La vida y el ministerio de Jesús
Jesús disipa el dolor de una viuda
POCO después de haber sanado al esclavo del oficial del ejército, Jesús parte hacia Naín, ciudad situada a más de 32 kilómetros (20 millas) al sudoeste de Capernaum. Sus discípulos y una gran muchedumbre lo acompañan. Probablemente está anocheciendo cuando se acercan a las afueras de Naín, donde se encuentran con una procesión funeral. Llevan el cadáver de un joven a las afueras de la ciudad para enterrarlo.
La situación de la madre es especialmente lamentable, puesto que es viuda y ese es su único hijo. Cuando su esposo murió, ella podía consolarse debido a que tenía a su hijo. Las esperanzas, los deseos y las ambiciones de ella estaban depositados en el futuro de él. Pero ahora no hay nadie en quien pueda hallar consuelo. La embarga un profundo dolor a medida que la gente de la ciudad la acompaña al lugar de entierro.
Cuando Jesús alcanza a ver a la mujer, el corazón se le conmueve por la inmensa tristeza de ella. Por eso, con ternura y, sin embargo, con una firmeza que inspira confianza, él le dice: “Deja de llorar”. Su porte y su acción atraen la atención de la muchedumbre. De modo que cuando él se acerca y toca el féretro que lleva el cadáver, los que lo llevan se detienen. Todos deben estar preguntándose qué va a hacer Jesús.
Es cierto que los que acompañan a Jesús lo han visto sanar milagrosamente a muchas personas de sus enfermedades. Pero es evidente que nunca le han visto resucitar a alguien de entre los muertos. ¿Puede él realizar tal hazaña? Dirigiéndose al cadáver, Jesús ordena: “Joven, yo te digo: ¡Levántate!”. Y, ¡el hombre se incorpora! Comienza a hablar, y Jesús se lo da a su madre.
Cuando la gente ve que el joven realmente está vivo, se pone a decir: “Un gran profeta ha sido levantado entre nosotros”. Otros dicen: “Dios ha dirigido su atención a su pueblo”. Las noticias respecto a esta asombrosa hazaña se difunden rápidamente por toda Judea y por toda la comarca.
Juan el Bautizante todavía está en la cárcel. Pero sus discípulos le informan acerca de todas las cosas que Jesús hace. ¿Cómo responde Juan? Y, ¿cómo responden muchos otros de las regiones donde Jesús realiza sus milagros? Nuestro siguiente número contestará estas preguntas. (Lucas 7:11-18.)
◆ ¿Qué sucede cuando Jesús se acerca a Naín?
◆ ¿Qué siente Jesús por lo que ve, y qué hace él?
◆ ¿Cómo responde la gente ante el milagro de Jesús?