“La restauración de todas las cosas de que habló Dios”
“Los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.”—Hech. 3:21.
1. La restauración ha de ser de cosas de que habló ¿quién? ¿Por qué podemos sentirnos alegres a causa de eso?
¡QUÉ alegres podemos sentirnos por el hecho de que la prometida restauración hubiera de ser, no de las cosas de que hubieran hablado políticos y filósofos humanos, sino de las “cosas de que habló Dios”! Esas cosas por lo tanto deben ser buenas para toda la humanidad. Debe ser cosa segura el que serán restauradas. Nosotros debemos querer que esas cosas sean restauradas, porque, mejor que cualquier otra persona, nuestro Creador sabe lo que es necesario que se nos restaure. Pero, ¿deseamos nosotros esas cosas?
2. ¿Cómo deseamos contestar esa pregunta?, y por eso, ¿qué preguntas irrumpen como inundación en nuestra mente?
2 No queremos contestar esta pregunta a ciegas, ignorantemente. Se nos ha dotado del derecho de libre albedrío. Primero deseamos saber cuáles son las cosas envueltas en esta cuestión, a fin de que podamos hacer una selección inteligente, iluminada. ¿Qué son todas esas cosas? ¿Cómo podemos averiguar que Dios haya hablado de todas ellas? ¿Quién lo oyó hablar? ¿Cuándo habló de ellas? ¿Y cómo? Preguntas como éstas irrumpen como inundación en nuestra mente. Merecen que se les den respuestas que cuenten con el apoyo de una autoridad digna de confianza. Se les pueden dar.
3. ¿Quién trajo a colación este asunto de la restauración de todas las cosas, y cuándo, dónde y por qué?
3 Un hombre que figuró prominentemente en el primer siglo de nuestra era común trajo a colación este asunto, y lo hizo en una ciudad cuyo nombre recibe mucha mención en las noticias mundiales de hoy día. Se ha dado el nombre de este hombre a muchos lugares en la Tierra. El nombre del hombre era Pedro, hijo de Juan, de una ciudad en el contencioso Oriente Medio. El lugar donde habló fue el templo de la ciudad de Jerusalén. Hoy no se encuentra en aquel local aquel templo construido por el famoso rey Herodes el Grande. Fue destruido en el año 70 del primer siglo, cuando los ejércitos romanos destruyeron toda la ciudad de Jerusalén. Ahora en aquel sitio se levanta un lugar de adoración de una creencia religiosa diferente. Pero allá en el tiempo en que habló Pedro, hijo de Juan, faltaban treinta y siete años para que aconteciera aquel suceso que constituyó noticias en el año 70 E.C. Una muchedumbre grande de adoradores se había reunido alrededor de Pedro. Lo que había sucedido con Pedro en función de agente hizo que surgieran preguntas en la mente de éstos. Fue en aquella ocasión que Pedro pronunció la significante frase: “los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.”—Hech. 3:21.
4, 5. (a) ¿Por qué no fueron falsos profetas aquellos hombres, y cómo se ha conservado lo que dijeron? (b) ¿Por qué difícilmente puede haber excusa para que no sepamos hoy día lo que dijeron aquellos hombres?
4 Ah, aquí tenemos las respuestas a nuestras preguntas. Fue en “tiempo antiguo,” aun antes del tiempo de Pedro, que Dios habló. Fue por medio de “sus santos profetas” que él habló de estas cosas vitales. No fueron falsos profetas éstos, no, sino “santos profetas” de Dios. Él les habló, y ellos, a su vez, usaron su boca para decir a otros las cosas que Dios había hablado. Las voces de aquellos santos profetas dejaron de oírse hace más de veintitrés siglos. Sus voces no fueron conservadas en discos de fonógrafo o en cintas de magnetófonos. Los mensajes que Dios envió por boca de aquellos santos profetas fueron registrados en forma escrita. Esa escritura, que para quedar completa requirió más de mil años, ha sido protegida celosamente en los primeros treinta y nueve libros de la Versión Valera de la Santa Biblia. Pedro, hijo de Juan, leyó aquellos libros. Es por eso que sabía de qué hablaba.
5 Nosotros también podemos saber las cosas que Dios habló por boca de sus santos profetas si leemos esos mismísimos libros. Difícilmente puede haber excusa para que no sepamos, porque la Santa Biblia es el libro de más extensa distribución y el que en mayor número de idiomas ha circulado en la Tierra. Este Libro imperecedero es nuestra autoridad fidedigna con la cual apoyamos lo que decimos.
6. (a) ¿Por qué aceptó Pedro aquellos escritos de la manera en que lo hizo? (b) ¿Dónde hallamos lo que Pedro escribió y lo que dijo en el templo?
6 Años después Pedro escribió una carta acerca de aquellas Santas Escrituras, y la dirigió a lectores de la Biblia. En ella escribió lo siguiente: “Ustedes saben esto primero, que ninguna profecía de la Escritura proviene de interpretación privada alguna. Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo.” (2 Ped. 1:20, 21) Dado que sabía esto, Pedro no aceptó como palabra de hombres lo que profetizaron aquellos hombres llevados por espíritu, sino como palabra de Dios. Nosotros, aunque somos de este siglo veinte, debemos aceptar aquellos escritos inspirados de la misma manera que los aceptó Pedro, porque esos escritos permanecen hoy sin cambio. Lo que Pedro escribió en su carta y lo que habló en el templo de Jerusalén ha sido conservado para nosotros en los últimos veintisiete libros de la Santa Biblia.
7. ¿De qué deseaba una explicación la muchedumbre que rodeó a Pedro y a Juan?
7 Pero, ¿por qué se reunió aquella muchedumbre de adoradores en torno de Pedro y su compañero, Juan el hijo de Zebedeo? ¡La excitación de la curiosidad! Un mendigo cojo que estaba sentado a la entrada del templo había esperado recibir de Pedro dinero como regalo de caridad. Pedro le dio algo mejor. Dijo: “Plata y oro no poseo, pero lo que tengo es lo que te doy: ¡En el nombre de Jesucristo el nazareno, anda!” Pedro ayudó al mendigo, cojo desde su nacimiento, a ponerse de pie y andar. ¿No bastaba esto para hacer que se formara una muchedumbre? Sí. De modo que la muchedumbre quiso que Pedro le diera una explicación.
8. ¿Qué le había sucedido a aquel a quien Pedro mencionó por nombre, para que el uso de ese nombre por Pedro obrara a favor del cojo?
8 Recordemos, pues, que a principios de la primavera de aquel año 33 E.C. había ocurrido un asesinato en plena luz del día y en público, justamente fuera de los muros de Jerusalén. Fue el asesinato de aquel a quien Pedro mencionó por nombre, “Jesucristo el nazareno.” Eso quería decir Jesús el Mesías de la ciudad de Nazaret. Soldados romanos fueron empleados para clavarlo a un madero para que muriera como un criminal, pero sus amigos obtuvieron permiso para enterrarlo cerca de allí. Pero al tercer día de habérsele enterrado, la tumba sellada fue abierta por un ángel y se descubrió que estaba vacía. Para demostrar que Jesucristo no era un criminal culpable, el Dios Todopoderoso lo levantó de entre los muertos, a vida, no de nuevo en la carne, sino en espíritu. Pedro y Juan habían visto a Jesucristo ya resucitado aparecer varias veces después de aquello, pues en ciertas ocasiones se materializó en la carne delante de muchos testigos fidedignos durante cuarenta días. El día cuadragésimo Pedro y Juan y sus compañeros vieron a este Jesucristo ascender hacia el cielo y desaparecer. Ahora Pedro había empleado el nombre de Jesucristo el nazareno y esto había obrado a favor del cojo.
9. ¿Con qué palabras rechazó Pedro todo crédito por el milagro, hablando a la vez acerca del cumplimiento de profecías?
9 Pedro rechazó todo crédito por este maravilloso milagro. A la muchedumbre inquisitiva, Pedro dijo: “El Dios de Abrahán y de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha glorificado a su Siervo, Jesús, a quien ustedes, por su parte, entregaron y repudiaron ante el rostro de Pilato [el gobernador], cuando él había decidido ponerlo en libertad. Sí, ustedes repudiaron a aquel santo y justo, y pidieron que se les concediera de gracia un varón, un asesino, mientras que mataron al Agente Principal de la vida. Pero Dios lo levantó de entre los muertos, del cual hecho nosotros somos testigos. En consecuencia, su nombre, mediante nuestra fe en su nombre, ha hecho fuerte a este hombre a quien ustedes contemplan y conocen, y la fe que es por medio de él ha dado al hombre esta completa sanidad en presencia de todos ustedes. Y ahora, hermanos, yo sé que obraron en ignorancia, así como también lo hicieron sus gobernantes. Pero Dios ha cumplido de esta manera las cosas que él anunció de antemano por boca de todos los profetas, que su Cristo sufriría.”—Hech. 3:1-18.
10. ¿Por qué, aunque se cometió en ignorancia, no era disculpable el asesinato de Jesús, ni sin consecuencias, para aquella muchedumbre judía?
10 Aunque aquello se había hecho en ignorancia en lo que tocaba a aquella muchedumbre, se había cometido un crimen. Lo que era peor, se había cometido contra el propio Mesías o Cristo de Dios. El hecho de que Dios había predicho por sus profetas que su Mesías o Cristo sufriría no disculpaba a la muchedumbre. Conforme a la Ley de Dios según se dio a los judíos por medio del profeta Moisés, aun por el homicidio que se hubiese cometido sin intención o sin saberlo había que compensar, a fin de que la tierra no quedara contaminada con sangre inocente. (Núm. 35:9-34) Los que escucharon a Pedro sabían eso. Sabían que sobre ellos cargaba responsabilidad de comunidad por la muerte asesina de Jesucristo, el fiel Siervo de Dios. ¿Qué deberían hacer para escaparse de las consecuencias de este crimen? ¿Cómo podrían ser borrados sus pecados respecto a esto? Probablemente lo sabía este obrador de milagros, Pedro. Lo sabía. Por eso dijo a aquella muchedumbre:
11. ¿Cómo podían conseguir aquellos judíos que sus pecados fueran borrados, y qué habría de venir después de ello a su debido tiempo?
11 “Arrepiéntanse, por lo tanto, y vuélvanse para que sean borrados sus pecados, para que vengan tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová y para que envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.”—Hech. 3:19-21.
CÓMO CONSEGUIR QUE SEAN BORRADOS LOS PECADOS
12. ¿Qué modelo para conseguir que sean borrados los pecados fija esto para nosotros hoy día, y por qué?
12 Aquellas palabras de Pedro fijaron el modelo para nosotros hoy día. Todos tenemos pecados que es menester que sean borrados conforme al amoroso arreglo de Dios, porque todos nacemos pecadores, al heredar el pecado de nuestros primeros padres humanos, Adán y Eva. (Gén. 3:1-24; Rom. 5:12, 18, 19) Es preciso que recordemos que “el salario que el pecado paga es muerte.” (Rom. 6:23) Si es nuestro deseo vehemente conseguir vida eterna, en el favor de Dios, entonces es menester que nos arrepintamos, es decir, que sintamos contrición y nos pese nuestra condición de pecaminosos y nuestra imperfección y nuestros pecados contra la ley de Dios. Si realmente lo sentimos y nos odiamos por ser pecadores contra Dios, trataremos de salirnos de ese estado pecaminoso y cesar de pecar. Pero, ¿cómo?
13. ¿Qué, además del arrepentimiento, les era necesario a aquellos judíos, y qué proceder exigía esto que emprendieran aquellos judíos?
13 Pedro dijo que es preciso que uno obre en armonía con su arrepentimiento. Añadió: “Y vuélvanse para que sean borrados sus pecados.” El meramente arrepentirnos no conseguirá que sean borrados nuestros pecados. Tenemos que ‘volvernos’ e ir en la dirección contraria al proceder de pecar, esforzándonos por cesar del pecado. Para aquellos judíos de entonces, eso quería decir dejar de resistir a Jesucristo y, por el contrario, empezar a andar en sus pisadas como el “Cristo [o, Mesías] nombrado para ustedes, Jesús.” (Hech. 3:19, 20) Aquellos judíos ya estaban dedicados a Jehová como Dios por haber entrado desde el nacimiento en el pacto que Jehová había hecho con los antepasados de ellos por medio de Moisés. Por eso ahora tenían que aceptar a aquel a quien Jehová había nombrado como Mesías o Cristo de ellos y tenían que presentarse a Jehová como personas que creían en Su Mesías y eran seguidores de él. Unos cuantos días antes, Pedro les dijo a unos tres mil judíos arrepentidos que era necesario que simbolizaran su arrepentimiento y conversión por medio de bautizarse en agua en el nombre de Jesús como quienes lo aceptaban ahora como su Mesías, el Hijo de Dios.—Hech. 2:37-42.
14, 15. (a) ¿Qué excelente resultado le viene al perdonado por habérsele borrado sus pecados? (b) En cuanto a si quedan borrados los pecados como resultado del bautismo en agua, ¿qué dice Juan?
14 ¿Qué excelente resultado dijo Pedro que vendría del volverse así del camino de obrar de manera contraria al propósito y el nombramiento de Dios e ir por el camino de su aprobación y voluntad? Esto: “para que vengan tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová.”
15 Ciertamente resultaría en gran refrigerio para ellos el que fueran borrados sus pecados, y que ya no tuvieran la condenación del pecado ni una conciencia que les remordiera delante de Dios, especialmente después de haber estado opuestos al Mesías o Cristo de Jehová. El que fueran borrados sus pecados no resultaba del agua en la cual se bautizaran, sino de la sangre derramada de Jesucristo como sacrificio humano perfecto por los pecados de toda la humanidad. Es tal como escribió más tarde el compañero de Pedro, Juan el hijo de Zebedeo, respecto a nuestro andar con Dios, diciendo: “Si estamos andando en la luz, como él mismo está en la luz, sí tenemos participación los unos con los otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1 Juan 1:7) Así es que Dios ya no nos considera pecadores, y la relación pacífica con Dios que proviene de esta misericordia de parte de Dios verdaderamente nos aporta tremendo refrigerio.
16. ¿Qué quiso decir Pedro cuando dijo que aquellos “tiempos de refrigerio” vienen “de parte de la persona de Jehová”?, y en cuanto a eso, ¿qué muestra la historia respecto a los judíos desde 70 E.C.?
16 Puesto que se dice que estos “tiempos de refrigerio” vienen “de parte de la persona de Jehová,” eso significa que él tiene el rostro vuelto hacia nosotros con favor. Nos está dando su atención favorable. Su buena voluntad está hacia nosotros, durante el “año de la buena voluntad de parte de Jehová.” Hemos llegado a ser sus “hombres de buena voluntad.” (Isa. 61:1, 2; Luc. 2:14) En los días del apóstol cristiano Pedro les era urgente a aquellos judíos conseguir la buena voluntad de Jehová después del asesinato de Su Mesías en Jerusalén, puesto que estaba muy cerca la destrucción de la ciudad de Jerusalén y el desbaratamiento de la nación judía en la tierra de Judá. La lastimosa historia del pueblo judío después de la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70 E.C. prueba que el pueblo judío disperso no ha disfrutado de “tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová [literalmente, del rostro de Jehová].”
17. Con relación a esto mismo, ¿qué hay que decir acerca de la cristiandad, y qué indica para ella la destrucción de Jerusalén en 70 E.C.?
17 También, al examinar la historia de la organización religiosa de la cristiandad desde su establecimiento en el siglo cuarto, nos vemos obligados a reconocer que la cristiandad no ha estado disfrutando de los “tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová” durante los más de dieciséis siglos de su existencia hasta el día actual. Durante toda su historia ha sido desgarrada por disputas y guerras religiosas internas, por divisiones sectarias y desunión y por confusión religiosa que siempre empeora. La destrucción de Jerusalén allá en el año 70 E.C. fue un tipo que prefigura la destrucción de la cristiandad en manos de enemigos seglares mundanos en el futuro cercano. El rostro de favor de Jehová no está vuelto hacia la cristiandad, y él no la protegerá de la destrucción venidera así como no protegió a Jerusalén en el año 70 E.C.
18. Por eso, ¿qué consejo es urgente que toda la gente siga ahora, y quiénes ya lo han hecho y con qué resultado?
18 Es por eso que ahora es asunto de urgencia el que la gente, tanto judíos como gentiles, haga lo que aconsejó el apóstol Pedro cuando dijo: “Arrepiéntanse, por lo tanto, y vuélvanse para que sean borrados [o, perdonados] sus pecados.” Esto es lo que han hecho los testigos cristianos de Jehová, y toda la evidencia demuestra que están, en sentido espiritual, disfrutando abundantemente de los “tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová.” Por medio de presentarse a Él en plena dedicación mediante su Mesías, Jesús, han llegado a ser sus “hombres de buena voluntad.” Como galardón por esto están disfrutando de lo que dijeron los ángeles al alcance de los oídos de los pastores al tiempo de nacer Jesús en Belén, a saber: “Sobre la tierra paz entre los hombres de buena voluntad.” Ellos no quieren ser destruidos con la cristiandad no pacífica ni con todo el resto del imperio mundial de la religión falsa en el futuro cercano. Sienten gran “refrigerio” porque han sido librados de participación de comunidad en los pecados de la cristiandad y del imperio mundial religioso, Babilonia la Grande.—Rev. 18:2-5.
MESÍAS ENVIADO POR SEGUNDA VEZ, Y POR QUÉ
19. ¿Cómo difieren la cristiandad y los judíos naturales en cuanto a la venida del Mesías? Para que la venida resulte en “refrigerio,” ¿qué tiene que hacer la cristiandad?
19 La cristiandad afirma que aguarda la vuelta de Jesucristo, y espera experimentar “tiempos de refrigerio” como resultado de su vuelta. Pero para que esto suceda así, la cristiandad tendría que hacer lo que Pedro les dijo a los judíos culpables de pecado que hicieran, a saber: “Arrepiéntanse, por lo tanto, y vuélvanse [o, conviértanse] para que sean borrados sus pecados.” Esos tiempos de refrigerio vienen después de proceder así, tal como pasó a mostrar Pedro, diciendo: “Para que vengan tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová y para que envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Hech. 3:19-21) Los judíos naturales circuncisos que no creen que el Mesías vino hace diecinueve siglos esperan que venga por primera vez en el futuro. Pero Pedro y Juan y los otros judíos cristianizados esperaban que el Mesías volviera o viniera por segunda vez y con un propósito diferente. Pedro y Juan lo habían visto ascender de regreso al cielo.
20. ¿Por qué era una necesidad la vuelta del Mesías, y por qué lo había enviado Dios la primera vez?
20 Pedro y Juan recordaban las siguientes palabras de Jesús a los judíos: “¿Qué hay, pues, si contemplaran al Hijo del hombre ascender a donde estaba antes?” El día de su resurrección se le apareció a María de la ciudad de Magdala y dijo: “Todavía no he ascendido al Padre. Mas ponte en camino a mis hermanos y diles: ‘Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes.’” (Juan 6:62; 20:17) Ascendió de vuelta al cielo el día cuadragésimo después de su resurrección de entre los muertos. Pero para cumplir todas las profecías acerca del Mesías tenía que volver a venir. Por eso el apóstol Pedro, después de hablar de “tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová,” pasó a decir: “Y para que envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús.” La primera vez que Jehová envió a su Hijo a la Tierra, fue para que muriera como sacrificio de rescate para toda la humanidad. Por eso Pedro dijo a la muchedumbre de judíos que lo rodeaban: “Dios ha cumplido de esta manera las cosas que él anunció de antemano por boca de todos los profetas, que su Cristo sufriría.”—Hech. 3:18.
21. ¿Qué otras cosas predijeron los profetas de Jehová acerca del Mesías, según lo indica Pedro en su carta? y ¿por qué lo envía Jehová por segunda vez?
21 Otras cosas que fueron anunciadas de antemano por boca de todos los profetas de Jehová informaron acerca de su gloria venidera en el reino mesiánico. En su primera carta a los creyentes cristianos el apóstol Pedro escribió acerca de aquellos profetas, diciendo: “Siguieron investigando qué época en particular o qué suerte de época indicaba respecto de Cristo el espíritu que había en ellos cuando de antemano daba testimonio acerca de los sufrimientos para Cristo y acerca de las glorias que habían de seguir a éstos.” (1 Ped. 1:10, 11) Pedro recordaba las palabras de Jesucristo en su profecía acerca de la destrucción de Jerusalén, las cuales decían: “Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono.” (Mat. 25:31) Los sufrimientos de Jesús en la carne en la Tierra, según se predijeron para él por medio de los profetas, entonces habrían pasado para siempre. Cuando Jehová lo envía a la Tierra por segunda vez, es para que reine en gloria celestial para cumplir todas las otras profecías acerca del reino del Mesías.
22. ¿Qué indican Salmo 110:1, 2 y Hebreos 10:12, 13 tocante a cuándo acontecería este cumplimiento de las profecías del Reino?
22 Ahora bien, ¿precisamente cuándo sería eso? El rey David de Jerusalén, quien fue antepasado real de Jesucristo, dijo proféticamente acerca de la ascensión de éste al cielo: “La expresión de Jehová a mi Señor es: ‘Siéntate a mi diestra hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies.’ La vara de tu fuerza Jehová enviará desde Sion, diciendo: ‘Ve sojuzgando en medio de tus enemigos.’” (Sal. 110:1, 2) Comentando sobre este salmo profético, Hebreos 10:12, 13 dice lo siguiente acerca de Jesucristo y su sacrificio humano perfecto: “Este hombre ofreció un solo sacrificio por los pecados perpetuamente y se sentó a la diestra de Dios, esperando desde entonces hasta que sus enemigos fuesen colocados como banquillo para sus pies.” Esta profecía quería decir que Jesucristo ya glorificado en el cielo a la diestra de Dios ganaría la victoria sobre todas las personas en la Tierra que se opusieran a que él reinara sobre toda la humanidad como Mesías de Jehová.
23. Por eso, ¿qué pregunta vital hace bien cada uno en preguntarse, y por qué?
23 Cada uno de nosotros hace bien, por lo tanto, en hacerse esta pregunta vital: ‘¿Soy yo enemigo del reino mesiánico de Jehová mediante Jesucristo?’ ¡La cristiandad lo es! ¡Babilonia la Grande, el imperio mundial de la religión falsa, lo es! También lo son las naciones políticas que componen la organización mundial para la paz y seguridad internacionales, las Naciones Unidas. ¡Todos estos enemigos han de ser sojuzgados, aplastados! Según las profecías de la Biblia y las condiciones del mundo, ¡esto está cerca!
24. ¿Hasta qué “tiempos” habría el cielo de retener dentro de sí al Mesías Jesús?, de modo que ahora ¿cuál es la pregunta clave para nosotros?
24 ¿Por qué estamos convencidos de que está cerca ese desastre mundial? Porque el apóstol Pedro profetizó que a este Jesucristo ascendido “el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosasa de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Hech. 3:21) La pregunta clave aquí es: ¿Cuáles son aquellas “todas las cosas” hasta los tiempos de la restauración de las cuales el cielo tiene que retener dentro de sí al Mesías Jesús ascendido, quien está sentado a la diestra de Jehová esperando que sus enemigos sean hechos un banquillo para sus pies?
25. Brevemente, ¿cuáles son aquellas “todas las cosas,” y qué preguntas hace surgir esta respuesta breve?
25 Aquellas “todas las cosas” son el reino mesiánico y sus intereses en la Tierra. ¿Es ésta una respuesta sorprendente a la pregunta? ¿Hay alguno de nosotros que se sienta inclinado a preguntar: ¿Cómo puede ser cierto eso, cuando, allá en el día del apóstol Pedro, aquel reino mesiánico de Jehová era algo que todavía no había tenido? Dado que aquel reino del Mesías no había sido establecido y entonces perdido, ¿cómo podría ser restaurado?
26. ¿Acerca de la restauración de qué cosa le habían preguntado Pedro y sus coapóstoles a Jesús antes que ascendiera, y cuál fue su respuesta?
26 El apóstol Pedro, sin embargo, sabía de qué hablaba. Él sabía cómo aquel reino podría ser restaurado. Él fue uno de los apóstoles que le preguntaron al resucitado Mesías Jesús, justamente antes de que ascendiera al cielo, lo siguiente: “Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?” A esta pregunta el resucitado Mesías Jesús respondió: “No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos o sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción; mas recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea y en Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.” Después de decir eso, y mientras los bendecía, fue tomado de sus discípulos en el monte de los Olivos y llevado al cielo.—Hech. 1:6-11; Luc. 24:5-53.
[Nota]
a Jesucristo usó una expresión parecida, en Mateo 17:11, cuando dijo: “Elías, en realidad, viene y restaurará todas las cosas.” Esta declaración aludía a Malaquías 4:5, 6. Pero entonces Jesús pasó a aplicar esta profecía acerca de Elías a Juan el Bautista. (Mat. 17:12, 13) Juan el Bautista también sirvió de precursor de Jesucristo, y por esa razón proclamó: “El reino de los cielos se ha acercado.” (Mat. 3:1, 2) Pero en lo que respecta a los tiempos modernos después de la I Guerra Mundial y desde el año 1919 un trabajo parecido al que hizo Elías ha sido llevado a cabo por los testigos cristianos de Jehová. Desde ese tiempo hasta ahora ellos han dado un testimonio del reino mesiánico de Jehová como el cual nunca antes se ha dado uno mundialmente en toda la historia humana previa.—Mat. 24:14; Mar. 13:10.
Desde 1919 E.C. estos testigos cristianos de Jehová disciernen que para con ellos ha habido un cumplimiento espiritual de Isaías 1:25-27, a saber: “Y de veras volveré mi mano sobre ti, y eliminaré por fundición tu escoria espumajosa como con lejía, y ciertamente quitaré todos tus desperdicios. Y ciertamente traeré de vuelta otra vez jueces para ti como al principio, y consejeros para ti como al comienzo. Después de esto se te llamará Ciudad de Justicia, Pueblo Fiel. Con equidad Sion misma será redimida, y los de ella que vuelven, con justicia.”
[Ilustración de la página 234]
El acto de curar Pedro a un hombre cojo desde su nacimiento preparó la escena para sus palabras acerca de “la restauración de todas las cosas de que habló Dios”
[Ilustración de la página 238]
Cada uno debe preguntarse: ¿De veras soy yo un leal apoyador del reino mesiánico de Dios por Jesucristo? Si lo soy, ¿cómo lo demuestro?