¿Sabrán elegir?
“La música de mis padres es superaburrida”, se queja Jordan, de 17 años.a
“La música de mi hijo está llena de ira y angustia existencial”, se lamenta su madre, Denise.
¿POR qué chocan frecuentemente las preferencias musicales de los padres y los adolescentes? Una razón es que los gustos cambian con la edad. Otra es que la música también cambia: lo que hoy está de moda, mañana será anticuado.
El hecho es que la música influye en nuestras emociones. ¿Es así en su caso? Cuando el rey Saúl de Israel se sentía perturbado, la música lo tranquilizaba (1 Samuel 16:23). Las canciones son, hasta cierto punto, como las personas con las que nos relacionamos: unas hacen aflorar emociones positivas, como la felicidad y el amor, en tanto que otras despiertan sentimientos negativos, como la ira y el odio (Proverbios 13:20).
En vista del poderoso influjo de la música, es preciso que tanto los padres como los hijos sepan elegir. Padres, ¿se interesan ustedes en saber qué tipo de música oyen y cuánto tiempo invierten en ello sus hijos, sean menores o adolescentes? ¿Les fijan normas?
No se trata simplemente de prohibirles comprar cierto álbum o escuchar determinado estilo, sino también de enseñarles a escoger alternativas aceptables. El libro On Becoming Teenwise (Conozca a su adolescente) dice: “No podemos quitarle a alguien una cosa por la que siente gran afición y dejar ese espacio vacío. Hay que proporcionarle un sustitutivo que ocupe su lugar, pues de lo contrario la persona volverá a las andadas”.
Otro factor que debe considerarse es el tiempo invertido. ¿Es tiempo que sus hijos están robando a cosas más importantes, como las tareas escolares, las actividades espirituales o las obligaciones del hogar? Bien dice la Biblia que “para todo hay un tiempo señalado” (Eclesiastés 3:1).
El aislamiento puede ser otro problema. Es obvio que todos necesitamos momentos de soledad y contemplación reflexiva para evitar convertirnos en seres superficiales (Salmo 1:2, 3). Pero si nos aislamos totalmente, podemos ensimismarnos y volvernos egoístas (Proverbios 18:1). Felipe, que ahora tiene 20 años, veía las horas que pasaba oyendo música como su “tiempo privado”. “Pero a mi madre le preocupaba que me estuviera aislando de la gente”, dice él.
¿Qué puede ayudar a jóvenes como Felipe y a sus padres a convertir un potencial terreno de batalla en un terreno común? ¿Cómo podemos todos elegir con criterio la música que escuchamos? Los principios bíblicos han beneficiado a muchos. Por eso, los invitamos a analizar con sus hijos las siguientes tres preguntas:
● ¿Qué mensaje transmite la música? “Que la fornicación y la inmundicia de toda clase, o la avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes.” (Efesios 5:3.) Aunque muchas canciones tienen letras inocentes, otras alaban o hasta fomentan —de forma velada o explícita— conductas que van en contra de los buenos principios, como los que se hallan en la Biblia. De hecho, ciertos géneros musicales se caracterizan por la depravación, el odio y la violencia. “Las letras de rap son a veces escandalosas, a veces crudas y plagadas de misoginia [odio a las mujeres] y obscenidades”, afirma la escritora Karen Sternheimer. Las letras del heavy metal suelen aludir a la violencia y el ocultismo. Hasta la música pop puede promover comportamientos cuestionables. De modo que hay que usar la “facultad de raciocinio” en lugar de dejarse llevar ciegamente por lo que esté de moda o suene bien (Romanos 12:1).
● ¿Cómo influye la música en mis sentimientos? “Salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida.” (Proverbios 4:23.) Nuestro gusto musical no es solo una vitrina que expone lo que hay en la mente y el corazón; es algo que influye en ellos. “Algunos tipos de música me ponían colérico y agresivo”, confiesa Jordan, citado antes. ¿Y tú? ¿Qué efecto tiene en tus pensamientos y tu estado de ánimo la música que escuchas? ¿Te deja relajado y reconfortado, o tenso e inquieto? ¿Te despierta ideas inmorales? (Colosenses 3:5.) Si una canción hace que a uno le vengan malos pensamientos o malos deseos, sería mejor deshacerse de ella (Mateo 5:28, 29). Hannah, de 17 años, dice: “Veo que la música mala hace daño y por eso la evito”.
● ¿Perjudicará mis valores? “Odien lo que es malo, y amen lo que es bueno”, dice Amós 5:15. Seguir esta exhortación hoy día no es fácil, pues tal como predijo la Biblia, los hombres en general son “amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, [...] amadores de placeres más bien que amadores de Dios” (2 Timoteo 3:1-4). Por eso, el versículo 5 manda: “De estos apártate”.
¿Cómo apartarse de esa clase de gente? No solo evitándola en persona, sino rechazando sus productos, que son un reflejo de su estilo de vida pecaminoso (Efesios 4:25, 29, 31). Pero al hacerlo, ¿no se verán demasiado reducidas las opciones? No, para nada.
Amplíen sus gustos
Muchos padres y adolescentes gozan explorando el mundo musical del otro. Lena cuenta: “Mi hija de 13 años me inició en su música preferida, y ahora me gusta escucharla”. A Heather, de 16 años, le agrada escuchar la música de sus padres, y viceversa; siempre están intercambiando discos.
Por todo el mundo, millones de testigos de Jehová de todas las edades y culturas disfrutan escuchando una amplia variedad de música, incluidas las melodías del cancionero Cantemos a Jehová,b que enriquecen la espiritualidad. Cabe mencionar que el estilo de estas melodías difiere de lo que se oye comúnmente en ciertas culturas.
Sea uno un padre, una madre o un adolescente, la próxima vez que vaya a comprar un disco o a descargar música, haría bien en preguntarse: “¿Quién me dio la capacidad de gozar de la música? ¿No fue el Creador, Jehová Dios? Entonces, ¿cómo puedo demostrarle mi gratitud por sus dones? ¿No es valorando sus normas sobre lo que es bueno y lo que es malo, sobre lo que es sensato y lo que no lo es?”. Tal reflexión le ayudará a elegir bien, lo que alegrará su corazón y el de su Creador (Proverbios 27:11).
[Notas]
a Se han cambiado algunos nombres.
b Se pueden descargar de www.jw.org.
[Comentario de la página 7]
Algunos géneros musicales se caracterizan por la depravación
[Comentario de la página 8]
Hay una amplia variedad de música de la que se puede disfrutar
[Recuadro de la página 7]
Por qué cambié
“Mis años de adolescencia, de los que apenas conservo un vago recuerdo, fueron una mezcla de alcohol, drogas y violencia, alimentada por el heavy metal y el rap —dice Ashley, de 24 años—. Las letras blasfemas y llenas de odio y el ritmo frenético y agresivo me hacían sentir poderoso. La música también me conectaba con mis amigos, que usaban drogas. Los grupos de rap y heavy metal eran nuestros héroes y mentores.
”En poco tiempo, mi vida entró en una espiral sin control. A los 17 años casi me muero por una sobredosis. Cuando desperté, le pedí a Dios que me ayudara. Un muchacho me había dicho una vez que Dios se llama Jehová, un nombre que asocié con los testigos de Jehová; de modo que los busqué en el directorio telefónico, los llamé y empecé a tomar clases de la Biblia con ellos.
”Abandoné los malos hábitos y tiré toda la música que tenía. Pero cuando arrojé los CD a la basura, me quedé un rato mirándolos. Me dolía en el alma. Entonces me repetí a mí mismo que aquella música y los vicios estaban acabando conmigo; di media vuelta y me fui.
”Hoy, después de muchos años, todavía me atraen el heavy metal y el rap; por eso los evito como si fueran drogas. He aprendido a disfrutar con muchos otros tipos de música, como las baladas, el rock suave y algunas piezas clásicas. Pero lo mejor de todo es que ahora yo tengo el control.”
[Recuadro de la página 9]
Consejos para los padres
¿Le preocupa la música que escucha su hijo? ¿Cómo ayudarlo sin entrar en una guerra? Considere las siguientes recomendaciones:
Infórmese Antes de hablar, obtenga los hechos. Escuche la música, fíjese en la letra y examine la carátula. Pregúntese: “¿Tengo motivos para preocuparme, o estoy exagerando?”. La Biblia dice: “Quien piensa bien las cosas se fija en lo que dice; quien se fija en lo que dice convence mejor” (Proverbios 16:23, Traducción en lenguaje actual).
Sea perspicaz La música puede ser una ventana para acceder al mundo y al corazón de su hijo. Procure sacar a la luz sus sentimientos con delicadeza. Pregúntele: “¿Qué te gusta de esta música? ¿Habla de asuntos que te preocupan?”. Escuche atentamente las respuestas. Dice Proverbios 20:5: “Las intenciones secretas son como aguas profundas, pero el que es inteligente sabe descubrirlas” (Versión Popular).
Sea constructivo El objetivo no es sencillamente hacer que el muchacho tire un CD con contenido inaceptable, sino, más bien, entrenar sus “facultades perceptivas” para que aprenda a “distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto” y tome por sí solo decisiones sensatas (Hebreos 5:14). Deje a su hijo un legado permanente: enséñele a investigar y a razonar basándose en los principios bíblicos. Así lo ayudará a desarrollar la capacidad de pensar y a adquirir la sabiduría cristiana, cosas que valen más que todo el oro del mundo (Proverbios 2:10-14; 3:13, 14).
Sea firme, compasivo y bondadoso “Vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia.” (Colosenses 3:12.) Cuando quiera hacer entrar en razón a su hijo, no sea dogmático ni discuta. Recuerde que una vez usted también fue adolescente.
[Ilustración de la página 8]
Guíate por altas normas al escoger la música que escuchas