¿Es caliente el infierno?
Un dato bien conocido acerca de las religiones paganas es que enseñan doctrinas de infiernos candentes. Los antiguos egipcios, babilonios, fenicios, persas, griegos e hindúes enseñaron doctrinas de infiernos llameantes. Los budistas enseñan que hay un infierno en el cual la gente se cuece y calcina en ollas candentes. ¿Es tan caliente el infierno de la Biblia como pintan los paganos el suyo? Aquí está la respuesta.
LA GENTE a menudo se olvida de que posee cerebro cuando el tema de que se trata es uno como éste del infierno. Oh, muchas personas reflexionan acerca de asuntos financieros u otros, pero cuando el tema es el infierno, parece que prefieren que alguna otra persona piense. Quizás hasta rechacen toda esperanza de razonar y declaren, como lo hizo uno que creía en el fuego del infierno, que si él no pensara que la Biblia enseña que hay un infierno literal, candente, calcinador de almas él echaría su Biblia en la basura. Ese es un caso extremo. Pero refleja una tendencia del día moderno de tratar de hacer que Dios vaya de acuerdo con las ideas de los hombres en cuanto a cómo debieran dirigirse las cosas. Estas personas obstinadas van a la Biblia, no para pesar toda la evidencia, sino para sacar unos cuantos textos que parecen apoyar su punto de vista; y así empiezan nuevas religiones. Los cristianos verdaderos, sin embargo, dejan que “sea Dios hallado veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso.” (Rom. 3:4, NM) Eso es lo que nos proponemos hacer, apelando a la vez al sentido común, mientras dejamos que la Biblia conteste la pregunta: ¿Es caliente el infierno?
Juzgando por la frecuencia con que se usa la expresión “tan caliente como el infierno” es aparente que muchas personas consideran que el infierno es candente. Este punto de vista ha sido nutrido por la enseñanza clerical de que el infierno es un lugar ardiente de tormento eterno para almas humanas. Se han impreso y distribuído toneladas de tratados que enseñan que hay un infierno de llamas. Si usted ha leído algunos de éstos quizás haya notado que casi todos señalan a los mismos cuatro o cinco textos de “prueba,” tales como lo que contó Jesús acerca del hombre rico en el infierno, los gusanos imperecederos y el fuego inextinguible de Marcos 9:44, el “suplicio eterno” de Mateo 25:46 y el “lago de fuego” que se menciona cinco veces en el libro de Apocalipsis. Queremos examinar estos textos. Pero primero, para darle una mirada cabal al tema, dirijámonos a las Escrituras hebreas.
Dirigiéndonos al libro de Génesis, leemos acerca de la creación de la tierra, los mares, los peces, los animales y aun el sol y la luna. Pero en ninguna parte leemos acerca de que Dios haya creado un compartimiento especial de averno para atormentar al hombre asándolo lentamente. Parece extraño que, si hizo uno, Dios no haya hecho que se registrara en la Biblia la creación de tan importante lugar como un infierno abrasador. Pero supongamos que él sí haya hecho uno. ¿No es cierto que el amor y la justicia de Jehová lo hubieran hecho amonestar a Adán acerca de la pena completa del pecado? Jehová le dijo a Adán que la consecuencia del pecado era la muerte. ¿Hemos de pensar realmente que, después que Adán pecó, Jehová mudó de parecer en cuanto a la sentencia de muerte y decidió darle a Adán el tratamiento de tortura? La Biblia contesta: “Yo, Jehová, no cambio.”—Mal. 3:6.
Pero ¿no aparece “infierno” en las Escrituras hebreas? Sí. De manera que hagamos lo lógico y escudriñemos la etimología de la palabra “infierno.” La Academia Real nos dice que la palabra castellana “infierno” viene de la palabra latina “infernus,” de “infer,” que quiere decir “inferior” o “debajo de.” El diccionario inglés sin abreviar de Wébster nos dice que “hell,” “infierno,” corresponde al Seol hebreo y al Hades griego. Dice también que “hell” viene de la palabra inglesa helan, que quiere decir “ocultar.” Por lo tanto hemos hallado que el significado primitivo de la palabra “infierno” no encerró la idea de ninguna clase de calor. Sencillamente quería decir “inferior” u “oculto.” Hemos hallado, también, que la palabra original hebrea, a menudo traducida “infierno” en las Biblias hispanas, es Seol. (Vea Isaías 14:9, margen.) Ahora ¿qué significa Seol? Simplemente quiere decir “un lugar hundido.” De modo que la palabra original hebrea corresponde perfectamente con el significado original o primitivo de la palabra castellana “infierno.”
Ahora que el clero ha puesto fuego en la palabra “infierno,” la cuestión vital es: ¿Dijeron los escritores inspirados de la Biblia hebrea que existe vida consciente y actividad candente en Seol o el infierno? No, ¡justamente lo contrario! En vez de ser un lugar de fuego llameante se le describe como una “tierra de tinieblas.” (Job 10:21) En vez de un lugar de gritos espeluznantes se describe como un lugar de “silencio.” (Sal. 115:17) La Biblia católica de Douay en inglés dice en Eclesiastés 9:5, 10: “Los vivos saben que han de morir, pero los muertos nada saben ya. Ni tienen ellos ya más galardón: porque la memoria de ellos se ha olvidado. Todo cuanto pueda hacer tu mano, hazlo con diligencia: porque no habrá ni obra, ni razón, ni sabiduría, ni conocimiento, en el infierno [seol, BC], adonde te apresuras.” De modo que, siendo que los “muertos nada saben ya,” o como dice la Versión Bover-Cantera, “los muertos no saben nada,” les sería imposible a ellos conocer el tormento consciente. Y puesto que no hay obra en el infierno, ¿cómo puede haber actividad, candente o sea como fuere?
JACOB, JONÁS, JOB Y JESÚS
Ahora examinemos lo que dijo Jacob acerca del infierno. Después de oír que su hijo aparentemente había sido muerto por una bestia, Jacob dijo: “Descenderé a mi hijo dentro del infierno [seol, BC], con aflicción.” (Gén. 37:35, Dy) ¿Se formaba Jacob en su mente cuadros de su hijo en un fuego ardiente y humeante? Y ¿esperaba Jacob ir a tal lugar? Claramente, Jacob no creía que el infierno fuera candente.
El profeta Jonás después que fué tragado por un gran pez, oró: “Clamé desde el vientre del infierno [seol, BC]: y tú has oído mi voz.” (Jonás 2:3, Dy) ¿Estaba candente donde Jonás estuvo? No, debe haber estado húmedo y oscuro, aunque tibio a la temperatura del cuerpo de un pez. Jonás habló de la manera en que lo hizo porque él comprendió que el infierno o Seol era el sepulcro. Porque, si Jehová no lo hubiera salvado, el vientre del pez ciertamente habría llegado a ser el sepulcro de Jonás. Si el infierno fuera eterno, Jonás no se habría escapado.
Job era un siervo fiel de Dios. Tratando de quebrantar la integridad de Job, el Diablo puso a Job en una situación miserable. De modo que Job en su sufrimiento oró a Dios: “¿Quién me concediera esto, que tú me protejas en el infierno [seol, BC], y me escondas hasta que pase tu ira, y me señales un tiempo cuando te acordarás de mí?” (Job 14:13, Dy) Puesto que Job ya estaba siendo atormentado por el Diablo, ¿oraría él que fuera “protegido” en, ¡vaya lugar!, un compartimiento de brasas candentes manejado por el Diablo? ¡Difícilmente! ¡Job no oraría que lo dejaran escaparse de la sartén para ir a parar en las brasas! Job comprendía que el infierno era el sepulcro común de la humanidad donde él descansaría hasta la resurrección.
El profeta Amós registra las palabras que Jehová dirige a los que tratarían de escaparse de la ira del Todopoderoso: “Aunque bajen aun hasta el infierno, de allí mi mano los sacará.” (Amós 9:2, Dy) ¿Es creíble que los inicuos, esforzándose con todo su poder por huir de la ira de Dios cavaran hasta dentro de un lugar donde encontraran sólo tormento calcinante?
Se ha dicho que sólo los hijos del Diablo van al infierno. Pero si eso fuera verdad, ¿por qué oró Job que él pudiera descansar en el infierno? Y si el infierno fuese un lugar solamente para los inicuos, ¿por qué enviaría Dios a su Hijo al infierno? Pues Jesús fué al infierno y estuvo allí tres días. En el Salmo 16:10 se escribió proféticamente acerca de Jesús: “Porque no dejarás mi alma en el sepulcro [infierno, Scío 15:10]; ni permitirás que tu santo vea corrupción.” (Val) Siglos más tarde el apóstol Pedro mostró, en Hechos 2:31 (Val), que el Salmo 16:10 tuvo su cumplimiento en Jesús, que él de veras fué al infierno pero Dios lo levantó de esa condición. Así que el infierno no podría ser eterno.
LA TORTURA CON FUEGO REPUGNANTE A DIOS
¿Qué le parece a Dios la idea de asar a hombres y mujeres en fuego? Bien, el hombre está hecho a la imagen de Dios. ¡Sin embargo nosotros no atormentaríamos a un hombre o a una mujer, ni por un día siquiera! Pues nosotros diríamos que el hombre que torturara un gato es malvado. Esto es natural, dado que el hombre no ama a los malvados; los aborrece. La maldad repele. Es repugnante a Dios. Porque cuando los israelitas quemaron religiosamente a sus hijos en fuego, Jehová dijo: “Han edificado los altos de Tofet, que está en el Valle del hijo de Hinom, para quemar allí sus hijos y sus hijas en fuego; cosa que yo no mandé, ni me pasó por el pensamiento.” (Jer. 7:31) El cometer actos malvados ni siquiera entra en la mente del Creador. Y no es extraño, porque “Dios es amor.”—1 Juan 4:8.
Hasta ahora hemos aprendido cuatro cosas: (1) Dios aborrece los actos malvados, (2) tanto las personas buenas como las malas van al infierno, (3) el infierno no es eterno, y (4) los hebreos consideraron el infierno o Seol, no como un lugar de fuego ardiente, sino como el sepulcro frío, silencioso.
Dirigiéndonos ahora a las Escrituras cristianas griegas, hallamos que la palabra traducida “infierno” y que corresponde a Seol es la palabra griega Hades. ¿Abarca el significado literal de Hades la idea de fuego incandescente? No, simplemente quiere decir “el estado invisible.” Como en el caso de Seol, no hay gente viva en el Hades. “La muerte y el Hades [infierno, Val; BC] entregaron los muertos que había en ellos.” (Apo. 20:13, NM) Ya que en la resurrección el Hades entrega su contenido de gente “muerta,” no es eterno.
EL HOMBRE RICO Y LÁZARO
Sin embargo ¿no hace que tenga llamas el Hades el relato acerca del hombre rico en el infierno? Jesús dijo: “Murió el hombre rico y fué enterrado. Y en Hades él levantó sus ojos, existiendo en tormentos, y vió de lejos a Abrahán y a Lázaro en la posición del seno con él. De modo que llamó y dijo: ‘Padre Abrahán, tenga misericordia de mí y envíe a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy en angustia en este fuego ardiente.’” (Luc. 16:22-24, NM) Los diccionarios bíblicos alistan esto que Jesús contó como una parábola. Pero los que enseñan que existe el fuego del infierno dicen: No, que no es una parábola. De modo que leamos el relato, tomándolo en forma literal como dicen que debemos tomarlo los que enseñan que hay un infierno de fuego.
Tomándolo en forma literal, tenemos a un hombre rico yendo a un lugar de tormento aparentemente por ninguna otra razón que el ser rico. ¿Son malas todas las personas ricas? ¿Van a ir todos los ricos a un infierno ardiente? El hombre pobre va al seno de Abrahán. ¿Va gente allí solamente porque carezca de dinero? ¿Hay suficiente espacio en el seno de Abrahán para que toda la gente pobre del mundo se recline sobre él? Obviamente, admiten los eruditos bíblicos, el seno de Abrahán tiene que interpretarse figurativamente. De manera que siendo simbólico el destino del hombre pobre, entonces, si ha de ser consistente la narración, el destino del hombre rico tiene que ser simbólico también. Además, si el “fuego ardiente” fuera literal, ¿pediría el hombre rico solamente una gota de agua? ¿Podría siquiera un balde de agua, mucho menos una gota, acercarse a un infierno ardiente? Tomado en forma literal, el relato es peor que absurdo: ¡insulta la razón! Jesús habló una parábola, una narración de significado simbólico.
La parábola mostró cómo el clero judío, representado por el hombre rico, era un grupo pagado de su propia rectitud. Ellos vestían de lino fino y tenían cosas buenas. Lázaro representó al resto de gente judía de fe a quien el clero odiaba y que tenía hambre espiritual. La muerte de los dos hombres representó un cambio en las dos clases. Jesús atormentó al clero al exponer su codicia y sus enseñanzas falsas y su hipocresía. Esto, por decirlo así, “abrasó” al clero. Sentían el calor. De modo que tenían que deshacerse de Jesús, lo cual hicieron asesinándolo. Así que el clero salió de una condición lujosa y entró en una de tormento. Empero el resto de fe experimentó un mejoramiento. La predicación de Jesús le suministraba alimento espiritual, una oportunidad para entrar en relación favorable con el Abrahán Mayor, Jehová Dios. La parábola tiene su cumplimiento mayor hoy día. Para los detalles véase el libro ¿Qué ha hecho la religión para la humanidad?, páginas 260-272.
Pero ¿no habla la Biblia de “fuego del infierno”? Sí, pero la expresión “fuego del infierno” no es una traducción de la palabra griega Hades. “Fuego del infierno” se traduce de la palabra griega Gehena. Gehena aparece doce veces en la Biblia. Pero el lector del término medio no sabe esto, puesto que los traductores han vertido Gehena como “infierno” o “fuego del infierno.” Esto ha causado mucha confusión. Dice la Encyclopedia Americana (ed. de 1942, tomo 14, pág. 81): “Ha habido mucha confusión y mal entendimiento como resultado de que los traductores primitivos de la Biblia persistentemente vertieron la palabra hebrea Seol y las griegas Hades y Gehena con la palabra infierno. El que los traductores de las ediciones revisadas de la Biblia hayan simplemente representado los sonidos de estas palabras por las letras del idioma al que traducen no ha bastado para aclarar a grado manifiesto esta confusión y concepto erróneo.”
Jesús se refirió al Gehena en Marcos 9:47, 48 (NM): “Te es más excelente entrar con un ojo en el reino de Dios, que con dos ojos ser arrojado en el Gehena [fuego del infierno, Scío; TA, 9:46], donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.” Ahora bien, el Gehena era un lugar donde se vaciaba basura, fuera de las murallas de Jerusalén. Sus fuegos se mantenían ardiendo para prevenir la pestilencia. Se le añadía azufre para intensificar las llamas. Los cadáveres de criminales ejecutados, considerados indignos de una resurrección, a veces eran echados en el Gehena. Pero nunca se echaba a personas vivas allí. Cuando los cadáveres o basura caían en las orillas del Gehena, la materia expuesta se pudría y criaba gusanos. Los gusanos finalmente destruían la materia. De modo que siempre había gusanos y siempre fuego para destruir la materia. Jesús usó el Gehena como símbolo, no de tormento eterno, sino de destrucción eterna.
El “lago de fuego” también es un término simbólico de la destrucción eterna: “Y la muerte y el Hades [infierno, Val] fueron arrojados al lago de fuego. Esto significa la muerte segunda, el lago de fuego.” (Apo. 20:14, NM) De manera que el “lago de fuego” significa “la muerte segunda,” destrucción que dura por siempre jamás, sin ninguna esperanza de una resurrección.
Fíjese en que el infierno o Hades queda destruído para siempre. Porque el infierno, dice el Apocalipsis 20:14, tiene que ser arrojado al “lago de fuego.” Si el infierno es el lago de fuego, como afirman muchos, ¿cómo puede ser arrojado en sí mismo?
En cuanto al “suplicio eterno” de Mateo 25:46, la palabra griega original no encierra la idea de tormento, sino de arrasamiento de la vida. Por lo tanto la Traducción del Nuevo Mundo la vierte correctamente “arrasamiento eterno.”
Pero ¿qué hay del Apocalipsis 20:10 acerca de que será ‘atormentado día y noche para siempre jamás’ el Diablo? En el tiempo de Jesús se llamaba a los carceleros “atormentadores.” De modo que cuando dice la Escritura que él será ‘atormentado día y noche para siempre jamás’ en el “lago de fuego,” quiere decir que el Diablo será reprimido en una detención perpetua de destrucción. De hecho, será “para siempre jamás.”
La Biblia ha contestado nuestra pregunta. Ha mostrado que el Hades, Seol o el infierno es el sepulcro común de la humanidad. En la resurrección el infierno entrega sus muertos. Jehová destruye el infierno, porque es arrojado al “lago de fuego.” Gehena representa el estado de destrucción que dura para siempre jamás. No hay esperanza de una resurrección para los que estén en Gehena. Así que los infiernos ardientes son solamente infiernos paganos. El infierno de la Biblia (Seol-Hades) no es caliente, sino que es el sepulcro oscuro, silencioso.