Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo mejorar mi vestuario?
ROBERT está desesperado. Ha de ir a la boda de su hermana y no tiene absolutamente nada que ponerse. No es que, como dice la Biblia, se encuentre en “estado de desnudez”. (Santiago 2:15.) Lo que sucede es que su ropa de diario no le sirve para esta ocasión formal.
Por otra parte, a Angela se le han presentado tres compromisos sociales, y cada uno requiere un estilo de vestir particular. Pero a diferencia de Robert, a ella no le cuesta mucho encontrar algo adecuado que ponerse. No es que sea rica; simplemente se ha hecho con un conjunto de prendas básicas que le permiten ir bien vestida en diversas ocasiones.
Un artículo de la revista Woman’s Day decía: “La ropa es importante. Puede contribuir mucho a que te sientas a gusto contigo misma”. Tu manera de vestir también influye bastante en cómo te verán y tratarán los demás; de ahí que la Biblia nos inste, con razón, a adornarnos en “vestido bien arreglado, con modestia y buen juicio”. (1 Timoteo 2:9.) Si eres un joven cristiano, deberías dar importancia a la cuestión de tener un vestuario adecuado.
¿Pudiera darse el caso de que, a pesar de tener un armario atestado de ropa, te parezca a veces que no tienes nada que ponerte? ¿En qué radica el problema? Y ¿cómo puedes corregir la situación?
El alto precio de la moda
Muchas veces no es un problema de dinero, sino de estar esclavizado a los estilos y modas siempre cambiantes del mundo. El libro Youthtrends (Tendencias de la juventud) dice que “el mundo del comercio se da cuenta de que la juventud gastará en ropa de marca”. Movida por el afán de lucro, la industria de la confección se vale de atractivos anuncios publicitarios en las revistas y la televisión para inducir a los jóvenes a gastar continuamente, una estrategia que, reforzada por la presión de los compañeros, produce su efecto. Cierto profesor se lamentó: “Todos gastan mucho dinero en ropa, y los muchachos que no pueden permitirse ese lujo [...] consiguen un trabajo después de clases tan solo para comprarse unos pantalones vaqueros de marca”.
Ser esclavo de la moda cuesta dinero y puede dejarte pocos medios para comprar prendas más prácticas que realmente necesitas. En Romanos 12:2 encontramos un buen consejo: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente”. Es cierto que no siempre es fácil destacarse por ser diferente. Charlene, de 16 años, admite: “Los compañeros de la escuela te ven rara si no te vistes como ellos”. Pero cuando permites que los demás dicten lo que debes hacer, te conviertes en su esclavo. (Compáralo con Romanos 6:16.) Una joven llamada Johanna admite: “Me pongo de mal humor porque parece que siempre tengo que vestirme al gusto de otra persona”.
¿Es siempre sensato tratar de agradar a los demás? Piensa, por ejemplo, en la indumentaria al estilo hip-hop (conocido también como rap) o grunge (desastrado), o la que imita la ropa de las bandas callejeras. Muchos se visten de esa forma tan solo porque está de moda, pero su atuendo comunica una actitud de furia y rebelión. ¿Podría tal vestimenta dar a otros una impresión equivocada de ti? (Juan 15:19; compáralo con 2 Corintios 6:4.) Y eso sin contar con que alguien podría matarte pensando que eres miembro de alguna banda. De ahí que algunas escuelas estadounidenses hayan prohibido a sus alumnos vestirse de esa manera. ¿Qué lección aprendemos? Que no tiene sentido dejar que tus compañeros decidan la ropa que vas a ponerte, y mucho menos que rijan tu vida. En lugar de preocuparte por complacerlos, ‘sigue asegurándote de lo que es acepto al Señor’. (Efesios 5:10.)
Piensa en lo que necesitas
Tan pronto como te hayas liberado de la tiranía de la moda, puedes empezar a reunir un vestuario que encaje con lo que de veras necesitas. Por ejemplo, gran parte de tu tiempo lo pasas en la escuela. Si es obligatorio que vistas de uniforme o de acuerdo con ciertas normas estrictas, no tienes mucho donde elegir. Pero en muchas escuelas se permite que cada uno vista como prefiera, y se ha impuesto el estilo informal.
De ser así, quizás no sería sensato llamar la atención llevando chaqueta y corbata o una falda de mucho vestir. Mejor sería utilizar ropa informal, aunque sin imitar modas extravagantes ni presentar un aspecto desaseado. Eso hacía una joven llamada Millie. Cuando iba a la escuela, evitaba las modas exageradas. Si te encuentras en una situación parecida, probablemente debas incluir en tu vestuario algunos pantalones, camisas o blusas informales. Si no dispones de mucho dinero, unas cuantas prendas de estas serán suficiente. (Compáralo con Lucas 10:42.)
Mantener tu vestuario escolar un tanto reducido te dejará más recursos para atender otras necesidades. ¿Tienes, por ejemplo, que efectuar algún trabajo a la intemperie o realizar tareas domésticas? En ese caso necesitas prendas fuertes y duraderas. Quizás también te haga falta ropa apropiada para practicar deportes y participar en otras actividades recreativas. Aunque tal vez esté en boga llevar pantalones cortos, camisetas y calzado deportivo de marca, descubrirás que los que no lo son te hacen el mismo servicio.
Si eres testigo de Jehová, también debes tener en cuenta que necesitas indumentaria adecuada para las reuniones cristianas, puesto que la ropa informal no es apropiada para ellas. En los países donde se viste al estilo occidental, los jóvenes suelen ir a dichas reuniones con pantalones y camisa de vestir, chaqueta y corbata. Las muchachas normalmente llevan un vestido o van con falda y blusa. Y lo mismo es aplicable a la predicación de puerta en puerta. El presupuesto de cada uno dictará cuántos de estos conjuntos se podrán comprar. Pero no necesitas tener mucha ropa ni que sea de última moda. Lo importante es que se vea bien cuidada y limpia.
Jesucristo asistió a una boda, y es posible que a ti también te inviten a ciertos actos sociales. (Juan 2:1, 2.) En caso de que la costumbre sea llevar ropa de vestir en tales ocasiones, sería razonable tener algunas prendas indicadas. “Algunas veces me he encontrado con que no iba vestida para la ocasión, y me sentí incómoda”, admite Johanna. Tener por lo menos una prenda para ocasiones solemnes también puede ahorrarte la presión y el gasto de tener que comprar algo en el último momento.
Haz inventario
Podrías hacer con tu armario lo que sugiere la escritora Jean Patton en su libro Color to Color: revisar su contenido. Examina todas las prendas, incluidas las que tengas guardadas. Quizás descubras algunas de las que te habías olvidado. Aprovecha la ocasión para desechar la ropa que te haya quedado pequeña o que ya no te guste.
A continuación, haz inventario de lo que tienes, clasificándolo en, quizás, tres apartados: piezas principales (abrigos, trajes, vestidos, chaquetas), piezas suplementarias (blusas, suéteres, camisas de vestir) y accesorios (pañuelos de cuello, cinturones, guantes, sombreros, zapatos, bolsos, corbatas). Ese tipo de lista te ayudará a ver qué artículos puedes necesitar para completar tu vestuario.
Aprende a comprar
Como en algunos países es un lujo comprar ropa nueva, los jóvenes se esmeran por cuidar las prendas que tienen y mantenerlas razonablemente bien cuidadas y limpias. Pero ¿y si tienes los medios para comprar algunas prendas nuevas? En su libro Working Wardrobe (El vestuario adecuado), Janet Wallach dice que “una mujer puede ahorrar tiempo y dinero si compra su ropa con un propósito definido”. Lo mismo es cierto en el caso de los hombres. Ya que es posible que tu presupuesto sea limitado, necesitarás calcular cuánto te costará lo que compres. (Compáralo con Lucas 14:28.) Al hacerlo, quizás veas la necesidad de reducir tu lista de compras, limitándote a los artículos que más falta te hagan. Una regla muy práctica es la de invertir la mayor parte del dinero en las prendas que más vas a ponerte.
El libro The Better Business Bureau A to Z Buying Guide, publicado para orientar a los compradores y defender sus intereses, da el siguiente consejo: “Procure que su vestuario gire en torno a un grupo de colores básicos, como azul marino y gris o marrón y negro. Escoja las piezas principales en esos colores, y deje los tonos vivos complementarios para las camisas, las blusas y los accesorios”. Las prendas de colores neutros seguirán de moda más tiempo. Si no te apartas de los colores básicos, te resultará más fácil probar y crear nuevos conjuntos.
Proverbios 14:15 dice: “El sagaz considera sus pasos”, y tener una idea definida para tus compras puede ayudarte a evitar la costosa compra impulsiva. “Siempre que voy de compras llevo una lista”, dice una joven. Recuerda también que, a la larga, lo que cuenta es la calidad, no la cantidad. Una prenda de calidad puede durar años. “Todavía tengo suéteres que llevaba en mi adolescencia”, dice una señora joven. Sin embargo, una marca no es necesariamente garantía de calidad; esta se determina mejor examinando con cuidado la prenda en sí.a
En lo que respecta al estilo, inclínate hacia lo conservador. Un vestido o traje de caballero clásico casi nunca pasa de moda. Los estilos muy modernos enseguida dejan de ser populares. Amelia Fatt hace el siguiente comentario en su libro Conservative Chic (Elegancia conservadora): “La ropa conservadora resulta más fácil de complementar y de aprovechar el siguiente año; es una inversión mejor”.
No olvides que tus padres tienen años de experiencia en comprar ropa. Puede que algunos de tus gustos sean de otra generación, pero posiblemente concuerdes con ellos en los elementos básicos más de lo que piensas. “Mi madre nos ayudó a mi hermana y a mí a adquirir buen gusto en el vestir”, recuerda Angela. Con tiempo y paciencia, tú también puedes conseguir un vestuario práctico y adecuado. Quizás nunca tengas que volver a decir: ‘¡No tengo nada que ponerme!’.
[Nota a pie de página]
a Repasa el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Cuál es el secreto para saber escoger la ropa apropiada?”, que apareció en el número del 8 de octubre de 1989.
[Fotografía en la página 19]
Primero haz inventario de lo que ya tienes