Progreso hacia domar la lengua
EL DISCÍPULO Santiago reprendió la lengua humana. Mediante ilustraciones notables mostró qué tremenda es la tarea de dominar este pequeño miembro del cuerpo. Si un hombre pudiera dominar la lengua podría refrenar todo el cuerpo. Frenos en las bocas de los caballos pueden volver todo su cuerpo. Pequeños timones en grandes naves impelidas por vientos impetuosos pueden hacer las naves dar vuelta. Asimismo la lengua es un pequeño miembro del cuerpo, pero hace grandes jactancias. Como una sola chispa puede incendiar un bosque, así la pequeña lengua puede ser un fuego que encienda todo el cuerpo y lo corrompa. Bestias, aves, serpientes, criaturas marinas, todas pueden ser domadas por el hombre. “Pero la lengua, nadie de la humanidad puede domarla.” Pues, “si alguno no tropieza en palabra, éste es un hombre perfecto.”
Una fuente no hace brotar lo dulce y lo amargo. Una higuera no produce aceitunas. Ni una vid higos. Ni el agua salada produce agua dulce. Y sin embargo la lengua humana arroja de la misma boca bendición y maldición. Esto no debe ser. Concedido que mientras estén los cristianos en la carne imperfecta la lengua estará más allá de domarse a la perfección, y admitido que esto debe incitarnos a la misericordia hacia los ofensores arrepentidos, no obstante no arguye que el habla incorrecta debe disculparse como si fuera cualquier cosa ni que debe entregarse uno a ella libremente. Debemos estar alerta para conservar en su mínimo el daño hecho por la indócil lengua perjudicial que está llena de veneno mortífero. Debemos mostrar progreso en nuestros esfuerzos para domar la lengua, para contener sus explosiones que encienden. Como lo declaró Santiago, “No es correcto, hermanos míos, que estas cosas sigan aconteciendo de esta manera.”—Sant. 3:2-12, NM.
LENGUAS DESENFRENADAS PARA CHISMOGRAFÍA
“Quienquiera que observa toda la Ley pero da un paso falso en un punto, se ha convertido en pecador contra todos ellos. Porque el que dijo, ‘No cometerás adulterio,’ también dijo, ‘No matarás.’ Ahora bien, si tú no cometes adulterio pero matas, te has convertido en transgresor de ley.” (Sant. 2:10, 11, NM) Teniendo presente esta regla, ahora observe otro punto de la Ley: “No andarás como chismoso entre tu pueblo.” (Lev. 19:16) Para los sabios esto indica la gravedad de chismear, e impide la tontería de excusarla como conversación inofensiva. La prohibición de la Ley mosaica de chismear se trasladó a los cristianos no bajo esa ley.
“También aprenden a estar desocupadas, vagando por las casas, sí, no sólo desocupadas, sino también chismosas y entremetidas en asuntos ajenos, hablando de cosas que no deben.” (1 Tim. 5:13, NM) La ocupación principal de los cristianos debe ser poner en uso su lengua en la predicación del evangelio, pero algunos callejeros prefieren entremeterse: “Algunos andan desordenadamente entre ustedes, no haciendo ningún trabajo pero entremetiéndose en lo que no les atañe.” (2 Tes. 3:11, NM) El fin de tal curso es sufrimiento vergonzoso como un entremetido: “Que ninguno de ustedes sufra como asesino o ladrón o malhechor ni como entremetido en los asuntos de otras personas. Pero, si sufre como cristiano, que no sienta vergüenza.”—1 Ped. 4:15, 16, NM; Pro. 20:3.
Un chismoso no es un amigo fiel. “El amigo ama en todo tiempo, y el hermano es nacido para la adversidad.” (Pro. 17:17) Pero cuando un hermano necesita más a un amigo, cuando quizás está sufriendo adversidad debido a debilidad y defectos inherentes, el chismoso infiel que pretende ser amigo y hermano escoge este tiempo difícil para divulgar las faltas y culpas del que está siendo probado penosamente. “El que anda chismeando revela los secretos; mas el que es de espíritu fiel encubre el caso.”—Pro. 11:13.
Una persona puede actuar insensata e irreflexivamente como chismoso, pero el haberlo hecho sin pensar no disminuye el daño que resulta. Aunque no deliberadamente malicioso, el chismoso puede herir hondamente con sus palabras, palabras que son para él como bocados exquisitos que no puede resistir de compartir con otros: “Las palabras del chismoso son bocados muy suaves [manjares exquisitos, BC], pues descienden a lo más interior del cuerpo.” (Pro. 18:8) El chismoso no sólo perjudicará su propia relación con el hermano, sino que lo puede hacer difícil para que el ofensor retenga a sus demás amigos. “Un chismoso aleja a su amigo.” “El que sigue mentando el asunto separa a los mejores amigos.”—Pro. 16:28, margen, Pr 17:9, AN.
Agregado a todo esto, el chismoso está desperdiciando tiempo que debería usarse para obra provechosa. Si no contiene su lengua suelta y refrena su movimiento lo apresurará a pobreza espiritual: “En todo trabajo hay provecho; mas la parlería de los labios conduce solamente a la indigencia.”—Pro. 14: 23
Los que se gozan en rumores que impugnan la conducta o integridad de otro deben refrenar sus lenguas excitadas. Frecuentemente los rumores son mentiras. De acuerdo con las leyes de calumnia y libelo de los EE. UU. el que repite una falsa declaración derogatoria está tan sujeto a litigio como el que la originó. El divulgador de rumores puede estar citando de la prensa pública, de una carta, o de lo que oyó directamente, y puede dar su fuente; pero si es mentira puede ser demandado y no puede echar la responsabilidad a su fuente original. Después de todo, si sólo el iniciador de un rumor lo declarara, el rumor moriría al nacer. Es la extensa publicidad dada por conductos no teocráticos la que hace el daño.
La lengua que chismea a menudo es una lengua que miente. A medida que repite sus mentiras las exagera y tergiversa para hacer los bocados exquisitos que vende más sabrosos y sensacionales. Mientras más emocionantes puedan servirse los chismes, mayor será su valor mercantil en el círculo de los traficantes de chismes. Hace que les dé comezón a otros pies que están ansiosos de llevar cuentos que puedan hacer agravio. Casi siempre se siembra la discordia, y se gana el odio de Jehová. Siete cosas que se mencionan como odiosas a Jehová son: “Los ojos arrogantes, una lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, una mente con planes ladrinos, pies ansiosos para ir a hacer agravio, un testigo falso que dice mentiras, y el que siembra discordia en su grupo.”—Pro. 6:16-19, Mo.
“Una mente con planes ladinos.” Tal mente se halla frecuentemente detrás de la lengua que adula a su compañero está extendiendo una red para hacerlo caer.” Tales hombres de pensamiento doble se sienten libres para adular con la lengua mientras efectúan sus propósitos escondidos: “Hablan con labios aduladores y mentes dobles. El Eterno [Jehová] destruye todo labio adulador, y las lenguas que hablan tan altivamente—hombres que declaran, ‘Nosotros le damos rienda suelta a nuestra lengua, nuestros labios son nuestros: ¿quién nos llama a cuentas?’” (Sal. 12:2-4; Pro. 29:5, Mo) Para engañar a los incautos, “su boca profiere palabras hinchadas, teniendo en admiración las personas de los hombres, por motivos de interés.” (Judas 16) Igual que Pablo, los cristianos verdaderos no se degradan a la hipocresía para obtener fines codiciosos: “En ninguna ocasión nos hemos presentado ya sea con habla aduladora (como ustedes lo saben) ni con falsa apariencia para la codicia, ¡Dios es testigo!” Ellos saben que “los labios aduladores son fatales”.—Pro. 26:28, Mo; 1 Tes. 2:5, NM.
LENGUAS HIPÓCRITAS Y OBSCENAS
La hipocresía es un pariente cercano de la adulación, y ambas son fatales para los que persistentemente las practican. “No entrará en su presencia el hipócrita,” queriendo decir ante Jehová Dios. Por medio de la hipocresía quizás pueda enriquecerse ahora, pero “¿Cuál es la esperanza del hipócrita, por mucho que haya ganado, cuando Dios le arrebatare el alma?” (Job 13:16, Va; 27:8) Cristo Jesús condenó las lenguas hipócritas que hablaban para su propia alabanza, cuando les dijo a los escribas y fariseos: “Ustedes hipócritas, Isaías profetizó aptamente acerca de ustedes cuando dijo: ‘Este pueblo me honra con sus labios, sin embargo sus corazones están alejados de mí. Es en vano que continúen guardándome respeto, porque enseñan mandamientos de hombres como doctrinas.’” El tomar el nombre de Dios en los labios no es el requisito, sino el hacer su voluntad. Lectura bíblica de rutina no es la meta, sino el observar sus preceptos en la conducta de uno. Los fariseos eran hipócritas aun en sus oraciones, y el deseo de ser vistos por los hombres para su propia alabanza les preocupaba más que el deseo de ser oídos por Dios. (Mat. 6:5; 7:21; 15:7-9; 23:2, 3, NM) Tal persona nunca podría llegar a amar a su prójimo como a él mismo, porque “el hipócrita con la boca daña á su prójimo”.—Lev. 19:18; Pro. 11:9, Va.
Una lengua obscena es análoga a una lengua hipócrita, si pretende ser cristiana. ¿No es inconsistente usar la lengua para predicar el evangelio limpio y puro del Reino, y después cuando se haya terminado de trabajar emplearla en maldecir y blasfemar y en chistes obscenos? La misma Biblia que alaba la predicación condena la obscenidad: “Que la fornicación y la impureza de toda clase o codicia ni siquiera se mencionen entre ustedes, tal como es digno de personas santas, tampoco conducta vergonzosa o habla insensata o bromear obsceno, cosas que no son decorosas, . . . porque debido a las cosas susodichas la ira de Dios viene sobre los hijos de la desobediencia. Por lo tanto no sean socios de ellos; y dejen de participar con ellos en las obras infructuosas que pertenecen a las tinieblas, empero, más bien, hasta censúrenlas, porque las cosas que se hacen en secreto por ellos es vergonzoso hasta contarlas.”—Efe. 5:3-7, 11, 12, NM.
Este viejo mundo engañado pensará que es necesario blasfemar y maldecir para demostrar virilidad, pensará que cuentos sucios se necesitan para probar que uno no es afeminado. En realidad, los mundanajos tienen miedo de no reírse tras chistes indecentes, tengan gracia o no; deben carcajear para que no sean considerados bebés inocentes que no se dieron cuenta del verdadero significado. ¿Pero serán forzados los cristianos a cobardía y a condescender con bromas obscenas por temor de que no sean considerados “buenos camaradas” por este mundo inicuo? Ellos no son tan necios. Ellos abandonaron tales cosas en otro tiempo—¿por qué volver al lodo y al vómito? Pablo dijo: “En esas mismas cosas ustedes, también, en un tiempo anduvieron cuando acostumbraban vivir en ellas. Pero ahora en verdad deséchenlas todas de ustedes, ira, enojo, injuria, habla insultante y habla obscena de su boca.” Debe haber algún freno de la lengua, para que la adoración de uno no venga a ser vana.—Col. 3:5-8; Sant. 1:26; 2 Ped. 2:20-22, NM.
La lengua es sólo un instrumento de la mente y el corazón. Jesús dijo, “De la abundancia del corazón habla la boca.” Así que debemos ir hasta la raíz de la dificultad cuando buscamos domar una lengua indócil. Debemos trabajar para borrar de la mente y del corazón los impulsos que conducen la lengua a producir habla insensata. Si la mente y el corazón están llenos de lo que es bueno, no habilitarán la lengua para chismear, mentir, adular, hacerla de hipócrita, o proferir obscenidades. La mente y corazón llenos apropiadamente no tendrán lugar para tales desatinos.—Mat. 12:34; 15:18, 19, NM.
La mente cristiana no sólo cerrará la boca para no dejar salir habla entremetida, sino que cerrará los oídos a los chismes, y desanimará a los detractores solapados, recibiéndolos con un semblante desagradable. “El viento Norte ahuyenta la lluvia, así también el rostro airado a la lengua detractora.” O, “El viento del norte produce lluvia; así una lengua detractora un semblante airado.” (Pro. 25:23, AN) La mente perspicaz sabe que el criticar y el chismear acerca de otros es una manera indirecta de ensalzarse y jactarse uno mismo. El hablar mal de otros produce un falso y engañoso sentimiento de superioridad. Por esto el cristiano se ayuda a sí mismo y al chismoso cuando rehusa escuchar. Si no le echan más combustible, el fuego se apaga.—Sal. 141:5; Pro. 14:7; 17:4, 20; 20:19; 26:20, 21; 28:23.
Recuerde la parábola que Jesús dió acerca de las ovejas y las cabras. (Mat. 25:31-46) Lo que las cabras le hicieron a los hermanos de Cristo fué considerado como hecho a él. Lo que le hacemos a esos hermanos se considera como hecho a Cristo. ¿Chismearía usted acerca de su Señor? ¿le hallaría usted falta? ¿repetiría chismes contra él? ¿Trataría de mentir acerca de él o a él? ¿lo adularía usted? ¿la haría de hipócrita con él? ¿O se sentiría usted libre de acercarse a él con bromas obscenas? Si no haría usted estas cosas con él, no las haga con sus hermanos. ¡No cometa el error de las cabras!
Así que busque el progreso hacia domar la lengua echando fuera el mal con el bien. “Hermanos, cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de importancia, cuantas sean justas, cuantas sean puras, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, sigan considerando estas cosas.” (Fili. 4:8, NM) Estudiando la Palabra de Dios transforme su mente, para que pueda transformar su lengua indócil: “Dejen de amoldarse a este sistema de cosas, mas transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para sí mismos la buena y la aceptable y la completa voluntad de Dios.” (Rom. 12:2, NM) Mediante estudio continuo obtenga más de tal conocimiento que lo vestirá de una personalidad a la imagen de Cristo: “Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas, y vístanse con la nueva personalidad la cual por medio de conocimiento exacto está siendo renovada de acuerdo con la imagen del que la creó.”—Col. 3:9, 10, NM.
Hasta que tales cambios acontezcan completamente por medio de estudio y la ayuda del espíritu de Dios y permitan el domar la lengua por completo, todos nosotros tenemos que vigilar estrechamente a ese miembro pequeño, cada uno mirando la suya propia, manteniendo sus fuegos estancados y controlados. Use pocas y calmadas palabras cuando las circunstancias sean perturbadoras, como se aconseja: “Donde abundan las palabras, no falta el pecado: el que controla su lengua es hombre sabio. Guarda su vida el que guarda sus labios: el que habla libremente—¡es ruina para él! Un hombre de razón ahorra sus palabras; el prudente se mantendrá calmado. El que cuida sus labios y lengua podrá evitar la dificultad:” (Pro. 10:19; 13:3; 17:27; 21:23, Mo) Mantenga la lengua domada y con freno cuando surjan los enojos, tapándose la boca con la mano si es necesario. (Job 40:4; Sal. 39:1; Pro. 30:32) Si se siente demasiado débil para lograr buen éxito en sí mismo, diga la oración del salmista: “¡Pon, oh Jehová, una guarda a mi boca! ¡vigila la puerta de mis labios!”—Sal. 141:3.
El domar la lengua es tan vital porque “la muerte y la vida están en el poder de la lengua”. Cuando se usa mal en explosiones inflamatorias está llena de veneno mortífero, pero “la lengua benigna es árbol de vida”. (Sal. 34:12-14; Pro. 15:4; 18:21) Con ella uno reconoce a Dios y confiesa a Cristo y “hace declaración pública para salvación”: Así que con tales perspectivas gloriosas de servicio y vida en mira, progresemos hacia domar la lengua a medida que avanzamos a la madurez.—Rom. 10:10; 14:11; Fili. 2:11; Heb. 6:1, NM.