“De tal palo, tal astilla”
¡No en el caso de Asa!
¿Cómo era su padre, lector? O, en el caso de una lectora, ¿cómo era su madre?
Un dicho común en español es: “De tal palo, tal astilla.” El dicho alemán Der Apfel fällt nicht weit vom Stamm (La manzana cae siempre cerca del tronco) tiene el mismo sentido. Estos dichos tienen su origen en el hecho de que a menudo la prole tiene costumbres y actitudes que los progenitores han desplegado antes que él.
¿Sucede esto en el caso suyo? Algunas personas quizás hasta hayan dicho que usted actúa o piensa como su progenitor. ¿Se alegra usted por ello? ¿Desea usted ser como su padre o madre?
Usted probablemente pueda pensar en muchas cualidades admirables que tienen sus padres que usted mismo quisiera desplegar. Pero, ¿qué hay si uno sinceramente viera que el modo de vivir de su progenitor fuera contrario a algunos principios bíblicos? Por supuesto, uno no se rebelaría abiertamente en contra de tal padre o madre. Pero en vista de que la influencia de los padres puede ser muy grande, un hijo o hija en esa circunstancia tendría que hacer un esfuerzo sincero y persistente para desarrollar costumbres y actitudes que no siguieran el patrón de conducta de los padres. Sin embargo, valdría la pena hacer esto, especialmente si esto llevara a que la prole se acercara más a Dios, nuestro Padre celestial. Podemos ver esto en el interesante ejemplo bíblico de Asa.
EL DERROTERO QUE SIGUIÓ ASA
Asa llegó a ser rey de Judá en el siglo 10 a. de la E.C. Su padre Abiam había dado mal ejemplo; en vez de confiar celosamente en Jehová Dios, el padre de Asa toleró prácticas de idolatría en los “lugares altos” de adoración falsa. En esto, Abiam estuvo “andando en todos los pecados de su padre,” Roboam. (1 Rey. 14:22-24; 15:3) En vista de esto, ¿cree usted que Asa el hijo de Abiam podría apartarse de este patrón de infidelidad, o sería su caso uno de: “De tal palo, tal astilla”?
La historia reveladora que se registró en las Escrituras muestra que Asa no siguió en las pisadas de su padre ni de su abuelo. “Asa procedió a hacer lo que era recto a los ojos de Jehová, como David su antepasado.” Sí, él optó por no ser como su padre o aun como su abuelo. Siguió el ejemplo de su tatarabuelo, David, en su celo por la adoración verdadera. La Biblia pasa a decir acerca de Asa: “Hizo pasar del país a los prostitutos de templo y quitó todos los ídolos estercolizos que sus antepasados habían hecho.” (1 Rey. 15:11, 12; 2 Cró. 14:2-5a) Efectuó una campaña vigorosa en contra de la idolatría.
RECOMPENSADO POR JEHOVÁ
La fe de Asa en Jehová fue recompensada grandemente. ¿Cómo? Bueno, con el tiempo una fuerza de un millón de hombres bajo Zera el etíope salió contra el reino de Judá. El rey clamó al Altísimo con estas palabras: “Oh Jehová, en cuanto a ayudar, contigo no importa sí hay muchos o los de ningún poder. Ayúdanos, oh Jehová nuestro Dios, porque de veras nos apoyamos en ti, y en tu nombre hemos venido contra esta muchedumbre. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios.”—2 Cró. 14:9-11.
Dios escuchó a este rey que estaba demostrando ser diferente de su padre. Con ayuda divina, los súbditos de Asa lograron propinar una derrota humillante al enemigo etíope.—2 Cró. 14:12, 13.
Después de esto, el profeta Azarías se presentó delante de Asa y estimuló a Asa y a sus súbditos a permanecer fieles a Jehová, al decirles: “Jehová está con ustedes mientras ustedes resulten estar con él; y si lo buscan, él se dejará hallar de ustedes, pero si lo dejan, él los dejará a ustedes.” Refiriéndose posiblemente al período turbulento de la infidelidad de Israel antes del comienzo de la monarquía, Azarías pasó a decir: “Muchos fueron los días que Israel había estado sin Dios verdadero . . . había muchos desórdenes entre todos los habitantes de los países. Y fueron aplastados y desmenuzados, nación contra nación y ciudad contra ciudad, porque Dios mismo los mantuvo en desorden con toda suerte de angustia.” Pero no tenía que ser así. Si tanto el pueblo como el rey demostraban que eran diferentes de sus antepasados infieles, el profeta dijo que “existe un galardón para su actividad.”—2 Cró. 15:1-7.
Asa y sus súbditos respondieron bien a las palabras de Azarías. Continuaron la tarea que se había iniciado de limpiar de idolatría a la nación. En el templo de Jehová, volvieron a poner el altar en condiciones apropiadas, pues parece que había sido profanado anteriormente. Durante una asamblea que se celebró en el año quince del reinado de Asa, el pueblo entró en un pacto para servir a Jehová y concordó en que los que rehusaran deliberadamente hacer esto fueran muertos. Entre los concurrentes, se encontraban muchos que se habían pasado del reino norteño de 10 tribus para unirse a Asa “cuando vieron que Jehová su Dios estaba con él.”—2 Cró. 15:8-15.
En cuanto a Asa, ni siquiera se retuvo de tomar acción en contra de su abuela idólatra Maaca, a quien se consideraba como una especie de ‘señora de importancia’ en el reino. “Porque ella le había hecho un ídolo horrible al poste sagrado,” o la diosa Aserá, Asa no le permitió continuar en su posición.—1 Rey. 15:13; 2 Cró. 15:16.
LA TENDENCIA A DESLIZARSE
Cualquiera que haya optado por diferir en algún aspecto de un progenitor impío tal vez descubra que tiene que esforzarse continuamente para poder cultivar una personalidad cristiana. Pudiera parecer que, por un tiempo, la persona estuviera logrando ser diferente, pero que luego se deslizara nuevamente al patrón de su impío progenitor cuando se hiciera mayor o estuviera bajo presión excepcional. Podemos notar ese peligro en la vida de Asa.
Fue en “el año treinta y seis del reinado de Asa”b cuando el rey israelita Baasa subió contra el reino sureño de Judá. Para impedir que sus súbditos se pasaran a Asa, Baasa comenzó a fortificar la ciudad fronteriza de Ramá. En vez de continuar confiando en la protección de Jehová, Asa recurrió a la intriga. Asa sobornó al rey sirio Ben-hadad para que rompiera su pacto con el reino israelita de 10 tribus. Los sirios atacaron las ciudades israelitas en el norte y Baasa se vio obligado a detener su obra de edificar y a retirar sus fuerzas de Ramá. Asa reunió a sus súbditos y también invadió el territorio del reino de 10 tribus. Se apoderaron del material de construcción que se hallaba en Ramá y lo usaron para edificar en Gueba y Mispá.—2 Cró. 16:1-6.
Sin embargo, Jehová no pasó por alto el acto de falta de fe de Asa. Por medio de su profeta Hanani, Dios dijo a Asa: “Te apoyaste en el rey de Siria y no te apoyaste en Jehová tu Dios . . . ¿Acaso los etíopes y los libios mismos no constituían una inmensa fuerza militar en multitud, en carros y en hombres de a caballo; y porque te apoyaste en Jehová no los dio él en tu mano? Pues, en cuanto a Jehová, sus ojos están discurriendo por toda la tierra para mostrar su fuerza a favor de aquellos cuyo corazón es completo para con él. Has actuado tontamente respecto a esto, pues desde ahora en adelante existirán guerras contra ti.”—2 Cró. 16:7-9.
¿Se humilló Asa al oír estas palabras? No. Se ofendió y ordenó que Hanani fuera puesto en prisión. Asa también comenzó a oprimir a otros entre sus súbditos. Los últimos tres años de la vida de Asa no fueron felices. Llegó a sufrir de una enfermedad de los pies, posiblemente gota. En este caso, tampoco buscó a Jehová Dios por ayuda sino que buscó la ayuda de sanadores que quizás recurrieran a medios ocultos en un esfuerzo por proporcionar curaciones. Después de haber gobernado por unos 41 años, Asa murió.—1 Rey. 15:23, 24; 2 Cró. 16:10, 12-14.
La vida de Asa ilustra claramente que no podemos pasar por alto la influencia de nuestros padres, sea ésta para bien o para mal. Pero el ejemplo de Asa mostró que el dicho “De tal palo, tal astilla” no tiene que ser una regla inevitable.
[Notas a pie de página]
a Segundo de Crónicas 15:17 y 1 Reyes 15:14 indican que ‘Asa no removió los lugares altos.’ Esto pudiera significar que, a pesar de que fueron destruidos anteriormente, los lugares altos resurgieron durante el reinado de Asa. O pudiera ser que se hubieran removido los lugares altos como centros de idolatría, pero que la adoración incorrecta a Jehová en los lugares altos hubiera continuado.
b Evidentemente no se estaba contando el tiempo en que él efectivamente gobernó, sino desde el tiempo en que las 10 tribus se separaron de la casa real de David.