y otras tantas en Liverpool a asistir a la conferencia titulada “Salid de ella, pueblo mío”, que animaba a abandonar las religiones portadoras de la marca de la antigua Babilonia (Apoc. [Rev.] 18:4, Reina-Valera). “Inglaterra, Irlanda y Escocia están listas y a la espera de la siega”, dijo el hermano Russell. La difusión de las buenas nuevas fue fructífera, y para comienzos de siglo se habían formado diez pequeñas congregaciones cristianas. Con el fin de suministrarles más fácilmente alimento espiritual en forma de publicaciones bíblicas, la Sociedad Watch Tower estableció una oficina en Londres.
Primera sucursal
En 1900, otro íntimo colaborador de C. T. Russell llamado E. C. Henninges llegó al puerto de Liverpool, al noroeste de Inglaterra, desde donde viajó a Londres con la intención de arrendar allí un local que sirviese como almacén de publicaciones. El 23 de abril consiguió un inmueble en el número 131 de Gipsy Lane (Forest Gate), al este de Londres, donde empezó a funcionar la primera sucursal de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract. Ahora, un siglo después, hay más de cien sucursales, situadas en lugares clave de todo el mundo.
El 30 de junio de 1914 se constituyó en Londres la International Bible Students Association (Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia), que supondría un nuevo instrumento legal para la organización de Jehová en Gran Bretaña. En aquel entonces, la sucursal londinense estaba a cargo de la obra del Reino que se efectuaba en todas las islas británicas, incluida Irlanda. Sin embargo, desde 1966 toda la isla de Irlanda está bajo la supervisión de una sucursal independiente, situada primero en Dublín, y después, al sur de la ciudad.
Traslados al extranjero
El interés de los hermanos de Gran Bretaña no se limitó al campo británico. Sabían que Jesucristo había predicho que las buenas nuevas del Reino de Dios se predicarían en toda la Tierra habitada antes de que llegara el fin (Mat. 24:14). Durante los años veinte y a principios de los treinta, muchos hermanos de Gran Bretaña emprendieron la obra misional en otros países con el fin de expandir su campo de predicación. Fue un cambio importante para ellos, pero Jehová bendijo su espíritu de abnegación.
En 1926, Edwin Skinner dejó Sheffield, en el norte de Inglaterra, para servir en la India. Su humildad le ayudó a perseverar en su asignación por sesenta y cuatro años, hasta su muerte, acaecida en 1990. El cariñoso e inolvidable William Dey, de Escocia, un inspector de Hacienda muy acaudalado, abandonó la posición y pensión que tenía para supervisar la nueva oficina de la Sociedad para el norte de Europa, que se encontraba en Copenhague (Dinamarca). Poco después, Fred Gabler aceptó la invitación del hermano Dey, y viajó a Lituania, donde se le unió Percy Dunham, que más tarde serviría en Letonia. Wallace Baxter asumió la supervisión de la obra en Estonia. Claude Goodman, Ron Tippin, Randall Hopley, Gerald Garrard, Clarence Taylor y muchos británicos más iniciaron la obra en Asia. Otro escocés, George Phillips, sirvió durante muchos años en Sudáfrica, y Robert y George Nisbet, también de Escocia, fueron precursores en África oriental y meridional.
Ayudantes fieles en el continente europeo
En la década de los treinta, muchos precursores británicos respondieron a la solicitud de ayuda para predicar las buenas nuevas en Bélgica, Francia, España y Portugal. Entre ellos figuraban John y Eric Cooke.
Arthur y Annie Cregeen recuerdan su labor en el sur de Francia, donde no había congregaciones. Allí se encontraron con unos hermanos polacos que manifestaron gran celo y hospitalidad. Annie recuerda el día que invitaron a dichos hermanos a su alojamiento en Le Grand Hôtel de l’Europe, en la ciudad de Albi. “El hotel posiblemente fue glorioso en el tiempo de Napoleón”, como escribió más tarde Annie, pero su gloria se había desvanecido. Ella relata: “El grupo llegó el domingo por la tarde, y ese mismo día tuvimos un estudio fascinante de La Atalaya. Personas de cinco nacionalidades, cada una con la revista en su idioma, comunicándose en un francés rudimentario. Nos turnábamos para leer los párrafos en nuestra propia revista y después explicábamos con el poco francés que sabíamos lo que habíamos leído. ¡Cuánto disfrutamos!”.
Lamentablemente, aquellos días felices de servicio en el extranjero no duraron mucho. John Cooke, que se hallaba entonces en el sur de Francia, permaneció allí todo lo que pudo hasta que, finalmente, tuvo que emprender la huida en bicicleta y ser evacuado a Inglaterra justo antes de que llegaran los tanques alemanes. Con el estallido de la segunda guerra mundial, el 1 de septiembre de 1939, Gran Bretaña y Alemania se convirtieron en naciones enemigas, lo que repercutió gravemente tanto en los testigos de Jehová de Gran Bretaña como en los de otros lugares.
Mientras las naciones se sumían en una guerra total, los testigos de Jehová adoptaron una postura firme de neutralidad cristiana. Entendían claramente que la obediencia a Dios debía ser lo primero en la vida (Hech. 5:29). Puesto que pedían con sinceridad a Dios que viniera Su Reino y sabían lo que Jesucristo había dicho sobre la identidad del gobernante del mundo, estaban totalmente convencidos de que era incorrecto apoyar un bando u otro del conflicto (Mat. 6:10; Juan 14:30; 17:14). Los Testigos tomaron a pecho lo que dice la Biblia de ‘no aprender más la guerra’ (Isa. 2:2-4). Al principio se eximió del servicio militar a algunos hermanos británicos por su objeción de conciencia. Sin embargo, más tarde, cuando los jueces y los medios de comunicación empezaron a decir que la gente se hacía Testigo para evitar su reclutamiento, se encarceló a unos cuatro mil trescientos siervos de Jehová, entre ellos muchas hermanas que se negaron a realizar trabajos en apoyo del conflicto bélico. No obstante, después de la guerra, los Testigos siguieron demostrando que lo que los motivaba era el deseo de agradar a Dios y dar a conocer su Reino como la única esperanza para la humanidad. (Hallará más información sobre la obra de los testigos de Jehová británicos durante aquellos primeros años en el Anuario para 1973.)
Asamblea bilingüe en Inglaterra
A lo largo de los años, las asambleas siempre han sido ocasiones especiales para el pueblo de Dios. En una de ellas, celebrada en Londres, se retransmitieron por radio a muchos países los discursos clave que pronunció el presidente de la Sociedad Watch Tower. Durante los años cincuenta y sesenta asistieron a las asambleas londinenses representantes de más de cincuenta países. Hasta entonces, todos los discursos se daban en inglés, pero eso cambió en 1971.
Aquel año, mientras se ultimaban los preparativos para la Asamblea de Distrito “Nombre Divino” que se celebraría en Twickenham (Londres), los Testigos europeos se disponían para asistir a las asambleas con el mismo tema. Aunque la obra del Reino estaba todavía proscrita en Portugal, miles de portugueses se preparaban para cruzar España en dirección a Toulouse (Francia). Todos estaban muy animados. Pero entonces llegaron noticias de que había surgido un brote de cólera en España. Solo podrían atravesar el país los que estuvieran vacunados contra la enfermedad, y no había suficientes vacunas para todos los que deseaban asistir a la asamblea. Por si fuera poco, cuando se dio un presunto caso de cólera en el mismo Toulouse, el gobierno tomó la firme decisión de cerrar sus fronteras. ¿Qué harían los hermanos portugueses ahora? Uno de ellos dijo: “Bueno, siempre nos queda la opción de ir a Londres”.
El superintendente de la asamblea de Twickenham, William J. Bull, al que llamaban Bill, conocido por su carácter tranquilo y agradable, recuerda lo que sucedió: “Se pusieron en camino a Gran Bretaña unos ochocientos o novecientos hermanos. De estos, 112 llegaron en avión, y el resto, en autobús. Tuvimos menos de una semana para prepararnos a fin de acoger a tantas personas. Algunos hermanos fueron hasta Dover para recibir a los asambleístas portugueses que llegaban en el transbordador, quienes en su mayoría sabían poco o nada de inglés”. Se encontró alojamiento para todos ellos, principalmente en hogares de hermanos londinenses. Uno de los grandes entoldados que iban a servir de comedor se habilitó para las sesiones en portugués, aunque para ver los dramas (“Jehová bendice a los leales” y “Haga del propósito de Jehová su camino y modo de vida”) y para escuchar algunas partes del programa, los hermanos portugueses se unieron con gusto a sus hermanos británicos. Un periódico de la localidad, el Middlesex Chronicle, dijo el 13 de agosto de 1971: “Su llegada ha hecho de esta la primera asamblea bilingüe de Testigos que se celebra en el país”.
Los hermanos portugueses dieron gratos informes sobre el progreso de la obra del Reino en su tierra natal, y a continuación, un hermano que supervisaba la labor llevada a cabo en el país se dirigió a los hermanos británicos para agradecerles su hospitalidad. Dijo: “Nos han dado tanto... su tiempo, su hogar, su atención y amabilidad, su cuidado amoroso en esta ciudad gigantesca, y sobre todo, su cariño. Estén seguros, hermanos, de que Londres siempre nos traerá los más gratos recuerdos”. Cuando los hermanos portugueses expresaron su agradecimiento cantando, casi todo el público lloraba conmovido por su gratitud sincera.
Se las ayuda a conocer a la amorosa familia de Jehová
Las personas cuya lengua materna no era el inglés no solo requerían atención durante las asambleas. La población inmigrante estaba creciendo en Gran Bretaña, lo que representaba un reto para la predicación de las buenas nuevas. ¿Qué podía hacerse al respecto?
Los publicadores anglohablantes estaban deseosos de ayudar a la gente que había llegado de otros países y que no hablaba inglés. Cuando lo permitían las circunstancias, intentaban ofrecer al amo de casa información en su propia lengua, pero la comunicación suponía un problema. Afortunadamente, entre los recién llegados se encontraban algunos testigos de Jehová, que ayudaron a salvar esa barrera.
En la década de los sesenta, los Testigos de habla griega que habían llegado de Chipre difundieron con diligencia la verdad entre los grecohablantes de Inglaterra. Los hermanos italianos hicieron lo mismo entre sus compatriotas que vivían en Londres.
En la primavera de 1968, una joven Testigo alemana llamada Franziska fue a Inglaterra para trabajar de au pair en una casa, es decir, para realizar labores domésticas a cambio de alojamiento y comida y la oportunidad de aprender el idioma de la familia. Después de asistir aquel año a la Asamblea de Distrito “Buenas Nuevas para Todas las Naciones”, incrementó con entusiasmo su participación en el ministerio del campo y ofreció el nuevo libro La verdad que lleva a vida eterna a otras chicas au pair que vivían en los alrededores. El resultado fue que comenzó a estudiar la Biblia con cuatro muchachas. Una de ellas era una joven suiza con la que Franziska estudiaba en alemán. Cuando esta joven empezó a ir a las reuniones de congregación, comprobó por sí misma el amor que reinaba en la casa de Jehová (Juan 13:35). Al año siguiente, aquella chica interesada había progresado tan bien que dedicó su vida a Jehová y se bautizó. Posteriormente se hizo precursora e incluso ayudó a su propia madre a aceptar la verdad. Pero estos fueron tan solo los comienzos de la obra de predicación que Franziska llevaría a cabo entre las chicas au pair.
“Cuando me encuentro con una au pair al ir de casa en casa —relata Franziska con entusiasmo—, le digo que yo también fui au pair, e inmediatamente tenemos algo en común. Lo que siempre recalco es que cuando llegué a Inglaterra, no conocía a nadie salvo a una hermana, y sin embargo, la congregación me hizo sentir muy bien acogida. Por eso trato de que se impliquen rápidamente en las actividades de la congregación para que puedan darse cuenta de que somos una gran familia.”
Franziska se casó con Philip Harris en 1974, y en la actualidad sirven juntos en el Betel de Londres y en la Congregación Northwood. Franziska lleva más de trece años visitando una casa de su territorio. Ella explica: “Una au pair francesa escribió a Betel para solicitar la visita de un Testigo. Los hermanos de Francia le habían dado el libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra, y quería saber más. Aunque su inglés era todavía limitado, pude percibir que Nathalie tenía sed de la verdad. Progresó muy bien, y enseguida empezó a asistir a las reuniones”. Antes de regresar a Francia, Nathalie llegó a ser publicadora del Reino, y ahora, tanto ella como su esposo sirven allí de precursores en el campo árabe.
La familia que empleaba a estas chicas au pair seguía un sistema. Antes de marcharse una au pair, llegaba la siguiente, de modo que durante unos días, la que se iba enseñaba a la nueva empleada las tareas que había que hacer en la casa. Cuando Nathalie se disponía a marchar, Franziska le aconsejó: “Antes de regresar a Francia, cuéntale a la nueva au pair cómo te ha ayudado el estudio de la Biblia y comprueba si está interesada”. La siguiente au pair fue Isabelle, también francesa, y en efecto, estaba interesada, por lo que Franziska le comenzó asimismo un estudio. A Isabelle la reemplazó una segunda Nathalie, que enseguida empezó a ir a las reuniones, y se bautizó cuando volvió a Francia.
Después llegó otra chica, Gabriela, procedente de Polonia. Esta no había tenido ningún contacto significativo con los testigos de Jehová, pero le dijo a Franziska que no le gustaban los alemanes debido a la mala reputación que estos tenían en Polonia. Franziska le explicó que los testigos de Jehová no participan en las guerras. “No hubo ningún testigo de Jehová en el ejército durante la segunda guerra mundial —le dijo—. ¿Sabías que fuimos perseguidos? Estuvimos en campos de concentración porque rehusamos decir heil Hitler y apoyar el régimen nazi.” Gabriela se sorprendió mucho, y sus prejuicios contra los alemanes pronto desaparecieron. Después de estudiar regularmente con Franziska, se hizo publicadora no bautizada y finalmente simbolizó su dedicación a Jehová en una asamblea que tuvo lugar en Twickenham. A lo largo de los años, Franziska ha conducido veinticinco estudios bíblicos a chicas au pair de diez países y ha tenido la dicha de ayudarlas a conocer a la amorosa familia de Jehová.
Reuniones en su propio idioma
Era evidente que no todos los estudiantes podían progresar en la verdad con rapidez estudiando la Biblia o escuchando el programa de las reuniones en un idioma que no era el suyo. ¿Qué podía hacerse al respecto?
Cuando los Testigos grecochipriotas comenzaron a encontrar a personas interesadas de su país, en Londres se hicieron los preparativos necesarios para celebrar algunas reuniones en griego. En 1966 empezaron a beneficiarse primero de un Estudio de Libro de Congregación regular en su idioma, y más tarde, de un discurso público al mes. Y, por fin, en 1967 se formó en Londres la primera congregación de habla griega, justo cuando otro grupo comenzaba a reunirse en Birmingham.
Los italianos empezaron con un discurso público y el Estudio de La Atalaya en el Salón del Reino de Islington (Londres) en 1967. A estas reuniones les siguieron otras en diferentes lugares. He aquí un resumen de cómo se inició todo: Vera, Vee, Young se puso a estudiar la Biblia con una señora italiana de Enfield, al norte de Londres. Cuando esta empezó a valorar lo aprendido, hizo el siguiente comentario: “Es una pena que no haya nada en italiano para algunos de mis amigos”. Sus palabras indujeron al esposo de Vee, Geoff, a hablar con un superintendente de circuito. Juntos encontraron a un hermano griego que había sido precursor en Italia. “Yo di el discurso en inglés —cuenta Geoff—, y el hermano lo tradujo al italiano.” Estuvieron presentes unas treinta personas, y algunas de ellas progresaron bien en sentido espiritual. Con el tiempo, los Testigos italianos estuvieron preparados para formar una congregación. Desde entonces se ha fundado, como promedio, una nueva congregación italiana cada cinco años.
En el campo griego también siguió habiendo crecimiento. En 1975 se hicieron preparativos para que los hermanos de habla griega de Gran Bretaña disfrutaran de una asamblea. Por aquel entonces, Geoff y Vee Young eran precursores y se acercaban a los cincuenta años de edad. Sus dos hijos eran mayores y se habían casado “en el Señor” (1 Cor. 7:39). Puesto que ya no tenían padres ancianos que cuidar, estaban en condiciones de aceptar otros privilegios de servicio. Para sorpresa de Geoff, se le encomendó la labor de organizar la asamblea. “No sabía con qué me podía encontrar —recuerda—. Como no conocía el carácter griego, cuando llegué al lugar donde se iba a celebrar la asamblea, me pareció que se estaba librando una batalla campal.” Quizás su reacción se debió tan solo al contraste entre la sobriedad británica y la expresividad griega, pues los hermanos solo estaban conversando sobre cuál sería el mejor modo de llevar a cabo el trabajo. Al final, la asamblea tuvo una asistencia de más de cuatrocientas personas.
También surgieron grupos en otros idiomas. En 1975 se formó una congregación hispana. En 1977 tuvo lugar en Londres el primer discurso público en gujarati, y dos años después, una pequeña asamblea. También por aquel entonces se celebró una asamblea de circuito en panjabí, con una asistencia aproximada de doscientas cincuenta personas.
“Son magníficas personas”
En los primeros años, las asambleas más grandes normalmente se celebraban en Londres. Sin embargo, durante la década de los sesenta hubo asambleas anuales en ciudades de mayor o menor población de todo el país. Algunos años solo se celebraron cuatro; otros se emplearon instalaciones más pequeñas, y por tanto el número de asambleas ascendió a diecisiete. Se alquilaron estadios de fútbol, auditorios y una pista de hielo. En 1975 se hicieron gestiones para celebrar una asamblea en el Cardiff Arms Park (Gales).
Aunque la buena reputación de los testigos de Jehová es conocida en casi toda Gran Bretaña, puede que al principio los encargados de los campos de deportes que no han experimentado personalmente cómo son las reuniones multitudinarias de los Testigos, se muestren reticentes a alquilarles sus instalaciones. Eso fue lo que ocurrió en el caso del Cardiff Arms Park. Se comenzaron las negociaciones con la junta directiva de la Asociación de Rugby de Gales. Lord Wakefield, el entonces presidente de la Asociación de Rugby de Gran Bretaña, amablemente les había dicho a nuestros hermanos que si encontraban obstáculos en sus negociaciones con la junta de Cardiff, solicitaran a los miembros de la junta que lo llamasen. ¡Cuánto agradecieron los hermanos su ayuda! Cuando las negociaciones llegaron a un punto muerto, una llamada a lord Wakefield permitió que siguieran adelante. Los testigos de Jehová habían celebrado asambleas en Twickenham (Londres) desde 1955, por lo que lord Wakefield pudo contar a sus compañeros de Gales cuánto les había complacido a él y a su junta directiva que los Testigos utilizaran sus instalaciones todos los veranos. Les aseguró que no tenían por qué preocuparse, y dijo: “Son magníficas personas”. Enseguida cerraron el trato, y durante muchos años los Testigos han utilizado habitualmente el Cardiff Arms Park para celebrar sus asambleas en Gales.
Salones de Asambleas en propiedad
Además de las asambleas anuales, tenemos asambleas más pequeñas durante el resto del año. En 1969 había 55.876 proclamadores del Reino en Gran Bretaña, pero en cuatro años su número aumentó a 65.348. Hasta aquel momento, las asambleas de circuito se habían llevado a cabo en salones alquilados, pero cada vez era más difícil encontrar locales adecuados a buen precio.
En los años setenta se hizo obvio que necesitábamos nuestros propios Salones de Asambleas. Se celebraron varias reuniones de hermanos con cargos de responsabilidad, y comenzó la búsqueda de lugares apropiados. En un principio se pensó en renovar edificios ya existentes. A comienzos de 1975 se negoció la compra de un cine de Manchester, en el norte de Inglaterra, que estaba cerrado. Tras meses de reformas, el 31 de agosto tuvo lugar la dedicación del primer Salón de Asambleas de los Testigos de Jehová de Inglaterra. Las obras concluyeron justo a tiempo para el nuevo programa de asambleas de circuito que empezaba en septiembre.
Dos años antes de que esto sucediera, se reunieron los superintendentes de asamblea del sureste del país para estudiar la posibilidad de adquirir un salón en Londres. Denis Cave, miembro del comité encargado de encontrar un local adecuado, recuerda la sorpresa que se llevó cuando los hermanos reunidos acordaron unánimemente buscar, no un salón, sino dos —uno al norte del río Támesis y otro al sur—, y eso a pesar de lo caras que eran las propiedades en aquella zona.
Un cine cerrado que se encontraba en la localidad de Dorking, a 30 kilómetros [20 millas] al sur de Londres, parecía ser una buena oportunidad. Pero entonces intervinieron unos especuladores en bienes raíces e hicieron una oferta cuantiosa por el edificio. Al principio, Denis se desanimó, pero para su sorpresa, el alcalde de la ciudad le telefoneó con objeto de convocarlos a él y a otro Testigo a una reunión. Además de eliminar las restricciones que impedían dar un uso religioso al edificio, las autoridades decidieron comprar el cine y alquilárselo a los hermanos con un contrato renovable cada tres años.
Aquel salón cumplió su finalidad por más de una década, hasta que la ciudad decidió darle otra utilidad. Para reemplazarlo, los hermanos consiguieron un terreno de 11 hectáreas [28 acres] cerca del aeropuerto londinense de Gatwick. Este predio contenía unos edificios que podían incorporarse al Salón de Asambleas, formando un magnífico conjunto. Pero se levantó una controversia en la localidad con relación a las estrechas carreteras rurales por las que se accedía a la propiedad. Era comprensible que los vecinos más próximos desearan proteger su intimidad y que se les molestase lo menos posible. ¿Respetarían los Testigos las instrucciones de dirigirse al Salón de Asambleas por rutas especialmente trazadas para ello y a la velocidad indicada? Un informe sobre la reunión del Comité de Urbanización local decía: “El comité pensaba que en casos normales sería imposible hacer cumplir tales condiciones. Pero los testigos de Jehová eran diferentes”. El presidente del comité añadió: “A muchos otros grupos u organizaciones les gustaría poder decir que sus miembros hubieran obedecido del mismo modo. Y sin embargo, así actúa esa organización”. El nuevo Salón de Asambleas de Hays Bridge (Surrey) se inauguró para la asamblea de circuito del 17 y 18 de mayo de 1986, justo un año después de la compra del terreno.
En 1975, a la vez que se construía el Salón de Asambleas de Dorking, los Testigos del norte de Londres restauraban el antiguo cine Ritz de New Southgate. Este edificio de mediados de los años treinta dejó de ser un cine en la primavera de 1974 y pasó a ser por un tiempo una sinagoga. Cuando los Testigos lo compraron, se hallaba en un “terrible estado de abandono”, según relata el arquitecto Roger Dixon. “La construcción era sólida, pero le entraba agua —recuerda—. Para disimular su condición ruinosa, habían pintado de negro el interior del auditorio.” La obra de restauración resultó desalentadora al principio. No obstante, unos dos mil trabajadores voluntarios, con mayor o menor preparación, terminaron el trabajo en tan solo cuatro meses y medio.
En aquel mismo momento se estaban llevando a cabo reformas en un Salón de Asambleas de la región centrooccidental de Inglaterra. En 1974, los hermanos consiguieron comprar un antiguo cine de Dudley. Su renovación llevó más tiempo, pero en septiembre de 1976 estuvo también listo.
Se construyen nuevos Salones de Asambleas
El número de publicadores del Reino siguió aumentando. De 71.944 en 1974 se pasó a 92.616 en 1984. Muchos de ellos vivían en ciudades muy industrializadas del norte de Inglaterra, de modo que se hicieron planes para construir un salón en South Yorkshire.
En septiembre de 1985 comenzó la edificación de lo que hoy se conoce como el Salón de Asambleas de East Pennine. El local, construido con armazón de acero, tiene un aforo de 1.642 personas. También consta de un Salón del Reino con 350 asientos, en el que se reúne la congregación local. El edificio fue diseñado con un tejado de 42 metros [138 pies] de luz, lo que lo hace más atractivo. La revista The Structural Engineer llamó a la original concepción del tejado “la solución octogonal”, y el ayuntamiento del municipio de Rotherham otorgó al Salón de Asambleas el premio al mejor diseño.
Noble Bower, miembro del comité que supervisaba la construcción, participó en las obras desde el principio, y más tarde se convirtió en el primer superintendente del salón. Su carácter jovial pero sensato, animó a los más de doce mil quinientos trabajadores que ayudaron durante los catorce meses de la construcción. Para poder seguir con el trabajo a pesar de la niebla helada, las temperaturas bajo cero y la nieve, los hermanos levantaron un andamio alrededor de la zona con el fin de sostener una cubierta de plástico que los protegiese. Debajo del plástico conectaron unos calefactores industriales de aire caliente. Nada detuvo las obras en esta importante edificación. Incluso acudieron hermanos de lugares distantes para estimular a los trabajadores voluntarios.
Para Noble y su esposa, Louie, fue inolvidable el día en que se dedicó a Jehová el Salón de Asambleas, a saber, el 15 de noviembre de 1986, durante la visita de Theodore Jaracz, miembro del Cuerpo Gobernante.
Había ya Salones de Asambleas en el norte, centro y sureste de Inglaterra. ¿Qué se podía hacer para que los hermanos del oeste de Inglaterra y de Gales tuvieran también donde celebrar las asambleas? En octubre de 1987 se encontró un terreno adecuado en Almondsbury, al norte de la ciudad de Bristol. Pero los permisos de edificación no eran fáciles de conseguir. Fue necesario solicitarlos repetidas veces hasta que por fin los concedieron en febrero de 1993.
Los hermanos se pusieron entonces a construir de firme. ¡Qué alegría sintieron el 5 de agosto de 1995, cuando se dedicó el sexto Salón de Asambleas de Inglaterra! John Barr, del Cuerpo Gobernante, pronunció un discurso titulado “La Tierra se llena del conocimiento de Jehová”. Todos los presentes agradecieron su amable recordatorio: “Nunca olviden que su territorio es tan solo una pequeña parte del escabel de Jehová. Él está tan interesado en este lugar como en cualquier otro lugar de la Tierra; por tanto, tengan presente el alcance mundial de la obra del Reino”.
A la semana siguiente, el hermano Barr habló en la dedicación del nuevo complejo de Salones del Reino de Edgware, en el norte de Londres. En este caso, los hermanos habían construido un magnífico edificio que comprendía tres Salones del Reino, separados por paneles que se podían plegar y guardar para que las congregaciones de habla extranjera utilizasen el local como Salón de Asambleas. Los buenos resultados obtenidos en la predicación a personas de otros idiomas habían conferido una nueva dimensión a la obra del Reino en Gran Bretaña.
“Siempre he querido hacer más”
Para algunos Testigos, la proclamación de las buenas nuevas ha implicado la búsqueda de otras formas de ampliar su ministerio. Muchos hermanos británicos han tomado la iniciativa de servir en lugares de mayor necesidad, lo cual es encomiable. A menudo, esto ha significado mudarse a otro país, como hicieron un gran número de precursores celosos en los años veinte y treinta. En su nuevo hogar han producido fruto del Reino a la vez que han animado a los hermanos de la localidad. Durante las décadas de los setenta y los ochenta, algunas familias británicas se fueron a vivir a Centroamérica, Sudamérica, África y Asia.
A la edad de 57 años, cuando sus dos hijas habían crecido y se habían casado, Vera Bull vendió su casa de la isla de Wight y se fue a Colombia con un grupo de jóvenes precursores de la congregación Ealing de Londres. Aprendió español con rapidez, y al poco tiempo ya dirigía dieciocho estudios bíblicos. Treinta años después, todavía sirve allí, rodeada de muchos hijos espirituales.
En 1974, Tom y Ann Cooke llevaban varios años sirviendo en Uganda junto con sus hijas, Sara y Rachel, cuando la situación por la que atravesaba el país los obligó a regresar a Inglaterra. Al año siguiente se mudaron de nuevo, esta vez a Papua Nueva Guinea, donde Sara se casó con un precursor especial. Posteriormente, la familia se trasladó a Australia, y allí Rachel contrajo matrimonio con un hermano en la fe. En 1991, Tom y Ann aceptaron una nueva asignación en las islas Salomón, donde Tom desempeña la función de coordinador del Comité de Sucursal.
Otros Testigos permanecieron en el extranjero menos tiempo. Sin embargo, la experiencia que adquirieron les resultó sumamente valiosa. Este fue el caso de Barry y Jeanette Rushby.
“Desde que estoy en la verdad, siempre he querido hacer más”, dijo Barry. Después de casarse, él y Jeanette, entonces precursora, respondieron a la solicitud de hermanos para servir en Papua Nueva Guinea que aparecía en Nuestro Servicio del Reino. “Fue la respuesta a nuestras oraciones”, reconocieron ambos. Los hermanos de la sucursal de Port Moresby querían que sirvieran en Goroka, en el centro del país, pero el permiso de trabajo de Barry solo era válido en la isla de Bougainville. No obstante, a su llegada se encontraron con la grata sorpresa de que las autoridades habían cambiado su permiso de trabajo y lo habían asignado a Goroka.
Barry ocupó su puesto de maestro y Jeanette hizo el precursorado en colaboración con la congregación de dieciocho publicadores a la que asistían. “Una de las cosas que aprendí —recuerda Barry— fue que cuando llegaba la hora de asistir a las reuniones de congregación, nada detenía a los hermanos, ni siquiera las inclemencias de la estación lluviosa. No tenían automóvil y a menudo debían caminar una o dos horas. Cuando entraban en el Salón del Reino, estaban completamente empapados. Pero nunca faltaban.”
Después de pasar seis felices años en Papua Nueva Guinea, la situación se hizo difícil para los extranjeros, por lo que Barry pensó que era prudente regresar a Gran Bretaña. No obstante, a raíz de su experiencia en aquel país, decidieron servir los dos de tiempo completo. Pero ¿adónde irían? Deseaban ayudar donde hubiera mayor necesidad. Consultaron a la Sociedad y a su superintendente de circuito, y decidieron mudarse a Boston (Lincolnshire). Enseguida hallaron un lugar donde vivir, pero Barry no encontraba un empleo de media jornada que le permitiese servir de precursor junto con Jeanette. Sin embargo, con fe en la promesa de Jehová de ayudar a aquellos que ponen el Reino en primer lugar, decidieron empezar el precursorado el 1 de septiembre, tuviera Barry trabajo o no. Aquel día, cuando ya se habían puesto el abrigo y estaban a punto de salir al servicio del campo, sonó el teléfono. Un funcionario de correos le preguntó: “¿Quiere un trabajo de media jornada?”. Barry contestó: “¡Claro! ¿Cuándo empiezo?”. Y el hombre le dijo: “¿Qué le parece mañana?”. Jehová los había bendecido por dar importancia primordial a su servicio (Mat. 6:33). Cuatro años más tarde, recibieron otra llamada inesperada: Se les invitaba a cuidar del Salón de Asambleas de East Pennine.
Se ofrecen de buena gana
El pueblo de Jehová se caracteriza por su buena disposición para rendir servicio. El rey David del antiguo Israel cantó a Dios: “Tu pueblo se ofrecerá de buena gana en el día de tu fuerza militar. [...] Tienes tu compañía de hombres jóvenes justamente como gotas de rocío” (Sal. 110:3). Muchos británicos han manifestado ese espíritu servicial al ofrecerse para fomentar los intereses de la adoración verdadera a un grado mayor.
Todos los que estaban dando de sí mismos por medio del servicio de tiempo completo, jóvenes y mayores, recibieron un gran estímulo de un anuncio que se hizo en la Asamblea de Distrito “Trabajadores Gozosos”, de 1977. En los siete locales de asambleas que estaban repartidos por Inglaterra, Escocia y Gales, un total de 110.000 personas aplaudieron con alegría cuando el discursante anunció la inauguración de la Escuela del Servicio de Precursor. Dicha escuela impartiría un curso bíblico avanzado de dos semanas, con prácticas en el ministerio del campo, a todos aquellos que hubieran sido precursores al menos por un año. Después de recibir esta instrucción, algunos de esos precursores estarían capacitados para ayudar a abrir territorios vírgenes o poco predicados.
La escuela comenzó a funcionar en Gran Bretaña en marzo de 1978. Ann Hardy, estudiante de la primera clase, celebrada en la ciudad norteña de Leeds, recuerda cuánto disfrutaron: “La escuela fortaleció mucho nuestra espiritualidad. Nos hizo ver con claridad la necesidad de interesarnos sinceramente por las personas que encontramos en el ministerio del campo”. En la actualidad, ella y su esposo pertenecen a la familia Betel. Andrea Biggs, cuyos cuatro hijos asistieron a la escuela en Pontypridd (Gales), afirma: “Si esta es una muestra de lo que nos espera, entonces Jehová ha de tenernos reservado algo verdaderamente maravilloso; por eso anhelo más que nunca el nuevo sistema”. Hasta la fecha ha habido unas setecientas cuarenta clases, y los 20.000 precursores que han asistido sienten lo mismo que Andrea. Al terminar la escuela, muchos de ellos tomaron la determinación de hacer del servicio de precursor su carrera en la vida.
Tras adquirir experiencia como precursores, cientos se han ofrecido voluntarios para trabajar en la sucursal británica como miembros de la familia Betel. En este momento hay 393 betelitas, y 38 de ellos han permanecido en su asignación por un mínimo de veinte años.
Entre los que sirven en Betel se encuentra Christopher Hill. ¿Por qué solicitó este servicio? Él relata: “Comencé el precursorado en 1989. Pero quería demostrarle a Jehová y demostrarme a mí mismo que estaba en el tiempo completo por amor a Él y no porque mis padres fueran precursores. Deseaba hacer de la verdad mi vida, no parte de ella, y sabía que Betel, aunque supusiera un desafío, me ayudaría a conseguirlo”.
Geraint Watkin es también miembro de la familia Betel. A principios de los ochenta rechazó una educación universitaria y emprendió el servicio de precursor. Se ganaba la vida trabajando media jornada en la granja de su padre. Disfrutaba del precursorado y esperaba ser misionero algún día. Entonces ¿por qué solicitó entrar en Betel? Un artículo de La Atalaya publicado en 1989 influyó profundamente en él. Se trataba de la biografía de Max Larson, miembro de la familia Betel de Estados Unidos. En ella, el hermano Larson decía: “Creo firmemente que Betel es el mejor lugar donde vivir en la Tierra mientras esperamos el venidero Paraíso terrestre”. Geraint se dio cuenta de que, después de pedir la solicitud para Betel, el hermano Larson oró constantemente a Jehová sobre el asunto, así que enseguida siguió su ejemplo. Unos diez días más tarde, lo llamaron por teléfono para invitarlo a formar parte de la familia Betel de Gran Bretaña. La experiencia que adquirió trabajando con su padre le ha ayudado a cuidar de la granja que proporciona alimentos a la familia Betel de Londres. Antes era granjero para mantenerse a sí mismo mientras hacía el precursorado, ahora ve este trabajo como “la asignación que Jehová le ha dado en Betel”.
Las obras de construcción teocráticas atrajeron a otros Testigos. Mientras Denise, Teddy, McNeil servía de precursora, su esposo, Gary, trabajaba para mantener a la familia. Pero en 1987 ambos se ofrecieron voluntarios para trabajar en la construcción del Betel de Londres. Aunque en ese momento no los llamaron para ayudar en las obras, dos años después los invitaron a formar parte de la familia Betel. El superintendente de circuito les había dicho: “No rechacen nunca una asignación de Jehová”. Teniendo muy presente este consejo, aceptaron la invitación. Los conocimientos de electrónica de Gary y la experiencia como ayudante de dentista de Teddy han resultado muy útiles. Este matrimonio también ha ayudado a despertar el interés de personas de habla polaca y bengalí que residen en Londres.
Willie y Betty Stewart, al igual que otros, se ofrecieron para trabajar en la construcción como voluntarios internacionales. Después de que Willie, fontanero y técnico en calefacción, obtuvo la jubilación anticipada a los 55 años, ambos participaron en diversas obras de construcción: primero en Grecia, y más tarde en España, Zimbabue y Malta. Betty sirvió en la lavandería, de ama de llaves e incluso de fontanera. Los dos trabajaron duro y por ello recibieron muchas recompensas espirituales. Willie cuenta: “Tenemos amigos de todas las edades en todo el mundo”.
Formación especial para hermanos capacitados
En 1990 surgieron nuevas facetas de servicio gracias a la inauguración en Gran Bretaña de la Escuela de Entrenamiento Ministerial. Esta brindaría a los ancianos y siervos ministeriales solteros la oportunidad de recibir formación especializada que los prepararía para servir en cualquier parte del mundo donde se les necesitara. El curso de ocho semanas se centraba tanto en las enseñanzas bíblicas como en asuntos de organización. El primero se impartió en el Salón de Asambleas de East Pennine. Dos superintendentes de distrito de Estados Unidos —James Hinderer y Randall Davis— fueron los instructores, aunque también estuvieron presentes durante el curso tres superintendentes de circuito experimentados de Gran Bretaña —Peter Nicholls, Ray Pople y Michael Spurr— a fin de prepararse para enseñar en futuras clases. El día de la graduación, el 17 de junio de 1990, Albert D. Schroeder, del Cuerpo Gobernante, se dirigió a la clase y dijo a los estudiantes asignados a servir en Gran Bretaña: “A ustedes, jóvenes excelentes, se les necesita aquí para que apoyen la obra. Serán una inyección de estímulo en el campo británico”.
Entre los graduados de la Escuela de Entrenamiento Ministerial se encuentra Bharat Ram, de familia hindú. Actualmente está casado y sirve junto con su esposa en el noroeste de Inglaterra, donde hay muchas personas de habla gujarati a quienes ayudar. John Williams, de Gales, se sorprendió de que lo enviaran a trabajar a la sucursal de Zambia, donde necesitaban a alguien con sus habilidades, y de que más tarde lo asignaran a Kitwe (Zambia) como misionero.
Gordon Sarkodie, de Ghana, se mudó a Inglaterra con su familia cuando tenía 12 años. Un Testigo que le llevaba las revistas La Atalaya y ¡Despertad! a su padre despertó el interés de Gordon por la verdad bíblica cuando todavía era un adolescente. Se puso a estudiar la Biblia y en 1985 se bautizó. Mientras servía de precursor auxiliar llegó a conducir tantos estudios bíblicos que sus amigos precursores le sugirieron emprender el precursorado regular. Cuando asistió a la Escuela del Servicio de Precursor tras su primer año de servicio de tiempo completo, el superintendente de circuito lo animó a llenar la solicitud para la Escuela de Entrenamiento Ministerial, y así lo hizo, pues deseaba prepararse mejor para ayudar a los jóvenes de la congregación. Asistió a la séptima clase de la escuela y después de graduarse sirvió en Londres por dos años. Más tarde lo enviaron a Zambia como misionero. Dado que estaba dispuesto a seguir la dirección de Jehová, su progresiva formación le trajo otros privilegios. Después de estudiar durante doce semanas cibemba, uno de los idiomas del país, lo nombraron superintendente de circuito en la provincia de Copperbelt, y ha tenido asimismo el privilegio de preparar a otros hermanos para la obra de circuito.
Richard Frudd, de Gran Bretaña, se crió en una familia de Testigos. Tras dedicar su vida a Jehová, se dio cuenta de que no podía ponerle límites a su dedicación, por lo que se hizo disponible. Emprendió el precursorado en 1982, y más tarde llenó la solicitud para la Escuela de Entrenamiento Ministerial, de la que se graduó en 1990. A él también lo enviaron a Zambia. Después de estudiar cibemba y de adquirir cierta experiencia en su nueva asignación, se le nombró superintendente de circuito. Además, ha sido instructor de la Escuela de Entrenamiento Ministerial en la sucursal de Zambia.
Hasta ahora se han graduado en Gran Bretaña 433 estudiantes de un total de diecinueve clases. De ellos, 79 están sirviendo en el extranjero, 4 son superintendentes de circuito, 12 son betelitas y 308 aprovechan su educación para ayudar a otros haciendo el precursorado en Gran Bretaña.
Se desplazan a campos misionales
Cientos de precursores británicos se han ofrecido para servir en cualquier parte de la Tierra donde se les necesite. Muchos de ellos han recibido instrucción en la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower, situada en Nueva York. En total se han graduado 524 británicos, que han sido asignados a 64 países de todo el mundo.
Algunos de estos precursores ya habían servido en el extranjero antes de recibir la invitación a Galaad. Por ejemplo, John y Eric Cooke estuvieron antes en Francia y España. Después de asistir a la escuela, Eric fue enviado a África y John sirvió primero en España, luego en Portugal y por último también en África. Robert y George Nisbet sirvieron en Sudáfrica durante quince años o más antes de ir a Galaad. Tras concluir el curso, estuvieron en Mauricio y posteriormente regresaron al continente africano. Antes de acudir a la escuela, Claude Goodman había pasado ya veinte años en el extranjero. Había servido en la India, Ceilán (hoy Sri Lanka), Birmania (actualmente Myanmar), Tailandia y Malaya (ahora parte de Malaysia). Finalmente, al terminar la escuela, lo enviaron a Paquistán. Así mismo, Edwin Skinner fue precursor en la India durante veinte años antes de asistir a Galaad, y después continuó allí otros cuarenta y tres años, hasta que terminó su carrera terrestre en 1990.
Otros hermanos sirvieron primero en el extranjero como voluntarios internacionales en la obra de construcción. Este fue el caso de Richard y Lusia Palmer, que entre 1989 y 1994 estuvieron por temporadas en Grecia, Tahití, España y Sri Lanka. En este último país se quedaron más de tres años como precursores, hasta que los invitaron a Galaad.
Se ha animado a los solicitantes de Galaad a ver el servicio misional como una obra para toda la vida. La mayoría de ellos aceptan su asignación con esa idea y algunos han dado un excelente ejemplo al respecto. De los que procedían de Gran Bretaña y aún permanecen en este servicio, al menos 45 llevan un mínimo de veinte años en asignaciones misionales. Nueve de ellos se encuentran en Centroamérica y Sudamérica, once en países asiáticos, otros once en África, cuatro en Europa y los restantes diez en diversas islas.
Uno de estos misioneros veteranos es Anthony Attwood, que sirvió cuarenta y nueve años en Nigeria. Aunque en 1997 tuvo que trasladarse al Betel de Londres debido a ciertas leyes de inmigración, dejó en aquel país su corazón. Él relata: “Servir en Nigeria fue un maravilloso privilegio. Los años que pasé allí estuvieron bien empleados. Animo a todos los jóvenes que han sido bendecidos con la verdad a aprovechar todos los privilegios que se les concedan. Sé por experiencia que Jehová nunca les fallará”. A Olive Springate, enviada a Brasil como misionera en 1951, se le unió su hermana Sonia en 1959. Denton Hopkinson y Raymond Leach llegaron a las Filipinas a principios de los cincuenta, y ese continúa siendo su hogar. Malcolm Vigo, que empezó su servicio misional en Malaui y permaneció allí diez años hasta que lo deportaron, sirve actualmente en Nigeria junto con su esposa. Se podría mencionar a muchos otros hermanos, todos ellos con una vida llena de bendiciones de parte de Jehová.
Algunos de los que han emprendido la obra misional han tenido que hacer frente a problemas graves con el fin de continuar. Por ejemplo, Eric y Chris Britten tuvieron que regresar temporalmente a Inglaterra por razones de salud, tras varios años de servicio misional en Brasil. El mismo año de su regreso aceptaron una asignación en Portugal, donde la obra estaba proscrita. Cuando los expulsaron del país después de siete años debido a la labor de educación bíblica que llevaban a cabo, continuaron sirviendo a tiempo completo en Inglaterra. Pero entonces escribieron a la Sociedad para preguntar qué posibilidades había de recibir una nueva asignación como misioneros. Al poco tiempo se hallaban de vuelta en Brasil, donde continuaron con su labor misional además de participar en la obra de circuito. Sirvieron juntos fielmente en el país hasta el fallecimiento de Eric en agosto de 1999; Chris permanece todavía en su asignación.
Es posible que al cabo de algunos años haya que hacer reajustes en la actividad con tal de cumplir con las obligaciones familiares que impone la Biblia. Esto fue lo que les ocurrió a Mike y Barbara Pottage, quienes después de servir en Zaire durante veintiséis años, regresaron a Inglaterra en 1991 para cuidar a la madre de uno de ellos, ya anciana, que estaba pasando por una situación angustiosa. No obstante, como su deseo era continuar con el servicio de tiempo completo, se las arreglaron para hacer el precursorado especial a la vez que atendían sus deberes familiares. En 1996 pudieron volver al campo misional en su antigua asignación, ahora la República Democrática del Congo, donde permanecieron tres años más. En la actualidad forman parte de la familia Betel de Gran Bretaña. Desde que emprendieron su servicio en Zaire, han visto aumentar de 4.243 a más de 108.000 el número de proclamadores del Reino de Dios en ese país. Los hermanos Pottage recuerdan como si fuera ayer el día en que los testigos de Jehová consiguieron reconocimiento legal en el país, aproximadamente un año después de su llegada. Tampoco han olvidado la primera asamblea, celebrada en Kinshasa al año siguiente, que supuso para ellos todo un acontecimiento, aunque solo hubiera 3.817 asistentes. En 1998 tuvieron la satisfacción de ver a 534.000 personas que se habían beneficiado de la enseñanza divina, reunirse para celebrar la Cena del Señor a pesar de la situación de inestabilidad por la que atravesaba el país.
Se consiguen Salones del Reino adecuados
Puesto que el número de congregaciones de Gran Bretaña siguió aumentando, la obtención de Salones del Reino apropiados se convirtió en un constante desafío. Algunas congregaciones se reunían en salones alquilados u otros locales que a veces no eran dignos para la adoración de nuestro magnífico Dios, Jehová. Se necesitaban con urgencia lugares de reunión adecuados.
Sin embargo, conseguir propiedades que se pudieran emplear como Salones del Reino no ha sido siempre fácil. En algunas ocasiones, la oposición ha sido muy intensa, especialmente cuando había implicados prejuicios religiosos. No obstante, la confianza en Jehová y la perseverancia de los hermanos encargados ha producido buenos resultados, para sorpresa de los opositores.
A principios de los años setenta, una de las congregaciones de Swansea (Gales) intentó comprar una capilla cerrada para transformarla en un Salón del Reino. El diácono de la Iglesia a la que pertenecía el edificio dijo que prefería morir antes que verlo en manos de los Testigos, por lo que la capilla acabó vendiéndose a la Administración de Correos, que la convirtió temporalmente en una central telefónica. Sin embargo, en 1980, Correos dejó de necesitar el local y lo sacó a subasta. Un anciano de la congregación se enteró y habló con el resto de los ancianos para ver cuánto podían ofrecer. Un perito valoró el local junto con el terreno en 20.000 libras (32.000 dólares). ¡Qué alegría sintieron los hermanos cuando lo consiguieron por 15.000 libras (24.000 dólares)! Después de algunas reformas necesarias, se dedicó el edificio a Jehová.
Cuando la congregación de la ciudad costera de Exmouth, al sudoeste de Gran Bretaña, aumentó tanto que tuvo que dividirse en dos, los hermanos percibieron que hacía falta un Salón del Reino más grande. Se enteraron de que el municipio poseía un terreno reservado para fines religiosos, por lo que negociaron su compra. Entonces, el municipio puso una condición poco corriente: No podrían firmarse los contratos de venta del solar hasta que el edificio estuviera acabado. Al terminar la construcción, en 1997, la junta municipal cumplió, afortunadamente, su parte del trato. Para las congregaciones que se reúnen en el salón, este es una prueba de la bendición de Jehová sobre sus esfuerzos por promover la adoración verdadera en la zona.
Los primeros Salones del Reino de construcción rápida de Europa
Aun cuando se conseguía el terreno, la construcción de un Salón del Reino a menudo llevaba años. Por otro lado, en una década, de 1973 a 1982, el número de congregaciones británicas había aumentado de 943 a 1.147. Había que hacer algo para que la edificación de salones pudiera seguir el ritmo de este crecimiento.
En septiembre de 1983 llegó a Northampton, a 101 kilómetros [63 millas] al norte de Londres, un grupo de hermanos de Estados Unidos y Canadá con experiencia en la construcción. Estos habían analizado la necesidad de un método de construcción rápida e iban a enseñar a los hermanos de la localidad las soluciones prácticas que habían hallado. Trabajaron junto con ellos y los ayudaron a levantar un Salón del Reino en poco tiempo y a buen precio. La revista Building Design dijo al mes siguiente: “Un grupo de testigos de Jehová acaba de conseguir en cuatro días lo que normalmente le llevaría a un contratista seis meses, y lo han hecho por un cuarto de lo que suele costar”. Jehová bendijo la rápida edificación de este salón, el primero de su clase en Europa.
Al año siguiente, más de mil voluntarios procedentes de Gales, Inglaterra y Estados Unidos ayudaron a los 33 Testigos de la ciudad galesa de Dolgellau a edificar un Salón del Reino en su localidad. Esta vez se logró en solo dos días. También estuvieron presentes algunos hermanos de Francia y de los Países Bajos para ver de qué forma se hacía, y a su regreso a casa, empezaron a enseñar a otros cómo seguir métodos similares.
El apoyo que recibieron de afuera benefició a los testigos de Jehová británicos, quienes, a su vez, se ofrecieron para ayudar a otros. Dos congregaciones de King’s Lynn (Norfolk) colaboraron de un modo poco corriente. En 1986, ambas congregaciones estaban inmersas en los preparativos para construir un nuevo Salón del Reino que reemplazase el edificio de madera que habían estado utilizando. Al enterarse de que la congregación irlandesa de Cobh celebraba las reuniones en un garaje convertido en salón, donde se juntaban 45 ó 50 personas, decidieron tenderles una mano. Les ofrecieron su antiguo salón con todo su contenido, lo que incluía las sillas y el equipo de sonido. Cuando se dieron cuenta de que había que cambiar los marcos de las ventanas, donaron fondos para cubrir el costo. Las congregaciones vecinas contribuyeron económicamente para reemplazar las cerchas del tejado. Y por si fuera poco, los hermanos de Norfolk sufragaron todos los gastos de envío.
“Desmantelar el salón fue una odisea —recuerda Peter Rose, superintendente presidente de una de las congregaciones de King’s Lynn—. Había que quitar cada pieza sin dañarla y numerarlas todas para después volver a montar el salón como si se tratara de un gigantesco rompecabezas.” Cuando terminaron de desmontarlo, en mayo de 1986, lo empaquetaron en un contenedor y lo enviaron por barco a través del mar de Irlanda hasta Cobh. Los hermanos de Cobh tenían planeado levantar su nuevo salón en el fin de semana del 7 y 8 de junio, justo cuando los hermanos de King’s Lynn iban a construir el suyo. Ambos Salones del Reino se edificaron aquel fin de semana.
Se proporciona ayuda económica y mano de obra experta
El suplemento de la edición británica de Nuestro Ministerio del Reino de abril de 1987 hablaba de la creación de un Fondo de la Sociedad para Salones del Reino, con el objetivo de “financiar adecuadamente y a bajo costo” tanto la construcción de salones nuevos, como la adquisición y reforma de edificios ya existentes. De esta forma se produciría una igualación de los recursos (2 Cor. 8:14). El artículo concluía así: “Aunque reconocemos la magnitud de la tarea que tenemos por delante y agradecemos las generosas contribuciones que las congregaciones han aportado y siguen aportando para la creación de nuevos Salones de Asambleas, debemos confiar plenamente en que Jehová nos ayudará a satisfacer la actual necesidad de Salones del Reino (Pro. 3:5, 6)”.
Al año siguiente, el Cuerpo Gobernante dispuso que por medio de la sucursal se formaran en varias partes del país comités de hermanos con experiencia profesional que ayudaran a organizar la edificación de Salones del Reino. En 1998 ya había dieciséis Comités Regionales de Construcción, que hasta el día de hoy han colaborado en la edificación y renovación de más de setecientos Salones del Reino de Gran Bretaña.
La mayoría de los hermanos que sirven en estos comités tienen familias de las que cuidar. Algunos han podido dedicar más tiempo que otros a esta obra. Michael Harvey, padre de cinco hijos, optó por anteponer la construcción de Salones del Reino a otras cosas, para lo que contó con la cooperación de su esposa, Jean. Ambos cónyuges han comprendido el valor del consejo de Jesús de dar al Reino una importancia prioritaria en su vida (Mat. 6:33). “Las palabras de Jesús han adquirido un significado totalmente nuevo para nosotros —dice Michael—. Jehová nunca jamás nos ha defraudado.” Jean está de acuerdo. Ella dice: “Cuando Rachel, una de nuestras hijas, contaba alrededor de nueve años, empezó a quedarse sin ropa de su talla, pues estaba creciendo muy deprisa. No tenía suficiente dinero para comprarle prendas nuevas, así que intentamos solucionar el problema arreglando ropa vieja. Entonces, un día antes de la asamblea de circuito, la hermana de Michael nos envió dos trajes que había comprado rebajados. Le quedaban de maravilla a Rachel, y llegaron justo a tiempo para la asamblea”. Mientras dos de sus hijos colaboran en las obras, Jean y las niñas cuidan de la casa y se ocupan de algunas tareas relacionadas con la construcción. “Es un trabajo que nos une —explica Michael—; toda la familia participa.”
En algunas construcciones de Salones del Reino de los años ochenta, los voluntarios se contaban por cientos e incluso miles. Con el fin de simplificar el trabajo, el hermano Harvey se desplazó a Dinamarca para consultar con los hermanos que se ocupaban de la edificación de salones en aquel país. Por otro lado, la Sociedad concedió aún más ayuda proporcionando a las congregaciones que necesitaban nuevos salones una selección de diseños ya elaborados. Dado que esto ha reducido mucho el volumen de trabajo, se han construido por toda Gran Bretaña Salones del Reino modestos y adecuados con la ayuda de menos voluntarios.
Más allá de la noticia
El espíritu de cooperación que se percibe durante la edificación de un Salón del Reino y la rapidez con que esta se lleva a cabo dan un buen testimonio a los observadores. A menudo, los periódicos publican información sobre lo que ocurre. En 1990, Victor Lagden, reportero gráfico del Evening Echo, un rotativo local, informó acerca de la construcción en tres días de un salón en la isla de Canvey, en el lado norte del estuario del Támesis. Cuando llegó el viernes por la mañana al lugar donde se iba a erigir el local, solo encontró los materiales de construcción. En la puerta de un remolque había un cartel que decía “Oficina de prensa”. “El remolque era lo único que en aquel momento estaba en pie —recuerda Victor—. Lo que más me impresionó fueron los obreros, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, trabajando juntos.” Victor sacó una fotografía del lugar y se marchó. Después le preguntó al director del periódico si podía regresar cada cierto tiempo a lo largo del fin de semana para ver si los Testigos de verdad construían el salón en tres días, tal como habían afirmado. Él y otros tres reporteros siguieron el progreso de la obra.
Victor asistió el domingo a la primera reunión que se celebró en el salón nuevo. La noticia sobre la construcción se publicó a doble página con el titular “¡Gran Jehová!”. Más tarde, uno de los ancianos de la localidad visitó al periodista y comenzó a estudiar la Biblia con él. “Al cabo de tres semanas —relata Victor— ya conocía el nombre de Dios y, en vez de solo suplicar en mis oraciones, daba gracias, daba gracias a Jehová.” En la actualidad, es un Testigo bautizado.
‘Se ensanchan’
Durante los años setenta y ochenta se predicó mucho entre los inmigrantes de Gran Bretaña, en la mayoría de los casos por medio de Testigos también extranjeros que hablaban los idiomas de aquellos. No obstante, se requería más ayuda.
En 1993 vivían en Gran Bretaña dos millones de personas de antecedentes asiáticos, 1 por cada 28 habitantes. Muchas procedían del subcontinente indio, otras, de África oriental. En aquel momento había unos quinientos publicadores de habla panjabí y 150 de habla gujarati que se reunían con las congregaciones anglófonas y que conducían más de quinientos estudios bíblicos en dichos idiomas. Pero no se había dado a todos los inmigrantes, ni mucho menos, la oportunidad de beneficiarse de las buenas nuevas del Reino de Dios.
Puesto que los que hablaban solo inglés podían sentirse incapaces de dar testimonio a alguien de otra lengua y cultura, la sucursal exhortó a los Testigos británicos a extender su amor a gente de toda raza y a cultivar interés por el bienestar de sus semejantes en imitación de Cristo. Se animó a los hermanos a ‘ensancharse’ (2 Cor. 6:11-13; Fili. 2:1-4). Por ejemplo, Nuestro Ministerio del Reino dijo: “Queremos que la gente del territorio vea en nosotros el cariño e interés que Jesucristo mostró en su ministerio”. Y añadió: “¡Un inmenso campo misional ha venido a nosotros!”.
En prueba de ese interés por la gente de otro idioma, se instó a todos los Testigos de Gran Bretaña a que cada vez que encontraran personas de otro país en su territorio lo comunicasen a la congregación de habla extranjera correspondiente. Así, independientemente de si los hermanos sabían o no otra lengua, todos podían colaborar en el cultivo de ese gran campo misional que se había desplazado a Inglaterra. De hecho, los territorios de las congregaciones de habla extranjera se forman principalmente con los datos aportados de esa manera.
Como resultado de esta labor, en 1996, Grace Li visitó el hogar de una señora vietnamita que vivía en Newcastle upon Tyne, en el noreste de Inglaterra. La mujer, que hablaba chino, recibió a la hermana afectuosamente y enseguida la invitó a pasar. Era una refugiada que había sufrido mucho durante la guerra de Vietnam. Llevaba en Inglaterra unos diez años, pero todavía le costaba expresarse en inglés. La señora le dijo a Grace que había estado a punto de caer en la desesperación muchas veces y que no tenía a nadie a quien recurrir.
También le contó que cuatro años antes había recibido un libro con muchos dibujos preciosos, y que aunque no lo entendía, por no leer inglés, cuando se deprimía miraba las ilustraciones, y entonces se sentía mejor y llena de esperanza. La mujer tomó el libro del estante, se lo dio a Grace y le pidió que se lo leyera para averiguar de qué trataba. Era el libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra. Grace le contestó que podía hacer algo mejor que traducirle lo que decía. Metió la mano en su cartera y sacó otro libro idéntico escrito en chino. La mujer no daba crédito a sus ojos. ¡Por fin podía conocer el mensaje bíblico! Sin dilación, accedió a estudiar la Biblia.
Por su parte, la sucursal apoyó ese ‘ensanchamiento’ esforzándose por ayudar a los grupos de distintas etnias a progresar espiritualmente y a organizarse mejor. Colin Seymour y su esposa, Olive, llevaban ya veinte años visitando congregaciones por toda Gran Bretaña. Ambos habían demostrado interés genuino por aquellos a los que servían, algo que se evidenció especialmente durante sus visitas a las congregaciones de Malta y Gozo, dos islas situadas en el mar Mediterráneo. Incluso intentaron comentar en maltés en las reuniones, lo que les granjeó el cariño de los hermanos.
Por todo ello, en septiembre de 1994 se nombró a Colin superintendente de circuito de los grupos de habla extranjera y de algunas congregaciones foráneas repartidas por toda Inglaterra. Evaluó cuidadosamente las posibilidades que tenía cada grupo de convertirse en congregación y fortaleció a las congregaciones ya existentes. Aunque al principio este era el circuito más pequeño —contaba tan solo con doce congregaciones y con unos setecientos cincuenta publicadores—, en tres años se convirtió en el más grande, con 1.968 publicadores, 388 de los cuales eran precursores. Desde entonces, el número de circuitos de habla extranjera ha aumentado a tres.
Aprenden un nuevo idioma
Con el fin de difundir las verdades bíblicas salvadoras entre los inmigrantes que no hablan inglés, algunos Testigos británicos han tomado la iniciativa de aprender otro idioma. Por ejemplo, Elisabeth Emmott, que ha sido precursora en diversas partes de Inglaterra, intentó aprender panjabí para llegar a la gente de su territorio. En 1976, al cambiar de asignación, empezó a estudiar urdu y más tarde siguió con el gujarati. Además, en las asambleas de distrito buscaba a publicadores procedentes de la India o de Paquistán para dar más ayuda a las personas interesadas. En el caso de Clifton y Amanda Banks, fue su asistencia en 1993 a una asamblea en Rusia lo que los animó a aprender otro idioma. De regreso en casa consiguieron en la biblioteca del barrio un manual de ruso, se mudaron a una zona en la que viven inmigrantes rusos y empezaron el precursorado en la congregación de habla rusa del lugar. Pero hay que reconocer que no es fácil sacar tiempo para estudiar un idioma cuando es preciso atender también a las obligaciones seglares y familiares, así como participar en las actividades de la congregación y el ministerio del campo.
No obstante, debido a la gran necesidad que hay en Inglaterra, se animó a los precursores que lo deseasen a ampliar así su ministerio. Sin dejar el precursorado, muchos adquirieron nociones de un nuevo idioma. Con tal de obtener los conocimientos necesarios, algunos de ellos hicieron un cursillo elemental, con resultados interesantes.
Christine Flynn, precursora desde hace veintiún años, y otros siete precursores decidieron hacer un curso de gujarati durante el período 1996-1997. Los profesores, un matrimonio de la India, se sorprendieron, por no decir más, al ver a tantos estudiantes de habla inglesa matriculados. “Cambiaron el contenido de muchas de las clases para tendernos una mano —relata Christine—. Me ayudaron a preparar presentaciones para el servicio del campo e incluso asistieron a algunas reuniones.”
Por aquel entonces, Christine comenzó a trabajar en otro sitio. En su nuevo lugar de empleo encontró a una mujer joven de habla gujarati. Cuando la saludó en su idioma, esta se asombró y le preguntó por qué estaba aprendiendo su lengua. Christine le explicó la razón y le dio un buen testimonio, a lo que la mujer contestó: ‘Ninguna otra religión animaría a sus miembros a aprender un idioma tan difícil. Desde luego, deben tener algo importante que decir’.
Pauline Duncan, también precursora, se puso a aprender bengalí en 1994. Al principio le pareció muy complicado. “Muchas veces le supliqué a Jehová su ayuda llorando y le dije que me daban ganas de dejarlo porque era muy difícil —admite—. Pero gracias a su espíritu santo, así como a mi determinación y esfuerzo, he superado lo más arduo. Me alegro de no haber abandonado, porque estoy obteniendo resultados maravillosos.” Otra precursora, Beverley Crook, cuenta con relación al efecto que ha tenido en la gente que visita el que haya aprendido bengalí: “Desde que sé el idioma, mi ministerio se ha transformado completamente. Los bengalíes se dan cuenta de que los amamos, pues hemos sacado tiempo para aprender su lengua”.
Jennifer Charles, precursora de una congregación francesa donde hay muchos refugiados de la República Democrática del Congo, relata: “El aprender un nuevo idioma me ha ayudado a comprender cómo se sienten las personas de mi territorio que llegaron al país sin saber nada de inglés”.
Durante varios años se ha animado a muchos precursores, entre ellos hermanas solteras que pueden servir en lugares de mayor necesidad, a hablar con su superintendente de circuito sobre la posibilidad de mudarse a congregaciones vecinas donde se precise ayuda. Algunos han optado por aprender un nuevo idioma a fin de tender una mano en el campo de habla extranjera. Así lo han hecho en la zona del Gran Londres más de cien precursoras. Su ministerio ha resultado fructífero. Gracias a ellas, muchas personas han estudiado la Biblia y han asistido a las reuniones cristianas.
Cuando se conserva el espíritu de misionero
Por diversas razones, algunos misioneros han tenido que regresar a Gran Bretaña, pero muchos de ellos han continuado haciendo una gran labor.
Tras catorce años de servicio misional, Wilfred y Gwen Gooch se trasladaron de Nigeria a la sucursal de Londres en 1964. No lo hicieron porque estuvieran descontentos con su servicio allí, pues les encantaba, sino porque Wilfred recibió la asignación de supervisar la sucursal británica. No obstante, debido a su buena actitud, pudieron animar a muchos precursores de Inglaterra a ofrecerse para servir como Jehová indicase por medio de su organización. Wilfred solía decir: “Se aprende más en un año de misionero que en treinta años de precursor”. Él no quería decir que se aprendiera más de las Escrituras, sino de uno mismo, de la vida y de cómo llevarse bien con los hermanos.
John y Pat Barker, graduados de la clase 45 de Galaad, regresaron a Inglaterra cuando estaban a punto de ser padres. Como se habían esforzado mucho por aprender mandarín para poder predicar a la población china de Taiwan, de vuelta en su país siguieron buscando a personas de origen chino a quienes comunicar las buenas nuevas. Una vez que sus hijos crecieron y se casaron, emprendieron el precursorado regular. En la actualidad disfrutan de un ministerio fructífero en la ciudad de Birmingham, en la región central de Inglaterra, junto con una congregación a la que asiste un grupo que habla mandarín. Varias de las personas con las que han estudiado han regresado a China con un buen conocimiento de la verdad.
A pesar de que David Shepherd, anteriormente misionero en Ghana, ahora está casado y tiene tres hijos, sigue en el servicio de tiempo completo. ¿Cómo lo ha logrado? Él explica: “El ver lo poco que tienen los hermanos de Ghana me ha ayudado a llevar una vida lo más sencilla posible”.
Instalaciones adecuadas para trabajar
Las publicaciones bíblicas han desempeñado un importante papel en la difusión de las buenas nuevas del Reino. A principios de los años setenta, la sucursal londinense realizó la labor trascendental de suministrar dicho alimento espiritual vivificante a muchos otros lugares del mundo. Una gran parte se destinaba a los países africanos y cierta cantidad a tierras tan distantes como Australia.
Con el tiempo, otras sucursales impresoras asumieron parte de la producción de las revistas, por lo que la imprenta de Londres pudo dedicarse exclusivamente a las versiones en inglés, holandés y swahili. Como aun así las dos prensas tipográficas marca MAN de Inglaterra no daban abasto con el trabajo, durante 1977, una de ellas tuvo que funcionar también por la noche 1 de cada 3 semanas.
Llegó el momento de ampliar las instalaciones londinenses de la Sociedad. La Watch Tower House (Casa de la Watch Tower) de Mill Hill, en funcionamiento desde los años cincuenta, no contaba con suficiente espacio para la impresión que se llevaba a cabo en la sucursal. Puesto que ciertas restricciones de urbanismo impedían la ampliación de la fábrica, el Cuerpo Gobernante decidió cambiar el emplazamiento de esta y, a la vez, agrandar el hogar Betel con el objetivo de alojar al creciente número de hermanos que se necesitaban para trabajar.
Al final se consiguió un edificio con una superficie de 3.000 metros cuadrados [33.000 pies cuadrados] en Wembley, a unos 13 kilómetros [8 millas] de la sucursal. El edificio, de dos plantas, tenía espacio suficiente para una fábrica más grande, así como un apartamento, una cocina, un comedor y una recepción. Las nuevas instalaciones empezaron a funcionar en 1980, y se complementó la maquinaria existente con una prensa offset de cinco unidades, marca Harris. En dos años, la producción anual de revistas había alcanzado los 38.328.000 ejemplares.
Entretanto, en la sucursal de Mill Hill comenzó la edificación de una nueva ala que proporcionaría 41 habitaciones más a la familia Betel y permitiría ampliar el comedor y la cocina. Se invitó a colaborar con el equipo de construcción al superintendente de distrito John Andrews, quien tenía conocimientos de arquitectura. Por otro lado, Testigos de muchas partes del país se ofrecieron como voluntarios para trabajar los fines de semana. A pesar de las fuertes nevadas y las temperaturas extremadamente bajas del invierno de 1981-1982, las obras continuaron a ritmo acelerado. Se empleó a algunos subcontratistas no Testigos para trabajar junto con los hermanos, y en poco más de dos años estaba listo el anexo, coincidiendo con otro acontecimiento destacado.
Una tarea colosal
En junio de 1982, el Cuerpo Gobernante aceptó la invitación del Comité de Sucursal de celebrar en Gran Bretaña la reunión anual de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract of Pennsylvania para 1983. Este acontecimiento iba a ser doblemente importante porque la sucursal pensaba dedicar la nueva ampliación de Betel el fin de semana de la reunión.
“Eran alrededor de las ocho de la mañana cuando Peter Ellis me llamó desde Betel —recuerda Dennis Loft—. Me pidió que reservara el De Montfort Hall para el día 1 de octubre.” Ese era el mismo salón de actos donde se había celebrado, del 2 al 10 de septiembre de 1941, la memorable asamblea en que se presentó el libro Hijos. Mientras la segunda guerra mundial se hallaba en pleno apogeo y nuestros hermanos adoptaban una valerosa postura de neutralidad cristiana, Albert D. Schroeder, ahora miembro del Cuerpo Gobernante, era el siervo de sucursal de Gran Bretaña. Esta reunión anual iba a brindar a los hermanos mayores la maravillosa oportunidad de reencontrarse con siervos fieles de Jehová de aquellos tiempos.
La reunión anual de 1983 fue la primera que se celebró fuera de Norteamérica. Para que un mayor número de hermanos pudiera disfrutar del programa, se estableció una conexión entre el local de Leicester y el Salón de Asambleas de Dudley, en la región central de Inglaterra. Se invitó en primer lugar a los que habían servido a Jehová durante un mínimo de cuarenta años. Además, se envió una notificación a todas las sucursales de Europa en la que se invitaba a algunos miembros de las familias Betel para el fin de semana. Enseguida fue obvio que no habría suficiente espacio en el Betel de Londres para acoger a todos los representantes europeos, de modo que se organizaron para buscar hospedaje en otros lugares.
Mientras tanto, el hermano Loft se puso en contacto con el ayuntamiento de Leicester para reservar el salón de actos, pero le contestaron que una de las compañías más importantes de la ciudad iba a celebrar su cena y baile anual justo el fin de semana que él lo solicitaba. Al seguir inquiriendo, averiguó que, en realidad, la fiesta se iba a celebrar el 30 de septiembre, pero que como siempre había mucho que limpiar después de una reunión de ese tipo, el salón estaba reservado también para el día siguiente. “Si nosotros asumimos la responsabilidad de limpiar el local, ¿podríamos usarlo el 1 de octubre?”, preguntó Dennis. El administrador accedió y Dennis suspiró de alivio. En esos momentos no se imaginaba el trabajo tan enorme que aquello supondría.
El 30 de septiembre, a medianoche, 400 hermanos organizados en grupos dirigidos por capitanes se pusieron a recoger los desechos de la fiesta. También tenían que reemplazar las mesas por 3.000 sillas. Era una tarea de enormes proporciones y solo contaban con ocho horas para realizarla. Dennis recuerda: “Lo más impresionante era que muy pocos de los que estaban trabajando habían sido invitados a la reunión anual. Sin embargo, el simple hecho de poder participar en ella de alguna forma, aunque solo fuera en los preparativos, es algo de lo que siguen hablando hasta el día de hoy”. Los hermanos alfombraron la plataforma y la rodearon de flores. A las ocho en punto de la mañana, el salón se encontraba impecable. Los empleados del salón de actos se quedaron atónitos. Los hermanos presentían que la reunión iba a ser algo muy especial, y no resultaron decepcionados.
Una reunión inolvidable
Entre las 3.671 personas que estaban presentes en Leicester para recibir el festín espiritual se encontraban 693 representantes de 37 sucursales, sin contar la británica. Muchos de los asistentes eran hermanos ungidos. Reg Kellond, de Telford, y Emma Burnell, de Paignton, ambos con 99 años, eran los representantes británicos de más edad. Janet Tait, de Glasgow, así como Mary Grant, Edith Guiver y Robert Warden, todos en su novena o décima década de vida, aprendieron la verdad antes de la primera guerra mundial. Tenían la experiencia de toda una vida al servicio de Jehová. Participaron en la obra de predicación mientras el número de alabadores de Jehová en Gran Bretaña aumentaba de unos cuantos miles a 92.320. Todos ellos esperaban con anhelo el estímulo que los miembros del Cuerpo Gobernante iban a darles.
Albert D. Schroeder disertó sobre el tema “Sigan esperando en Jehová para no cansarse”, basado en Isaías 40:31. También entrevistó a algunos hermanos fieles: Robert Warden y Harold Rabson, ambos de Glasgow y bautizados en 1913 y 1914, respectivamente; Robert Anderson, que había sido precursor durante cincuenta y un años, y Ernie Beavor, que había servido de superintendente de circuito por diecisiete años y cuyos tres hijos habían sido misioneros. Todos los hermanos entrevistados hablaron con entusiasmo de sus muchos años de servicio a Jehová. Daniel Sydlik, otro miembro del Cuerpo Gobernante, dio un discurso que los hermanos siguen recordando hasta este día: “Lo mejor está por llegar”.
“Cuando recibimos la invitación —escribió un hermano—, me invadieron los recuerdos de aquella maravillosa asamblea de 1941 en el De Montfort Hall. Sin duda, dicha asamblea, celebrada casi milagrosamente en una Gran Bretaña desgarrada por la guerra, fue la mejor que habíamos tenido hasta entonces, pero ‘lo mejor estaba por llegar’. Al concluir la reunión, salimos con el corazón rebosante de gratitud a Jehová, resueltos a permanecer leales a nuestro Creador, a su Rey, Cristo Jesús, y a la organización que Él está utilizando de forma tan evidente.”
Después de aquel encuentro, muchos de los asistentes a la reunión se desplazaron a Londres para disfrutar del programa de dedicación del anexo de Betel. Las sesiones se transmitieron por vía telefónica al Salón de Asambleas del Norte de Londres, lo que permitió que muchas personas más escucharan el discurso de dedicación de Frederick Franz, el entonces presidente de la Sociedad.
Una mejor ubicación para la imprenta
Las instalaciones de la sucursal no reunían todavía las condiciones idóneas. El Hogar Betel estaba en Mill Hill y la fábrica a 13 kilómetros [8 millas] de allí, en Wembley. De veinticinco a treinta betelitas tenían que recorrer esa distancia diariamente para ir a trabajar.
Años atrás, N. H. Knorr, en aquel momento presidente de la Sociedad, había observado que el edificio de la empresa U. K. Optical, situado enfrente de la sucursal, en una colina llamada Bittacy Hill, sería ideal para la imprenta; pero en aquel entonces no estaba en venta. No obstante, en septiembre de 1986, Philip Harris, superintendente del Departamento de Envíos, escuchó en una reunión convocada por la Administración de Correos que U. K. Optical iba a desalojar el edificio. Inmediatamente se hicieron gestiones para comprar las dos hectáreas [5 acres] de terreno de que constaba la propiedad. La compra se efectuó dos meses más tarde, al tiempo que concluía felizmente la venta de la fábrica de Wembley. Entonces empezó en serio la construcción de la nueva fábrica.
Lo primero que se hizo fue demoler los viejos edificios de la parte trasera de la propiedad de Bittacy Hill para hacer sitio a la nueva fábrica. Al excavar el terreno, los hermanos descubrieron que se había utilizado la zona como vertedero de residuos industriales. Cuando se retiraron todos los escombros, vieron que podía añadirse un gran sótano a los planos del edificio. Más de cinco mil voluntarios, tanto de Gran Bretaña como de otros países, dedicaron más de medio millón de horas a las obras, lo que resultó en una fábrica y un garaje magníficos que seguirían siendo de utilidad en años venideros.
La segunda fase de la construcción consistió en derrumbar el viejo edificio que albergaba las oficinas y la fábrica de U. K. Optical para levantar en su lugar el nuevo edificio de oficinas. Como las autoridades de urbanismo de la ciudad insistían en que debía ser de ladrillo para que armonizara con los edificios del vecindario, se fabricaron paneles de hormigón que incorporaban medios ladrillos por un lado. La Casa de la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia (IBSA, por sus siglas en inglés) cobró forma rápidamente al levantar los 157 paneles y colocar cada uno en su sitio. El director de una compañía que visitó el lugar poco después preguntó cuántos albañiles habían hecho falta para poner todos esos ladrillos. “Por lo menos cincuenta”, pensó. No podía creerlo cuando le dijeron que seis mujeres y dos hombres lo habían hecho todo.
En 1993, el nuevo complejo de oficinas y fábrica situado en lo alto de Bittacy Hill estaba listo. Su dedicación tuvo lugar durante la visita de Albert D. Schroeder, miembro del Cuerpo Gobernante. En aquel momento había 127.395 publicadores por todo el país, lo que era, sin duda, motivo de alegría.
Ayuda a escala internacional
La sucursal alemana de la Sociedad ayudó a imprimir las revistas en inglés mientras se trasladaba la maquinaria de Wembley a su nueva ubicación en la Casa de la IBSA. No obstante, al poco tiempo se reanudó la impresión en Londres, y decenas de millones de revistas repletas de verdades salvadoras comenzaron a manar de las prensas de la nueva fábrica.
A pesar de la distancia, la imprenta londinense lleva mucho tiempo produciendo y enviando regularmente las revistas a África oriental, tanto la edición en inglés como la edición en swahili. Algunas islas del Caribe reciben también sus publicaciones de Gran Bretaña. Durante muchos años, los barcos plataneros han llevado su producto desde las Antillas hasta la costa oeste de Gran Bretaña, para luego regresar a las islas con otras mercancías, entre ellas las revistas, que se envían gratuitamente debido al carácter benéfico de la Sociedad.
Al preparar los contenedores para su exportación, el Departamento de Envíos ocupa el espacio vacío que queda con artículos que necesitan los hermanos de zonas donde la situación económica es difícil. Por ejemplo, se han transportado de esta forma decenas de miles de sillas que sobraban en Salones del Reino de todo el país a lugares como Liberia, Mozambique, Senegal, Tanzania y Zambia, donde las están empleando congregaciones repletas de personas interesadas que anhelan conocer las buenas nuevas del Reino de Dios.
Cuando los hermanos de Bosnia necesitaron ayuda en 1994 a causa de la guerra, la sucursal de Austria envió gustosamente alimento, ropa y otros artículos. Sin embargo, las autoridades bosnias decretaron que los futuros envíos debían llegar a una organización registrada legalmente, por lo que se solicitó la colaboración de la sucursal de Gran Bretaña. Esta preparó los documentos legales necesarios en inglés y croata, los autenticó, y los mandó por medio de un mensajero. Cuando llegaron los papeles, el convoy de ayuda ya había partido de Viena. No obstante, unos hermanos salieron tras él en automóvil, lo alcanzaron en la frontera y le entregaron la documentación justo a tiempo para que pudiera entrar en el país.
En agosto de 1998, cuando se llevaban a cabo los preparativos para que Inglaterra asumiera el trabajo de impresión que hasta entonces se había efectuado en Francia, 50 miembros de la familia Betel de Louviers se trasladaron al Betel londinense para ayudar con el trabajo extra. En 1999, tras largas negociaciones, también se pudo llevar a Londres la prensa offset grande alimentada por bobina y otros componentes del equipo de impresión de Louviers. Aunque los betelitas franceses trataban por todos los medios de aprender inglés y los betelitas británicos intentaban utilizar algunas expresiones francesas, a todos ellos los unía el “lenguaje puro” de la verdad bíblica, por lo que pudieron trabajar hombro a hombro para lograr su cometido y honrar así a Jehová (Sof. 3:9).
Llega ayuda a las islas
A lo largo de los años, la sucursal de Gran Bretaña ha supervisado la predicación llevada a cabo en varias islas, algunas de ellas pertenecientes a las islas británicas. Por ejemplo, la isla de Wight, al sur de Inglaterra, cuenta con siete congregaciones prósperas. La isla de Man, en el mar de Irlanda, tiene una floreciente congregación de 190 publicadores. En las Hébridas, frente a la costa oeste de Escocia, hay más de sesenta proclamadores que dan testimonio con regularidad en las aldeas remotas que tienen asignadas. Las Orcadas y las Shetland, frente al extremo nordeste de Escocia, tienen congregaciones cada vez mayores que están predicando concienzudamente a los habitantes de esos territorios insulares. Los precursores de las Shetland extienden su predicación al mar del Norte para visitar los barcos de pesca y hablar con los marineros a bordo.
Las dos congregaciones de Guernesey, una de las islas del canal, predican en las islas más pequeñas de Alderney y Sark, lo que ha requerido un esfuerzo considerable. Por ejemplo, desde principios de los años ochenta se ha dado testimonio regularmente a los habitantes de Sark, que en la actualidad son 575. Un precursor de Guernesey encontró cuando predicaba allí a un joven cuya madre era Testigo en otro lugar de las islas británicas. Al principio, el chico no mostró interés, pero tras algunas conversaciones, él y su novia empezaron a estudiar —casi siempre por correo— con un matrimonio de Testigos. Las congregaciones de Guernesey y Jersey compartían los gastos que ocasionaba enviar una precursora a Sark y Alderney una vez al mes. Gracias a la asistencia personal y al correo, tanto el joven como su novia progresaron poco a poco en sentido espiritual. Para ayudarles aún más, un anciano estudiaba con ellos por teléfono el libro Unidos en la adoración del único Dios verdadero. En abril de 1994, ambos, ya casados, estaban listos para el bautismo. En la actualidad escuchan las reuniones y participan en ellas por vía telefónica cuando las condiciones meteorológicas no les permiten navegar a Guernesey. Sin duda se está haciendo un gran esfuerzo para ayudar a toda persona a beneficiarse de las buenas nuevas.
Las tres prósperas congregaciones de la vecina isla de Jersey se reúnen con las de Guernesey para celebrar la asamblea de distrito anual, a la que asisten unos quinientos Testigos locales y alrededor de mil visitantes de otras partes de Gran Bretaña. Ambas islas se turnan como sede de dicha reunión. Jersey recibe, además, muchos trabajadores temporales de Portugal, por lo que algunos publicadores de la localidad han estudiado portugués a fin de comunicarles el mensaje del Reino con mayor eficacia.
A pesar de que las islas Malvinas se encuentran mucho más lejos, gran parte de sus 2.200 habitantes son descendientes de emigrantes de las Shetland o de otras partes de Escocia. En 1980, Arthur Nutter y su esposa dejaron Inglaterra junto con sus hijos y se mudaron a las islas para predicar. Dos años más tarde, debido a ciertos acontecimientos en la escena mundial, se consideró prudente que la sucursal británica supervisara la predicación que se llevaba a cabo en el archipiélago, y así se hizo durante quince años. Aunque la pequeña congregación de las Malvinas se encontraba a unos 13.000 kilómetros [8.000 millas] de Londres, recibió visitas periódicas.
Como lo ha hecho durante la mayor parte de los últimos cincuenta años, la sucursal de Gran Bretaña también supervisa la actividad del pueblo de Jehová en Malta, isla situada en el corazón del mar Mediterráneo. Fue en ese lugar donde el apóstol Pablo naufragó de camino a Roma alrededor del año 58 E.C. (Hech. 28:1). Cerca de allí se encuentra Gozo, una isla más pequeña que se halla bajo su jurisdicción. Hoy prosperan en ambas islas varias congregaciones.
Aunque, según los informes, se había predicado hasta cierto grado a la población maltesa desde 1936, la obra del Reino en aquel territorio no estuvo bien establecida sino hasta los años setenta. Vez tras vez se intentó dar a conocer las buenas nuevas a los isleños, pero la Iglesia Católica ejercía una fuerte influencia tanto en la política como en la vida privada de la gente.
Gesualda Lima era una niña de 13 años cuando escuchó a su madre contar a la familia lo que un vecino testigo de Jehová le había dicho. Aquello ocurrió en 1970. “Cuando oí el nombre Jehová, sentí algo especial”, recuerda Gesualda (Sal. 83:18). Más tarde, sus padres se opusieron al interés que mostró en el mensaje bíblico, pero ella no se dejó intimidar. Continuó estudiando la Biblia, empezó a asistir a las reuniones, dedicó su vida a Jehová y se bautizó. En 1981 se casó con Ignazio, un alegre italiano de celo incontenible. Ambos han tenido el privilegio de servir como ministros de tiempo completo en Malta y han ayudado a unas cien personas, en su mayoría malteses, a aprender la verdad.
Joe Axiak, relojero de profesión, es un maltés comprensivo y bondadoso que tuvo el primer contacto con la verdad por medio de la familia de su tío. Pero como por aquel entonces era muy independiente, se marchó de casa y se fue a Australia. Cuando empezó a relacionarse con los testigos de Jehová del país, uno de sus hermanos le advirtió: “Si mamá se entera de que te vas a hacer testigo de Jehová, se muere, y como vuelvas a ir al salón, le prendo fuego”. Joe permaneció firme a pesar de todo, y mereció la pena. En la actualidad, él y siete de sus hermanos, entre ellos el que lo amenazó, sirven a Jehová.
Después de regresar a Malta, Joe se casó y decidió, junto con su esposa, Jane, darle atención especial al territorio de Gozo, por lo que empezaron a desplazarse allí todos los fines de semana en el transbordador. Sin embargo, después del nacimiento de su hijo, David, se les hacía muy pesado el viaje, de modo que terminaron mudándose a la isla. ¡Qué gran alegría sintieron cuando, en 1984, se formó una congregación en el lugar! En estos momentos hay en Gozo veintisiete publicadores, que se reúnen en su propio Salón del Reino y predican regularmente las buenas nuevas a otras personas.
Anhelaban tener publicaciones en maltés
La difusión de las verdades bíblicas en su propio idioma, el maltés, ha ayudado a más isleños a progresar en el conocimiento exacto de Jehová y sus caminos (Col. 1:9, 10).
Helen Massa, que estudió la Biblia con Gesualda Lima, recuerda cuando todas las reuniones se celebraban en inglés. Aunque muchas veces era una lucha entender lo que se decía, tiene muy buenos recuerdos de la excelente instrucción que recibió. A menudo habla de la paciencia con que les enseñaba un hermano inglés, Norman Rutherford, que sirvió en Malta a finales de los sesenta y principios de los setenta. Norman y su esposa, Isabel, graduados de la undécima clase de Galaad, tuvieron que actuar siempre con cautela porque eran extranjeros. Deseaban quedarse y apoyar a los hermanos de la localidad, que se enfrentaban con valor a la oposición familiar y religiosa.
A comienzos de los años setenta, un periodista llamado Joe Micallef, que hablaba inglés con fluidez, se alegró cuando Norman Rutherford quedó en estudiar la Biblia con él. Joe recuerda: “Cuando le hacía una pregunta, me bastaba con recibir un sí o un no como respuesta”. Pero Norman era consciente de que su enseñanza debía ir más allá. “Entraba en detalles y me explicaba por qué era sí o por qué era no.” Esto fortaleció la fe de Joe.
Aunque las primeras reuniones a las que asistió eran en inglés, al poco tiempo se encargó a algunos asistentes que resumieran en maltés las ideas principales de los párrafos de La Atalaya, lo que no fue siempre fácil. El hermano de Joe, Ray, decidió poner por escrito su resumen, pero le resultó más sencillo traducir todo el párrafo. “Cuando Peter Ellis, que visitaba Malta en calidad de superintendente viajante, se dio cuenta de lo que estaba pasando —relata Joe—, sugirió que comprásemos un mimeógrafo.” Así fue como apareció en 1977 el primer ejemplar mecanografiado de La Atalaya en maltés. Cuando los hermanos necesitaban ayuda para escribir o corregir las matrices, acudían a Joe. ¿Quién mejor que un periodista para ese trabajo? “Alguien tiene que encargarse de esta labor”, dijo Joe. “Bueno, ¿quién sugieres?”, le preguntaron los hermanos. “No lo sé, pero yo estoy dispuesto a intentarlo”, contestó él. De este modo, Joe empezó a traducir las publicaciones al maltés. Por supuesto, hoy en día no se toman iniciativas como esta de forma independiente, sino que el Comité de Redacción coordina y dirige esta actividad.
El primer ejemplar impreso de La Atalaya en maltés apareció en 1979. Un grupo de traductores fue poco a poco haciéndose cargo del trabajo, y en la actualidad, se publican en ese idioma una edición quincenal de La Atalaya y una edición mensual de ¡Despertad! En enero de 1998, durante la visita del superintendente de zona, Douglas Guest, se dio un mayor empuje a la obra con la dedicación de las nuevas oficinas de traducción, el hogar misional y el Salón del Reino de la Casa de la I.B.S.A., situada en la localidad de Mosta. Al día siguiente se reunieron 631 personas para escuchar informes sobre el progreso de la obra del Reino en Malta.
Preparados para dar supervisión amorosa
Como muestra del interés amoroso que siente por su pueblo, a quien compara a ovejas, Jehová predijo por medio del profeta Jeremías: “Levantaré sobre ellas pastores que realmente las pastorearán” (Jer. 23:4). Con ese objetivo, Jehová no se ha limitado a proporcionar ancianos, sino que los ha instruido y preparado para que puedan dar la supervisión amorosa que desea para sus ovejas.
Desde 1960 se han beneficiado numerosos hermanos capacitados de Gran Bretaña, al igual que los de otros países, de la preparación que proporciona la Escuela del Ministerio del Reino. En un principio, el curso duraba cuatro semanas, pero luego se acortó a dos. Asistieron a él tanto los superintendentes viajantes como los encargados de supervisar las congregaciones. Para que más hermanos pudieran acudir a la escuela, dejó de impartirse en el Betel de Londres y se llevó a cabo en otras partes del país. Tanto las congregaciones como la organización en su conjunto salieron beneficiadas.
En 1977 se celebró un curso adicional de quince horas para los ancianos, y desde entonces ha habido cursos parecidos de distinta duración. En ellos se ha analizado cómo imitar a Jehová siendo pastores amorosos del rebaño, cómo enseñar en las reuniones de congregación, cómo organizar la obra de la predicación y cómo mantener las normas justas de Jehová. Durante 1997, se invitó a la Escuela del Ministerio del Reino de Gran Bretaña a 11.453 ancianos y 10.106 siervos ministeriales.
Se hacen disponibles
Además de los ancianos de congregación, otros hombres capacitados sirven de superintendentes viajantes atendiendo a un conjunto de congregaciones (circuito) o a un conjunto de circuitos (distrito). En la actualidad hay en Gran Bretaña 77 superintendentes viajantes al cargo de 1.455 congregaciones y 70 circuitos. Dichos hombres no solo tienen las cualidades espirituales necesarias, sino que han efectuado cambios en su vida a fin de hacerse disponibles para este servicio.
A principios de los años setenta, un superintendente viajante animó a David Hudson a ponerse metas teocráticas. En aquel momento, sin embargo, David estaba muy entregado a su trabajo; era jefe de sección en una empresa de reprografía. Pero de pronto la compañía decidió que ya no necesitaba más sus servicios. Ahora entendía lo que Lyman Swingle, miembro del Cuerpo Gobernante, quiso decir en una reunión celebrada en Cardiff (Gales) en 1984, cuando comparó el seguir una carrera mundana a ‘limpiar los dorados de un barco que se está hundiendo’. David y su esposa, Eileen, empezaron a reorganizar sus asuntos para poder ser precursores. Dejaron el confortable hogar que tenían, con establos y caballos, y enfocaron su vida más de lleno en su relación con Jehová. Desde 1994, David, acompañado de su esposa, ha desempeñado la función de superintendente de circuito. Ambos concuerdan en que el gozo de servir a Jehová compensa con creces cualquier pérdida de naturaleza material.
Cuando Ray Baldwin estaba aprendiendo la verdad a mediados de los años setenta, se convenció de que la predicación de las buenas nuevas merecía todo el tiempo de que dispusiera. Por consiguiente, aun antes de bautizarse, cuando le ofrecieron un ascenso a condición de mudarse a otra ciudad, rechazó la oferta y solicitó a cambio un trabajo de media jornada. Después de su bautismo, rápidamente se hizo precursor auxiliar. A poco de casarse, tanto él como su esposa, Linda, hicieron planes para ser precursores regulares. Con el fin de estar más disponible para las actividades teocráticas, Ray dejó su empleo en un supermercado y empezó a limpiar ventanas para ganarse el sustento. Desde septiembre de 1997 sirve de superintendente de circuito.
Otros hermanos han estado dispuestos a trabajar en los Comités de Enlace con los Hospitales, que dan apoyo amoroso a los Testigos que se enfrentan a urgencias médicas. Esta labor ha exigido tiempo y preparación, y eso solo para empezar. En octubre de 1990, tres representantes de los Servicios de Información sobre Hospitales de Brooklyn se desplazaron a Birmingham (Inglaterra) para conducir un seminario. Ciento cincuenta y dos hermanos de Bélgica, Gran Bretaña, Irlanda, Israel, Malta y los Países Bajos recibieron excelente instrucción sobre cómo ayudar a los médicos a entender nuestra postura en cuanto a la sangre. Los visitantes de Brooklyn prepararon a los asistentes para explicar las razones de dicha postura a las autoridades hospitalarias de Londres y de otras ciudades importantes.
Tras un segundo seminario, que tuvo lugar en Nottingham en febrero de 1991, los Comités de Enlace con los Hospitales entraron en funcionamiento por todo el país. Al año siguiente se formaron dieciséis comités más, cuyos miembros recibieron preparación en un seminario celebrado en Stoke-on-Trent. Para fomentar la cooperación entre los Testigos y las autoridades, en junio de 1994 se celebró aún otro seminario en el Salón de Asambleas de Surrey sobre cómo tratar con los jueces, trabajadores sociales y pediatras. Esto sentó las bases para que hubiera una cooperación mucho mayor con los médicos. Después de ponerse en contacto personalmente con ellos, se pudo elaborar una lista de más de tres mil seiscientos noventa facultativos de Gran Bretaña dispuestos a respetar el punto de vista de los Testigos sobre la sangre y el tratamiento médico.
El presidente del Comité de Enlace con los Hospitales de la zona de Luton, al norte de Londres, admite sin reservas que cuando empezó a trabajar en el comité no comprendía todo lo que dicha labor iba a exigir de él, tanto física como emocionalmente. Agradece el apoyo cariñoso de su esposa, que también ama profundamente a Jehová y a sus hermanos cristianos. Poco a poco ha ido logrando tener una buena relación con los médicos y el personal administrativo de un importante hospital de la zona. “Tenemos que estar constantemente listos para apoyar a los hermanos que se enfrentan a una urgencia médica”, señala. En muchas ocasiones, el espíritu con que se rinde este servicio ha abierto el camino para dar un buen testimonio.
Sirven en la sede mundial
Algunos hermanos que comenzaron su carrera teocrática en Gran Bretaña recibieron la invitación de servir en la sede mundial de los testigos de Jehová, situada en Brooklyn (Nueva York).
John E. Barr, nacido en Escocia en 1913, aprendió la verdad de sus padres. Aunque en su adolescencia fue un muchacho tímido, al que le costaba mucho conversar con la gente en el ministerio de casa en casa, gracias a la ayuda de Jehová pudo superarlo. En 1939 aceptó la invitación de servir en el Betel de Londres. Durante el difícil período de la segunda guerra mundial fue superintendente viajante por varios años, hasta que se le pidió en 1946 que regresara a Betel. Veintiún años después de su primer nombramiento como betelita se casó con una celosa hermana llamada Mildred Willett, graduada de la clase 11 de la Escuela de Galaad, que se le unió en el servicio de Betel. En 1977 lo invitaron a formar parte del Cuerpo Gobernante. Cuando John se lo dijo a Mildred, esta pensó que estaba bromeando; pero no lo estaba. Al año siguiente, ambos se trasladaron a la sede mundial, que se encuentra en Brooklyn, donde continúan sirviendo felices.
La sucursal invitó también a otras personas a entrar en su plantilla. Allan Boyle fue una de ellas. Procedente de Liverpool, trabajaba en el Betel de Londres; pero con el fin de aprovechar mejor sus dotes de pintor, la Sociedad lo invitó en 1979 a trasladarse a Brooklyn. Eric Beveridge vivía en Birmingham cuando se bautizó, en 1949. En 1981, tras veintiún años de servicio misional en Portugal y España, él y su esposa, Hazel, llegaron a formar parte de la familia Betel de Brooklyn. Ese mismo año emprendieron el servicio en la sede mundial Robert Pevy, de Sandwich (Kent), en el sur de Inglaterra, y su esposa, Patricia. Robert había servido nueve años en Irlanda y otros nueve junto con su esposa en las Filipinas, en calidad de misioneros.
Cambios en la supervisión de la sucursal
A lo largo de los años han asumido los puestos de mayor responsabilidad de la sucursal británica varios hombres espiritualmente capacitados. Cuando Albert D. Schroeder tuvo que abandonar Inglaterra durante la segunda guerra mundial, se nombró superintendente de la sucursal a A. Pryce Hughes, que en esos momentos cumplía una condena de prisión por mantener neutralidad cristiana. Su fidelidad a este principio se había puesto a prueba plenamente, pues lo habían encarcelado en tres ocasiones por la misma razón, una vez durante la primera guerra mundial y dos durante la segunda. Mostrando un aprecio sincero por la manera como Jehová dirige su organización, el hermano Hughes supervisó la sucursal por más de veinte años. Los que trabajaron con él todavía recuerdan su amabilidad y el amor que siempre manifestó por el ministerio del campo, sin importar las obligaciones que tuviese que atender.
Cuando en 1976 se decidió que el trabajo de las sucursales lo supervisara un comité, en lugar de una sola persona, se nombró coordinador a Wilfred Gooch, y a John Barr, Pryce Hughes, Philip Rees y John Wynn como demás integrantes del comité. Puesto que varios de estos hermanos han fallecido, otros han ocupado su lugar. En la actualidad, el Comité de Sucursal está formado por John Andrews, Jack Dowson, Ron Drage, Dennis Dutton, Peter Ellis, Stephen Hardy, Bevan Vigo y John Wynn.
Las asambleas internacionales y el gozo que reportan
Los testigos de Jehová constituyen una hermandad mundial. Por ello, cuando fue posible reunirse libremente en los países de Europa oriental tras décadas de represión severa, los Testigos de todo el mundo se regocijaron. ¡Qué momento tan oportuno para celebrar asambleas internacionales en lugares donde fue imposible hacerlo por tanto tiempo! Dichas asambleas servirían tanto para edificar espiritualmente a los hermanos como para dar un buen testimonio público. Los testigos de Jehová británicos han tenido el placer de contribuir a tal objetivo.
En 1989 se celebraron en Polonia tres grandes asambleas “Devoción Piadosa”, que hicieron historia teocrática. Acudieron representantes de al menos 37 países, entre los que se encontraban 721 británicos. Con relación al espíritu que se manifestó en la asamblea de la ciudad de Poznań, David y Lynne Sibrey recuerdan: “Fue maravilloso. Nunca habíamos vivido algo así. ¡Qué alegría poder relacionarnos libremente con miles de hermanos de Rusia y Europa oriental, que hasta entonces solo se habían podido reunir en grupos pequeños! Nos contaron que algunos de ellos habían asistido aun a riesgo de perder la vida. La asamblea fue emocionante tanto para ellos como para nosotros”. Al año siguiente, después de la eliminación de los controles fronterizos que separaban Alemania oriental de Alemania occidental, hubo 584 británicos entre los entusiastas asistentes a la asamblea de Berlín, que fue una verdadera celebración de victoria. En 1991, los 299 representantes de Gran Bretaña estaban encantados de contarse entre las 74.587 personas que abarrotaron el Estadio Strahov de Praga, en lo que hoy constituye la República Checa. Aquel mismo año, también hubo un buen número de hermanos británicos entre los Testigos de 35 países que se reunieron en Budapest (Hungría). En 1993 acudieron 770 enviados de Gran Bretaña a la asamblea celebrada en Moscú (Rusia), y otros 283, a la de Kiev (Ucrania). Nunca olvidaremos estos históricos encuentros.
También han asistido representantes británicos a otras asambleas internacionales celebradas en África, Latinoamérica, Norteamérica y el Oriente. Puesto que en estas ocasiones los Testigos disfrutan de compañerismo estrecho, el amor que los une se fortalece. Las asambleas constituyen una prueba tangible de que, como predijo la Palabra de Dios, los siervos de Jehová proceden de “todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas” (Rev. 7:9, 10).
Distintas procedencias
Las personas que han respondido al mensaje bíblico y se han hecho testigos de Jehová en las islas británicas son de distintas procedencias. El amor que sienten por Jehová ha impulsado a muchas de ellas a efectuar cambios importantes en su vida a fin de servirle plenamente.
En 1960 llegó a Inglaterra un percusionista profesional de jazz nacido en Jamaica de nombre Donald Davies. Aunque en 1969 recibió algunas publicaciones bíblicas, no se interesó realmente en la Biblia hasta que, trece años más tarde, dos Testigos hablaron con él sobre la importancia del nombre de Dios (Eze. 38:23; Joel 2:32). Ese mismo año, él y otro músico amigo suyo asistieron a una asamblea de distrito cercana. Enseguida empezó a aplicar lo que estaba aprendiendo. Sin hablar del asunto con nadie, Donald se dio cuenta de lo difícil que sería continuar con su carrera musical y al mismo tiempo servir a Jehová. Así que vendió sus instrumentos musicales y comenzó el precursorado en 1984, privilegio del que todavía disfruta.
La esposa de Tony Langmead, oficial de las fuerzas aéreas británicas, empezó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Al hacerse cristiana, se ganó a su esposo “sin una palabra” por medio de su conducta (1 Ped. 3:1, 2), de modo que Tony dejó las fuerzas aéreas para llevar una vida pacífica como siervo de Jehová (Isa. 2:3, 4).
Frank Cowell recibió una educación anglicana, pero con el tiempo comenzó a buscar la verdad en otros lugares. Gracias a una visita al Salón del Reino empezó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. En la actualidad es catedrático de Economía en Londres, pero cuando la universidad programa seminarios para las tardes en que se celebran las reuniones de congregación, sus decisiones demuestran que él es, ante todo, testigo de Jehová.
Susannah pertenecía al Royal Ballet cuando un encuentro casual con una antigua compañera de colegio la indujo a estudiar la Biblia con ella. Tras haberse bautizado como Testigo, decidió hacer menos funciones de ballet y trabajar como profesora de baile, con el fin de disponer de más tiempo para iniciar una nueva carrera, el precursorado, y así centrar su vida en el ministerio. En el presente está casada, y tanto ella como su esposo, Kevin Gow, están aprendiendo mandarín para dar a conocer las buenas nuevas a la creciente población china que vive en Liverpool.
Puesto que la religión carecía de sentido para Rene, esta rehusaba escuchar a su hermana Christina, que era testigo de Jehová. No obstante, durante una visita al Museo Británico, adonde acudía con frecuencia cuando trabajaba en Londres, le fascinó lo que dijo un guía sobre la relación de la Biblia con varios de los objetos en exposición. Entonces recordó algunas cosas que su hermana había intentado decirle. No mucho tiempo después, Rene Deerfield se hizo Testigo también.
Andrew Meredith cumplía condena en prisión cuando empezó a estudiar la Biblia. El estudio lo impulsó a efectuar grandes cambios en su vida. Tras su puesta en libertad, se casó con una Testigo panjabí, y hoy en día, ambos llevan a cabo su ministerio entre la población de habla panjabí del este de Londres.
Daksha Patel nació en Kenia. Hija de padres hindúes, era practicante devota del hinduismo. No obstante, al estudiar la Biblia con los Testigos de Wolverhampton (Inglaterra), se dio cuenta de que estaba aprendiendo la verdad. Cuando tuvo edad suficiente para tomar sus propias decisiones en la vida, se bautizó y se hizo precursora. Actualmente, tanto ella como su esposo, Ashok, forman parte de la familia Betel de Londres. A consecuencia de su trabajo, han viajado a la India, Nepal y Paquistán para colaborar en la traducción de las publicaciones bíblicas.
Siguen dando testimonio
Los testigos de Jehová se alegran mucho de ver a tantas personas abrazar la adoración de Jehová todos los años. Desde 1972, el número de Testigos activos de Gran Bretaña casi se ha duplicado, alcanzando un total de 126.535.
¿Son personas que nunca antes han hablado con los testigos de Jehová las que se interesan hoy en el mensaje bíblico? Algunas de ellas sí, pero gracias a la intensificación de la predicación en los negocios y en las calles, se las está hallando. Una Testigo que predicaba por primera vez en los negocios habló con la recepcionista de una compañía, quien mostró mucho interés. La revisita, efectuada dos días más tarde, condujo inmediatamente a un estudio bíblico, que le brindó a la mujer la oportunidad de decidir si quería andar en el camino de Jehová o no. Ella no había hablado nunca con los Testigos porque trabajaba toda la semana y durante el fin de semana no solía estar en casa.
Con más frecuencia, las personas que escuchan son aquellas cuyas circunstancias en la vida han cambiado, quizás al casarse, tener hijos, envejecer o enfermar de repente, por lo que ahora anhelan respuestas a preguntas que en el pasado sencillamente habían dejado de lado.
Por ejemplo, en agosto de 1995, una anciana de 85 años que se había criado como bautista, aceptó de buena gana el folleto ¿De veras se interesa Dios por nosotros? Había buscado durante mucho tiempo una respuesta satisfactoria a esa pregunta, pero no la había hallado, así que accedió a estudiar la Biblia. Al conocer los requisitos de Dios y Su interés amoroso, el cual la impresionó mucho, se dio cuenta de que tenía que hacer cambios en su vida. Dejó de fumar, vicio que había tenido durante sesenta años; comenzó a asistir a las reuniones de la congregación local, y en septiembre de 1997, Catherine May, que así se llamaba la señora, estuvo lista para el bautismo cristiano. Mientras se preparaba para meterse en el agua en una asamblea de circuito, le llamó la atención otra candidata al bautismo, una señora también mayor. ¡Qué sorpresa se llevó cuando descubrió que se trataba de su propia hermana carnal, Evelyn, que vivía en otra ciudad! Ninguna de las dos sabía que la otra estaba estudiando. Se derramaron muchas lágrimas de gozo cuando estas queridas ancianas, unidas por su dedicación a Jehová, se convirtieron en hermanas espirituales.
Algunas personas reciben bien a los Testigos porque les ha perturbado muchísimo algún suceso acaecido en el seno de su Iglesia. Este fue el caso de Maurice Haskins, que recibió por primera vez las publicaciones de los testigos de Jehová en 1939, cuando era defensor incondicional de la Iglesia Anglicana y miembro de la junta de la parroquia local. Cincuenta y seis años después, un Testigo que iba de casa en casa habló con la cuñada de Maurice, quien le dijo que regresara para hablar con su cuñado, pues, según ella, este tenía algunas preguntas sobre la Biblia. Cuando el hermano lo visitó, Maurice le pidió inmediatamente que le enseñase con las Escrituras el punto de vista bíblico sobre la homosexualidad y la ordenación de mujeres. Con el tiempo accedió a estudiar la Biblia mediante el libro El conocimiento que lleva a vida eterna, pero no hizo cambios enseguida. Fue durante una reunión con el obispo cuando lo que había aprendido lo motivó a adoptar una postura firme en cuanto al nombramiento de vicarias (1 Tim. 2:12). Poco después renunció a la Iglesia Anglicana, comenzó a asistir a las reuniones del Salón del Reino y, a la edad de 84 años, estuvo listo para bautizarse.
Otras personas reciben la ayuda de Testigos discernidores y persistentes. Al encontrarse con una mujer que se identificó como “atea y humanista”, Jacqueline Gamble le preguntó educadamente en qué creía. Su respuesta fue: “en la gente y en la vida”. Como la mujer estaba ocupada, la hermana le dejó un tratado y se comprometió a regresar. Cuando lo hizo, acompañada de su esposo, Martyn, se remitió a lo que la señora había dicho sobre ‘la gente y la vida’ en la visita anterior. Al enterarse de que el esposo de ella, Gus, pensaba de forma parecida y era asistente social, quedaron en regresar para conocerle. Christine, así se llamaba la mujer, empezó a estudiar la Biblia y progresó hasta el bautismo. Sin embargo, Gus no quería ir al Salón del Reino; si bien notaba que, desde que Christine había empezado a estudiar con los Testigos, sus hijos eran más respetuosos, de un modo poco común en la gente joven.
El momento decisivo en la vida de Gus llegó en 1978. Durante una asamblea internacional que tuvo lugar en Edimburgo (Escocia), su esposa ofreció café hospitalariamente a un grupo de publicadores que estaba predicando en la zona. Entre ellos se encontraban algunos miembros del Cuerpo Gobernante, que, antes de marcharse, lavaron las tazas y los platos que habían utilizado. Cuando Gus regresó a casa por la tarde, Christine le habló entusiasmada de la inesperada visita. “No me puedo imaginar a un cardenal visitándonos y lavando los platos”, dijo Gus. Poco después, cuando estuvieron de vacaciones en Francia, Gus acompañó a su familia al Salón del Reino. La acogida y el cariño que recibieron lo dejaron abrumado. Enseguida se dio cuenta de que solo podía encontrar ese amor entre los verdaderos discípulos de Cristo Jesús (Juan 13:35). De regreso a Edimburgo empezó a estudiar sin dilación, obtuvo respuestas satisfactorias a preguntas que le inquietaban y dedicó su vida a Jehová.
Es cierto que en los territorios donde la gente tiene poco o ningún interés, los testigos de Jehová necesitan aguante y una actitud positiva para seguir visitándola. Es fácil desanimarse cuando hay que soportar el rechazo y la apatía durante horas. ¿Cómo manejan los Testigos la situación? “La apatía es un problema difícil de sobrellevar”, reconoce Eric Hickling, de Louth (Lincolnshire). Meditar en ejemplos del pasado le ayuda a perseverar. “Oro de todo corazón y a menudo. Pienso en Moisés, Jeremías, Pablo y, por supuesto, Jesús.”
La fiel perseverancia y la bendición de Jehová son dos de los factores que más han contribuido a que haya aumento. Hace treinta y nueve años, Frank y Rose Macgregor fueron asignados a una localidad donde la gente era muy religiosa y no recibía bien a los testigos de Jehová. ¿Cómo vieron su asignación? Frank recuerda: “Yo era muy tímido. Me sentía totalmente incapaz de cumplir con mi cometido. Pero tanto mi esposa como yo lo vimos como una asignación de Jehová”. Esto los ayudó a mantener una actitud positiva. “Orábamos para que las personas aceptaran la verdad.” Gracias a su fiel servicio, actualmente hay en el lugar una congregación de 74 publicadores, dos tercios de los cuales han aprendido la verdad allí mismo. Los hermanos Macgregor no se jactan de ello; más bien, están agradecidos a Jehová por haberlos utilizado (2 Cor. 4:7).
Geoff Young, Testigo veterano que sigue visitando de vez en cuando las congregaciones, relata: “A menudo les pregunto a los hermanos cómo les ha ido ese día en el ministerio”. Si algunos responden negativamente, les pide que piensen en las muchas cosas buenas que han logrado. Les recuerda: “Nos hemos puesto de parte de Jehová; hemos actuado de acuerdo con nuestra dedicación y hemos cooperado con el ‘ángel que vuela en medio del cielo’; hemos animado a otras personas a conocer a Jehová y hemos predicado el mensaje de advertencia”. Después les pregunta cómo pueden decir que les ha ido mal con logros como esos. “La gente reacciona según sus circunstancias y lo que hay en su corazón —añade Geoff—. Lo que cuenta es nuestra perseverancia en la predicación y difusión de las buenas nuevas.” (Rev. 14:6; 1 Cor. 4:2.)
Se alegran de contar con “la bendición de Jehová”
Muchos testigos de Jehová de Gran Bretaña llevan activos veinte, cuarenta, cincuenta años o más. ¿Cómo se sienten por lo que están haciendo? La Biblia dice en Proverbios 10:22: “La bendición de Jehová... eso es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella”. Decenas de miles de Testigos británicos pueden confirmar la veracidad de estas palabras.
“Es el mayor privilegio que se ha concedido al ser humano.” Esta es la opinión que tiene del ministerio cristiano Cornelius Hope, un hermano de unos 75 años procedente de Basingstoke, tras haber participado en él durante medio siglo. Anne Gillam, bautizada hace casi cincuenta años y esposa de un superintendente de circuito, dice que la predicación es su “forma de demostrar que ama a Jehová y a Su Hijo”.
Dennis Matthews, bautizado en 1942, señala: “Para mí, el ministerio es como la comida: da fortaleza espiritual. El hacer la voluntad de Jehová produce satisfacción, escuche la gente o no”. Su esposa, Mavis, añade: “Después de haber servido a Jehová desde mi juventud, puedo decir que no hay un mejor modo de vivir”.
¿Qué sienten los hermanos que han sido Testigos durante tanto tiempo por las personas y su respuesta? Tras dedicar más de cuarenta años al servicio de Jehová, Muriel Tavener afirma: “La gente nos necesita más que nunca porque no consiguen verdadera ayuda espiritual en ningún otro lugar”. ¿Y qué ocurre cuando aceptan dicha ayuda? Su esposo, Anthony, dice lo siguiente: “Ver a alguien aceptar la verdad y hacer cambios en su vida es presenciar el milagro que el espíritu de Jehová realiza al mover a las personas a adorarle”.
Comunicar a otros la esperanza única que da la Palabra de Dios trae satisfacción. Cuando Fred James, superintendente de ciudad de Plymouth (Devon), y su esposa recuerdan sus años de servicio, se dan cuenta de que han ayudado a más de cien personas a progresar hasta el bautismo. Muchos de estos hermanos son ahora ancianos, siervos ministeriales y precursores. Sus tres hijos emprendieron el precursorado cuando acabaron el colegio y actualmente son ancianos. Uno de ellos, David, graduado de Galaad, es misionero y miembro del Comité de Sucursal de Paquistán. Los hermanos James han tenido, sin duda, una vida llena de bendiciones.
Muchos Testigos británicos que han servido fielmente por años han cosechado buenos resultados en su ministerio. Richard y Hazel Jessop han servido a Jehová por cincuenta años o más y casi siempre a tiempo completo. Han ayudado a muchas personas a apreciar el privilegio de dedicarse a Jehová, y a todas ellas les tienen mucho cariño. Sin embargo, recuerdan de forma especial el estudio de Jack y Lyn Dowson. Todo comenzó con una visita cordial, un encuentro entre personas de antecedentes similares (tanto Hazel como Jack eran del nordeste de Inglaterra). Aunque aceptaron un estudio bíblico enseguida, en determinado momento Jack dijo que debían dejarlo por algún tiempo. Richard le contestó: “No, no puedes hacer eso. Primero tienes que acabar el libro, y si después lo deseas, puedes dejarlo”. Pues bien, no lo dejaron. Al contrario, se dedicaron a Jehová, emprendieron el servicio de precursor y llegaron a formar parte de la familia Betel. En la actualidad, Jack pertenece al Comité de Sucursal.
La forma en que han respondido algunos jóvenes a la verdad bíblica ha sido motivo de gran alegría para otros hermanos. Robina Owler y su esposo, Sydney, precursores en la zona de Dundee (Escocia), han disfrutado especialmente con el progreso de Paul Kearns, que comenzó a estudiar la Biblia en casa de ellos cuando tenía 12 años. La verdad pronto se arraigó en su corazón; pero como su padre le prohibió continuar el estudio, esperó hasta que se hizo mayor, y empezó a asistir a un colegio universitario de Aberdeen antes de reanudarlo. Paul progresó rápidamente. Después de bautizarse, se puso la meta de ser precursor. En 1992 fue a la Escuela de Entrenamiento Ministerial. Mientras servía de anciano en Sheffield, empezó a aprender español con diligencia, y en 1998 lo asignaron a servir de misionero en Panamá.
En la actualidad hay más de diez mil precursores en Gran Bretaña, los cuales tienen en alta estima las bendiciones que este servicio reporta. Por ejemplo, Bill y June Thompstone llevaban casados más de ocho años y eran precursores cuando nació su primera hija. Con el tiempo llegaron a tener tres niñas. Intentaron por todos los medios que el precursorado fuera un aspecto importante de su vida familiar. Su agenda estaba llena, pero el hacer las cosas juntos como familia los ayudó a criar a sus hijas con éxito. “Siempre sacábamos tiempo para estar con las niñas —dice Bill—; cuando entraron en la adolescencia, eso no cambió. Si querían ir a patinar sobre hielo, jugar a los bolos, nadar o jugar a la pelota, las acompañábamos.” Hoy día, las tres están casadas y son precursoras regulares. Todas disfrutan de lo que Bill llama “el mejor modo de vivir”.
En Gran Bretaña sirven actualmente 77 superintendentes viajantes, en su mayoría casados. Viven con un horario apretado, semana tras semana y año tras año. Geoff Young participó en este servicio hasta que la edad avanzada y los problemas de salud lo obligaron a organizar su vida de otro modo. Sin un hogar propio donde vivir, tanto él como su esposa, Vee, dormían todas las semanas en una casa diferente. ¿Qué piensa ella de esa clase de vida? “No era muy difícil —relata—. Cada vez que visitábamos una congregación, crecía nuestra familia cristiana. Dondequiera que fuésemos sentíamos el afecto de la hermandad. Todas las asignaciones que nos da Jehová enriquecen nuestra vida.” Mientras disfrutan del presente, esperan con ilusión lo que encierra el futuro. Geoff dice: “Este sistema está en las últimas. Tiene los días contados. Cuando desaparezca, tendremos la maravillosa perspectiva de restaurar la Tierra y convertirla en un paraíso. Habrá tantos estudios bíblicos una vez que empiece la resurrección... ¡Qué enorme labor nos espera!”. Su esposa añade: “Es maravilloso saber que no hay nada que pueda oponerse a Jehová con éxito”.
Recomiendan ‘andar en el camino de Dios’
Fue una ocasión emocionante cuando, en julio de 1998, se celebraron simultáneamente en Gran Bretaña nueve asambleas internacionales con el tema “Andemos en el camino de Dios”. Numerosos representantes de más de sesenta países acudieron a Edimburgo, Leeds, Manchester, Wolverhampton, Dudley, Norwich, Londres, Bristol y Plymouth. Se presentó el programa completo no solo en inglés, sino también en francés, español y panjabí, y a la semana siguiente, en griego.
También asistieron a las asambleas de Gran Bretaña cuatro miembros del Cuerpo Gobernante —John Barr, Theodore Jaracz, Albert D. Schroeder y Daniel Sydlik—, y sus discursos se transmitieron electrónicamente a todos los locales de asambleas. Fue asimismo emocionante contar con la presencia de misioneros que estaban sirviendo en el extranjero. De los cientos de británicos que permanecen en ese servicio, 110 de ellos estuvieron presentes para la ocasión. Su celo y espíritu de sacrificio fueron un estímulo para todos aquellos que escucharon cómo los entrevistaban durante el programa.
Lo que se vio y oyó en esas asambleas tocó profundamente el corazón de los asistentes, incluso el de los jóvenes. La resolución que se adoptó en la última sesión detalló en qué consistía el camino de Dios en el que todos estaban resueltos a andar. Al finalizar el programa, un niño de cuatro años, hijo de un matrimonio de Testigos de Darlington, dijo: “Mami, quiero mucho a Jehová. También te quiero a ti y a papá mucho, mucho, pero quiero más a Jehová”. Cuando le preguntaron por qué, contestó que Jehová nos da la esperanza del Paraíso y que envió a su Hijo a morir por nosotros, “así que tengo que quererlo más”, añadió.
Al concluir las asambleas de Edimburgo y Londres, los representantes de varios países agitaron pañuelos y entonces aplaudieron durante largo rato. Muchos otros hermanos siguieron entonando cánticos del Reino, dando así alabanza sincera a Jehová.
El testimonio que se ha dado
En Gran Bretaña se ha dado un testimonio exhaustivo. Este comenzó en 1881, cuando en pocas semanas se distribuyeron en las principales ciudades del país cientos de miles de tratados bíblicos. Algunas de las semillas que se sembraron dieron fruto. En 1914 se exhibió el “Foto-Drama de la Creación” por un período de seis meses en 98 ciudades; lo vieron 1.226.650 espectadores. Cuando estalló la primera guerra mundial, había en Gran Bretaña 182 congregaciones. Durante los años veinte y treinta se intensificó la predicación. Gracias a la participación en el ministerio de casa en casa del creciente número de personas que se relacionaban con las congregaciones, se pudo dar testimonio personalmente a los amos de casa. Desde la segunda guerra mundial se han dedicado 650.746.716 horas al ministerio; se han hecho 297.294.732 revisitas a personas interesadas, y se han dejado en manos de la gente 74.105.130 libros y folletos, además de 567.471.431 revistas. Como promedio, los testigos de Jehová de Gran Bretaña visitan los hogares de dos a tres veces al año.
Se conoce tanto a los Testigos por su predicación de casa en casa que muchas personas, en cuanto abren la puerta de su hogar y ven gente bien vestida, preguntan: “¿Testigos de Jehová?”.
Se ha llenado la Tierra del conocimiento de Jehová
Cuando, en 1891, C. T. Russell contempló el campo británico, vio que estaba ‘listo y a la espera de la siega’. La cosecha que se está realizando durante la conclusión del sistema de cosas está claramente tocando a su fin. Pero ¡qué espléndida ha sido! En el año 1900 tan solo había en Gran Bretaña 138 Estudiantes de la Biblia (como se conocía entonces a los testigos de Jehová), que en su mayoría eran cristianos ungidos por espíritu. En la actualidad hay 910 veces ese número. En aquel tiempo, la entidad jurídica que utilizaban los Estudiantes abrió su primera sucursal fuera de Estados Unidos. Ahora hay 109 sucursales por todo el mundo: 24 de ellas en el continente americano, 25 en Europa, 19 en África y 41 en Asia y varias islas del globo. En colaboración con dichas sucursales, 5.900.000 Testigos magnifican el nombre de Jehová y difunden las buenas nuevas de Su Reino en manos de Jesucristo. Están decididos a seguir predicando hasta que Dios diga que es suficiente.
El agua dadora de vida fluye ya en abundancia desde el trono celestial de Jehová Dios y de su Hijo, Jesucristo. Se está llevando con empeño a todas las personas la siguiente invitación: “Cualquiera que tenga sed, venga; cualquiera que desee, tome gratis el agua de la vida” (Rev. 22:1, 17). Cuando los muertos sean resucitados durante el Reinado de Mil Años de Jesucristo, miles de millones de personas más tendrán, sin duda, la oportunidad de aprovechar esta provisión amorosa, que puede darles la vida eterna. El programa de educación divina llevado a cabo hasta ahora acaba de empezar. En el nuevo sistema de cosas de Dios llegará el día en que, literalmente, “la tierra ciertamente [esté] llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar” (Isa. 11:9).
[Ilustraciones y mapa de las páginas 86 y 87]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
INGLATERRA
Los Salones de Asambleas están convenientemente distribuidos por todo el país: 1) Manchester. 2) Norte de Londres. 3) Dudley. 4) Surrey. 5) East Pennine. 6) Bristol. 7) Edgware
[Ilustraciones]
East Pennine
Edgware
Surrey
Manchester
Bristol
[Ilustraciones a toda plana de la página 66]
[Ilustraciones de la página 70]
Tom Hart
[Ilustraciones de la página 72]
La primera sucursal de la Sociedad
[Ilustraciones de la página 72]
La sucursal actual
[Ilustraciones de las páginas 74 y 75]
Se fueron a servir a países extranjeros: 1) Claude Goodman. 2) Robert Nisbet. 3) Edwin Skinner. 4) John Cooke. 5) Eric Cooke. 6) George Phillips. 7) George Nisbet (Fondo: Repartidores de viaje a África oriental)
[Ilustración de la página 79]
Franziska Harris se interesa especialmente por las chicas au pair
[Ilustración de la página 90]
Vera Bull sirviendo en Colombia
[Ilustración de la página 90]
Barry y Jeanette Rushby ‘siempre han querido hacer más’
[Ilustración de la página 92]
Escuela del Servicio de Precursor, en el Salón de Asambleas de Dudley
[Ilustración de la página 95]
La familia Betel británica durante la adoración matutina
[Ilustración de la página 96]
Graduación de la primera clase de la Escuela de Entrenamiento Ministerial de Gran Bretaña
[Ilustración de la página 102]
Primer Salón del Reino de construcción rápida de Gran Bretaña (Weston Favell, Northampton)
[Ilustración de la página 107]
Michael y Jean Harvey
[Ilustración de las páginas 108 y 109]
Precursores que optaron por servir en congregaciones de habla extranjera
[Ilustración de las páginas 116 y 117]
A. D. Schroeder entrevistando a unos hermanos mayores en la reunión anual de 1983, celebrada en Leicester
[Ilustración de la página 123]
Precursores de las Shetland acercándose a un barco pesquero en su territorio marítimo
[Ilustración de la página 131]
John y Mildred Barr
[Ilustración de la página 133]
Comité de Sucursal (de izquierda a derecha). Sentados: Peter Ellis y John Wynn. De pie: Bevan Vigo, Stephen Hardy, John Andrews, Ron Drage, Jack Dowson y Dennis Dutton
[Ilustraciones de las páginas 138 y 139]
La obra de predicar aún no ha terminado
[Ilustraciones de las páginas 140 y 141]
Algunos hermanos con muchos años de servicio fiel: 1) Sydney y Robina Owler. 2) Anthony y Muriel Tavener. 3) Richard y Anne Gillam. 4) Geoff y Vee Young. 5)Fred y Rose James. 6)Cornelius y Riky Hope. 7) Dennis y Mavis Matthews. 8) Richard y Hazel Jessop