Un clérigo que reconoció la verdad
● En 1961 un testigo de Jehová dictó una conferencia bíblica en una de las aldeas de una zona de la espesura en las islas Salomón. Entre los que oyeron el discurso estuvo el clérigo local. Aquella noche el Testigo y el clérigo hablaron acerca de la Biblia por muchas horas. Después de estudiar otros puntos el día siguiente, este clérigo se puso de pie delante de los que asistían a su iglesia y dijo que iba a hacerse testigo de Jehová. Aunque les suplicó que estudiaran la Biblia junto con él, toda la aldea se le puso en contra.
En aquel tiempo el ex-clérigo tenía que viajar por cuatro o cinco horas por las montañas y cruzando los ríos para llegar a las reuniones de los testigos de Jehová. Más tarde se mudó a corta distancia de su aldea y él solo construyó una casa. Progresó bien y finalmente llegó a ser testigo bautizado de Jehová. Con el transcurso de los años, dos hombres fueron a vivir cerca de este ex-clérigo y convinieron en aprender de la Biblia con él. Pero muchas veces no estudiaban y por eso no progresaron mucho. Todo esto empezó a desanimar al ex-clérigo.
En 1968 el Testigo que originalmente le había hablado al ex-clérigo le sugirió que pudiera ser mejor que se mudara a la aldea donde los testigos de Jehová celebraban sus reuniones para que pudiera participar más de lleno en la obra de éstos. Esta sugerencia alegró al ex-clérigo, y éste regresó a su aldea y anunció que se iba. ¡Cómo conmovió esto a los habitantes! Él siempre había sido una excelente ayuda para ellos y no querían que se fuera. Le suplicaron que se quedara.
Su hermano carnal, anteriormente indeciso, dejó la iglesia y pronto empezó a compartir el mensaje de la Biblia con otros. Aprovechando la situación, el ex-clérigo invitó a los aldeanos a la siguiente asamblea de distrito de los testigos de Jehová. Muchos asistieron. Impresionados por lo que vieron y oyeron, muchos quisieron tener un estudio bíblico. Un matrimonio que sirve de precursores especiales de tiempo cabal fue enviado a esta zona para ayudar al ex-clérigo a atender a las treinta personas que querían estudios bíblicos. Poco tiempo después se construyó un Salón del Reino. Doce personas ya se han unido al ex-clérigo en la obra de enseñar la verdad bíblica a otros.
Así se puede ver que hasta hombres que enseñan error religioso realmente pudieran querer hacer lo correcto. En esos casos, una vez que ven la verdad responden favorablemente y empiezan a compartir activamente con otros las cosas buenas que han aprendido.