La soledad se puede remediar
EL TELÉFONO sonó. “¡Diga! Este es su oyente,” contestó el maestro de escuela retirado de setenta y un años de edad. La señora en el otro extremo de la línea explicó: “Soy una viuda y vivo sola en esta casa. Esta noche me sentía tan sola que tenía que hablar con alguien.” Esta señora había llamado a un servicio telefónico especial conocido en los EE. UU. como: “Llame a un oyente.”
La soledad se ha convertido en un problema tan grave hoy día que el psiquíatra suizo Dr. Paul Tournier la llamó “la más devastadora dolencia de la época.” Los jóvenes y los viejos sufren por igual de la soledad, y los efectos de ésta pueden ser verdaderamente devastadores. La soledad puede retardar el recobro de una enfermedad, apresurar la deterioración mental senil en la gente anciana y en algunos casos hasta acarrear la muerte prematura.
¿Por qué se ha convertido la soledad en un problema tan grande en un mundo que experimenta una “explosión demográfica”? ¿Qué se puede hacer para remediar esta “devastadora dolencia”?
¿Qué causa la soledad?
Hay una diferencia entre la soledad y el estar solo. Casi todas las personas disfrutan de alguno que otro período de estar solo. La Biblia muestra que Jesucristo a veces buscaba un “lugar solitario” para orar o ‘descansar un poco’ con sus discípulos. (Mat. 14:13; Mar. 1:35; 6:31) Algunos individuos pasan gran parte de su tiempo solos y sin embargo no se sienten solitarios.
Además, de vez en cuando todas las personas se sienten solitarias. El psiquíatra Theodore I. Rubin comentó acerca de los sentimientos de soledad: “Es un hecho real que estos sentimientos van y vienen. El no aceptar este hecho, el esperar vivir en un constante estado de euforia [bienestar], solo resulta en desilusión o amargura.”
Pero, a pesar de esto, la soledad crónica aflige a mucha gente. En algunos casos es posible que los padres tengan la culpa. ¿Por qué? Explica el psicólogo Allan Fromme: “Muchos padres, no pudiendo relacionarse el uno con el otro, crean un ambiente que fomenta la misma actitud en sus hijos.”
La vida en las ciudades grandes, donde muchos tienen relaciones limitadas e impersonales con otros, es otra razón para la soledad. La determinación de ser rico también puede contribuir a este sentimiento, pues hace que la persona se preocupe extremadamente por sus posesiones y que se aparte de otras personas.
El aislamiento geográfico del ambiente familiar debido a enfermedad, vejez, una asignación especial de actividad o cualquier otra razón, puede suscitar sentimientos de soledad. Otras razones para la soledad pueden ser la pérdida de la vista u oído o la incapacidad para entender el idioma local.
La soledad se puede remediar... ¿cómo?
¿Qué puede hacerse para remediar la soledad? Entre otras cosas hay que comprender que el pasar demasiado tiempo solo contribuye a que una persona se encierre en sí misma, y llegue a hacerse un egocéntrico. (Pro. 18:1) Haga un hábito de disfrutar de la asociación regular con otros. Pero el solo estar con la gente no remediará la soledad. Algunas de las personas más solitarias del mundo viven en ciudades atestadas.
¿Yace, pues, la solución en el matrimonio y en criar una familia? No necesariamente. El psiquíatra Rubin escribe: “Muchas de las mujeres más solitarias del mundo son mujeres que están casadas.” Allan Fromme explicó que una persona “puede estar muy sola aunque esté rodeada por una familia.”
La soledad solo se puede curar por medio de desarrollar una relación con otros. ¿Cómo puede una persona lograr eso?
La Palabra de Dios contiene un excelente principio en Filipenses 2:3, 4: “Considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo, buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás.”—Biblia de Jerusalén.
Cuando una persona se interesa amorosamente en otras personas, algunas seguramente corresponderán. Jesús aseguró: “Con la medida con que ustedes miden, se les medirá a ustedes en cambio.” (Luc. 6:38) Esto significa que la persona solitaria debe tomar la iniciativa en hacer cosas para otros. ¿No levantaría el ánimo de una persona solitaria así como el suyo propio el que usted visitara a esa persona? ¿Qué mejor manera de ahuyentar la soledad de uno mismo que ahuyentársela a otro?
La adoración de Jehová Dios es la manera más segura de remediar la soledad. Prescindiendo de cuán incómodas puedan ponerse las circunstancias, los siervos de Dios nunca están solos. Ellos saben que “Jehová está cerca de los que están quebrantados de corazón.” (Sal. 34:18) Debido a que Jehová es el “Oidor de la oración” las Escrituras extienden a las personas que se sienten solas la invitación de que echen “sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por ustedes.”—Sal. 65:2; 1 Ped. 5:7.
La vida de los testigos de Jehová incluye muchas cosas que ayudan a evitar la soledad. Se comunican regularmente con Jehová Dios en oración, entre sí en las reuniones, y pasan mucho tiempo ayudando a sus vecinos a aprender acerca de Dios y de sus propósitos. La actividad unida de los testigos de Jehová hace que también tengan profundo interés el uno en el otro. Concuerdan con la observación del apóstol Pablo acerca de los cristianos: “Nosotros . . . somos un solo cuerpo . . . , miembros que pertenecemos individualmente los unos a los otros.” (Rom. 12:5) Una señora de Carolina del Sur cuenta lo siguiente acerca de su primera visita a un Salón del Reino:
“Puedo recordar la primera reunión a la que asistí y cómo el amor de estos testigos cristianos se irradiaba por toda la congregación. Después de la reunión permanecieron en el Salón y consideraron lo que acabábamos de oír y otras verdades bíblicas. . . . Por primera vez en mi vida tengo paz mental y una relación estrecha con mi Creador.”
Sí, la soledad se puede remediar. Pero para hacerlo uno debe tomar la iniciativa para desarrollar una relación con otros, especialmente con Jehová Dios. ¿Le gustaría hacer esto? Los testigos de Jehová se complacerán en ayudarlo. Se le invita cordialmente a asistir a las reuniones en su Salón del Reino. Si lo desea, una persona capacitada conducirá con usted un estudio de la Biblia gratuito en su hogar o en cualquier otro lugar conveniente. La soledad no tiene por qué volver a afligirlo.