¿Por qué evitar la masturbación?
Hechos útiles que desean saber los jóvenes
HAY muchas maneras en que una persona puede causarse daño a sí misma... como, por ejemplo, comiendo en demasía o no durmiendo lo suficiente. Pero merece consideración especial el daño que el individuo se causa a sí mismo por medio de la masturbación, el uso incorrecto de los órganos sexuales a solas.
Esta práctica es fácil de adoptar. Pero el romperla puede resultar difícil. Y no solo puede afectar a los jóvenes sino también a las jóvenes. ¿Qué actitud debemos adoptar para con esta práctica? ¿Realmente merece que se le clasifique como dañina?
Ante todo nos es preciso decidir qué va a servirnos de guía. ¿Confiaremos en lo que dice la mayoría de los doctores? Desde un punto de vista físico alegan que la masturbación de vez en cuando es inofensiva. Como la mayoría de los psiquiatras, dicen que solo se produce daño si el practicante tiene sentimientos de culpa que producen perturbación mental y emocional, los cuales a su vez producen trastorno físico. Por eso, muchos condonan la práctica.
Por supuesto, los doctores y los psiquiatras son humanos imperfectos y están sujetos a errores. Como ejemplo, citamos al psiquiatra Dr. Richard Nies que, según un artículo intitulado “El control emocional significa vida más larga,” dijo: “Por más de 60 años se creía que la manera de ser más humano era pudiéndose expresar uno mismo sin inhibiciones . . . Hoy los psicólogos sospechan de la validez de este enfoque. Ahora se cree que es más constructivo enseñar maneras de control racional en vez de dejar que las emociones de uno se desenfrenen.”—Independent Press Telegram de Long Beach, Calif., 12 de marzo de 1969.
De modo que los puntos de vista humanos están sujetos a cambios. Pero hay una fuente de consejo a la cual pueden acudir los jóvenes que es estable y libre de error o juicio equivocado. Esa es la Palabra de Dios, y si queremos, no solo “vida más larga,” sino vida eterna en el favor de Dios debe ser nuestra preferencia buscar su sabiduría y consejo en vez de los de hombres moribundos. Él puede hacer para nosotros y para nuestra felicidad lo que los hombres jamás podrían hacer.
Entonces la verdadera cuestión es: no cuánto daño físico podría resultar de la masturbación, sino si daño espiritual resulta inevitablemente o no. ¿Puede alguien entregarse correctamente a esa práctica sin sentir culpa ante su Creador?
Es verdad, la palabra “masturbación” no aparece en la Biblia. Pero, ¿qué entiendes del consejo inspirado del apóstol Pablo en Colosenses 3:5? A los que no desean perder la aprobación de Dios, él dice: “Amortigüen [No exciten], por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en lo que toca a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia.” Diferente de la fornicación, la masturbación es algo que una persona puede hacer por sí misma sea hombre o mujer. Pero, ¿impide eso que sea inmunda? O, ¿es tanto una práctica como la otra ceder al “apetito sexual” y ser dominada por él?
Además, el apóstol escribe de los que “se entregaron a la conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avaricia.” (Efe. 4:19) En su carta a los colosenses, citada antes, Pablo mencionó “codicia,” y en este texto “avaricia.” En realidad, ¿no es verdad que la masturbación expresa ambas cualidades indeseables? ¿Cómo? Bueno, ¿no es cierto que es una expresión de desear algo que no le pertenece a uno correctamente? El único arreglo que Dios ha provisto para satisfacer los deseos sexuales es el matrimonio. Pero la persona que practica la masturbación, de hecho, está tratando de obtener esa satisfacción sin pagar el precio. El precio es el asumir y cargar con las responsabilidades y obligaciones que acompañan al matrimonio. En relación con esto nota que, cuando el apóstol aconsejó a las personas que estaban ‘encendidas con pasión,’ no les dijo que buscaran alivio por el medio contranatural de la masturbación sino por medio del arreglo de Dios del matrimonio.—1 Cor. 7:2, 9.
En realidad, la masturbación puede poner en peligro tu felicidad futura en el matrimonio. Si una persona se acostumbra a satisfacer sus pasiones mediante la masturbación, esto desarrolla el hábito de pensar únicamente en el placer y satisfacción propios. Pero en el matrimonio, hay necesidad, especialmente de parte del hombre, de mostrar también interés en el placer y satisfacción de la otra persona. De otra manera, se deterioran las relaciones maritales y hay angustia y desilusión. Esta mismísima cosa, de que los esposos piensen en su propia satisfacción y desatiendan las necesidades de sus esposas, es uno de los problemas más grandes del matrimonio. Sin duda gran parte de ello brota de un hábito de masturbación premarital.
Pero, ¿qué hay si uno es demasiado joven para hacer aconsejable el matrimonio? Mientras se postergue el matrimonio, ¿no serviría la masturbación para protegerlo contra alguna violación peor de la ley de Dios, tal como la fornicación o la homosexualidad? Pudiera parecer así. Pero, ¿es ése razonamiento sano?
No. La masturbación debilita la conciencia saludable y el amor a lo que es correcto. Y éstos son tu mayor protección en este respecto. El ceder débilmente a los deseos sexuales por la masturbación ciertamente no te daría fuerza cuando afrontaras una situación que te tentara a cometer fornicación... o hasta homosexualidad. Diametralmente lo contrario, cultiva un modo de pensar incorrecto y deseos incorrectos.
Lo mismo que la afición a las drogas, la masturbación puede llegar a ser una práctica a la cual uno recurra cada vez que sienta presión y tensión de clase alguna y carezca de la fuerza y voluntad para enfrentarse a los problemas que causen dicha tensión y vencerlos. De modo que puede producir un ciclo vicioso, haciendo de la persona, con el tiempo, su esclava. Pero Dios dice que debemos dominar nuestro cuerpo, no dejar que el cuerpo nos domine a nosotros.—1 Tes. 4:4, 5.
VENCIENDO CON GOBIERNO DE UNO MISMO
Se sobrentiende que aquello en lo que uno piensa tiene mucho que ver con el modo en que se sienta uno y las cosas que haga. Por eso, ¿qué quieres en realidad? ¿Quieres sentirte perturbado por el deseo sexual la mayor parte del tiempo, quizás deslizándote a la práctica de la masturbación o no pudiendo librarte de ella si ya eres adicto? Entonces todo lo que tienes que hacer es dejar que tu mente se espacíe en asuntos sexuales. Pero si quieres impedir que el impulso sexual se interponga interrumpiendo tu disfrute de la vida y el que realmente logres cosas que valen la pena, entonces ejerce gobierno de ti mismo y dirige tu mente a otros asuntos.
Cuando lleguen a tus manos cuadros, material de lectura u otras cosas que traten de asuntos que estimulen sexualmente, no cedas débilmente. Si dejas que tu mente se espacíe en tales cosas o te enfrascas en conversación que gire en torno de ellas, pagarás las consecuencias con un sentimiento trastornado y con la formación de presión dentro de ti mismo. Esto se debe a que mientras más miras o hablas acerca de tales cosas más profundamente queda envuelto tu corazón. Y tu corazón es un factor principal en moverte a obrar.
Pero, ¿qué hay si, aun bajo circunstancias comunes, sientes que se forma pasión dentro de ti? ¿Cómo puedes hallar alivio? No recurriendo a la masturbación, sino poniendo tu mente, corazón y cuerpo en otra senda. Puedes hacer algún trabajo, ejercicio físico, participar en un juego o ir de paseo. Busca a alguien con quien hablar, alguien a quien le tienes respeto, hasta llama por teléfono a esta persona si es necesario. El leer —hasta en voz alta— la Biblia o publicaciones que explican la Biblia es una de las mejores ayudas. Y, sobre todo, preséntale el problema a tu Padre celestial, Jehová Dios, en oración.
Por supuesto, hay muchas otras cosas de índole sencilla y sensible que uno puede hacer para ayudar a evitar o reducir la tensión sexual. Ten cuidado de que tu ropa no cause fricción innecesaria en los órganos sexuales. Antes de acostarte, trata de ver que lo que leas o de lo que hables tenga un efecto tranquilizador más bien que lo contrario. Lo mismo aplica, también, a cualquier cosa que comas a esa hora. Al dormir quizás halles útil dormir sobre tu costado más bien que sobre la espalda o boca abajo. Y especialmente importante es la buena higiene masculina y femenina. La falta de limpieza puede producir irritación de los órganos genitales y atraer la atención de uno a esa dirección. Puedes dirigirte a tu padre o a tu madre y pedirles información sobre esta higiene.
La higiene adecuada requiere cierto manejo de los órganos sexuales, y uno pudiera creer que esto sería una tentación para usarlos incorrectamente. Pero por ser correcto tu motivo —con la mira de evitar la tensión sexual— es posible que descubras que tal cuidado te ayude en cambio a tener un punto de vista más saludable hacia estos órganos, manteniéndolos en el enfoque adecuado y apreciando que jamás se tuvo el propósito de que ‘se apoderaran de ti’ y gobernaran toda tu vida.
Si ahora estás bregando con la práctica de la masturbación, recuerda: Ciertamente no eres el primero ni el único que ha afrontado este problema. Otros han vencido y tú también puedes vencer, consiguiendo la bendición y el sentimiento limpio de tener una posición correcta con Dios.
Por eso, no te aísles a causa de este problema. El estar con otros, siempre que, por supuesto, sean personas sanas, es una protección para ti. Si duermes solo en una habitación y descubres que parece que sientes tensión especial en esta dirección durante la noche, quizás puedas arreglar las cosas para compartir una habitación con otro miembro de tu familia como protección.
Es verdad que debido a rehusar ceder a la tentación y dejar que la pasión se apodere de ti, quizás de vez en cuando pases una noche desvelado. Pero, ¿qué importa? Probablemente descubras que a la siguiente noche estarás lo suficientemente cansado para dormirte inmediatamente.
Aunque encuentres que tienes que luchar duramente para romper el hábito de la masturbación, jamás creas que Jehová Dios y su Hijo Cristo Jesús te han dado por perdido. Si sinceramente sigues trabajando para vencerlo, ellos bondadosa y pacientemente te ayudarán a cobrar la fuerza necesaria y hacer que salgas victorioso.—Fili. 4:6, 7.