La música que escoges
Hechos útiles que desean saber los jóvenes
LA MÚSICA es una parte natural de la vida humana. Entre los sonidos más tempranos que muchos de nosotros oímos estuvo la música, en una canción de cuna de mamá.
El Creador del hombre, de hecho, intraconstruyó música en el medio humano. No solo los tonos claros, fluyentes que brotan de la garganta de las aves, sino el murmullo de los arroyos, el susurro o lamento del viento en los árboles, el chirrido de los grillos, el croar de las ranas y los reclamos, alaridos y silbidos de muchas otras criaturas de la Tierra... todos éstos tienen un sonido musical. No sorprende, entonces, que el desarrollo de los instrumentos musicales se remonte hasta la aurora de la historia humana.—Gén. 4:21.
¿Significa eso que toda la música necesariamente es buena? O ¿es preciso escoger con cuidado la música que escuchas? ¿Qué puede ayudarnos a determinarlo? ¿Cuánto importa realmente?
Una cosa es segura... hay tremenda variedad. Aparte de la llamada música “seria” o clásica y óperas, hay un campo extenso de música semiclásica, y todo país tiene su propia música folklórica, canciones regionales y marchas. La música para bailar va desde valses elegantes hasta polcas vivaces; hay congas y rumbas latinoamericanas y sambas brasileñas, también merengues, beguines y bossa novas, muchos de éstos con un fondo africano. En particular desde la I Guerra Mundial, se ha popularizado la música instrumental y vocal altamente sincopada... jazz, blues, swing y rock. En alguna música, la melodía y la armonía sobresalen; otras clases enfatizan el compás y el ritmo.
De modo que hay mucho de donde escoger. ¿Qué prefieres? ¿Es necesario tener cuidado?
LA NECESIDAD DE TENER CUIDADO AL ESCOGER
Hay que tener cuidado y reflexionar. ¿Por qué? Porque la música tiene poder. Y como cualquier otro poder puede servir para lo bueno o para dañar.
¿De dónde viene el poder de la música? De la facultad que tiene de inducir en la gente cierto sentimiento, disposición de ánimo o espíritu. La música puede aflojar la tensión y calmar, o refrescar y animar. (Nota el efecto que la música de David tenía en el rey Saúl. [1 Sam. 16:23]) Uno casi puede “sentir” la diferencia entre una marcha vigorosa y una serenata suave. La música puede incitar toda emoción humana... amor, ternura, reverencia, tristeza, cólera, odio y pasión. A través de la historia los hombres han reconocido el poder de la música y la han usado para mover a la gente de ciertas maneras.
En la Biblia el corazón está estrechamente asociado con las emociones y la motivación. La Biblia muestra que la clave para nuestra conducta se halla en el corazón. (Pro. 4:23; Mat. 15:18, 19) Puesto que el poder emocional de la música es una realidad, el que guardemos nuestro corazón requiere que ejerzamos cuidado en cuanto a la música que escogemos.
Es cierto, la música es un don de Dios para nuestro placer, pero la manera en que se usa un don es lo que determina su valor al usuario, así como el aprecio de éste al dador. El habla, también, es un don de Dios, y la gente puede usar su voz para hablar de una manera agradable y melodiosa que hace la vida más deleitable para los que la rodean, diciendo cosas que son útiles y provechosas. Pero, ¿qué hay si usan su voz para dar alaridos fuertes y agudos, para gritar escandalosamente y vociferar? O, aunque hagan su voz suave y grata al oído, ¿qué hay si la usan para mentir o animar a otros a cometer males? ¿Te agradan las voces que se usan así? ¿Te gustarían como vecinos personas que usan su voz así? Bueno, ¿has oído música que tiene efectos similares?
Sí, un hecho que debemos afrontar es que la música es una forma de comunicación, entre el compositor o ejecutante y el oyente. No solo se comunican sentimientos; también se comunican ideas. Después de todo, las canciones son simplemente habla puesta en música, a menudo la música ayuda a hacer que las palabras (o letra) penetren más fácilmente en la mente y el corazón. Quizás algunos digan que no prestan atención alguna a la letra de una canción, que simplemente disfrutan de la música. Pero aun sin atención consciente las palabras se oyen de todos modos, y su efecto, aunque lento o sutil, todavía está allí. Las personas que ponen en música anuncios comerciales por radio y televisión saben esto, y es probable que hayas descubierto que la letra y música de algunos de estos anuncios comerciales vienen a tu memoria mucho después de haberlos oído. De modo que, la pregunta es: ¿Qué te comunica la música que escoges?
A menudo la música es el medio o vehículo para esparcir filosofías, ideologías políticas, nacionalismo, creencias religiosas y una hueste de otras cosas. Parte del triunfo de la Revolución Francesa se atribuye con frecuencia a lo que un escritor llama “la llamada a las armas que hiela la sangre” de la canción La Marsellesa. Los colegios de enseñanza superior y las escuelas por lo general tienen sus “canciones de lucha” que se usan antes de las competencias atléticas. El tono pesado y místico de la música de ciertas religiones cuadra con sus doctrinas.
Es cierto, el efecto conmovedor de la música solo es temporal. Pero a menudo es lo suficientemente duradero para dar un impulso indudable en cierta dirección, o para reducir la resistencia a cierta atracción o tentación. Si estudiaste química en la escuela aprendiste en cuanto a los “catalizadores.” Aprendiste que la combinación de dos o más sustancias químicas a menudo solo se puede lograr usando algún otro ingrediente que, de hecho, junta las sustancias químicas. Ese ingrediente es un “catalizador.” Ahora bien, todos nosotros tenemos ciertas debilidades e inclinaciones incorrectas, y por eso a veces nos sentimos tentados a hacer ciertas cosas que son incorrectas. Pongamos por caso que surjan circunstancias que te animan a hacer un acto incorrecto. La música puede ser el “catalizador” que hará que el deseo y las circunstancias se combinen... resultando en algo que después lamentes seriamente. Sobre la base de sus estudios, una investigadora para una comisión gubernamental que estudia la pornografía dijo:
“La música, al influir en las emociones de las muchachas para despertar amor y cariño, con frecuencia sirve de catalizador para el amor y de tal modo un estímulo para despertamiento sexual en la hembra adolescente. . . . La música hace surgir este sentimiento.”—Post de Denver, 23 de julio de 1971.
Sí, el impulso que suministra la música, aunque temporal, quizás sea todo lo que se necesita para iniciarte en un derrotero o modo de vivir que es en sí duradero o que produce resultados duraderos. De modo que, ¿no vale la pena que uses discernimiento en lo que tiene que ver con la música?
EL PROBLEMA DE DECIDIR
Realmente, nadie puede suministrarte una lista que inmediatamente identifique qué música es buena y cuál es mala. La razón es que entre todas las clases de música mencionadas no hay ninguna que pueda ser marcada como “toda buena” o “toda mala.” Tienes que usar tu mente y corazón para discernir su valor individual, guiado por principios como los que ya se han considerado. Y tu selección indica a otros algo acerca de la clase de persona que eres.
“¿Acaso el oído mismo no prueba las palabras como el paladar gusta el alimento?” preguntó Job hace mucho tiempo. (Job 12:11) Así, también, tu oído puede probar la música. Aun sin la letra, a menudo puedes identificar qué clase de disposición de ánimo o espíritu está diseñada a producir una pieza, qué clase de conducta estimula. Ese fue el caso con la música que Moisés oyó al descender del monte Sinaí y acercarse al campamento de los israelitas. Como le dijo a Josué: “No es sonido del cantar por poderosa hazaña [un canto de victoria], y no es sonido del cantar de derrota [una canción fúnebre]; es sonido de otro cantar el que estoy oyendo.” El cantar realmente reflejaba actividad inmoral desenfrenada e idolátrica.—Éxo. 32:15-19, 25.
Considere ejemplos más recientes. La música clásica, por ejemplo, por lo general tiene un sonido dignificado, a veces majestuoso. Pero aunque gran parte de ella tenga un efecto algo noble en los pensamientos de uno, otra parte de ella trata del lado sórdido o egoísta de la vida y hasta lo glorifica. Vale la pena recordar que muchos compositores clásicos de fama llevaron vidas inmorales, hasta disolutas. Y aunque por lo general escribieron para un auditorio que se supone apreciaba las ‘cosas más bellas de la vida,’ es casi inevitable que algo de su punto de vista torcido y emociones torcidas se filtrara en su música, con palabras o sin ellas. Por eso, sí queremos guardar la salud de nuestra mente y corazón, aun la llamada música “seria” no puede tomarse muy en serio o aceptarse indiscutiblemente.
En un extremo de la variedad musical hallamos las composiciones clásicas y en el otro el jazz sincopado y la música de rock. Aun en esto uno halla algo de música melódica y moderada. Pero gran parte de ésta es desenfrenada y estridente. Por eso los músicos mismos establecen una distinción entre la música de jazz y rock que es “suave” y la que es “caliente,” “dura” o “ácida.” Uno debería poder identificar qué clase de conducta está promoviendo la música... su oído, su mente y corazón deberían comunicárselo. La letra o el tono de cierta música a veces es tan obvio que la gente la asocia fácilmente con ciertas clases de conducta o clases de personas. La Biblia, por ejemplo, habla de las “canciones de los bebedores” y la “canción de una prostituta.” (Sal. 69:12; Isa. 23:15, 16) ¿Qué hay en cuanto al día presente?
Si, por ejemplo, tú lees en el periódico en cuanto a un concierto o festival musical y el relato informa acerca de personas que gritaban, muchachas que se desmayaban, el uso de drogas y que se tuvo que llamar la policía para impedir que arruinaran el teatro... ¿qué clase de música pensarías que estuvo envuelta en la función? Si te enteras de que un popular cantante o músico joven murió de una dosis excesiva de drogas... ¿en qué clase de música pensarías que él o ella se especializaba?
Como señala el libro The Psychology of Music, ‘cualquier sonido rítmico, monótono y prolongado produce varias etapas de estado hipnótico.’ Gran parte de la música de rock se distingue por su sonido embotado, constante, pesado, vibrante o palpitante. Tiene un compás que amortigua la mente. Su golpeteo constante, implacable, le recuerda a uno una persona que sigue repitiendo algo insistentemente a macha martillo hasta que convence a otros a hacer lo que él quiere, expulsando otros pensamientos de la mente de ellos. Alguna música clásica “ultramoderna” se especializa en sonidos raros, frecuentemente disonantes que tienen un efecto similar. Un jefe divisional de Discos Columbia dijo, según lo citó la High Fidelity Magazine: “La clase de receptividad que se necesita para el nuevo rock y el nuevo clásico es exactamente igual. . . . Uno tiene que entregarse a ellos y dejar que se posesionen de su mente.”
Pero ¿puede uno dejar que “se posesionen de su mente” así sin peligro? La World Book Encyclopedia dice que, para muchos, “la música de rock simboliza un modo de vivir distinto.” Es probable que tú sepas eso sin que te lo diga una enciclopedia. Y tú sabes que muchos jóvenes son atraídos a la música de rock porque creen que su letra “describe las realidades y problemas del mundo que los rodea.” Quizás más que cualquier otra forma de música popular, la música de rock trata de transmitir un mensaje: sobre los problemas de crecer, la brecha entre generaciones, drogas, sexo, derechos civiles, disensión, pobreza, guerra y temas similares. Trata de expresar muchas “ideas de los jóvenes en pro de un mundo mejor y el descontento juvenil para con las injusticias sociales.” Pero, ¿cuál es su efecto?
Detente y pregúntate: En los casi veinte años desde que la música de rock se hizo prominente en la escena (a principios de los años 1950), ¿qué ha logrado para los jóvenes? ¿Qué verdaderas soluciones les han traído sus filosofías? ¿Realmente presentan sus mensajes alguna solución clara, unificada, o están tan confundidos y desorientados como lo están las sectas religiosas del mundo, algunas canciones abogando por la violencia y otras por lo contrario? ¿Muestran las vidas personales de sus compositores y ejecutantes que —aparte de ganar dinero— ellos mismos han hallado la solución a los problemas de la vida? ¿Realmente presentan algo nuevo, o no son tales cosas como la relajación sexual, la falta de respeto a la autoridad, el huir de la responsabilidad, el uso de drogas, cosas que tienen una historia muy antigua... una historia que nunca es de buen éxito sino, tarde o temprano, de fracaso?
Si esa música está diseñada para poner en enfoque las realidades, ¿por qué está orientada tan gran parte de ella hacia las drogas... siendo alguna letra entendible solo para los que toman drogas? En vez de ayudar a los jóvenes a entender la vida, ¿no es quizás un llamamiento a las tendencias pueriles de tratar de evitar la responsabilidad?
De modo que, tu selección de música no es asunto leve. Puedes dejar que otros decidan por ti simplemente siguiéndole la corriente a la muchedumbre, escogiendo lo que es popular, lo que atrae a las masas. O puedes pensar por ti mismo y tener cuidado al seleccionar, guiado por la sabiduría duradera y superior que se halla en la Palabra de Dios. (Pro. 14:15) Eclesiastés 7:5 dice: “Mejor es oír la reprensión de alguien sabio que ser el hombre que oye la canción de los estúpidos.” La “estupidez” de que habla la Biblia no es simple estupidez mental sino que significa estupidez moral, seguir un derrotero que solo puede traer dificultad futura. Tu selección de música es una cuestión, entonces, de si simplemente te interesas en “divertirte” o en una vida buena, una vida eterna en el favor de Dios.
Considera, también, que tu selección produce efecto en otros. Quizás te parezca que puedes escuchar música que contiene algunas palabras que van en contra de lo verdadero y correcto o que tiene un sonido sensual, desenfrenado, y sin embargo no ser afectado. Pero ¿qué clase de influencia eres para otros? ¿Eres del mismo sentir que el apóstol Pablo, que dijo que estaba dispuesto a privarse hasta de cosas tan apropiadas como el comer carne si así podía evitar el hacerse una piedra de tropiezo a otros? (1 Cor. 8:9-13; Rom. 14:13, 21; 15:2) ¿Con qué clase de personas te identifica la música que escoges?
Hay canciones que forman parte de la adoración verdadera de la Fuente del don de la música, Jehová Dios. Es cierto, no se requiere que cantemos o escuchemos únicamente esa música. Sin embargo tenemos que recordar siempre que viene el día en que los únicos que vivan en la Tierra serán los que canten la alabanza de Jehová Dios. (Sal. 148:12, 13; 150:1-6) Sabiamente, entonces, escoge música que no aleje tu mente o corazón de esa meta.