‘Lo siento, ¡no tengo tiempo!’
“LO SIENTO,” dijo la señora, “pero estoy demasiado ocupada.” Un poco más abajo en la misma manzana un hombre había dicho la misma cosa. Aunque muchas personas realmente están ocupadas cuando los testigos de Jehová llegan a sus casas, lo que esta señora realmente quiso decir fué: “No creo que valga la pena usar así mi tiempo.” Rara vez está uno demasiado ocupado para hacer lo que de veras quiere hacer o considera verdaderamente importante.
¿Estaría el amo de casa “demasiado ocupado” si la persona en la puerta hubiese venido para pagarle una deuda que le había debido por largo tiempo? Entonces, ¿por qué rechazar algo que es mucho más importante que el dinero? ¿Por qué es de menos importancia la misión espiritual que la misión financiera? ¿Será que la persona cree que el dinero es más importante que la paz y la vida? o ¿será que ha sido mal informada acerca de la naturaleza, el propósito y la importancia del mensaje que traen los testigos de Jehová?
En tiempos bíblicos Jesús fué recibido en el hogar de María y Marta. María tenía interés en las cosas beneficiosas que Jesús relataba, pero Marta se preocupaba de otros asuntos, “atendiendo a muchos deberes.” Aun protestó porque María no estaba ocupada junto con ella. Pero Jesús dijo: “María escogió la porción buena, y no se le quitará.” ¿Hubiera estado usted “demasiado ocupado,” como Marta, o cual María, hubiera tenido usted tiempo para las cosas más importantes?—Luc. 10:38-42, NM.
A Saulo, como a muchas personas de hoy día, se le había informado mal acerca de la actividad de los cristianos del primer siglo. Él tomó parte en perseguirlos, y aun en el asesinato de Esteban. Se necesitó un milagro cegador para abrirle los ojos espirituales a la verdad. ¿Necesitaría usted una sacudida como ésa para ver la importancia del mensaje que cristianos verdaderos, como los de hace mil novecientos años, traen a los hogares de la gente hoy?—Hech. 9:1-19.
Esta actividad está en armonía con las instrucciones específicas de Jesús: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin consumado.” Además él mandó específicamente que este mensaje cristiano se llevara directamente a los hogares de la gente: “Cuando estén entrando en la casa, saluden a la familia; y si la casa lo merece, que la paz que ustedes le deseen venga sobre ella; pero si no lo merece, que la paz de ustedes se vuelva a ustedes.” “El que escucha a ustedes me escucha a mí también. Y el que desatiende a ustedes me desatiende a mí también. Más aún, el que me desatiende a mí desatiende también al que me envió.”—Mat. 24:14; 10:12, 13; Luc. 10:16, NM.
Jesús mismo viajó “de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, predicando y declarando las buenas nuevas del reino de Dios.” Sí, los cristianos del primer siglo enseñaron de casa en casa. Pablo explicó: “Yo no me retraje de decirles cosa alguna que fuera de provecho ni de enseñarles públicamente y de casa en casa.” Y aun después de ser azotado por esta actividad, “todos los días en el templo y de casa en casa continuaban sin parar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.”—Luc. 8:1; Hech. 20:20; 5:42, NM.
A veces las personas a quienes se visita en sus puertas dicen: “¡Yo fuí a la iglesia esta mañana, gracias!” Bien, entonces, ¿no debieran interesarse en hablar de asuntos espirituales con cualquiera que se interese en ellos? Si asistieron a la iglesia para aprender de Dios, y aprendieron algo, seguramente se interesarán en hablar de ello. Y si no aprendieron nada que consideren de suficiente importancia para hablar de ello, entonces ¡ciertamente necesitan el mensaje que se les trae a la puerta!
El mensaje que traen los ministros de Jehová que los visitan es de suma importancia. Es tan importante como lo fué el mensaje que los discípulos predicaron de la misma manera en el primer siglo. ¡Allá en ese tiempo el mensaje fué que Jesús era el Mesías, mientras que el mensaje de hoy es que la segunda presencia de Cristo ha acontecido! Este es el mensaje hacia el cual miraron todos los fieles hombres de Dios, y particularmente desde que Jesús les dijo a sus discípulos que vigilaran por el establecimiento de su justo reino que traería paz duradera a la tierra.
Este es el mensaje que los testigos de Jehová traen a su puerta. Las publicaciones que traen, como ésta que ahora tiene usted en las manos, contienen prueba bíblica de estos hechos. Tienen que ver con una firme seguridad de paz, salud, felicidad y vida eterna. Señalan a qué se deben las presentes dificultades de la tierra y muestran los resultados específicos de ellas. ¡Un mensaje de esta clase fortalece y es vital! ¿Sería posible que algo fuera más importante, que mereciera más el tiempo de usted?
Los testigos de Jehová, también, son personas ocupadas. Están ocupadas trabajando, manteniendo sus familias y haciendo todas las cosas que usted tiene que hacer. Pero la convicción que ellos tienen respecto a la verdad de estas promesas bíblicas es tan grande que de buena gana toman su propio tiempo, sin pago, para ir a la casa de usted y mostrarle estas cosas en su propia Biblia. Tanto así se interesan ellos en usted. ¿Se interesa usted en sí mismo lo suficiente para escucharles y examinar el mensaje de ellos para verificar si es verdad o si no lo es? Al hacer esto usted no puede perder nada, y en realidad ¡puede ganarlo todo!
La mayor parte de la gente toma el tiempo para las cosas que realmente más quiere hacer, sea el mantenerse al día en cuanto a los tantos del equipo futbolista favorito de ellos, leer revistas o de vez en cuando una novela, estudiar periódicos del comercio que les ayuden a mejorar su negocio, mirar la televisión, ir al cine o sencillamente hablar con sus amistades. Todas estas cosas pueden ser deleitables y aun provechosas, pero el punto es que las personas ocupadas tienen tiempo para ellas cuando realmente quieren hacerlas.
¿Quiere la vida usted? ¿Desea más satisfacción y una mente más libre? ¿Quiere saber por qué la tierra está en sus presentes dificultades y en qué irá a parar? ¿Le son estas cosas tan importantes como le son los tantos del baseball, el libro corriente que más se vende o los programas nocturnos de la televisión? Si lo son, entonces usted sí tendrá tiempo para estudiar la Biblia. Y especialmente cuando alguien de buena voluntad ofrece ayudarle con ella.
Al adoptar este punto de vista, ¡usted nunca dirá: “Estoy demasiado ocupado” a la gente que le ofrece a usted la única cosa que por sobre todas las demás cosas certísimamente merece su tiempo!