¿Qué quiso decir el sabio?
‘Para que vean que son bestias’
Los hombres quizás se enorgullezcan de sus aptitudes y conocimiento. Sin embargo, en lo que toca a la manera en que la vida tiene su fin, los hombres no están en mejores circunstancias que las bestias irracionales. El sabio rey Salomón hizo notar esto, diciendo: “Yo, yo mismo, he dicho en mi corazón tocante a los hijos de la humanidad que el Dios verdadero va a seleccionarlos, para que vean que ellos mismos son bestias. Porque hay un suceso resultante con respecto a los hijos de la humanidad y un suceso resultante con respecto a la bestia, y ellos tienen el mismo suceso resultante. Como muere el uno, así muere la otra; y todos ellos tienen un solo espíritu, de modo que no hay superioridad del hombre sobre la bestia, porque todo es vanidad. Todos están yendo a un solo lugar. Todos procedentes del polvo han llegado a ser, y todos están volviendo al polvo.”—Ecl. 3:18-20.
Exactamente antes de presentar este pensamiento, Salomón escribió: “El Dios verdadero juzgará tanto al justo como al inicuo, porque hay un tiempo para todo asunto y respecto a toda obra allá.” (Ecl. 3:17) Por eso, en el Ecl. 3 versículo 18, cuando Salomón dice que Dios ‘selecciona’ o ‘entresaca’ a los seres humanos, ello quizás signifique que lo que él les suministra a modo de oportunidades, así como las cosas que les permite experimentar, incluso problemas e incertidumbres, con el tiempo revelan si son justos o inicuos. El hecho de que la vida esté llena de dificultades e incertidumbres y finalmente termine en la muerte debe demostrarles indisputablemente a los hombres que, en lo que toca a su propio poder, al fin son como bestias. El mismo espíritu o fuerza de vida, que es sostenido por la respiración, anima tanto al hombre como a la bestia. Después de morir, tanto el hombre como la bestia regresan al polvo sin vida.—Ecl. 9:4-6.
Con la observación humana como único fundamento, nadie puede contestar la siguiente pregunta que presenta Salomón: “¿Quién hay que conozca el espíritu de los hijos de la humanidad, si está ascendiendo hacia arriba; y el espíritu de la bestia, si está descendiendo hacia abajo a la tierra?”—Ecl. 3:21.
Puesto que la muerte acaba con todas las actividades del ser humano tal como en el caso de una simple bestia, Salomón concluye: “He visto que no hay nada mejor que el que el hombre se regocije en sus obras, pues ésa es su porción; porque ¿quién lo hará venir para que mire lo que va a ser después de él?” (Ecl. 3:22) La sabiduría dicta que uno obtenga disfrute saludable de su duro trabajo. Después que uno muere, cesa de participar por completo en las actividades humanas. Como cadáver sin vida, no puede ni siquiera ver lo que está sucediendo entre la humanidad.—Ecl. 9:5, 10.
El recordar que la muerte puede hacer que una persona quede hecha nada, exactamente como le sucede a una bestia irracional, debe tener en nosotros el efecto de hacernos ver las cosas con seriedad. Nos debe recordar la importancia de utilizar nuestra vida para lo que es bueno, a pesar de las incertidumbres y los problemas. Esto también debe movernos a buscar a Dios, reconociendo que toda expectativa de vida futura después de la muerte depende de él.