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El Salmo 119 magnifica la Palabra de JehováLa Atalaya 1973 | 15 de agosto
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es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda.”
Ciertamente en todo esto el escritor del Salmo 119 les pone un ejemplo excelente a todos los amadores de Jehová Dios. Se deleitó en expresar su aprecio a la Palabra de Dios entretejiendo sus pensamientos en torno de ocho palabras hebreas básicas y luego moldeando estos pensamientos en un poema hebreo acróstico o alfabético de 176 versículos. Ciertamente ésta fue una tarea concienzuda. Lo mismo que el rey Salomón, el salmista “procuró hallar las palabras deleitables y la escritura de palabras correctas de verdad.” (Ecl. 12:10) Los “dichos” de Dios eran más dulces para él que la miel, amaba los mandamientos de Dios más que “aun oro refinado.”—Sal. 119:103, 127.
Si tenemos un aprecio semejante a la Palabra de Dios, ¿qué haremos? Nos interesaremos en ella y ‘meditaremos’ en ella con regularidad. (Sal. 119:15, 48, 78, 148, NE) Más que eso, estaremos dispuestos a declararla delante de otros, no avergonzados de hasta decirla delante de reyes. Sobre todo, guardaremos los requisitos de Dios.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1973 | 15 de agosto
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Preguntas de los lectores
● Según Deuteronomio 6:8, 9, a los israelitas se les mandó ‘atar la ley de Dios como señal sobre su mano’ y dejar que sirviera como ‘venda frontal entre sus ojos.’ ¿Ha de entenderse esto literalmente?—EE. UU.
Muchos comentaristas judíos han aplicado literalmente este mandamiento. Este también es uno de los pasajes bíblicos que se han usado para apoyar la práctica de llevar filacterias (cajitas que contenían textos de las Santas Escrituras). Sin embargo, un examen al con texto y otros textos definitivamente señala a una aplicación figurada.
Comenzando en Deuteronomio 6:6-9 y continuando hasta el versículo 9, leemos: “Estas palabras que [yo Jehová] te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón; y tienes que inculcarlas en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes. Y tienes que atarlas como señal sobre tu mano, y tienen que servir de venda frontal entre tus ojos; y tienes que escribirlas sobre los postes de las puertas de tu casa y sobre tus puertas.”
Debe notarse que este pasaje no dice que los mandamientos habrían de escribirse en algo y luego esto ponerse entre los ojos o en la mano o prenderlo a los postes de las casas y a las puertas. Los mandamientos mismos habrían de ser ‘atados como señal sobre la mano’ y habrían de servir de ‘venda frontal entre los ojos.’ Evidentemente, por lo tanto, la idea que se da a entender es muy semejante a la que se expresa en Proverbios 7:2, 3: “Guarda mis mandamientos y continúa viviendo, y mi ley como la niña de tus ojos. Átalos sobre tus dedos, y escríbelos sobre la tabla de tu corazón.” Claramente esto no es literal. Sería imposible escribir literalmente mandamientos sobre el corazón, y el atar mandamientos escritos a los dedos de uno solo impedirían el que uno hiciera trabajo. No se serviría ningún propósito útil.
De modo similar, con referencia a la Pascua, la conmemoración de su liberación de Egipto, Jehová mandó a los israelitas: “Tiene que servirte de señal sobre tu mano y de memorial entre tus ojos, para que la ley de Jehová resulte estar en tu boca; porque por mano fuerte te sacó Jehová de Egipto.” (Éxo. 13:9) De nuevo, es obvio que la conmemoración misma no podría atarse literalmente sobre sus manos ni servir de memorial literal entre sus ojos. Pero los israelitas sí podrían mantener constantemente ante ellos lo que Dios había hecho por ellos, como si estuviera escrito en una tabla entre sus ojos o como si fuera una señal sobre sus manos.
De la misma manera siempre podrían mantener los mandamientos de Jehová delante de ellos prescindiendo de que estuvieran en casa o cerca de las puertas de la ciudad, donde comúnmente se congregaba la gente y los ancianos de la ciudad se encargaban de los casos legales. Los israelitas no solo habrían de retener la ley de Dios en su corazón y enseñarla a sus hijos. También habrían de demostrar por acción (como se expresa por las manos) que se adherían a ella. Tal como si la ley de Dios estuviese escrita entre sus ojos para que todos la vieran, habrían de identificarse
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