La lengua... un poder para lo bueno o para lo malo
“Les digo que, de todo dicho ocioso que hablen los hombres, rendirán cuenta en el Día de Juicio; porque por tus palabras serás declarado justo, y por tus palabras serás condenado.”—Mat. 12:36, 37.
1, 2. ¿De qué pudiera depender nuestra vida futura, y cómo podemos gobernar el resultado?
CUANDO Jesús dijo las palabras susodichas es posible que haya tenido presentes las palabras de Salomón en Eclesiastés 12:14: “El Dios verdadero mismo traerá toda clase de obra a juicio con relación a toda cosa escondida, en cuanto a si es buena o es mala.” Esto hace que uno se detenga y piense. ¿Es tan importante el habla que puede determinar la vida futura de uno? Si ése es el caso, parecería provechoso el que toda persona hiciera un examen de sí misma. ¿Vale la pena el esfuerzo de hacerlo para dirigir nuestras vidas de ahora en adelante para que podamos tener esperanza de la vida en el nuevo orden de cosas de Dios?
2 Para que el esfuerzo sea remunerador debe tener un propósito determinado. Recuerde que el apóstol Pablo dijo que prefería tratar severamente su cuerpo y dirigirlo como su esclavo que enfrentarse a las consecuencias de ser rechazado. Comprendiendo que “el derrotero del hombre no yace en sus propias manos; no está en el hombre el tener gobierno sobre sus acciones,” tenemos que buscar guía apropiada. (Jer. 10:23, Mof) La fuente de tal guía es la Biblia, la Palabra inspirada de Dios. “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas.” (Pro. 3:5, 6) Con tal guía divina debemos poder hablar rectamente, gobernar nuestra habla inteligentemente y hacer “cautivo todo pensamiento para hacerlo obediente al Cristo.”—2 Cor. 10:5.
3, 4. ¿En cuanto a qué condición de las congregaciones estaba interesado Santiago, y a qué pudiera atribuirlo?
3 Para comprender la magnitud de la tarea, considere lo que dice el discípulo Santiago acerca de lo que llama “cosa ingobernable y perjudicial.” (Sant. 3:8) El apreció que había poder en la lengua, que podía ser una influencia para lo bueno o para lo malo. Siendo superintendente de la congregación de Jerusalén y miembro de la junta administrativa de la iglesia o congregación primitiva, estaba profundamente interesado en cuanto a las dificultades internas de las congregaciones, como lo había estado el apóstol Pablo concerniente a la congregación en Corinto, donde existían contiendas, celos, enojos, altercaciones, difamaciones solapadas, susurros, hinchazones y desórdenes en general. (2 Cor. 12:20) Por lo tanto, Santiago exhortó a “las doce tribus que están esparcidas por todas partes” a considerar cuidadosamente la necesidad de desechar toda suciedad, maldad moral, distinciones de clases y cosas que causan tropiezo.—Sant. 1:1, 21; 2:4, 9.
4 Santiago les pidió que reconocieran sus imperfecciones y la tendencia natural a tropezar. Él dijo: “Si alguno no tropieza en palabra, éste es varón perfecto, capaz de refrenar también el cuerpo entero. Si a los caballos les ponemos frenos en la boca para que nos obedezcan, manejamos también su cuerpo entero. ¡Miren! Hasta los barcos, aunque son tan grandes e impelidos por vientos recios, son dirigidos por un timón muy pequeño a donde la inclinación del timonel lo desee. Así, también, la lengua es un miembro pequeño y sin embargo hace grandes alardes. . . . Pues, la lengua es un fuego. La lengua se constituye un mundo de injusticia entre nuestros miembros, porque mancha todo el cuerpo y enciende en llamas la rueda de la vida natural.” Luego Santiago dice cómo este inconsistente miembro pequeño, la lengua, puede obrar: “Con ella bendecimos a Jehová, sí, al Padre, y no obstante con ella maldecimos a los hombres que han venido a existir ‘a la semejanza de Dios.’ De la misma boca salen bendición y maldición.” Sí, la lengua ciertamente tiene poder para lo bueno o para lo malo.—Sant. 3:2-6, 9, 10.
5, 6. (a) ¿Qué preguntas pudiera considerar cada persona? (b) Al refrenar nuestros labios, ¿qué favor puede ser nuestro?
5 El simplemente leer estas palabras probablemente haga que usted recuerde a personas que son tan de ‘lengua doble’ como se acaba de describir. Pero aguarde; ¿lo obliga a usted una consideración más profunda de las palabras de Santiago a aplicarlas a usted mismo? ¿Es usted una excepción de la regla? ¿Permite usted que su lengua se desgobierne, como un incendio forestal, para perjudicar a otros así como a usted mismo? ¿Olvida usted usar su lengua para reflejar el amor al prójimo así como el amor a Dios? Es decir, ¿alaba usted o bendice a Dios parte del tiempo y zahiere a sus semejantes en otras ocasiones con la misma lengua? ¿Usa usted aun sus labios para maldecir a Dios, o usa mal Su nombre cuando habla desfavorablemente acerca de otros? Preguntas escrutadoras éstas, pero manténgalas delante de usted; ¡de ninguna manera tenga en poco su importancia!
6 El hecho de que uno sea imperfecto no lo excusa para cometer continuamente el mismo error. Si lo hace, su patrón prescindirá de sus servicios. De modo que es “en la abundancia de palabras [que] no deja de haber transgresión, pero el que tiene refrenados sus labios está actuando discretamente. La lengua del justo es plata escogida; el corazón del inicuo vale poco. Los mismísimos labios del justo siguen paciendo a muchos, pero por falta de corazón [o, buen motivo] los tontos mismos siguen muriendo.” De modo que no deje de hablar por temor de equivocarse, sino determínese a refrenar sus labios, y esto es especialmente importante concerniente a los que Dios ha honrado hoy tan señaladamente para ser ‘pastores’ que están “paciendo a muchos.”—Pro. 10:19-21, margen (edición en inglés de 1957).
7. (a) ¿En qué práctica incorrecta participan muchos? (b) ¿Cómo pudiera evitarse esto?
7 Es difícil que el hombre pecaminoso refrene sus labios hoy día cuando en todas partes hay tanto desacato para con las palabras sanas. Por eso muchos se inclinan a ‘pagar con la misma moneda,’ es decir, a replicar con la misma clase de habla. (Pro. 24:29) Sin detenerse a considerar que realmente se están rebajando a un nivel bajo que deploran, pierden la paciencia y dejan que se desgobierne su lengua. El mal genio hace que un hombre diga lo que piensa cuando debería tener cuidado de su habla. David fue una persona que repetidas veces fue provocado a cólera. Pero, ¿se desató en cólera? Dijo: “Ciertamente guardaré mis caminos para no pecar con mi lengua. Pondré un bozal, sí, como guardia para mi propia boca, mientras esté alguien inicuo enfrente de mí.” (Sal. 39:1) Conocía la tendencia pecaminosa del hombre: “Con error fui dado a luz con dolores de parto, y en pecado me concibió mi madre.” De modo que oró por ayuda: “Pon guardia, sí, oh Jehová, para mi boca; pon vigilancia, sí, sobre la puerta de mis labios.” (Sal. 51:5; 141:3) Nosotros, también, podemos y debemos no solo hacer cuanto podamos para sujetar nuestra lengua, sino que debemos orar a Jehová para que nos haga hacer su voluntad, reconociendo que “no le pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso.”—Jer. 10:23.
REFRENANDO LA LENGUA
8. (a) ¿Qué propensión tenemos que evitar, y por qué? (b) ¿Cómo puede uno quedar tachado?
8 Este refrenar de nuestra lengua no impide el habla. Sino que ayuda a purificar el habla. Algunos dicen que les es difícil, después de asociarse con personas del mundo por tanto tiempo, conversar aun brevemente sin decir “groserías.” El hábito ha llegado a ser tan difícil de romper como un hábito alcohólico, de drogas o de tabaco. Al no permitírseles usar palabras que introduzcan a Dios o a Jesús en la conversación de manera “relajada,” o decir vulgaridades de las que no se pueden desprender, se sienten ‘atados de la lengua.’ Este es un hábito malo que acarrea deshonra, no solo al mal acostumbrado, sino también a Jehová Dios, el Creador de la lengua. ¿Simplemente encogeremos los hombros y continuaremos usando el nombre de Dios de manera indigna cuando sabemos que le produce pesar a Él? ¿Hay alguna defensa lógica para el hábito maligno? Recuerde: “No usarán el nombre del Eterno, tu Dios, profanamente; porque el Eterno nunca absolverá a nadie que use su nombre profanamente.” (Éxo. 20:7, Mof) No hay nada recomendable en cuanto a tal habla. Aunque quizás no lo comprenda, el individuo que accede a la costumbre de hablar así queda automáticamente tachado y colocado en una clase distinta. No es nada de lo cual hacer alarde. “Siguen borboteando, siguen hablando desenfrenados; todos los practicantes de lo que es perjudicial siguen vanagloriándose.”—Sal. 94:4.
9. ¿Qué razones bíblicas dictan el que los cristianos hoy día mantengan gobernadas sus lenguas?
9 Los cristianos están autorizados para ser “embajadores sustituyendo por Cristo,” para brillar “como iluminadores en el mundo,” para “‘que declaren en público las excelencias’ de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa,” para ser “la luz del mundo.” (2 Cor. 5:20; Fili. 2:15; 1 Ped. 2:9; Mat. 5:14) Para probarnos dignos de este alto honor, tenemos que mantener a ese importante instrumento pequeño, nuestra lengua, bajo gobierno estricto para que el mismísimo propósito de su uso en el servicio de Dios no sea desbaratado. Lo que los cristianos dicen y hacen hoy día refleja el mensaje que llevan así como a aquel que representan. Como portadores de luz de las buenas nuevas del reino establecido de Dios, pueden traer gloria a Dios, pero solo si son portadores de luz apropiados. Por esto “resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus obras excelentes y den gloria a su Padre que está en los cielos.”—Mat. 5:16.
10. ¿Por qué es importante hoy día el escoger cuidadosamente los amigos?
10 Hay quienes siempre están “hablando por los codos,” evidentemente no importándoles lo que resulte de ello, aun si esto afecta adversamente a amigos allegados. Usted ha aprendido a evitar tales personas; hasta se siente usted contaminado al asociarse con ellas, temiendo que su conducta inconsiderada pudiera pegársele. Sí, usted sabe que las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles, que las malas comunicaciones corrompen los modales por excelencia, que las malas compañías arruinan la buena moralidad. (1 Cor. 15:33, NM, VA, NR) Por eso tenga cuidado al escoger amigos. ¿Por qué no escoger amigos que han resuelto: “Por medio de [Jesús] ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre”?—Heb. 13:15.
11. (a) ¿En qué puede resultar el habla irreflexiva y no gobernada? (b) ¿Cómo puede uno rectificar un daño hecho por medio de una palabra mal dicha, y cuándo?
11 Excusas como ‘Lo siento,’ ‘No tenía intención de decirlo,’ ‘Fue un lapsus linguae,’ ‘Hablé sin pensar,’ ciertamente ayudan a cierto grado a sanar heridas infligidas involuntariamente cuando uno no mantiene gobernada la lengua. Pero, ¡cuánto mejor es pensar antes de hablar! ¡Cuánto mejor el que la mente dirija el habla por caminos constructivos! ¡Qué ruina puede causar el habla irreflexiva! El habla no gobernada por lo general no es habla planeada. Puede resultar en desunión, división, congojas. El que desea observar los dos grandes mandamientos del amor a Dios y el amor al prójimo tiene que, por lo tanto, refrenar su lengua. Pero cuando uno involuntariamente, por habla irreflexiva, hiere a otro, debe ser lo suficiente humilde para vencer su orgullo y pedir disculpas, pedir perdón. No debe permitir que se ensanche la brecha. Debe cerrarla a la primera oportunidad. No debe permitir que se ponga el Sol estando en un estado provocado. El hacer enmiendas por indiscreciones en el habla es digno de encomio. No solo estará uno sanando lo que pudiera llegar a ser una herida profunda, sino que su propia conciencia quedará sin tacha ante Dios y ante la persona ofendida.—Efe. 4:26; Hech. 24:16; Efe. 4:31, 32; Mat. 5:22.
12, 13. (a) ¿Por qué no debe usar el cristiano “labios melosos” o una “lengua doble”? (b) ¿Qué peligro hay en escuchar el “habla melosa”?
12 David señaló proféticamente hacia los días en que vivimos, diciendo: “Porque los fieles han desaparecido de los hijos de los hombres. Siguen hablando falsedad el uno al otro; con labio meloso siguen hablando aun con corazón doble. Jehová cortará todos los labios melosos, . . . los que han dicho: ‘Con nuestra lengua prevaleceremos. Nuestros labios están con nosotros. ¿Quién nos será amo?’” (Sal. 12:1-4) Hoy en día los que tienen “corazón doble” son como los sacerdotes y hombres de mayor edad infieles que todavía quedaban en Jerusalén después de que un número representativo había sido llevado cautivo a Babilonia en 617 a. de la E.C. Ezequiel registra su jactancia y justificación intentada por tomar parte en adoración pagana falsa y repugnante: “Jehová no nos está viendo.” (Ezequiel, capítulos 8 y 9) Pedro aconseja contra tal corazón doble y tal lengua doble: “El que quiere amar la vida y ver días buenos, reprima su lengua de lo que es malo y sus labios de hablar engaño.” (1 Ped. 3:10) Hizo eco a las palabras de Salomón en Proverbios 4:24: “Quita de ti mismo la tortuosidad del habla; y el descarrío de los labios aleja de ti.” Uno de los requisitos del siervo ministerial en la congregación cristiana es que no sea de “lengua doble.” El habla melosa, el habla lisonjera y los saludos con afectación piadosa tienen el propósito de seducir o apartar los corazones de personas sencillas o confiadas.—1 Tim. 3:8; Rom. 16:18; Mat. 23:6, 7.
13 Hoy día muy a menudo le gusta a la gente que le regalen los oídos. Le gusta una ‘religión condescendiente.’ Le gusta oír cosas que le proporcionan un sentido de seguridad y bienestar, no necesariamente cosas que la despertarían a responsabilidad. Pablo dijo que vendría un tiempo “en que no soportarán la enseñanza sana, sino que, de acuerdo con sus propios deseos, acumularán para sí mismos maestros para que les regalen los oídos; y apartarán sus oídos de la verdad.” (2 Tim. 4:3, 4) Por eso, guárdese de los que ofrecen habla lisonjera, de los que se entregan a melosa habla doble, porque “más suaves que mantequilla son las palabras de su boca, pero su corazón está dispuesto a pelear. Sus palabras son más blandas que aceite, pero son espadas desenvainadas” que pueden causar daño incalculable. Bien pudo decir David esas palabras registradas en el Salmo 55:21. En el día de Jesús (como en los días de Isaías) había tanta ‘habla doble’ que él hizo la denunciación, citando lo que dijo Dios por medio del profeta Isaías: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy alejado de mí. Es en vano que siguen adorándome, porque enseñan mandatos de hombres como doctrinas.”—Mat. 15:8, 9; Isa. 29:13.
USÁNDOLA POSITIVAMENTE PARA LO BUENO
14. ¿Qué está envuelto en gobernar la lengua?
14 El gobierno de la lengua no se limita a evitar el decir cosas que deshonran a Dios y el hombre, así como no se obtiene la aprobación del patrón de uno evitando el cometer errores. Hay el lado positivo. El gobernar la lengua significa el usarla para traerle honra al Creador, a uno mismo y al prójimo de uno. ¡Qué uso valioso de la lengua cuando se usa para sostener el nombre, supremacía y reino de Jehová Dios! Todo cristiano debe resolver en su corazón el apartar algo de tiempo cada día para hacer precisamente eso, y la resolución debe hacerse ahora. No hay tiempo más oportuno.—Col. 4:5, 6.
15. ¿De qué diversas maneras se puede usar la lengua para efectuar una obra curativa?
15 Hoy el uso edificante de la lengua se puede aplicar a prácticamente toda fase de nuestra vida. “Como manzanas de oro en entalladuras de plata es una palabra hablada al tiempo apropiado para ello.” (Pro. 25:11) Es verdad, “existe el que habla irreflexivamente como con las estocadas de una espada, pero la lengua de los sabios es una curación.” (Pro. 12:18) Quizás esté fuera del alcance de nosotros el gobierno perfecto de la lengua en este presente sistema de cosas inicuo, pero es posible un mayor trabajo de curar con la lengua para la mayoría de la gente que el que está efectuando. Palabras de la lengua curativa pueden darse en el hogar cuando un miembro está enfermo; cuando uno está lastimado; en tiempo de dolor; cuando hay preocupaciones en cuanto a salud, inseguridad o fracasos; se pueden ofrecer palabras confortantes cuando hay temor de que otros le tengan aversión a uno; o hasta para contrarrestar un temor de estar solo. La persona perspicaz puede hablar de valores verdaderos y puede ayudar a vencer inquietudes. “La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia, pero la buena palabra es lo que lo regocija.”—Pro. 12:25.
16. ¿Cuándo únicamente se puede proporcionar consuelo verdadero, y entonces cómo?
16 Como un doctor de medicina es inepto a menos que sepa efectuar una curación o por lo menos algo de mejoramiento, así a menos que uno sepa transmitir a los que la necesitan la “buena palabra,” está, de hecho, atado de la lengua. De modo que el gobernar la lengua significa usarla eficazmente. Un estudio diligente de la Palabra de Dios, la Biblia, es remunerador. La Biblia es la única fuente de consuelo verdadero, porque es la palabra del Dios de todo consuelo. Es a Jehová Dios que acudimos para poder tener una lengua dirigida apropiadamente y así usar nuestra lengua para lo bueno. En Isaías 50:4 dijo el profeta: “El Señor Jehová mismo me ha dado la lengua de los enseñados, para que sepa responder al cansado con una palabra.” Para confortar a los cansados, a los fatigados, necesitamos la lengua de los enseñados y debemos pedírsela a Jehová. El recibe con gusto la oración del justo, como nos asegura Santiago: “El ruego del hombre justo, cuando está en acción, tiene mucho vigor.” De modo que tal oración, estando “en acción,” tiene que ser acompañada de obras.—Sant. 5:16; 2:14-26.
17. ¿Qué asegura la dirección apropiada de la lengua?
17 La mente educada es responsable de la dirección apropiada de la lengua. De modo que la mente tiene que ser alimentada con la verdad. Tiene que ser guiada por la fuerza activa de Dios, su espíritu santo, para que pueda dirigir la lengua a hablar los “dichos de Jehová [que] son dichos puros, como plata refinada en un alto horno de tierra, clarificada [purificada] siete veces.” (Sal. 12:6) En la actualidad hay un grupo de personas que han orado por tal dirección divina y la han aceptado y han dedicado sus vidas a servir a Jehová. Han pedido: “Hazme conocer tus propios caminos, oh Jehová; enséñame tus propias sendas. Hazme andar en tu verdad y enséñame, porque tú eres mi Dios de salvación.” (Sal. 25:4, 5) Por consiguiente usan su tiempo, esfuerzo y los recursos que poseen para hacer las cosas que le agradan a Dios. Son una organización de conversadores. Se esfuerzan por ejercer gobierno estricto de su lengua. No están atados de la lengua. Se abochornarían si no pudieran usar la lengua. Más que eso, serían infieles a su comisión. (1 Cor. 9:16) Por lo tanto, comprenden la necesidad de rendir sus alabanzas de manera inteligente. De modo que estudian la Biblia.
18. ¿Cuán valioso es el estudio de congregación, pero qué más es una parte necesaria de nuestra adoración de Dios?
18 Se necesita un estudio de la Biblia para dar adoración aceptable a Dios. No hay sustituto del estudio personal, pero no basta. Por esa razón los testigos de Jehová a través de la Tierra (salvo en los países donde las autoridades endemoniadas y contrarias a Dios, políticas o religiosas, lo impiden mediante ley totalitaria) hacen arreglos para cinco ocasiones semanalmente para reunirse a estudiar juntos la Palabra de Dios y también para discutir cómo podrían usar de la mejor manera su lengua en alabar a Dios. Comprenden que más que el reunirse está envuelto en adorar a Dios; tienen que ‘obedecer el mensaje’ y no ‘simplemente escucharlo’ para recibir la aprobación de Dios. Así el que mantengamos gobernada la lengua y nuestra adoración de Dios están entrelazados. El siervo de Dios tiene que ser un alabador diario de Dios: en casa con su familia, en asociación con amigos, en el trabajo, en la escuela y en el juego. Jamás puede “bajar la guardia” y dejar temporalmente de usar su lengua gobernada de manera apropiada. Tenemos que recordar que “hemos venido a ser un espectáculo teatral al mundo, tanto a los ángeles como a los hombres.”—1 Cor. 4:9; Sant. 1:22.
19, 20. (a) Describa un uso particularmente deleitable de la lengua. (b) ¿Qué responsabilidad inevitable recae en los que son ayudados?
19 No ha de pasarse por alto el alabar diariamente a Dios en el ministerio de puerta en puerta. ¡Qué uso deleitable y remunerador de la lengua! En tal servicio la lengua, puesta a prueba, es un poder verdadero para lo bueno. Las personas de corazón honrado están tratando de saber qué pueden hacer para recibir el favor de Dios, cómo pueden llenar los requisitos para ser “hombres de buena voluntad” y obtener vida. A los testigos de Jehová les da gusto tener el privilegio de obrar como ‘salvavidas,’ llevando la “palabra de vida” a tales personas, sentándose con ellas en sus hogares y estudiando la Biblia y mostrándoles lo que se requiere a fin de colocarse en línea para la vida. Con razón exclaman, como lo hicieron los emisarios enviados a detener a Jesús: “Jamás ha hablado otro hombre así.” ¡Cuán diferente de las cosas acostumbradas que oyen!
20 Tales personas que buscan honradamente la justicia comprenden que, después de haber sido ayudadas a llegar a un conocimiento exacto de la verdad, ahora tienen una responsabilidad; que, habiendo recibido, ahora tienen que dar, y la encuentran ser una responsabilidad gozosa, como Jesús dijo. (Hech. 20:35) Ahora les aplica la declaración de Salomón: “No retengas el bien de aquellos a quienes se les debe, cuando sucede que está en el poder de tu mano hacerlo. No le digas a tu semejante: ‘Anda, y vuelve y mañana daré,’ cuando hay algo contigo.” (Pro. 3:27, 28) El retener la información vivificante manteniendo uno cerrada la boca por alguna razón quizás resulte en privación de la vida, tanto para el que retenga la información como para aquel a quien se le negó. Pero el uso apropiado de la lengua puede traer vida a ambos. “Está escrito: ‘Vivo yo,’ dice Jehová, ‘que ante mí toda rodilla se doblará, y toda lengua hará reconocimiento abierto a Dios.’ De manera que cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios.”—Rom. 14:11, 12.
21. ¿Qué ayuda adicional se provee?
21 Uno no necesita sentirse angustiado en el presente debido a su incapacidad para desentrañar de la Biblia las verdades tan necesarias para que aprenda agradar a Dios. Hoy Jehová tiene a su organización del “esclavo fiel y discreto” en la Tierra para proveer alimento espiritual en este “debido tiempo.” (Mat. 24:45-47) Hoy 24.900 congregaciones a través de la Tierra están asociadas con esa organización. Hay una congregación en su vecindario. Usted puede identificar el lugar de reunión con el letrero conocido: SALON DEL REINO DE LOS TESTIGOS DE JEHOVA. Esa organización suministra ayudas para el estudio de la Biblia en 166 idiomas para ayudar a personas de cualquier nacionalidad. Esta revista, La Atalaya, se publica en 74 idiomas y, en la última tirada, la edición fue de 5.050.000. Además, esa organización tiene asociadas más de un millón cien mil personas ocupadas activamente en usar su lengua para engrandecer al Soberano Supremo del Universo, Jehová Dios, y para ejercer amor al prójimo. Indican ese amor mediante sus visitas persistentes a gente de toda raza, idioma y creencias religiosas para ayudarla a tener un mejor aprecio del Padre celestial, para que pueda ‘llegar a un conocimiento exacto de la verdad.’ (1 Tim. 2:4) Recíbalos con gusto cuando lo visiten en su casa para rendir tal ayuda.
22. ¿Qué error mortífero cometieron Adán y Eva, y por eso qué debe determinarse a hacer hoy día toda criatura?
22 Nuestros padres comunes, Adán y Eva —creados a la imagen y semejanza de Dios con la habilidad indisputable de usar su lengua perfectamente para honrar a su Hacedor— deshonraron y difamaron a Dios al ponerse de parte de aquel que usó mal su lengua, el mentiroso original, el Diablo. Perdieron el derecho a la vida futura. El privilegio de usar ese instrumento provisto divinamente, la lengua, de manera correcta se le extiende hoy día al hombre. Todos los que buscan la verdad deben reconocer a Jehová como el dador de todos los dones buenos, en los que se incluye el don del habla, y dedicarle su todo a Él. Nos encontramos en el umbral del nuevo orden de Dios bajo su reino eterno de justicia. Durante ese nuevo orden “toda cosa que respira” alabará a Jehová. (Sal. 150:6) A la inversa, cualquiera que no rinda tal alabanza no se hallará entre los que respiran. “Ahora es el tiempo especialmente acepto” para usar nuestras voces para honrar a nuestro Creador, este derrotero conduciendo a la vida. (2 Cor. 6:2) La oración de cada uno debe ser: “Que los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón lleguen a ser placenteros delante de ti, oh Jehová mi Roca y mi Redentor.”—Sal. 19:14.