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¡Nuestros huéspedes los construyeron!La Atalaya 1978 | 1 de enero
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semanas de aquel tiempo estaba el ex-supervisor de construcción, Tadazo Fukayama, quien para entonces había calificado para ser también superintendente espiritual en la congregación cristiana y estaba asistiendo a esta clase.
Ahora estos dos nuevos edificios se están utilizando a capacidad. Agradecidos de veras están los miembros de la familia del Betel del Japón cuando señalan a estos excelentes edificios y dicen: “¡Nuestros huéspedes los construyeron!”
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¿Qué quiso decir el sabio?La Atalaya 1978 | 1 de enero
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¿Qué quiso decir el sabio?
No se preocupe en demasía por lo que diga la gente
A veces uno se pregunta: ¿Qué dicen los demás de mí? ¿Realmente les agrado, o no? Cuando eso sucede, es necesario ejercer precaución. El sabio aconsejó: “No des tu corazón a todas las palabras que hable la gente, para que no oigas a tu siervo invocar el mal contra ti. Porque tu propio corazón sabe bien aun muchas veces que tú, tú mismo, has invocado el mal contra otros.”—Ecl. 7:21, 22.
Es imprudente el preocuparse en demasía por lo que dice la gente, tomar muy a pechos sus palabras. Los seres humanos son imperfectos y por eso pueden decir a otros, acerca de amigos y conocidos, ciertas cosas que de ninguna manera les son halagüeñas. Salomón hizo notar que un siervo, que debería serle leal a su amo, pudiera enfadarse e invocar el mal contra él. Por eso uno simplemente no puede tomar en serio todo comentario y permitir que le perturbe. Por otra parte, cuando los comentarios son excepcionalmente favorables, esto puede tener un mal efecto por alimentar el orgullo de uno.
En armonía con ello, cuando se trata de las palabras de la gente, es bueno pensar en cuanto a nuestro propio hablar. Como señaló Salomón, uno mismo quizás frecuentemente haya dicho cosas malas acerca de otros, sin propósito malicioso. Entonces, ¿por qué perturbarse y agitarse por lo que otros digan por tomar demasiado en serio sus palabras? ¿Por qué hasta tener indebida curiosidad por lo que se dice? Sea favorable o desfavorable, lo que otros digan puede desequilibrar a uno si uno lo toma demasiado en serio.
A pesar de su extensa investigación de los asuntos humanos, Salomón se dio cuenta de que todavía no tenía dentro de su alcance una comprensión completa. Declaró: “Todo esto lo he puesto a prueba con sabiduría. Dije: ‘Ciertamente me haré sabio.’ Pero estuvo lejos de mí.” (Ecl. 7:23) Los principios que Salomón formuló como resultado de su extensa investigación estaban probados. Él usó su sabiduría para evaluarlos y quedó convencido de que eran correctos, buenos. Había llegado a comprender la vanidad, la vacuidad, del modo de vivir materialista que pasa por alto al Creador. Sin embargo, Salomón se dio cuenta de que, en el sentido absoluto, estaba lejos de la sabiduría. Esto era a pesar de que realmente había querido conseguir perspicacia, como lo muestra claramente la determinación que se expresa en las palabras: “Ciertamente me haré sabio.” Hubo muchas cosas que Salomón, aunque sobresalientemente dotado de sabiduría, no pudo sondear. Continuó: “Lo que ha llegado a ser está muy lejos y es sumamente profundo. ¿Quién puede descubrirlo?” (Ecl. 7:
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