¿Sobrevivirá otra vez el ábaco?
UNA vez más, la supervivencia del ábaco está en peligro... o así parece. Esta vez, lo amenaza la proliferación de las calculadoras electrónicas de bolsillo baratas. En Japón la venta de calculadoras subió vertiginosamente de 1.400.000 en 1970 a más de 68.000.000 en 1983. En 1983 solo se vendieron dos millones de ábacos.
No obstante, antes que dé por perdido este sencillo instrumento de calcular que una vez se usaba extensamente, ¿sabía usted que esta no es la primera vez que el ábaco ha tenido que luchar contra nuevos inventos para sobrevivir?
Del abakion al soroban
El ábaco no fue un invento exclusivamente oriental. Los griegos tenían su abakion, y los romanos tenían su ábaco, planchas de madera o mármol marcadas con líneas paralelas o ranuras. El contar se hacía moviendo guijarros hacia arriba o hacia abajo por estas líneas. Solo trate de imaginarse lo difícil que era efectuar cómputos con números romanos, y puede ver lo necesario que era un instrumento como ese. Por lo tanto, los tableros para contar empezaron a usarse extensamente en Europa hasta que hacia el fin de la Edad Media se introdujeron los números hindú-arábigos.
Entonces, aparecieron los defensores del algoritmo, quienes promovieron escribir los cálculos con números arábigos en papel. Por otro lado, los apoyadores del ábaco se adhirieron al tablero para contar y a los números romanos. La polémica continuó hasta el siglo XVI, cuando el papel se hizo más abundante. Finalmente, los que promovían el algoritmo ganaron el dominio, y el tablero para contar llegó a ser como una especie en peligro de extinción.
Mientras se luchaba en Europa, el tablero para contar cobró nuevas fuerzas en el Oriente. Para el siglo XV los chinos estaban usando una forma modificada del ábaco, que tenía varillas por las cuales corrían bolitas, que ellos llamaban suan pan, o bandeja para hacer cómputos. Desde allí el ábaco se abrió camino a través del mar Amarillo hasta llegar al Japón, donde cambió a una forma más simple: el soroban.
Desafío en la era electrónica
Después de sobrevivir otros 500 años, el ábaco se enfrenta a un nuevo desafío... la calculadora electrónica. Allá en la época en que las calculadoras electrónicas eran tan caras que solo pocas personas podían comprarlas, el ábaco disfrutaba de un lugar seguro en tiendas pequeñas y oficinas. Pero a medida que el precio de las calculadoras bajaba y las ventas de estas subían vertiginosamente, otra vez parecía que el soroban estaba destinado a desaparecer. ¿Desapareció?
Pues bien, ¿puede usted sumar 15 cifras de 12 dígitos en 20 segundos? ¿O qué hay de hacer 30 multiplicaciones de cifras de 12 dígitos por cifras de 6 dígitos en cuatro minutos? Los expertos en el ábaco pueden hacerlo. Pero la mayoría de las calculadoras ni siquiera pueden efectuar operaciones con esa cantidad de dígitos, y a menudo toma más tiempo el meramente introducir los dígitos, sin hablar de efectuar los cálculos. En cuanto a los cálculos simples, la mayoría de los japoneses creen que hacen mejor con su soroban que con la calculadora.
Esto ha hecho que cierta empresa fabrique una máquina que tiene una calculadora a un lado y un ábaco al otro lado, lo cual permite que se aprovechen las ventajas de ambos métodos. Se informa que en diez años se vendieron 1.500.000 de estas máquinas. Por consiguiente, ¿estamos presenciando la recuperación del ábaco? Quizás. De todos modos, el ábaco siempre tendrá una ventaja que no tiene la calculadora: No hay que preocuparse de que se le agote la batería.