El espejo musical de Hawai
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Hawai
SIMPLEMENTE cierre los ojos y escuche los deleitables acordes de una canción hawaiana y quizás se represente mentalmente las islas de los mares del sur en un mar azulado, oscilantes palmeras, blancas playas de coral, el sonido del oleaje al romper en la playa y el agradable pueblo polinesio. Pero para el hawaiano nativo, la representación mental va mucho más allá. Su música es un espejo de la historia de su isla.
El hawaiano de la antigüedad “cantaba” o salmodiaba cuando sentía que no podía expresar bien de ningún otro modo lo que tenía que decir. Cantaba sus oraciones, así como las serenatas para sus amadas y las canciones de cuna para sus hijos. Había cantos acerca de los valientes, de las tragedias de la guerra y aun de profecías. De hecho, para casi cada ocasión diaria había un canto. Por medio de esa recitación musical, la historia y otros asuntos importantes eran confiados a la memoria y transmitidos de generación en generación. Los jefes hawaianos mantenían cantantes especiales para que cantaran sus nombres y proclamaran su línea de descendencia.
¿Cómo sonaba esta música antigua? No se parecía en nada a la música moderna de Hawai. Para el oído occidental sería bastante monótona debido a su limitado registro tonal... frecuentemente de solo dos o tres tonos.
El hawaiano usaba la palabra mele, que literalmente significaba “poesía,” cuando hablaba de los cantos. Pero por medio de la influencia y asociación extranjera, mele ha llegado a ser sinónimo de “canción.” Así es que las canciones hawaianas, como era característico de la poesía antigua, usan un lenguaje altamente simbólico. Por ejemplo, canciones que aparentemente describen cosas como flores o lugares pueden en realidad referirse a personas y emociones.
Clases de cantos
Estos cantos o poemas han sido divididos en dos clasificaciones generales: “mele oli” (cantos sin acompañamiento) y “mele hula” (los acompañados con ritmo).
Los cantos sin acompañamiento consistían en baladas, oraciones, profecías, endechas y canciones seglares de menor importancia. Esta clase de canto requería una intensa cualidad de voz, habilidad vocal natural y un excelente control de la respiración para mantener las extraordinariamente largas frases. El tono se mantenía a un nivel general con excepción de los lugares naturales para respirar, y por lo general había un leve trino al final de las frases. El “mele oli,” o canto sin acompañamiento, raramente se escucha en la actualidad; es un arte moribundo que solo unos pocos conocen.
El “mele hula,” por otra parte, se caracterizaba por un fuerte ritmo sostenido. A veces el intérprete solo usaba su cuerpo y sus manos mientras interpretaba un poema. Otras veces también usaba una variedad de instrumentos rítmicos. Este canto acompañado con ritmo fue el precursor del moderno hula.
El antiguo hula se consideraba como un arte tan refinado que había muchos tabúes relacionados con él para protegerlo de la profanación. Los que esperaban llegar a ser miembros del gremio del hula vivían en un colegio de hula bajo estrictos reglamentos, aguantando un entrenamiento riguroso hasta su graduación como miembro del gremio.
Antiguos instrumentos musicales
Algunos de los instrumentos musicales del antiguo Hawai todavía se usan en la actualidad. Había un solo instrumento principal de cuerdas —el “ukeke”— pero era de dos estilos.
El ukeke largo era un listón chato de madera flexible montado con dos cuerdas de fibras de coco, con clavijas para afinarlas en los tonos apropiados, a intervalos de una segunda o una cuarta. El otro estilo tenía una tercera cuerda afinada a una tercera. Las dos clases de instrumentos se usaban poniendo las cuerdas superiores contra la boca y cantando o tarareando contra el instrumento, mientras que al mismo tiempo se tocaban las cuerdas con los dedos.
Uno de los instrumentos más extraños de la orquesta antigua era la flauta de nariz. Se hacía de una sección del bambú con un orificio para la nariz en un extremo, y dos agujeros para los dedos en el extremo opuesto. Otro extraño instrumento de viento de madera se parecía a una ocarina primitiva. Se hacía de una calabaza perforada con tres agujeros; uno para ponerlo en contra de la nariz para soplar y los otros para ser tapados con los dedos.
¡La sección de percusión resplandecía con variedad! Había tambores de toda clase, hechos de cáscaras de coco, madera y calabazas. Por lo general se cubrían en un extremo con pieles de tiburón firmemente ceñidas. Sobresalía entre éstos el tambor ‘pahu,’ que se introdujo desde Tahití durante los siglos doce y trece. Se hacía de un coco ahuecado o de un tronco del árbol del pan. La parte inferior se tallaba hermosamente, y la cavidad superior se recubría con la piel de tiburón. Este tambor todavía se usa hoy día junto con el pequeño tambor de coco.
Pero, ¿cómo se convirtió esta original poesía cantada y bailada con su limitado registro tonal en la música melodiosa y alegre del Hawai de la actualidad?
Influencia de la música extranjera
La transición de la música antigua a la nueva le pisó los talones a la primera visita de los europeos a estas islas en 1778. En poco tiempo los hombres de los barcos balleneros y los grupos misioneros hicieron grandes incursiones en la cultura hawaiana. Los marineros visitantes tenían un repertorio musical tan variado como sus nacionalidades, y los hawaianos con su amor a la música rápidamente adoptaron las canciones, haciéndolas suyas propias. Muchas de las canciones favoritas de la actualidad de los mares del sur provienen de las tonadas básicas de estos primeros visitantes.
Además, estos primeros visitantes adaptaron muchos de los antiguos cantos hawaianos. Por ejemplo, un favorito hawaiano de todos los tiempos, Hole Waimea, es un antiguo mele al cual se puso música moderna. También está el persistentemente hermoso estribillo Waipio, al cual se le dio el nombre de un hermoso valle, pero que originalmente era un canto muy antiguo.
En los años 1820 los misioneros comenzaron a formar un alfabeto para el idioma no escrito de los hawaianos. Pronto introdujeron la escala de ocho tonos y empezaron a enseñar himnos y sencillas canciones folklóricas a sus ávidos estudiantes. Aunque en el antiguo Hawai se desconocía la armonía, se aprendió pronto y bien. Los hawaianos son extremadamente hábiles en la parte tenor, la cual muchos compositores consideran como la más difícil de ejecutar.
En el siglo diecinueve el joven músico alemán Henry Berger vino a Hawai por la invitación de Kamehameha V, convirtiéndose en el músico de la corte y el maestro de música de los miembros de la familia real. Organizó la ahora mundialmente famosa Real Banda Hawaiana, la cual hasta este día, con regularidad espera en el muelle a los barcos de pasajeros con música y bailes hawaianos. También se despide de los pasajeros que parten, diciéndoles “Aloha,” que significa adiós, bienvenido, o amor.
Durante y después de los días de la influencia de Berger creció un colosal tesoro de literatura musical que verdaderamente fue música hawaiana tal como se conoce hoy día. Varios de los monarcas de los días de Berger mostraron gran talento musical, entre ellos el último monarca reinante de Hawai, la reina Lilioukalani. Ella compuso Aloha Oe, la más querida y mejor conocida canción de Hawai.
La música para la canción está inspirada en una antigua balada. Pero la nostálgica letra le vino a Lilioukalani después de presenciar una emotiva despedida entre un joven oficial del ejército real y una joven nativa en la hacienda Maunawili en Waimanalo, Oahu, en 1878. Ella misma transcribió toda la canción a la partitura musical. Berger hizo los arreglos y bajo su batuta la Real Banda Hawaiana la ejecutó en San Francisco en 1883. Inmediatamente obtuvo popularidad.
Instrumentos modernos y popularidad
Para la última mitad del siglo diecinueve los hawaianos ya se habían aficionado excepcionalmente a la guitarra. En 1886, se informó: “La tocan como un instrumento solista con una ternura y una suavidad, que da buena muestra de la delicadeza de sus sentimientos.” También, la guitarra en miniatura de cuatro cuerdas, el ukelele, llegó al corazón de los hawaianos, por medio de un emigrante portugués que la trajo a estas costas en 1879.
Los portugueses llamaban al ukelele el “cavaquinhos,” lo que significaba “pequeño trozo de madera.” Pero debido a la manera vigorosa en que se tocaba, los imaginativos hawaianos pronto le cambiaron su nombre por el de “ukelele,” que significa “pulga saltarina.” Aunque originalmente se pensó que solo era un instrumento de acompañamiento, en la actualidad hay muchos verdaderos virtuosos que tocan el ukelele como un instrumento solista, ejecutando con maestría desde los hula hasta los clásicos. Es tan bien amado en Hawai que es corriente ver a los escolares tocar el ukelele mientras caminan por la calle.
Pero hay un instrumento que es puramente el producto del ingenio hawaiano... la guitarra metálica. En los años 1890 un estudiante de la Escuela Kamehameha, Joseph Kekuku, mientras tocaba una vieja guitarra, presionó el dorso de un peine sobre las cuerdas mientras las pulsaba y oyó por primera vez el indescriptiblemente hermoso tono de la guitarra metálica que desde entonces ha sido identificado como el sonido propio de Hawai.
La popularidad de la música hawaiana comenzó a recorrer el mundo durante la I Guerra Mundial. Los discos fonográficos son una de las mejores propagandas de Hawai. Porque, ¿quién no ha oído grabaciones de los tristes clásicos hawaianos, Na Lei O Hawaii, Blue Hawaii, Little Grass Shack, Sweet Leilani, o la muy hermosa Canción Nupcial Hawaiana?
Con el transcurso de los años la historia de los hawaianos —sus hazañas, amor a la creación, y emociones— ha sobrevivido para que la disfrute todo el mundo. Música recordativa de épocas pasadas sigue viajando hasta nosotros, dejando una imagen que constantemente se renueva cada vez que se oye la música de Hawai.