Antiguos modelos para la actualidad
HOY en día mucha gente que asiste a las iglesias considera a tres cuartas partes de la Biblia, a saber, las Escrituras hebreas que ellos llaman el “Viejo Testamento” como un mero registro histórico del antiguo pasado. En esto se equivocan grandemente. Por muchos siglos Dios trató con los israelitas de manera especial e hizo que sus experiencias, y la historia de otra gente antigua antes de ellos, se escribieran como modelos: “Porque cuanto fué escrito anteriormente, para nuestra enseñanza fué escrito.”—Rom. 15:4.
Un tipo es una imagen o representación de algo que sucederá en algún tiempo futuro. El antitipo es la realidad de la cosa que el tipo representa. El tipo puede llamarse propiamente una sombra; el antitipo, la realidad. Episodios y experiencias dramáticos sirven de tipos, un estudio de los cuales le dará a la persona un facsímile o cuadro de la realidad, y por lo tanto se llaman cuadros proféticos. Un tipo es también un modelo que sirve como una guía para ayudarnos a entender la realidad.
Teniendo el punto de vista correcto de este asunto, Pablo el apóstol apreció la importancia de la historia dramática de Israel. Esto explica por qué en sus cartas citó muy a menudo esos sucesos pasados y mostró cómo prefiguraron, tipificaron y arrojaron una sombra de mayores realidades. Por ejemplo, Pablo dice que el apagar la sed de Israel por el agua que brotó de la roca fué sólo un modelo o tipo del “agua viva” que brota de la gran Roca, Cristo Jesús.—1 Cor. 10:1-4.
“Y estas cosas,” Pablo continúa, “eran ejemplos para nosotros [figuras, AN, margen], a fin de que no tengamos codicia de cosas malas, como ellos [los israelitas antiguos] también codiciaron. Ni seáis idólatras, como lo eran algunos de ellos; según está escrito [Éxo. 32:6]: Sentóse el pueblo a comer y a beber, y se levantaron para juguetear. Ni cometamos fornicación, como algunos de ellos la cometieron, y cayeron en un día veinte y tres mil. Ni tentemos al Señor, como algunos de ellos le tentaron, y perecieron, mordidos por serpientes. [Núm. 21:5, 6] Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron, heridos por el destruidor. Y estas cosas les sucedieron a ellos típicamente [“por vía de ejemplo,” HA; “figurativamente,” BC], y fueron escritas para admonición de nosotros, a quienes ha llegado el fin de los siglos.”—1 Cor. 10:6-11.
SOMBRAS DEL TABERNÁCULO
¿Será posible que todas esas reglas, ordenanzas y mandamientos dados a Israel concernientes a sus servicios y sacrificios del tabernáculo fueron simbólicos de mayores cosas por venir? Con toda seguridad, ¡sí! Y Pablo aclara bien esto al explicar la realidad de muchas de esas cosas. “Porque aunque la Ley prefiguró las bendiciones que vendrían, no las expresó plenamente.” (Heb. 10:1, UTA) El sacerdocio bajo el viejo pacto de la Ley fué sólo una sombra o modelo de las cosas mayores celestiales y espirituales, como está escrito: “el servicio en que se ocupan es sólo una sombra e imitación de aquello en el cielo.” (Heb. 8:5, 6, UTA) Sí, las ordenanzas ceremoniales implicando el guardar los días santos, novilunios, sábados, ofrendas de holocaustos y libaciones, etc., nos dice el apóstol, fueron “todas sólo la sombra de algo que seguiría; la realidad se halla en Cristo.”—Col. 2:16, 17, UTA.
No dejando el tema, Pablo se refiere de nuevo a esos sacrificios del tabernáculo como sólo “una figura para el tiempo presente” (AN), y continúa: “Pero habiendo venido Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por medio del mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación; ni tampoco por medio de la sangre de machos de cabrío y de terneros, sino por la virtud de su propia sangre, entró una vez para siempre en el lugar santo, habiendo ya hallado eterna redención. Y según la ley, casi todas las cosas son purificadas con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay remisión. Fué pues necesario que las representaciones de las cosas celestiales fuesen purificadas con estos sacrificios, pero las mismas cosas celestiales, con mejores sacrificios que éstos. Porque no entró Cristo en un lugar santo hecho de mano, que es una mera representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios por nosotros.”—Heb. 9:9, 11, 12, 22-24, AN, margen.
Ahora “Abraham tuvo dos hijos, el uno de la esclava, y el otro de la mujer libre. Mas el de la esclava nació según la carne, empero el de la mujer libre nació por medio de la promesa divina. Las cuales cosas son dichas alegóricamente; porque estas dos mujeres son dos pactos”. (Gál. 4:22-24) ¿Qué podría ser más claro que esta declaración, que estos sucesos históricos fueron cuadros proféticos, alegorías, de cosas que seguirían?
OTROS PODEROSOS EJEMPLOS CITADOS
Otros escritores de las Escrituras griegas, el tal llamado “Nuevo Testamento”, también reconocieron en las Escrituras hebreas modelos y ejemplos útiles para que los siguieran los cristianos. El apóstol Pedro nos dice que Sara, por su humildad y obediencia a su esposo Abrahán, es un buen modelo para que la imiten las esposas en la congregación cristiana. (1 Ped. 3:1-6) El discípulo Santiago cita a Abrahán y Rahab como buenos modelos para que los sigan todos los que quieran probar su fe mediante sus obras. (Sant. 2:20-26) O si se trata de aguantar aflicción y persecución a manos del Diablo y sus agentes, entonces se hallan algunos de los mejores ejemplos en la historia de los antiguos profetas hebreos. “Tomad, hermanos, por dechado de sufrimiento del mal, y de la paciencia, a los profetas que han hablado en el nombre del Señor.” Ese hombre justo Job, dice Santiago, es un ejemplo sobresaliente de aguantar con paciencia y constancia en integridad bajo aflicción.—Sant. 5:10, 11.
Por otra parte, Judas en su breve pero poderosa carta, en la que exhorta a los cristianos a contender con tesón por la fe, dice que deberían estar alerta contra los hombres inicuos que se introducirían entre el pueblo del Señor. Judas nos dice entonces que Caín por su iniquidad es un ejemplo de los tales. También el error de Balaam prefiguró el mal de esta clase inicua. Y todavía se cita un tercer ejemplo por Judas, cuando muestra que Coré por su rebelión fué cuadro de los que se dedican a corromper las congregaciones cristianas.—Núm. 16:1-35; 22:7; 1 Juan 3:12; Judas 3, 4, 11.
Juan el Bautista y su trabajo fueron prueba adicional de que la vida y obra de los profetas hebreos fueron simbólicas de sucesos que acontecerían en el futuro. Malaquías había predicho que vendría uno de quien el profeta Elías fué cuadro, y mientras Juan el Bautista aseguró que él no era Elías, admitió libremente que estaba haciendo la obra prefigurada por el profeta. (Mal. 4:5; Juan 1:21-23) Jesús también testificó que, si estamos listos para aceptar la idea, Juan el Bautista fué aquel prefigurado por Elías.—Mat. 11:13, 14; 17:12, UTA; Mar. 9:12, 13.
CRISTO, REALIDAD DE MUCHOS TIPOS
Muchos hombres de la antigüedad, en su servicio especial a Dios, prefiguraron de manera típica a Cristo Jesús y su ministerio. El ungido Jesús, entonces, vino a ser la realidad de esos cuadros proféticos. Como la raíz de Isaí, el León de la tribu de Judá en quien deben esperar las personas de buena voluntad de toda nación, Cristo es el Mayor David. (Rom. 15:8, 12; Apo. 5:5; 22:16) Señalándose él mismo como el Mayor Salomón, Cristo declaró: “He aquí uno mayor que Salomón en este lugar.” (Luc. 11:31; 1 Rey. 10:1-9; 2 Cró. 9:1-8) El apóstol Pedro y Esteban, un siervo en la iglesia primitiva, reconocieron a Cristo como el Moisés Mayor, de quien Moisés fué tipo.—Hech. 3:20, 22; 7:37; Deu. 18:15.
Cuando esa generación pidió prueba adicional de que Jesús era el Mesías, Cristo citó al profeta Jonás como cuadro o tipo propio de él, en más de una manera, diciendo: “Una generación mala y adúltera busca solícitamente una señal; mas ninguna señal le será dada, sino la señal de Jonás el profeta. Porque de la manera que Jonás estuvo en el vientre del gran pez por tres días y tres noches, así el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el corazón de la tierra.” (Mat. 12:39, 40; Jonás 1:17) “He aquí uno mayor que Jonás en este lugar,” declaró Jesús. “Porque de la manera que Jonás fué señal a los Ninivitas, así también lo será el Hijo del hombre a esta generación.”—Luc. 11:30, 32; Mat. 12:41; Jonás 3:1-10.
Isaías, al declarar que “el espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, por cuanto Jehová me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los mansos”, etc., estaba en realidad prefigurando a Cristo Jesús. Por eso, Cristo tenía todo derecho de leer este pasaje del libro de Isaías en la sinagoga en Nazaret y de aplicarlo a sí mismo. “Hoy es cumplida esta Escritura en vuestros oídos.”—Isa. 61:1, 2; Luc. 4:16-21.
El cordero pascual macho, sin tacha, que fué degollado en Egipto fué en verdad un cuadro o tipo del perfecto joven Jesús, “un cordero sin defecto e inmaculado.” (Éxo. 12:5; 1 Ped. 1:18, 19) Es la sangre de Cristo, el Cordero de Dios, que valida el nuevo pacto. “Porque nuestro cordero Pascual ha sido sacrificado ya; es Cristo mismo.” (1 Cor. 5:7, TA) Como el redentor y comprador de todo lo que Adán perdió, Cristo toma el lugar de Adán como el padre, “El Padre eterno,” de la población del nuevo mundo. Por lo tanto Adán, como Pablo nos dice: “prefiguró al que vendría,” a saber, a Cristo Jesús.—Isa. 9:6, Va; Rom. 5:14, UTA.
Pablo al escribir a los hebreos explicó claramente que Cristo como el sumo sacerdote de Dios, ordenado para ofrecer mayores sacrificios que los ofrecidos por el sacerdocio aarónico, fué prefigurado por Melquisedec. El nombre de Melquisedec y el nombre de su reino fueron significativos, y el hecho de que no hay registro de su comienzo o fin lo hizo “como ninguno excepto el “Hijo de Dios” que continúa como sacerdote para siempre. “El punto es más claro todavía en vista del hecho de que el nombramiento del nuevo sacerdote [Cristo Jesús] se parece al de Melquisedec, porque él es nombrado no porque posee cualesquier cualidades físicas legales, sino por virtud de una vida que no puede terminar.”—Heb. 5:1-10; 6:20; 7:1-3, 15, 16, UTA.
CUADROS PRÁCTICOS PARA NUESTRO DÍA
Sería un gran error el pensar que todos los cuadros proféticos que Dios hizo que fueran registrados en las santas Escrituras hebreas tuvieron su cumplimiento en los días de Cristo y los apóstoles. Más bien, uno debería ver tales cuadros cumplidos como evidencia tangible de que otros cuadros proféticos prediciendo sucesos en nuestro día se cumplirán de igual manera. Por lo tanto, en esta crisis mundial, personas sensatas considerarán diligentemente los sucesos simbólicos de la antigüedad.
En sus grandes profecías del fin del presente sistema diabólico de cosas, Cristo dijo esto: “En el tiempo del Hijo del Hombre será igual como fué en el tiempo de Noé. La gente siguió comiendo, bebiendo, casándose, y dándose en matrimonio hasta el mismo día en que Noé entró en el arca y vino el diluvio y los destruyó a todos.” (Luc. 17:26, 27, UTA; Mat. 24:37,38) Claramente, entonces, los sucesos del día de Noé, la destrucción de esa generación inicua, y la conservación del justo Noé y su familia, fueron un cuadro gráfico y dramático de los sucesos mundiales en este día.
“O como fué en el día de Lot; siguieron comiendo, bebiendo; comprando, vendiendo, plantando, y edificando, pero el día que Lot dejó Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los destruyó a todos. Será igual en el día cuando el Hijo del Hombre aparezca.” ¡Así habló Cristo en amonestación solemne! Y poniendo de manifiesto este cuadro de la escapatoria de Lot y cómo algunos no escucharían la amonestación, añadió: “¡Recuerden a la esposa de Lot!”—Luc. 17:28-30, 32, UTA.
Sodoma y Gomorra, ¡ciudades inicuas más allá de reformarse! De las tales fué que Lot huyó por seguridad. Y fueron tales ciudades las que usó el Señor para prefigurar el presente mundo inicuo bajo el dominio de Satanás, que de la misma manera está más allá de arrepentirse o reformarse. No, ésta no es una aserción privada. La propia Palabra de Dios hace esta interpretación. Fué en la vía pública y confluencias de este mundo, del cual la cristiandad forma una gran parte, que la obra de los testigos de Dios fué muerta en 1918. Tan inanimados como cuerpos muertos yacían “en la plaza de la gran ciudad, que se llama simbólicamente [“figurativamente,” UTA] Sodoma y Egipto, en donde también el Señor de ellos fué crucificado”. (Apo. 11:8) La profecía de Isaías, en su mayor y final cumplimiento, se dirige a la cristiandad, esa “nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, raza de malhechores, hijos de vida estragada” y cuyos gobernantes son como los “magistrados de Sodoma” y cuyo pueblo es como el “pueblo de Gomorra”. (Isa. 1:4, 10) Judas amonesta que esos individuos inicuos que tratan de introducirse en la organización de Dios son como los de Sodoma y Gomorra, “alucinados con ensueños sensuales” que “ensucian la carne”.—Judas 7, 8.
Ni debe pensar equivocadamente el buscador de la verdad en este tiempo del fin que las profecías prediciendo la caída de Babilonia se cumplieron completamente en el año 539 a. de J.C. Especialmente en vista del hecho que más de 600 años después se dió una descripción vívida de “BABILONIA LA GRANDE, MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”, en el Apocalipsis, capítulos 17 y 18. El juicio de ruina declarado contra la Babilonia antitípica, ‘la gran ramera con la que los reyes de la tierra han cometido fornicación y que ha emborrachado a los habitantes de la tierra con el vino de su fornicación,’ se llevará a cabo en breve.—Apo. 18:9, 10.
De lo anterior es evidente que las Escrituras hebreas no son simplemente historia antigua, sino que contienen tipos y sombras de cosas que ahora están aconteciendo. La Biblia entera es provechosa para nuestro estudio, y nadie tiene autoridad para descartar como inútiles tres cuartas partes de su instrucción.—2 Tim. 3:16,17; Apo. 22:19; Deu. 4:2.