¿Verá usted a toda la Tierra llegar a ser un paraíso?
NO CABE duda de ello: la Tierra tiene tremendas y casi inagotables reservas dentro de sí para restaurarse si solo se le da la oportunidad de hacerlo. E, igualmente, hay poca duda de que el hombre con sus medios científicos y tecnológicos pueda cooperar con las fuerzas de la Tierra para restaurar y mantener un equilibrio ecológico. Pero ¿hace esto que los hombres de ciencia, como los biólogos y ecólogos, contemplen el futuro con optimismo? ¡De ninguna manera!
Así sucede que el Dr. Szent-Gyorgyi, uno de los principales biólogos norteamericanos, dice que el hombre puede escoger qué proceder quiere seguir: “¿Hacia un futuro brillante, o hacia el exterminarse? Ahora mismo estamos en camino a la exterminación.” Sí, según lo que dice él, la perspectiva es “muy sombría.” Y habla como científico eminente con más de 50 años de experiencia. El biofísico Dr. John Platt se expresa de modo similar. Él insta a que se consiga la ayuda de eruditos, como los científicos naturales y sociales, médicos, ingenieros, maestros y personas de habilidad inventiva a fin de salvar el ambiente. Pero advierte que aun con la ayuda de todos éstos, “no hay garantía de que se puedan resolver estos problemas, o resolverlos a tiempo, prescindiendo de lo que hagamos.”
¿Por qué son tan pesimistas estos hombres? Porque el hombre está perdiendo en su lucha contra la contaminación. Se están arrojando cada vez más productos nocivos en los océanos, y la contaminación de éstos causada por los derrames de petróleo aumenta. En algunos casos los esfuerzos por disminuir una causa de la contaminación del aire han resultado en otra contaminación, y ésta de una clase aun más grave. Un ejemplo es la lucha que California ha desempeñado contra la contaminación del aire. Aunque tiene las leyes más estrictas del país, los informes noticieros dicen que está “perdiendo la lucha contra la contaminación en todos los frentes,” y “la triste realidad es que la contaminación del aire” allí “está peor que nunca.”
¿Por qué?
¿Por qué es tan triste, tan desfavorable la perspectiva total? ¿A qué se debe? Sin duda una razón es que el asunto de mantener habitable el ambiente del hombre no es simplemente asunto de interés nacional, sino de interés internacional. Los autores Ward y Dubos, en su libro Only One Earth, explican: “El problema de la contaminación global del aire es tal que los gobiernos individuales no están capacitados para proveer protección eficaz.” Según ellos, “la interdependencia global del hombre ha llegado al punto en que requiere . . . una nueva capacidad para tomar decisiones globales y para proporcionar cuidado global,” es decir, “requiere un comprometimiento nuevo a responsabilidades globales.” ¿Pero qué esperanza hay de que se asuman estas responsabilidades globales y de que haya cooperación global? Realmente muy poca, al juzgar por el registro pasado.
La Encyclopædia Britannica (1974) explica por qué es así. Después de decir que el hombre tiene el conocimiento tecnológico para impedir el arruinamiento de la Tierra, sigue mostrando que los problemas del decenio actual “no son problemas de la ciencia y tecnología sino de los arreglos y funcionamiento de instituciones humanas y de las actitudes de individuos.”
J. F. Cassel, escribiendo para Environmental Ethics, lo expresa más francamente: “El problema básico de la ecología humana contemporánea es el egoísmo... y el egoísmo ha echado raíces. El sueldo del pecado es la muerte. ¡El mundo biótico está muriendo!” ¡Y qué egoísmo más falto de perspicacia es éste! El científico Szent-Gyorgyi llega a la conclusión de que la dificultad se debe a que la gente “está bajo la terrible tensión de idiotas que gobiernan al mundo y [se está] moviendo inexorablemente e insensatamente hacia la calamidad final.”
Por lo que usted ha observado, probablemente concuerde con cierto funcionario estadounidense, eminente y preocupado, que declaró: “Si un hombre, por medio de un acto egoísta, puede beneficiarse a sí mismo aunque perjudique a la comunidad, es muy probable que ejecute ese acto.” Sirve para ilustrar la realidad de eso un informe que mostró por qué las empresas de servicios públicos cumplían tan lentamente con las órdenes gubernamentales de instalar equipo para controlar la contaminación. Cada año que una de esas empresas demoraba la instalación de un millón de dólares de esa clase de equipo ahorraba un cuarto de millón de dólares. ¡Esto nos ayuda a entender por qué las empresas de servicios públicos en los Estados Unidos gastan ocho veces más dinero en publicidad que en investigación destinada a ayudar a resolver los problemas de contaminación a los cuales ellas mismas contribuyen! Acertadamente dijo el lord Ritchie-Calder: “La contaminación es un crimen compuesto de ignorancia y avaricia.”a
‘El apuro del hombre es oportunidad de Dios’
Entonces, ¿no hay esperanza para el futuro? Si a pesar de toda su ciencia y tecnología el hombre está peleando una guerra en que será vencido debido al egoísmo arraigado, ¿de qué fuente puede venir ayuda? La ayuda puede venir y vendrá del Gran Creador, Jehová Dios. ¿Dios? Sí, porque su Palabra, la Biblia, nos asegura de que Dios se interesa en la Tierra y de su propósito para la Tierra. Después de todo, Él creó la Tierra. La Tierra le pertenece a Él, como cantó en la antigüedad el rey salmista David: “A Jehová pertenece la tierra y lo que la llena, la tierra productiva y los que moran en ella.”—Sal. 24:1.
Cuando el Hijo de Dios, Jesucristo, estuvo en la Tierra, nos aseguró vez tras vez del profundo interés de su Padre en las criaturas de la Tierra. Declaró que Dios viste de hermosura a los lirios del campo, que provee lo que necesitan las aves del cielo, que no cae un solo gorrión sin que él lo sepa. Más que eso, Jesús dijo que Dios hace que el sol brille y la lluvia caiga tanto sobre los buenos como sobre los malos. (Mat. 5:45; 6:26-30) En el Salmo 104 un siervo de Dios ensalza a Jehová Dios por su generoso modo de proveer lo necesario para los árboles del campo y para toda clase de criaturas vivientes en la Tierra, incluso el hombre.
Adicionalmente, la Palabra de Dios nos asegura que Jehová es “el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, . . . Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada,” sino que “la formó aun para ser habitada.” Sí, para ser habitada, no para ser arruinada. Y su Palabra también nos asegura: “Mi palabra que sale de mi boca . . . no volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado, y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado.” De modo que tenemos la seguridad de que el Creador nunca permitirá que se arruine esta Tierra y todo el género humano.—Isa. 45:18; 55:11.
En cuanto a las criaturas humanas imperfectas, frecuentemente resulta cierto que ‘tan a menudo como los medios carecen de la voluntad, la voluntad carece de los medios.’ En otras palabras, por lo general la persona de escasos medios es la que se compadece de los que necesitan ayuda. Pero eso no es cierto del Creador. No solo tiene él la voluntad de ayudar al género humano —a tal grado que dio a su Hijo unigénito para que fuera nuestro salvador— sino que también tiene los medios infinitos.—Juan 3:16.
Indisputablemente, no se les puede fijar límites a los ‘medios’ de Dios, su sabiduría y su poder. En primer lugar, ¿no creó él los cielos estrellados y la Tierra? (Gén. 1:1) Entonces en seis épocas de creación preparó la Tierra para que fuera el hogar permanente del hombre. Durante esas épocas hizo que hubiese luz, formó la atmósfera, hizo que apareciera la tierra seca y brotara la vida vegetal, creó criaturas del mar, aire y tierra y, por último, al hombre, su logro culminante.—Gén. 1:3-28.
En la Encyclopædia Britannica (1974) se hace notar: “La Tierra es un medio ambiente idóneo para la vida. Está precisamente a la debida distancia del Sol para no recibir demasiada ni muy poca luz solar. La velocidad con que gira sobre su eje es suficientemente rápida para permitir que su lado del día se caliente al Sol y para que su lado de la noche se enfríe. Su masa —y por lo tanto su gravedad— es tal que retiene una amplia variedad de moléculas, incluso las más livianas que de otro modo se deslizarían al espacio. Su campo magnético desvía la radiación sumamente enérgica del Sol y la hace volver al espacio, pues de otro modo destruiría la vida.”
¡Qué sabiduría infinita manifiestan todos estos hechos acerca de la Tierra y las criaturas sobre ella! ¡Seguramente la sabiduría que produjo todas estas cosas puede hacerle frente a cualquier problema que el hombre cause debido a su egoísmo e ignorancia!
Así como la sabiduría de Dios es infinita, también lo es su poder. Como Él mismo recordó al patriarca Abrahán, él es “Dios Todopoderoso.” Además, se le preguntó a Abrahán: “¿Hay cosa alguna demasiado extraordinaria para Jehová?” Muchos siglos después, el Hijo de Dios, Jesucristo, nos aseguró de la misma cosa, al decir: “Para Dios todas las cosas son posibles.” Sí, él es el Todopoderoso, y la Biblia nos recuerda ese hecho unas sesenta veces.—Gén. 17:1; 18:14; Mat. 19:26.
¿Cómo lo hará Dios?
¿Cómo procederá Dios para salvar esta Tierra de sus contaminadores y destructores y para producir un paraíso global? Lo hará por una acción de tres partes. En primer lugar, puesto que la ignorancia y el egoísmo son la causa fundamental del problema, Dios está haciendo que en la actualidad se lleve a cabo una campaña educativa con el propósito de apartar a los hombres de un proceder de ignorancia y egoísmo a un proceder de sabiduría y justicia. Por medio de predicar las buenas nuevas del reino de Dios y enseñar a los hombres a hacerse discípulos de Jesucristo, se efectúan grandes cambios en las personalidades de la gente. A estas personas se les está preparando para vivir en el nuevo orden de Dios, donde ya no habrá el crimen de la contaminación.—Mat. 24:14; 28:19, 20; Mar. 12:29-31.
Pero, ya sea por una razón u otra, la gran mayoría de la gente en la Tierra no responde a la predicación del reino de Dios. Todos los que manifiestan esta actitud perecerán cuando Dios dé el segundo paso contra el crimen de la contaminación por medio de una “grande tribulación” en la cual él va a “causar la ruina de los que están arruinando la tierra.”—Mat. 24:21; Rev. 11:18.
Una vez antes, mediante un acto poderoso, Jehová Dios libró la Tierra de los que estaban contaminándola y arruinándola. ¿Cuándo fue eso? En el tiempo del diluvio que ocurrió en los días de Noé. Jesús y también el apóstol Pedro señalaron el paralelo entre el diluvio del día de Noé y el fin del inicuo sistema de cosas actual. Al describir el fin, Jesús dijo que sería una “grande tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder.” Esa tribulación culminará en la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso,” Armagedón.—Mat. 24:21, 37-39; 2 Ped. 3:3-13; Rev. 16:14, 16.
Con la destrucción de todos los que se oponen a Dios y su justo régimen, el camino quedará despejado para la tercera gran acción de Dios relacionada con el problema de la contaminación. Esta es la acción de transformar la Tierra en un paraíso del cual disfrutarán las criaturas humanas de vida limpia, incluso las que habrán sobrevivido a la “grande tribulación” debido a su fe y su amor a Dios y la justicia. Entonces se cumplirá la oración que los discípulos de Cristo han repetido por tanto tiempo y tantas veces: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.”—Mat. 6:9, 10.
¿Cómo será cuando se haga la voluntad de Dios en la Tierra como se hace en el cielo? La Biblia contesta que cuando se haga esta voluntad divina en la Tierra, entonces Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.”—Rev. 21:4.
Pero ¿cuándo?
Sin embargo, queda la gran pregunta: ¿Cuándo tomará Dios las medidas necesarias?
En su Palabra se declara el principio: “Para todo hay un tiempo determinado.” Por lo tanto, “cuando llegó el límite cabal del tiempo, Dios envió a su Hijo, que vino a ser procedente de una mujer.”—Ecl. 3:1; Gál. 4:4.
Así mismo sucede hoy, ‘ha llegado el límite cabal del tiempo’ para que Dios proceda contra todos sus enemigos incluso los que arruinan la Tierra. ¿Cómo lo sabemos? Porque se han cumplido muchísimas profecías en nuestra generación. Hemos visto las guerras, hambres, pestes, terremotos y el aumento del desafuero que Jesús dijo marcaría el tiempo de su presencia y del fin de este inicuo sistema de cosas.—Mat. 24:1-22; Rev. 6:1-8.
No, el Creador no va a esperar hasta que los hombres hayan hecho inhabitable este planeta y hayan extirpado a la humanidad de sobre su superficie mediante la guerra nuclear. El mismo hecho de que esas cosas realmente pudieran pasar en el futuro cercano es motivo de gran preocupación para muchas personas. Pero debido al profundo interés que Dios tiene en la Tierra, podemos confiar con plena seguridad en que él obrara antes que ocurra esa eventualidad.
¿Hará usted algo acerca de ello?
¿No despierta su interés y le excita la esperanza de vivir en una Tierra paradisíaca? Ciertamente está a su alcance. ¡Puede esperar verla... si hace algo acerca de ello! Tendrá que prestar atención a este consejo que Dios dio hace mucho: “Busquen a Jehová . . . Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente sean ocultados en el día de la cólera de Jehová.” El que uno busque a Jehová quiere decir que uno llega a conocerlo, sus cualidades, sus propósitos y su voluntad para uno, todo lo cual él ha revelado en su Palabra, la Santa Biblia. El que uno busque la justicia quiere decir que aprende los justos principios de Dios, principios acerca de rectitud, honradez e imparcialidad, y que ajusta su vida para que esté en armonía con ellos. Y el que uno busque la mansedumbre quiere decir que cultiva un genio apacible, un modo de ser modesto y una inclinación mental a recibir instrucción.—Sof. 2:3.
Puesto que queda poco tiempo antes que Dios proceda contra los que están arruinando la Tierra, también queda poco tiempo en que usted pueda hacer estos caminos en su vida. No tiene tiempo que perder. Hoy es el “día de salvación,” en cuanto a usted. Los testigos cristianos de Jehová que viven en su localidad están listos para ayudarle.—2 Cor. 6:2.
[Nota]
a Dado que éste es el caso, debe notarse que refuta la alegación de los que quisieran culpar a Dios y la Biblia por el arruinamiento de la Tierra que el hombre ha causado. Para detalles vea ¡Despertad! del 22 de octubre de 1975.