JUAN
Notas de estudio. Capítulo 14
muchos lugares donde vivir. O “muchas moradas”. La palabra griega monḗ (“lugares donde vivir” o “moradas”) solo se emplea aquí y en Jn 14:23, donde se traduce como “viviremos”. El término a veces se usaba en las obras no bíblicas para referirse al lugar donde hacía una parada o descansaba un viajero. Pero la mayoría de los especialistas concuerdan en que, en este contexto, Jesús les estaba prometiendo a sus discípulos un lugar donde vivir de forma permanente en la casa de su Padre en el cielo, adonde él mismo iba a ir. Para que él pudiera prepararles un lugar, antes tenía que entrar delante de Dios y presentarle de forma simbólica su sangre (Heb 9:12, 24-28). Solo así podrían otros humanos acompañarlo en el cielo (Flp 3:20, 21).
prepararles un lugar. Esta preparación implicaba que Jesús tendría que entrar delante de Dios y presentarle de forma simbólica su sangre, para así validar o inaugurar el nuevo pacto. También implicaba que Cristo recibiría poder real. Después podría comenzar la resurrección celestial de sus seguidores ungidos (1Te 4:14-17; Heb 9:12, 24-28; 1Pe 1:19; Ap 11:15).
Yo soy el camino, la verdad y la vida. Jesús es “el camino” porque solo por medio de él es posible comunicarse con Dios en oración. También es “el camino” que deben tomar los seres humanos para reconciliarse con Dios (Jn 16:23; Ro 5:8). Jesús es “la verdad” en el sentido de que lo que dijo e hizo en su vida siempre estuvo de acuerdo con la verdad. Además, cumplió incontables profecías que destacaban su papel fundamental en el cumplimiento del propósito de Dios (Jn 1:14; Ap 19:10). Estas profecías se cumplieron o llegaron “a ser sí mediante él” (2Co 1:20). Jesús es “la vida” porque gracias al rescate hizo posible que la humanidad obtuviera “la vida que realmente es vida”, es decir, “la vida eterna” (1Ti 6:12, 19; Ef 1:7; 1Jn 1:7). También llegará a ser “la vida” para millones de personas que serán resucitadas con la posibilidad de vivir para siempre en el Paraíso (Jn 5:28, 29).
muéstranos al Padre. Al parecer, Felipe le estaba pidiendo a Jesús que les hiciera ver a él y a los demás discípulos una manifestación de Dios, como las visiones que habían tenido Moisés, Elías e Isaías en la antigüedad (Éx 24:10; 1Re 19:9-13; Is 6:1-5).
El que me ha visto a mí ha visto al Padre también. Las palabras de Felipe en Jn 14:8 dan a entender que quería que Jesús les hiciera ver a él y a los demás discípulos una manifestación de Dios, como las visiones que habían tenido Moisés, Elías e Isaías (Éx 24:10; 1Re 19:9-13; Is 6:1-5). Cuando recibieron esas visiones, estos siervos de Jehová no vieron directamente a Dios mismo (Jn 1:18). Más bien, vieron su gloria mediante un ángel que representaba a Dios o mediante otras cosas que manifestaban su poder (Éx 33:17-23). La respuesta de Jesús indicó que Felipe ya había visto algo mejor que aquellas visiones. Como Jesús reflejaba a la perfección la personalidad de su Padre, verlo a él era como ver a Dios (Mt 11:27). Los discípulos habían “visto al Padre” al percibir la personalidad, la voluntad y el propósito de Dios a través de lo que Jesús dijo e hizo. Así que, cuando la Biblia habla de Jesús —de su amor por sus amigos, la compasión que lo impulsó a curar enfermos, la empatía que lo hizo derramar lágrimas y su impactante manera de enseñar—, el lector puede perfectamente imaginarse a su Padre, Jehová, diciendo y haciendo esas mismas cosas (Mt 7:28, 29; Mr 1:40-42; Jn 11:32-36).
no son ideas mías. O “no las digo por mi propia iniciativa”. Lit. “no las hablo por mí mismo”. Jesús era el principal representante de Dios, así que siempre escuchaba la voz de Jehová y decía lo que él le mandaba.
obras más grandes. Jesús no estaba diciendo que sus discípulos harían obras milagrosas más impresionantes que las suyas. Más bien, con humildad estaba admitiendo que el alcance de la predicación y la enseñanza de ellos sería mayor. Sus discípulos abarcarían más territorio, llegarían a más gente y predicarían durante más tiempo que él. De modo que estas palabras de Jesús indicaban claramente que esperaba que ellos continuaran con la labor que él había comenzado.
sea lo que sea que pidan en mi nombre. Jesús aquí introdujo una nueva característica de la oración. Nunca antes Jehová había pedido que le oraran en nombre de alguien. Por ejemplo, aunque Moisés fue el mediador entre la nación de Israel y Dios, Jehová no dijo que los israelitas debían orarle en nombre de Moisés. En cambio, durante la última noche que pasó Jesús con sus discípulos antes de morir, él les reveló una nueva forma de orar, al mencionar cuatro veces la expresión pedir en mi nombre (Jn 14:13, 14; 15:16; 16:23, 24). En vista de que Jesús compró a la familia humana pagando el rescate con su vida perfecta, él es el único medio por el que le llegan las bendiciones de Dios a la humanidad (Ro 5:12, 18, 19; 1Co 6:20; Gál 3:13). De este modo, Jesús se convirtió en el único mediador legal entre Dios y los hombres (1Ti 2:5, 6), es decir, el único medio por el que una persona puede ser liberada de la maldición del pecado y la muerte (Hch 4:12). Por lo tanto, es apropiado que Jesús sea el único canal para comunicarse con Dios (Heb 4:14-16). Los que oran en nombre de Jesús reconocen el papel vital que desempeña.
piden. Esta traducción tiene el apoyo de varios manuscritos antiguos y concuerda con Jn 15:16 y 16:23. En otros manuscritos antiguos se emplea la expresión “me piden”.
otro ayudante. Esta expresión da a entender que los discípulos ya tenían un “ayudante”, que era Jesús. De hecho, 1Jn 2:1 emplea el mismo término griego que se traduce “ayudante” (paráklētos) para hablar del papel de Jesús. Pero aquí Jesús promete que el espíritu de Dios, o su fuerza activa, también los ayudaría después que él se fuera de la tierra.
ayudante. O “consolador”, “motivador”, “defensor”. La palabra que se traduce “ayudante” (paráklētos) se utiliza en la Biblia para hablar tanto del papel del espíritu santo (Jn 14:16, 26; 15:26; 16:7) como del de Jesús (1Jn 2:1). Se podría traducir literalmente como “el que es llamado al lado de uno” para ayudar. Jesús habló del espíritu santo, que es una fuerza impersonal, como si fuera un ayudante que enseña, da testimonio, da pruebas convincentes, guía, habla, oye y recibe (Jn 14:26; 15:26; 16:7-15). En estos casos, estaba usando una figura retórica llamada personificación, que implica atribuir acciones o cualidades de persona a cosas inanimadas o impersonales. En las Escrituras es común personificar cosas como la sabiduría, la muerte, el pecado y la bondad inmerecida (Mt 11:19; Lu 7:35; Ro 5:14, 17, 21; 6:12; 7:8-11). Pero es obvio que ninguna de ellas es una persona real. Además, el espíritu de Dios se menciona junto con otras cosas o fuerzas impersonales y esto da más apoyo a la conclusión de que no es una persona (Mt 3:11; Hch 6:3, 5; 13:52; 2Co 6:4-8; Ef 5:18). Por otro lado, algunos argumentan que el uso de pronombres griegos masculinos al referirse al “ayudante” es una prueba de que el espíritu santo es una persona (Jn 14:26). Pero, en este caso, como la palabra griega para “ayudante” es de género masculino, la gramática griega exige que se usen pronombres masculinos (Jn 16:7, 8, 13, 14). Por la misma razón se usan pronombres neutros cuando se emplea la palabra griega para “espíritu” (pnéuma), que es neutra. Ver las notas de estudio de Jn 14:17.
espíritu. O “fuerza activa”. El término griego pnéuma tiene género neutro y por eso se usan pronombres neutros (como “lo”) para hablar de él. Esta palabra griega tiene varios significados. Todos tienen que ver con algo que es invisible al ojo humano y que da muestras de fuerza en movimiento (ver glosario). En este contexto, la palabra “espíritu” se refiere al espíritu santo de Dios, que aquí es llamado “el espíritu de la verdad”. Esta expresión también aparece en Jn 15:26 y 16:13, donde Jesús explica que “el ayudante” (Jn 16:7), es decir, “el espíritu de la verdad”, guiaría a sus discípulos “hacia toda la verdad”.
lo ve [...]. Ustedes lo conocen. En estos dos casos, la palabra “lo” traduce el pronombre griego autó, que está en género neutro y se refiere a la palabra griega para “espíritu” (pnéuma), que también tiene género neutro. Ver la nota de estudio de Jn 14:16.
abandonados. O “como huérfanos”. En Snt 1:27, la palabra griega para “huérfano” (orfanós) se usa para hablar de alguien que se ha quedado sin padres. Pero en este versículo se emplea en sentido figurado para referirse a quien se queda sin el apoyo y la protección de un amigo, de su señor o de alguien que lo cuide. Jesús está prometiendo a sus discípulos que no los dejará desconsolados, sin ayuda ni protección.
Judas, no el Iscariote. Aquí se refiere al apóstol Judas llamado también Tadeo. Ver la nota de estudio de Mt 10:3.
viviremos. O “haremos nuestra morada”. Ver la nota de estudio de Jn 14:2.
ayudante. O “consolador”, “motivador”, “defensor”. Ver la nota de estudio de Jn 14:16.
ese. El pronombre demostrativo griego ekéinos tiene género masculino y se refiere al “ayudante”, que también tiene género masculino en griego. Ver las notas de estudio de Jn 14:16; 16:13.
porque el Padre es mayor que yo. En muchas ocasiones Jesús reconoció la grandeza, la autoridad y la superioridad de su Padre (Mt 4:9, 10; 20:23; Lu 22:41, 42; Jn 5:19; 8:42; 13:16). Aun después de que él subió al cielo, sus apóstoles dejaron claro que el Padre ocupa una posición distinta y superior a la de Jesús (1Co 11:3; 15:20, 24-28; 1Pe 1:3; 1Jn 2:1; 4:9, 10). La palabra griega que aquí se traduce “mayor” (méizōn) es la forma comparativa de la palabra para “grande” (mégas) y se utiliza en muchos contextos para indicar que una persona o cosa es superior a otra (Mt 18:1; 23:17; Mr 9:34; 12:31; Lu 22:24; Jn 13:16; 1Co 13:13).
el gobernante del mundo. Aparece una expresión similar en Jn 12:31 y 16:11, y se utiliza para hablar de Satanás, el Diablo. En este contexto, la palabra “mundo” (en griego, kósmos) se refiere a la sociedad humana que está apartada de Dios y que no se comporta de acuerdo con la voluntad de él. Este mundo injusto no fue creado por Dios, sino que “está bajo el poder del Maligno” (1Jn 5:19). Satanás y sus “fuerzas espirituales malvadas que están en los lugares celestiales” actúan de forma invisible como “gobernantes mundiales [una forma de la palabra griega kosmokrátōr] de esta oscuridad” (Ef 6:11, 12).
sobre mí él no tiene ningún poder. O “sobre mí él no tiene ningún dominio”. Lit. “en mí no tiene nada”. Jesús era perfecto y no tenía ningún deseo incorrecto que Satanás pudiera aprovechar para apartarlo de servir a Dios. La expresión griega que se traduce “sobre mí él no tiene ningún poder” puede ser el reflejo de una expresión idiomática hebrea que se utilizaba en contextos legales y tenía el significado de ‘no tiene ningún derecho sobre mí’. En contraste, el Diablo sí pudo entrar en Judas y dominarlo (Jn 13:27).