Sembrando semillas de buenas nuevas en un mundo plagado de guerras
“De esta esperanza ustedes oyeron antes, por la declaración de la verdad de esas buenas nuevas que se han presentado a ustedes, así como ellas están llevando fruto y aumentando en todo el mundo.”—Col. 1:5, 6.
1. ¿Qué dos clases de semillas se están sembrando por todo el mundo, y quiénes lo hacen?
DOS CLASES de semillas se están sembrando por todo el mundo hoy... la semilla de las buenas nuevas de una paz duradera y la semilla de la propaganda de guerra. Esta última semilla está siendo sembrada por la mayoría, la mencionada en primer lugar por la minoría.
2. (a) ¿Qué ley resulta en cuanto a lo que se siembra, no solo en el campo de la agricultura, sino también en los asuntos internacionales? (b) ¿Qué regla que declaró Pablo resulta verdadera en cuanto a sembrar semillas de buenas nuevas?
2 Las naciones armadas se ocupan en sembrar la semilla de la preparación para la guerra. Tanto en el campo de la agricultura como en el campo de las relaciones internacionales siempre resulta que lo que se siembra se reproduce, produce su propia clase o género. Esto ha sido cierto desde que el primer hombre se hizo cultivador. (Gén. 3:17-19; 4:1, 2; 1:11, 12; 9:20) Esta ley también funciona implacablemente en la vida de las naciones. La siguiente profecía divina se ha realizado en muchas naciones, y no solo en el Israel antiguo: “Es viento lo que siguen sembrando, y un viento de tempestad es lo que segarán.” (Ose. 8:7) Puesto que la mayoría de los hombres participan en sembrar la semilla de la preparación para la guerra, ¿qué se dice de la semilla de las buenas nuevas pacíficas? ¿Puede medrar y producir fruto y aumento? Sí, pues vez tras vez se ha demostrado que es una regla infalible que “cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gál. 6:7) El Creador del hombre fijó las cosas de ese modo.
3. (a) ¿Cuándo comenzó este trabajo de sembrar la semilla pacífica de las buenas nuevas? (b) ¿Qué decisión tenemos que tomar en cuanto a sembrar en este siglo veinte plagado de guerras?
3 Hoy los que siembran la semilla de las buenas nuevas de la paz duradera en realidad están efectuando un trabajo que comenzó hace diecinueve siglos. Ahora están efectuando esta obra a tal escala que no puede dejar de ser observada por todo el mundo. Lo que experimentaron los sembradores de la semilla allá en el primer siglo de nuestra era común lo están experimentando los sembradores de la semilla de hoy en este siglo veinte plagado de guerras. Los que aman una paz duradera en la Tierra deberían interesarse en esto. Pero todos tenemos que decidir si queremos ser sembradores de propaganda de guerra o sembradores de las buenas nuevas pacíficas. Nuestra decisión determinará cuáles serán las consecuencias para nosotros.
4, 5. (a) Allá durante los años sesenta del primer siglo E.C., ¿hacia qué espantoso desastre en sentido religioso marchaban los acontecimientos? (b) En vista de ese desastre, ¿qué cosa mencionó Jesús que daría consuelo al judío que la aceptara?
4 Durante los años sesenta del primer siglo E.C. el ambiente estaba cargado de animosidad contra el Imperio Romano. Esto era particularmente cierto en el Oriente Medio en la provincia romana de Judea. Hervía la rebelión contra la ocupación y la dominación de aquella tierra por los ejércitos romanos bajo una administración romana pagana. El fin violento de la ciudad sagrada de Jerusalén se acercaba. Aquella ciudad como centro de la adoración judía estaba en su tiempo del fin. La generación de judíos a quienes Jesucristo mismo habló durante su ministerio público en la Tierra era aquella de la cual él dijo que no pasaría sino hasta que Jerusalén y su hermoso templo fueran destruidos. (Mat. 24:34, 1-22) La historia registra que esta terrible destrucción vino en el año entristecedor de 70 E.C. ¿Había algo que pudiera evitar que los judíos fueran arrolladoramente contristados ante una destrucción tan espantosa en sentido religioso? ¡Sí, lo había! Había una sola cosa que podía consolar al corazón judío, si el corazón judío la aceptaba. ¿Qué era eso? Jesucristo lo mencionó al dar su maravillosa profecía acerca de la conclusión del sistema de cosas judío allá en el Oriente Medio. Habló de esta cosa alegradora, alentadora, después de mencionar las persecuciones que les vendrían a sus discípulos fieles. Dijo:
5 “Mas el que haya perseverado hasta el fin es el que será salvo. Y estas BUENAS NUEVAS del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”—Mat. 24:13, 14.
6. ¿Qué clase de nuevas proclamó Jesús, y acerca de qué gobierno daban información?
6 La noticia de la destrucción calamitosa de Jerusalén y su templo fue desgarradora para los judíos de todo el mundo que todavía consideraban a aquella ciudad terrestre su centro religioso. Para ellos fue la peor de las noticias. ¡Pero la información que Jesucristo proclamó durante todo su ministerio terrestre fue BUENAS NUEVAS, buenas noticias, evangelio! Pero buenas nuevas de ¿qué reino? No era el reino que Jesucristo dijo que se levantaría contra reino al mismo tiempo que nación se levantaría contra nación, lo cual sería acompañado de hambres, pestes y terremotos en un lugar tras otro. Era el único reino por el cual Jesús abogó y que proclamó. Era el que mencionó en esta mismísima profecía, llamándolo “el reino de los cielos.” (Mat. 24:7; 25:1) Predijo las señales que indicarían que estaba cerca, diciendo en esta misma profecía: “Así también ustedes, cuando vean suceder estas cosas, conozcan que está cerca el reino de Dios.”—Luc. 21:10, 31.
7. (a) Antes de la destrucción de Jerusalén, ¿qué habrían de lograr los discípulos de Cristo? (b) ¿Por qué no sacudió con espanto a los cristianos la destrucción de Jerusalén, de modo que quedaran sin esperanza?
7 En vista de eso, pues, aun antes de la destrucción de la Jerusalén terrestre en el año 70 E.C., debido a la rebelión de ella contra el Imperio Romano, “estas buenas nuevas” del reino de Dios, del reino de los cielos, se predicarían en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones, naciones dentro y fuera del Imperio Romano. ¿Con qué efecto? Bueno, cuando las legiones romanas destruyeron a Jerusalén y su templo, esto no sacudiría con espanto a los creyentes en Dios cristianos, ni siquiera a los judíos que se habían hecho cristianos. Estos de hecho estaban esperando aquella destrucción. Los judíos que habían abrazado el cristianismo en Jerusalén y en todo el resto de la provincia de Judea obedecieron el consejo dado en la profecía de Jesús; huyeron de Judea y Jerusalén tan rápidamente como pudieron después que los ejércitos romanos rodearon temporáneamente a Jerusalén en el año de rebelión judía de 66 E.C. (Mat. 24:15-22; Luc. 21:20-24; Mar. 13:14-20) Sabían que la desolación de Judea y Jerusalén no significaba la destrucción del “reino de los cielos,” “el reino de Dios.” Ninguna ciudad terrestre representaba ya para ellos el reino de Dios. Ponían su esperanza en el reino celestial de Dios que vendría en el futuro, y en el cual ellos participarían.
8. (a) Los cristianos se llenaron de más confianza en ¿qué gobierno? y ¿cómo se mostró esto hasta el fin del primer siglo? (b) ¿Para quiénes se fijó así un patrón de actividad?
8 La destrucción de Jerusalén los llenó de más confianza que nunca en el verdadero reino mesiánico de Dios. Hay evidencia de que continuaron proclamando las buenas nuevas de ese reino hasta el mismo fin del primer siglo, a pesar de persecución enconada por el Imperio Romano. El apóstol cristiano Juan, que murió alrededor del año 100 E.C., recibió la Revelación (el libro que está colocado en último lugar en la Santa Biblia) poco antes de su muerte. En el capítulo de apertura escribe: “Yo Juan, hermano de ustedes y partícipe con ustedes en la tribulación y reino y perseverancia en compañía con Jesús, vine a estar en la isla que se llama Patmos por hablar acerca de Dios y por dar testimonio de Jesús.” (Rev. 1:9) Para este tiempo las “buenas nuevas del reino” habían sido predicadas en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones a mayor grado todavía de lo que estas buenas nuevas habían sido predicadas antes del fin de Jerusalén en el año 70 E.C. Así, la profecía de Jesús acerca de la predicación mundial de las buenas nuevas del reino mesiánico de Dios no había fallado. Esto fijó el patrón para una predicación similar de “estas buenas nuevas del reino” en la conclusión del sistema de cosas que toma lugar en nuestro tiempo, a la cual aplica la profecía de Jesús en sentido culminante.
“AUMENTANDO EN TODO EL MUNDO”
9, 10. (a) ¿Quién testificó de la predicación mundial de las buenas nuevas antes de la destrucción de Jerusalén, y cómo? (b) En su carta a los colosenses, ¿cómo se envolvió Pablo con la congregación desconocida?
9 Del hecho de que la predicha predicación de las buenas nuevas del Reino se logró antes de la destrucción de Jerusalén en 70 E.C. se testificó aun años antes de aquella calamidad judía. ¿Quién testificó de ello? El apóstol cristiano Pablo. Para el año 60 ó 61 E.C., él se encontró bajo custodia romana en una casa particular en Roma y en cadenas. Durante sus dos años o más tiempo de estar arrestado dentro de aquella casa en Roma escribió cartas inspiradas a congregaciones cristianas de Grecia y Asia Menor. Una de estas cartas la envió a la congregación de la ciudad de Colosas, en Asia Menor, una ciudad que estaba cerca de las ciudades de Laodicea y Hierápolis donde también había congregaciones cristianas. Estas ubicaciones están hoy en la Turquía moderna. El apóstol Pablo envía su carta en el nombre de él y de Timoteo, un misionero compañero. Pablo no había fundado la congregación de Colosas, y su carta indica que nunca había estado allí. Pero Pablo oyó acerca de esta congregación colosense por medio de un compañero cristiano visitante. Se sintió tan emocionado por este informe que vino por medio de Epafras, que se sintió impulsado a escribir esta carta a cristianos que le eran desconocidos. Se presenta, diciendo:
10 “Damos gracias a Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo siempre que oramos por ustedes, puesto que oímos de su fe relacionada con Cristo Jesús y del amor que les tienen a todos los santos a causa de la esperanza que les está reservada a ustedes en los cielos. De esta esperanza ustedes oyeron antes, por la declaración de la verdad de esas buenas nuevas que se han presentado a ustedes, así como ellas están llevando fruto y aumentando en todo el mundo tal como lo están haciendo entre ustedes también, desde el día que oyeron y conocieron con exactitud la bondad inmerecida de Dios en verdad. Eso es lo que ustedes han aprendido de Epafras, nuestro amado coesclavo, que es un fiel ministro del Cristo a favor nuestro, que también nos hizo saber del amor de ustedes de una manera espiritual.”—Col. 1:3-8.
11. (a) ¿Cómo se muestra en Colosenses 1:23 que se hace referencia a una predicación mundial? (b) ¿En qué sentido era esto cierto de la predicación que se había efectuado hasta entonces?
11 Al tiempo en que escribió esta carta, Pablo, como misionero informado y que había viajado extensamente, testificó de que las buenas nuevas se habían predicado mundialmente por lo que dice en la introducción de su carta que acabamos de considerar. Él escribe de la “declaración de la verdad de esas buenas nuevas que se han presentado a ustedes, así como ellas están llevando fruto y aumentando en todo el mundo.” (Col. 1:5, 6) Unas oraciones después Pablo confirma que se refiere a una predicación mundial, cuando habla acerca de “no dejándose mover de la esperanza de esas buenas nuevas que ustedes oyeron, y que se predicaron en toda la creación que está bajo el cielo. De estas buenas nuevas yo Pablo llegué a ser ministro.” (Col. 1:23) Por supuesto, esto no quería decir que todo individuo en la Tierra bajo el cielo estaba siendo alcanzado personalmente. Quería decir que la predicación de las buenas nuevas estaba siendo llevada a todo ángulo de la tierra habitada bajo el cielo y que todas las criaturas humanas, prescindiendo del lenguaje, color, raza o nacionalidad, estaban recibiendo la oportunidad de oír el mensaje del Reino. No había límites. En su carta anterior a la congregación de Roma (de aproximadamente 56 E.C.), Pablo expresó su intención de llevar las buenas nuevas a España. Él no conocía entonces a las Américas que estaban aún más al oeste.—Rom. 15:24.
12. ¿Fue aquél el cumplimiento completo de la profecía acerca de la predicación, o qué había de venir todavía?
12 Esta predicación de “estas buenas nuevas del reino” por aquel grupo entonces pequeño de discípulos de Cristo durante el primer siglo en Asia, Europa y África se efectuó en cumplimiento de la profecía bíblica. (Mat. 24:14; Mar. 13:10; Hech. 1:8) Pero no completó el cumplimiento de la profecía. Esto tendría una duplicación de manera culminante en escala global después del descubrimiento de las Américas por europeos y antes de la destrucción de la Jerusalén rebelde antitípica, la cristiandad del día moderno, en este tiempo del fin de ella desde 1914 E.C.
13. Según Pablo, ¿qué efecto tuvo el esparcimiento de la esperanza del Reino, como se ilustra en el caso de Colosas?
13 El efecto espiritual de este esparcimiento de la esperanza del Reino ahora debería ser igual al de los días de los apóstoles de Jesucristo durante el primer siglo E.C. En consecuencia, consideremos lo que dice el apóstol Pablo de su efecto con referencia a la congregación que había allá en Colosas, Asia Menor. Él dice que para los colosenses allí había habido la “declaración de la verdad de esas buenas nuevas que se han presentado a ustedes, así como ellas están llevando fruto y aumentando en todo el mundo tal como lo están haciendo entre ustedes también.” (Col. 1:5, 6) De modo que la “declaración” de la palabra hablada “de la verdad de esas buenas nuevas” estaba “llevando fruto” por todo el mundo, incluso en Colosas.
14, 15. (a) ¿A qué comparó así Pablo las buenas nuevas que se declaraban con veracidad? (b) El cuadro que se da aquí corresponde con ¿qué ilustración parabólica que dio Jesús?
14 El apóstol Pablo aquí compara a semilla plantada en el terreno las “buenas nuevas” que se les habían declarado con veracidad. El terreno o suelo es bueno y excelente, y la semilla echa raíces y brota y produce fruto, un fruto de su propia clase o género. Este cuadro corresponde con la ilustración parabólica que dio Jesucristo acerca de las aptitudes de productividad de cuatro tipos de tierra. Esto es lo que dijo:
15 “¡Miren! Un sembrador salió a sembrar; y al ir sembrando, algunas semillas cayeron a lo largo del camino, y vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron sobre pedregales donde no tenían mucha tierra, y brotaron al instante por no tener profundidad de tierra. Pero cuando salió el sol, se chamuscaron, y por no tener raíz, se marchitaron. Otras, también, cayeron entre los espinos, y los espinos crecieron y las ahogaron. Aun otras cayeron sobre la tierra excelente, y daban fruto, ésta de a ciento por uno, aquélla de a sesenta, la otra de a treinta.
16. ¿Qué explicación dio Jesús mismo de esta ilustración?
16 “Ustedes, pues, escuchen la ilustración del hombre que sembró. Cuando alguien oye la palabra del reino pero no capta el sentido de ella, viene el inicuo y arrebata lo que se sembró en su corazón; éste es el que se sembró a lo largo del camino. En cuanto al que se sembró sobre los pedregales, éste es el que oye la palabra y al instante la acepta con gozo. Sin embargo, no tiene raíz en sí mismo, pero continúa por un tiempo, y después que ha surgido tribulación o persecución a causa de la palabra, al instante se le hace tropezar. En cuanto al que se sembró entre los espinos, éste es el que oye la palabra, pero la inquietud de este sistema de cosas y el poder engañoso de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructífero. En cuanto al que se sembró sobre la tierra excelente, éste es el que oye la palabra y capta el sentido de ella, que verdaderamente lleva fruto y produce, éste de a ciento por uno, aquél de a sesenta, el otro de a treinta.”—Mat. 13:3-8, 18-23.
17. (a) Los corazones de los colosenses eran como ¿qué cosa de la ilustración de Jesús, y quién había sembrado en ellos directamente? (b) En realidad, ¿qué es la “semilla,” y en qué situación?
17 Según lo que el apóstol Pablo había oído de su visitante, Epafras, los miembros de la congregación cristiana de Colosas tenían corazones que eran como la “tierra excelente” descrita por Jesús. Por eso, la “palabra del reino” que fue sembrada en sus corazones llevó fruto y produjo en cantidades variables, como de a ciento por uno, de a sesenta, de a treinta. El apóstol Pablo no había sembrado la semilla del Reino en los corazones colosenses, pero, evidentemente, este Epafras de Colosas había hecho eso, porque Pablo lo menciona en la carta a los colosenses como “Epafras, que es de entre ustedes, esclavo de Cristo Jesús.” Pablo también les dice: “Eso es lo que ustedes han aprendido de Epafras, nuestro amado coesclavo, que es un fiel ministro del Cristo a favor nuestro, que también nos hizo saber del amor de ustedes de una manera espiritual.” (Col. 4:12; 1:7, 8; File. 23) Este “ministro del Cristo” estaba actuando meramente como agente del Gran Sembrador de la semilla, Jesucristo. Dijo Jesús: “La semilla es la palabra de Dios.” (Luc. 8:11) Es la “palabra del reino.” Pero no es semilla en un almacén o granero, sino que es semilla que es ‘sembrada,’ es decir, la “palabra del reino” perteneciente a Dios que es predicada, proclamada, enseñada.
18. (a) ¿Cómo continuó sembrando la “semilla” Pablo en la casa en que estaba bajo custodia en Roma? (b) ¿Qué contiene dentro de sí misma esta “semilla,” y qué es necesario para que eche raíces en los corazones humanos?
18 Los discípulos que se unen bajo el Gran Sembrador, Jesucristo, para sembrar, predicar, proclamar, enseñar la semilla de la “palabra del reino” son, según los llama el apóstol Pablo, “mis colaboradores para el reino de Dios.” (Col. 4:11) Aun mientras Pablo estuvo allí en la casa en que estaba bajo custodia en Roma, hizo más que escribir cartas, como la enviada a los colosenses. “Recibía amablemente a todos los que venían a él [como a Epafras], predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor Jesucristo con la mayor franqueza de expresión, sin estorbo.” (Hech. 28:30, 31) Puesto que esta “semilla” espiritual es la “palabra de Dios,” la “palabra del reino,” contiene en sí buenas nuevas, un mensaje de esperanza, un mensaje del más grandioso gobierno para la bendición de toda la humanidad, el reino mesiánico de Dios. Este mensaje que está contenido en la “semilla” es algo que el que recibe la “semilla” tiene que entender y apreciar. Tiene que conseguir el significado de él, el sentido de él, con su corazón. De esta manera la “semilla” echará raíces en su corazón.
FE Y AMOR DENTRO DEL CORAZÓN
19. (a) Según Pablo, ¿qué efectos tuvo dentro del corazón de los colosenses el que se le declararan las buenas nuevas? (b) Debido a la “semilla” que se siembra, ¿por qué tiene que haber un desarrollo de fe y amor en el corazón?
19 ¿Qué efecto tuvieron las “buenas nuevas” que se les declararon verazmente dentro del corazón de los miembros componentes de la congregación de Colosas? Tuvieron un efecto que impulsó a Pablo, al oír de él, a escribirles su excelente carta. El efecto que hubo dentro de sus corazones fue lo que menciona Pablo: “su fe relacionada con Cristo Jesús y [el] amor que les tienen a todos los santos,” “[el] amor de ustedes de una manera espiritual.” (Col. 1:4, 8) Esa fe y amor tenían que ser cultivados en el corazón de ellos para que la “semilla” de la “palabra de Dios” echara raíces hacia abajo y brotara hacia arriba e hiciera una expresión hacia afuera, produciendo así granos nuevos y vivos, o semilla, en cantidad que fuera treinta, sesenta o cien veces la de la semilla original. Primero tiene que suceder esto en el corazón antes que haya una expresión hacia afuera que reproduzca lo que se ha sembrado dentro.
20. (a) ¿Por qué especialmente los gentiles tenían que ejercer fe para aceptar la “semilla”? (b) Fueran judíos o gentiles, ¿qué hechos vitales tenían que aceptar acerca de Jesús?
20 En cuanto a los gentiles, los no judíos, como lo que eran muchos de la congregación colosense, se había necesitado fe de parte de ellos para que aceptaran la “semilla” de la palabra de Dios. Tuvieron que abandonar los muchos dioses griegos y romanos a los cuales estaban dedicados y concentrar su creencia en el único Dios vivo y verdadero, el Creador del cielo y la Tierra y de todas las cosas que hay en ellos, cuyo nombre es Jehová. Pero fueran gentiles incircuncisos o fueran judíos naturales, también tenían que creer en Jesucristo, que este Jesús el descendiente del rey David de Jerusalén era el Mesías o Cristo prometido. Tenían que creer que éste era el “primogénito de toda la creación.” Tenían que creer que era también “primogénito de entre los muertos,” porque Jehová Dios lo había resucitado de entre los muertos a vida inmortal en los cielos. Además, tenían que creer que Jesucristo es “cabeza del cuerpo, la congregación,” a la cual deseaban pertenecer. Además, que “cuidadosamente ocultados en él están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento,” de modo que ya no debían apegarse a sus filosofías paganas ni sus tradiciones religiosas de hechura humana.—Col. 1:15-18; 2:3, 8; Hech. 14:11-18.
21. (a) ¿Qué tenían que hacer los colosenses con aquella “palabra” que había sido puesta en sus bocas, y por qué? (b) ¿Qué cualidad tenían que ejercer con el corazón para que los moviera a dar expresión exterior?
21 Esas eran algunas de las cosas vitales que estaban contenidas en la “verdad de esas buenas nuevas,” y en estas cosas tenían que tener fe con sus corazones. Fue tal como había escrito años antes el apóstol Pablo a los romanos: “La ‘palabra’ de fe, que predicamos. Porque si declaras públicamente [o confiesas] aquella ‘palabra en tu propia boca,’ que Jesús es Señor, y ejerces fe en tu corazón en que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvado. Porque con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se hace declaración pública [o se confiesa] para salvación.” (Rom. 10:8-10) Debido a que los corazones de los colosenses eran como “tierra excelente,” sí ejercieron fe con el corazón y aceptaron la “semilla” de la “palabra del reino,” la “palabra de Dios,” y sí dejaron que arraigara en su corazón y se expresara.
22, 23. (a) Aquellos colosenses estaban obligados a creer que Jesús ocupaba ¿qué posición oficial? y por eso, ¿bajo qué gobernación estaban? (b) Por lo tanto, como Pablo el escritor de la carta, ¿qué posición ocupaban con relación a ese gobierno, y qué mandato de Jesús participaron en cumplir?
22 En conjunción con su fe en que Jesús era el Mesías o Cristo, tenían que creer que Jehová Dios lo había sentado a Su propia diestra como un Rey-Sacerdote, que fue prefigurado por Melquisedec el antiguo rey de Salem. Como consecuencia de esto, habían llegado a estar bajo el reino espiritual de Cristo. Sí, se requería que creyeran que Dios “nos libró de la autoridad de la oscuridad y nos trasladó al reino del Hijo de su amor.” (Col. 1:13) No solo estaban bajo la gobernación real de la actualidad del Hijo del amor de Dios, sino que eran también “embajadores sustituyendo por Cristo” en el programa de Dios de ‘reconciliar consigo a un mundo’ por medio de Cristo. (2 Cor. 5:19, 20) Pablo, mientras estuvo en la prisión desde la cual escribió su carta a los colosenses, habló de ‘franqueza de expresión para dar a conocer el secreto sagrado de las buenas nuevas, para las cuales estaba actuando como embajador en cadenas.’ (Efe. 6:19, 20) Por eso, como el apóstol Pablo, la congregación colosense era un cuerpo de embajadores para el “secreto sagrado de las buenas nuevas.” Estaban obligados a participar en el cumplimiento de esta profecía de Jesús, en Mateo 24:14:
23 “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones.”
24. (a) ¿A qué nación pertenecían ahora aquellos colosenses, y qué fruto estaban obligados a producir? (b) Por eso, ¿qué clase de fruto era que la “semilla” que había sido sembrada en sus corazones estaba produciendo?
24 Al participar en esta actividad de embajadores para el reino mesiánico de Dios, aquellos colosenses estaban produciendo los frutos del Reino. Mostraban que eran parte de la ‘nación que producía sus frutos.’ El “reino” que le había sido quitado a la nación de Israel natural y circunciso ahora había sido dado a la nación del Israel espiritual, a la cual nación pertenecían aquellos cristianos colosenses. (Mat. 21:43) La “semilla” simbólica de la “palabra del reino,” “la palabra de Dios,” había sido sembrada en sus corazones, y ahora que se había hallado que sus corazones eran tierra excelente estaban produciendo una cosecha de la misma clase o género de cosa que había sido sembrada en sus corazones. Es decir, ellos también estaban produciendo, predicando, enseñando, la “palabra del reino” a otros, a los que no eran parte de la congregación colosense.—Mat. 13:19; Luc. 8:11, 15.
25. En vista del ejemplo que pusieron los colosenses, ¿qué pregunta hacemos en cuanto a nuestro siglo plagado de guerra y por qué daremos gracias a Dios?
25 Un excelente ejemplo que es digno de imitación se puso allá en el primer siglo E.C. con relación a la congregación cristiana de Colosas, Asia Menor. ¿Está siendo copiado hoy en este siglo veinte plagado de guerras? Si así es, entonces nosotros, como el apóstol Pablo, tendremos causa para ‘dar gracias a Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo siempre’ cuando oramos a Él en cuanto a la situación religiosa.