¿Qué efecto tiene en los niños la televisión?
LOS efectos de la televisión en los adultos pueden ser significativos. Pero lo que la televisión puede hacerles a los niños es mucho más profundo.
Ningún otro desarrollo técnico de la historia ha tenido un efecto tan directo en esta parte de la población, la más vulnerable, como lo ha tenido la TV. De hecho, una encuesta de niños de edad escolar de Sydney, Australia, revela que la TV quizás ya haya reemplazado a la escuela, la religión y la familia como la influencia principal en los valores que muchos niños aprenden.
Demasiado
En los países en los que la TV está ampliamente disponible, el verla consume más de las horas diurnas del niño medio que cualquier otra actividad.
Por ejemplo, para cuando el niño norteamericano de término medio llega a los 16 años de edad ha pasado de 15.000 a 20.000 horas enfrente de la TV. Para esa misma edad solo ha pasado unas 11.000 horas de instrucción en las aulas de clase. En la actualidad muchos niños ven TV por cinco, seis, siete o hasta más horas al día, especialmente en los días en que no van a la escuela.
¿Permitiría el padre medio que su hijo viera dos o tres películas al día en el cine de la localidad? Es probable que eso sería inaceptable, aun sin tomar en cuenta el costo. Pero el no controlar la TV que se ve en casa equivale a casi lo mismo.
No hay duda de que muchos niños pasan períodos excesivos ante la TV. ¿Por qué, pues, son tantos los padres que permiten esto? Muchos usan la TV como niñera. De hecho, les dicen a sus hijos: ‘Mira, siéntate enfrente de la TV y no me molestes.’ Como confesó una madre de tres hijos: “Me atemoriza la idea de no tener un televisor aunque se que probablemente los niños estarían mucho mejor sin él. No puedo imaginarme el habérmelas sin TV. Estoy esclavizada a ella.” Pero, por supuesto, por miles de años los padres se las arreglaron sin TV.
“Casi hipnotizados”
Muchos padres dicen que la TV tiene a sus hijos “casi hipnotizados.” Una madre dijo de su pequeñuelo: “La observa en un verdadero trance. Es casi imposible obtener la atención de él. Si lo dejo, la ve así por horas. Sencillamente parece hipnotizado.”
El libro The Plug-in Drug declara: “Vez tras vez los padres describen, a menudo con considerable ansiedad, la naturaleza semejante a trance con la que sus hijos ven televisión. La expresión facial del niño se transforma. La quijada se relaja y cuelga ligeramente abierta; . . . los ojos adquieren una mirada vidriosa y vacía. . . . Ciertamente hay poca indicación de que el niño está activo y alerta mentalmente.” Así, con buena razón declaró un título en el Star de Toronto: “LOS NIÑOS SON ESCLAVOS DE LA TV.”
El sentido común nos dice que el que un niño se siente por largas horas, día tras día, enfrente del televisor en tal estado mental, sin comunicarse, no puede hacerle bien alguno. No es posible que una mente joven se exponga a miles de horas de programas de TV, muchos de los cuales contienen violencia, depravación e inmoralidad sin que sea afectada adversamente.
Problemas de salud
Un efecto de ver demasiada TV, especialmente muy de noche, se observa en las aulas de clase. En la República Federal de Alemania, el profesor Heinz-Rolf Leuckert de la Universidad de Munich declara: “Rostros agotados, cansados, ojos ojerosos y expresiones indiferentes son la orden del comienzo del día. Aparte de que les afecta la salud física, la pérdida de sueño significa que no son tan listos en la escuela... y no aprenden tan fácilmente como sus compañeros de clase que durmieron bien la noche anterior.”
Cuando se redujo drásticamente la TV, o se eliminó del todo, la mayoría de los casos de fatiga crónica desaparecieron en unas cuantas semanas. Por supuesto, el ver demasiada TV no es la única razón de la fatiga, pero ciertamente ha contribuido al problema. Incidentalmente, los niños que volvieron a ver demasiada TV hallaron que sus síntomas de fatiga regresaron.
En algunos niños otros síntomas de ver TV sin control fueron el empeoramiento de la falta de apetito, las jaquecas, los vómitos y la irritabilidad. La falta de ejercicio apropiado también estuvo envuelta, puesto que puede llevar a la degeneración de las actividades normales del cuerpo.
Los anuncios de la televisión pueden contribuir a la mala salud de los niños de otra manera. Constantemente son bombardeados por anuncios que ofrecen alimentos llamativos pero de muy poco valor nutritivo. A muchos alimentos altamente azucarados se les da una apariencia atractiva, pero perjudican la buena salud. Un observador dijo que al niño “se le hace creer engañosamente que los alimentos que son los más perjudiciales para él son los que él tiene que tener.”
Los especialistas de la vista dicen que el ver demasiada TV puede perjudicar los ojos, pues no les da el ejercicio apropiado que necesitan. En vez de desarrollar buena coordinación de los ojos por medio de hacer cosas que requieren visión “tridimensional,” los niños ven la pantalla “bidimensional” de la TV por demasiado tiempo. Se calcula que en los Estados Unidos hasta 30 por ciento de los niños que ven televisión tienen algún problema con los ojos. Algunos médicos se refieren a “ojos torpes” que no pueden seguir la línea impresa, sino que progresan a tropezones, saltando palabras y frases.
Problemas mentales
El ver demasiada TV quita el tiempo que los niños pudieran pasar más provechosamente leyendo, edificando cosas, hablando con otros, o jugando. Un bibliotecario de escuela dijo acerca de los niños aficionados a la TV: “No inician ideas o actividades. No pueden pensar nada de manera cabal. Desean que todo se les ponga por delante a fin de que todo lo que tengan que hacer es observarlo o hacer lo que uno les diga.”
Un maestro de escuela elemental de la ciudad de Nueva York declaró: “Los niños ya no juegan como solían hacerlo. . . . No parecen tener tanta imaginación, ya sea en sus expresiones verbales o en sus maneras de jugar o en las cosas que hacen.” Otro maestro, con 35 años de experiencia, añadió: “Ahora juegan mucho más pasivamente. Se interesan en algo, pero si entonces esto significa que tienen que hacer algún esfuerzo pierden el interés.” Estos maestros dicen que el ver demasiada televisión es responsable en su mayor parte.
Los educadores notan una deficiencia en el desarrollo de las habilidades para leer en comparación con otros años. Pero apenas pudiera ser de otro modo cuando a los niños se les permite sustituir la lectura con tantos programas no educativos de TV. Y puesto que el leer requiere esfuerzo, y la TV no, es obvio cuál preferirá el niño si se le permite decidir por su cuenta.
No solo resultan impedidas las habilidades para leer, sino que el niño aficionado a la TV a menudo tiene más dificultad en responder a las personas reales. ¿Por qué? Porque las personas reales quizás no despierten el mismo interés que un personaje de la televisión. Y, a menudo, lo que el niño aprende de la televisión respecto a las relaciones humanas tiene poca conexión con la vida verdadera.
Ese también es el caso dentro del círculo familiar. El llevarse bien con otros miembros de la familia es algo que hay que aprender, experimentarlo por medio de hacer cosas, conversar, obrar recíprocamente. El niño tiene una gran necesidad de desarrollar esas habilidades a fin de que él mismo pueda llegar a ser un buen padre o una buena madre. Nada puede sustituir el toma y daca entre la madre, padre, hermanas y hermanos.
Es preciso que el niño se comunique constantemente dentro de la familia a fin de que se le respondan sus preguntas, se corrijan sus puntos de vista incorrectos y se animen sus opiniones correctas. Pero hay toda indicación de que el ver demasiada TV tiene un efecto destructivo en los puntos de vista. Y esto cobrará un precio adicional más tarde, cuando el niño de TV de hoy día tenga su propia prole.
Lo que la violencia puede hacer
Uno de los aspectos más alarmantes de lo que la televisión está haciéndoles a los niños tiene que ver con la violencia. En país tras país aumenta la evidencia de que muchos niños que ven demasiada violencia televisada tienden a ser más violentos en su comportamiento cotidiano. Y también son más tolerantes de la violencia que se les inflige a otros.
Un artículo en The Journal of the American Medical Association muestra que para cuando el niño norteamericano medio se gradúa de la escuela secundaria, “ha sido testigo de 18.000 asesinatos e incontables incidentes sumamente detallados de robo, incendio premeditado, bombardeo, falsificación, contrabando, palizas y tortura.” Se hace notar que hay aproximadamente un acto de violencia por minuto en el dibujo animado estándar de TV para niños menores de 10 años de edad.
Algunos padres notan una reacción inmediata cuando los niños ven demasiada violencia en la TV. Uno dijo: “Aumenta rápidamente su inhabilidad para controlarse a sí mismos. Gimen, se quejan, absolutamente retroceden. . . . Les toma un rato antes de volver a lo normal.”
Pero los efectos pueden ir más allá de una sencilla irritabilidad temporánea. Por ejemplo, considere los 146 documentos científicos que informan en cuanto a estudios de investigación que abarcaron a 10.000 niños y que llegaron todos a una conclusión similar. Mostraron que la violencia en la TV producía en los niños un aumento de comportamiento agresivo que puede ser muy duradero.
Y tampoco es esto meramente una condición norteamericana. Un encabezamiento del South China Morning Post de Hong Kong declaró: “LA VIOLENCIA EN LA TV PERJUDICA A LOS NIÑOS... EXPERTOS.” El periódico informó: “Es probable que los niños de Hong Kong sean afectados particularmente por los programas violentos de la televisión, dijeron los educadores, trabajadores sociales, siquiatras y sicólogos.” Y un informe del Japón, que salió en la revista Atlas, muestra que a los niños de allí “se les ofrecen cantidades casi ilimitadas de sangre y violencia” en la TV.
En el Canadá, un informe de 91 páginas que la Junta de Educación Hamilton de Ontario presentó a la Comisión Real del gobierno sobre la Violencia en los Medios Publicitarios dijo: “La violencia en la televisión puede crear un comportamiento antisocial, temores irreales e insensibilizar a los niños a las emociones en el mundo que los rodea.”
A la Comisión también se le dijo que el efecto de la violencia en la TV sobre los niños podía ser comparado a plantar una bomba que pudiera estallar dentro de 10 a 20 años. El informe dijo: “Cada asesinato o acto violento que un niño presencia en la TV es como un peso pequeño, hasta minúsculo, colocado en la balanza. . . . ningún sicólogo pudiera garantizar que la balanza no se inclinará y provocará actos de violencia en personas que parecen normales.”
En Inglaterra un estudio de dos años llegó a la conclusión de que los malos programas de TV ciertamente estaban ocasionando un aumento en la delincuencia juvenil. Otro estudio, por un período de seis años, que abarcó a 1.565 muchachos de edades de 13 a 16, halló que los que observaban brutalidad en la TV a menudo estaban 50 por ciento más dispuestos a recurrir a la violencia que los muchachos que no veían tales programas con regularidad.
Los estudios de investigación comisionados por el Inspector General de Sanidad de los Estados Unidos llegaron a casi la misma conclusión. De ver violencia en la TV, los niños aprendieron a actuar más violentamente. Esto fue cierto prescindiendo de los antecedentes económicos del niño, o las características de familia, o su vecindario.
Respecto a un experimento que duró 10 años, Science Digest informó lo siguiente: “La agresividad del muchacho a la edad de 19 años estuvo relacionada directa y significativamente con la cantidad de violencia que había visto en la televisión a los ocho años de edad, prescindiendo de su nivel inicial de agresividad, estado social, habilidad intelectual o el comportamiento de los padres.” Esta publicación advirtió: “Los científicos están descubriendo que ciertos efectos, notablemente el aumento de la agresividad, pueden durar por toda la vida.”
Muchos padres han tenido experiencias similares a las del padre que escribió lo siguiente al Post de Washington:
“He observado el efecto de la televisión en mi propio hijo y algo de lo que veo no me gusta. Por ejemplo, su vocabulario se hace cada vez más violento.
“Siempre me está ‘matando’ o ‘muriendo’ él mismo o ‘disparando’ a alguien o algo con algún artículo casero que en cualquier modo se asemeje a un revólver.
“A veces es un monstruo o un pirata o sencillamente un tipo malo. Habla de la cárcel y por la noche, cuando las luces están apagadas, seres de aspecto extraño lo visitan.”
Los jueces ya están viendo la evidencia de esta insensibilidad para con la violencia. El juez de tribunal juvenil Patrick Tamillia, de Pensilvania, dice que el crimen televisado endurece cada vez más a los delincuentes juveniles. Declara: “Los muchachos ya no lloran tanto en el tribunal; la dureza de corazón es sencillamente increíble. Ven la violencia en los programas de TV, en los cuales no se muestra remordimiento alguno. Así es que cuando hieren a alguien, no les parece que han herido a un ser humano.”
Los registros de la policía muestran que los jóvenes que imitan los crímenes de la TV son mucho más numerosos de lo que la gente cree. Por ejemplo, un joven de 17 años de edad admitió que al matar a una joven se apegó a una nueva representación que planeó de un programa de TV. Un niño de siete años de edad al que se halló rociando vidrio molido en el guiso de cordero de la familia dijo que había sacado la idea de un programa de TV. Dos niños que trataron de extorsionar 500 dólares de una compañía por medio de la amenaza de una bomba copiaron la idea de la TV. Un niño de nueve años de edad que le dio a su maestro una caja de dulces envenenados para Navidad dijo que lo había aprendido de un programa de TV en el que un hombre mató a su esposa de esa manera sin que lo atraparan. El hijo de seis años de edad de un policía le pidió a su padre balas verdaderas a fin de poder hacer que su hermanita “muriera de veras” como él creía que la gente hacía en la TV.
Varios asaltos sexuales efectuados por adolescentes fueron casi idénticos a los que se habían mostrado en programas de TV, lo cual resultó en que un padre demandara a una red de TV. Y una madre a quien no le preocupaba la violencia en la TV cambió de opinión cuando su hijo de cuatro años de edad trató de asfixiar al perro de la familia con una almohada inmediatamente después de haber visto a un hombre hacerle esto a otra persona en la TV.
Los niños también han puesto su vida en peligro como resultado directo de observar TV. En Perth, Australia, una niña de cuatro años de edad trató de ahorcarse imitando un ahorcamiento que había visto en un dibujo animado de la TV. Los niños se han roto huesos o de otra manera se han lesionado al saltar de lugares elevados, imitando a personajes de la TV de los tipos de “superhombre” o “batman.” Niños que montan bicicletas han sufrido numerosas lesiones al tratar de imitar a los motociclistas acrobáticos de la TV.
Así, son cada vez más los estudios de los efectos de corto plazo y largo plazo que señalan a la conclusión que la revista Parade hizo notar: “La violencia de la TV . . . perjudica a los niños de tres maneras: Aprenden y recuerdan —y muchos de ellos copian— el comportamiento agresivo; se les hace más fácil ser violentos, y les preocupa menos; intensifica su agresividad, más bien que ‘disiparla.’”
Por supuesto, es cierto que la agresión y la violencia han ocurrido entre los jóvenes desde hace siglos. Pero el hecho es que, prescindiendo de lo mala que haya estado la situación anteriormente, un régimen constante de programas inadecuados de TV está empeorando la situación.
¿Qué, pues, pueden hacer los padres para contrarrestar estas tendencias? ¿Qué deben hacer los adultos para evitar ellos mismos los malos efectos de los programas deficientes de la TV?
[Ilustración de la página 13]
¿Cuántas horas ha pasado su hijo viendo la violencia televisada?