Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo mantener la música en su debido lugar?
“CREO que el gusto por la música es inherente a los humanos —dice una joven llamada Jackie—, porque puede expresar nuestros sentimientos. Constituye una parte muy importante de la vida cuando eres joven.”
Jackie tiene razón. Aunque los jóvenes parecen sentirse especialmente atraídos por la música, la capacidad de disfrutar de la melodía y la armonía parece ser inherente a cada uno de nosotros. Y no tienes más que escuchar la alegre melodía de un pájaro cantor o el rítmico deslizarse de las olas para saber que la música es un regalo amoroso de nuestro Creador feliz. (1 Timoteo 1:11; Santiago 1:17.) No obstante, es un regalo que a menudo no se utiliza bien. De hecho, si no mantienes la música en su debido lugar, puede hacerte más daño que bien.
¿Eres adicto a la música?
La buena música puede ser saludable, beneficiosa. Sin embargo, abusar aun de lo bueno puede perjudicarte. Un sabio proverbio advierte: “¿Es miel lo que has hallado? Come lo que te sea suficiente, para que no tomes demasiado de ella y tengas que vomitarla”. (Proverbios 25:16.) La miel tiene propiedades curativas muy conocidas, sin embargo, “comer demasiada miel no es bueno” y puede provocarte náuseas. (Proverbios 25:27.) ¿Qué idea se quiere destacar? Las cosas buenas han de disfrutarse con moderación.
Sin embargo, la música domina casi por entero la vida de algunos jóvenes. Por ejemplo, una mujer joven llamada Jodie confiesa que cuando era adolescente, “pasaba casi todo el tiempo escuchando música”. ¿Procuras tú también llenar de sonidos todas las horas en que estás despierto? En ese caso, lo que quizás justifiques como aprecio por la música podría parecerse más a una adicción a la música.
Un joven llamado Steve recuerda: “Fui a la escuela con niños que hasta escuchaban música en clase”. Sin embargo, reconoce: “Vivir con los auriculares puestos realmente perjudicó sus estudios”. ¿Descubres tú también que escuchas música que distrae tu atención incluso cuando haces tus tareas escolares? ¿Qué ocurre con el tiempo dedicado a estudiar la Biblia o prepararte para las reuniones cristianas? ¿Tienes el ritmo de tu música favorita como música de fondo?
Has de tener en cuenta además lo mucho que cuesta mantenerse al día con los últimos éxitos musicales. ¿Cuánto de tu sueldo o del dinero que recibes te gastas en discos, cintas de casete o compactos? ¿Sería posible emplear mejor ese dinero?
¿Y qué decir de las relaciones familiares? ¿Estás presente en las conversaciones y en las comidas familiares, o te quedas en tu habitación escuchando música? La Biblia advierte: “El que se aísla buscará su propio anhelo egoísta; contra toda sabiduría práctica estallará”. (Proverbios 18:1.)
Cambia tus hábitos de escuchar música
Si la música ocupa gran parte de tu vida, harías bien en meditar sobre las palabras de Efesios 5:15, 16: “Así es que vigilen cuidadosamente que su manera de andar no sea como imprudentes, sino como sabios, comprándose todo el tiempo oportuno que queda, porque los días son inicuos”. Puede que esto signifique que debas ponerte ciertos límites y moderarte en el tiempo que dedicas a escuchar música. (Compara con 1 Timoteo 3:2.) Por ejemplo, quizás tengas que romper con la costumbre de poner música tan pronto como entras por la puerta de casa. Aprende a disfrutar de algunos momentos de silencio.
Hacer esto te ayudará por lo menos a tener mejores notas. Los períodos de tranquilidad favorecen el estudio. Puede que pienses que tener música de fondo te ayuda a relajarte. Pero ¿por qué no tratas de estudiar sin música y ver si mejora tu concentración? “Puede que consigas estudiar [con música] —dice el joven Steve—, pero te aprovecharás más de tu estudio si no tienes la música puesta.”
Además, también querrás comprar, o programar, tiempo para leer y estudiar la Biblia y publicaciones basadas en ella. En algunas ocasiones Jesucristo buscó un lugar tranquilo y “solitario” para dedicarse a orar y meditar. (Marcos 1:35.) ¿Es tu ambiente de estudio igual de tranquilo y sosegado? Si no es así, puede que estés perjudicando tu crecimiento espiritual.
Aprende a decidir por ti mismo
Sin embargo, puede que lo que más te preocupe sea el tipo de música que escuchas. Steve lo expresa en estos términos: “¿Por qué todas las canciones con buen ritmo tienen que tener una letra tan ofensiva?”. En tiempos bíblicos había canciones que fomentaban el beber en exceso y la prostitución. (Salmo 69:12; Isaías 23:15, 16.) Del mismo modo, gran parte de la música popular de hoy promueve la drogadicción, las relaciones sexuales premaritales y la violencia.a
Puede que tus compañeros ejerzan una presión fortísima para que escuches ese tipo de música. También hay presiones de la industria discográfica. Con la ayuda de la radio y la televisión, la música rock se ha convertido en una industria poderosa, que mueve miles de millones de dólares. Se contratan expertos en mercadotecnia muy cualificados para formar, y controlar, tus gustos musicales.
Pero cuando dejas que tus compañeros o los medios de comunicación dicten lo que tienes que escuchar, pierdes tu capacidad de elección. Te conviertes en un esclavo sin criterio. (Romanos 6:16.) La Biblia nos insta a pensar por nosotros mismos. Nos dice: “Sigan asegurándose de lo que es acepto al Señor”. (Efesios 5:10.) Está claro que no podríamos esperar que la congregación cristiana revisara los miles de canciones que se editan todos los años y diera una lista de temas musicales aprobados o prohibidos; lo que debes hacer es “entrenar tus facultades perceptivas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto”. (Hebreos 5:14.)
¿Cómo puedes hacerlo? Analiza las siguientes sugerencias:
Examina la cubierta: A menudo, una mirada a la cubierta o a la propaganda es suficiente. Las imágenes sobre temas sexuales explícitos, violencia u ocultismo deberían servir de advertencia. La música que se encuentra en el interior probablemente sea igual de censurable. Si es posible, lee los comentarios que aparecen en la cubierta.
Comprueba el contenido: ‘Prueba las palabras’ de una canción fijándote en los títulos y la letra. (Job 12:11.) ¿Qué dicen? ¿De verdad quieres escuchar o repetir esas ideas una y otra vez? ¿Están esos pensamientos en armonía con tus valores y con los principios cristianos? (Efesios 5:3-5.)
Observa el efecto: ¿Cuál es el efecto general que tiene en ti? ¿Suele deprimirte o ponerte muy nervioso? ¿Sueles tener malos pensamientos después de escucharla? ¿Se introducen poco a poco en tu conversación las expresiones vulgares que se utilizan en la música? (1 Corintios 15:33.)
Ten en cuenta a otros: ¿Qué piensan tus padres de tu música? Pídeles su opinión. Piensa también en cómo afectaría a tus compañeros cristianos tu elección musical. ¿Podría perturbar a alguien? (Romanos 15:1, 2.)
Cómo ampliar los gustos musicales
Puede que tengas que hacer algunos cambios en tus gustos musicales. Pero como el gusto es algo adquirido, puede cambiarse. Un músico conocido dice: “La mayoría de los niños nunca han entrado en contacto con otra cosa que no sea este producto tan comercializado”. ¿Cuál es la solución? No te limites a un solo estilo de música. Trata de ampliar tus gustos musicales.
De todas formas, has de ser selectivo. Pero dentro del campo de la música popular, del jazz y, por qué no, de la música clásica, hay una gran variedad de música inocua de la que puedes aprender a disfrutar. Es más, quizás ya te guste ese tipo de música sin saberlo. Por ejemplo, puede que la música clásica haya servido de fondo musical de algunas de tus películas y programas de televisión favoritos. Piensa en lo agradable que sería escuchar esa música sin distracción.
Algunos jóvenes cristianos han comenzado a modificar sus gustos musicales escuchando las cintas de Melodías del Reino, producidas por la Sociedad Watch Tower. Estas melodías, con las que todos los testigos de Jehová están familiarizados, mezclan diversos estilos musicales agradables. Hay diferentes clases de buena música que los amigos pueden recomendarte. “Un amigo me enseñó a apreciar la música orquestal, por ejemplo, la de Beethoven, que yo detestaba”, admite Michelle.
Otra forma de que amplíes tus gustos es que tú mismo aprendas a tocar un instrumento musical. Esto no solo puede resultarte estimulante y satisfactorio, sino que también te permitirá conocer otras formas de música aparte del rock. “Tocar música es muy agradable —dice Jackie—, porque es un talento que posees y puedes usar.” Si te esfuerzas un poco, puede que incluso seas capaz de proporcionar buen entretenimiento a otros.
La música es un auténtico don de Dios, pero debes tener mucho cuidado para no utilizarla de forma impropia. Una joven admite: “Tengo música que sé que debería tirar, pero suena tan bien”. Sin embargo, piensa en el daño que esta joven hace a su mente y corazón escuchando algo que es malo. Evita ese lazo. No dejes que la música te corrompa o que controle tu vida. Apégate a las normas bíblicas en lo referente a la música. Pide en oración a Jehová su guía y ayuda al escogerla. Busca compañeros que compartan tus creencias. (Romanos 12:2, 12.)
La música te puede ayudar a relajarte. Puede llenar la sensación de vacío cuando te sientes solo. Pero cuando deja de sonar, los problemas continúan. Y las canciones no pueden sustituir a los amigos verdaderos. Por eso, no permitas que la música se convierta en lo más importante de tu vida. Disfruta de ella, pero manténla en su debido lugar.
[Nota a pie de página]
a Consulta los números del 8 y el 22 de febrero de 1993 de ¡Despertad!
[Fotografía en la página 15]
¿Interfiere la música en tus estudios?