“Sanadores” modernos... ¿son instrumentos de Dios?
UN HOMBRE de África Occidental sufría de cojera por muchos años. Finalmente visitó la aislada aldea de un “profeta” eminente, esperando que lo curara de su dolencia. Pagó la “ofrenda” prescrita, a lo cual siguieron días de ayuno, meditación y oración. El procedimiento culminó con un ritual cargado de emoción, mientras el profeta y sus profetisas rodeaban al hombre, cantando y clamando fuertemente a Jesús a la vez que bailaban al acompañamiento de un incesante redoble de tambores. ¡Pero no sobrevino ninguna curación!
“¡Usted no tiene fe!” dijo el profeta.
“¡Pero sí tenía fe!” dijo el desilusionado hombre. “Tenía fe firme de que Dios me podía curar.”
¿A qué se debió el fracaso? ¿Fue realmente debido a una falta de fe? Muchas otras personas afirman haber sido curadas. ¿Por qué no fue curado él?
Informes recientes de grandes logros han atraído a muchas personas sinceras, a menudo desesperadas, a una variedad de “sanadores” modernos. El hecho de que están recibiendo alguna atención científica y médica está haciendo que aun los escépticos los tengan en cuenta.
“Respetabilidad” creciente
Hubo una época en que a los “sanadores por fe” solo se los asociaba con los grupos fundamentalistas más radicales de la cristiandad. Sin embargo, ahora, hasta algunas de las iglesias más conservadoras tienen sanadores y “servicios de curación” asociados con ellas.
Cuando el bien conocido curador por fe estadounidense Oral Roberts recientemente dio una conferencia en la Iglesia Memorial Methodist de Atlanta, ésta estuvo “completamente llena y desbordaba de ministros, teólogos y legos de las sectas principales,” informa el Journal de Atlanta, Georgia. Señala que si eso hubiese sucedido “hace solo dos años probablemente no hubiera sido recibido tan calurosamente por un grupo similar.”
Doce obispos y 700 sacerdotes concurrieron el pasado verano a la Conferencia Católica para la Renovación Carismática que se celebró en la Universidad de Notre Dame. En un punto de las reuniones se celebró un imponente servicio de curación. También, el famoso sanador evangélico boliviano Julio Ruibar es católico.
“Hace pocos años, los informes de los logros de un curador por fe no hubieran producido mucho más que unos comentarios de mofa en la comunidad médica,” dice John Carlova el redactor mayor de la revista Medical Economics. Sin embargo, algunos médicos están cambiando. En su artículo intitulado “Hasta los médicos tienen fe en esta sanadora por fe,” Carlova describe las actividades de la sanadora Olga Worrall, metodista, a quien “han recurrido veintenas de médicos . . . para tratar sus propias dolencias,” y a quien “otras veintenas han enviado secretamente casos ‘incurables.’”
Y el director general auxiliar de la Organización Mundial de la Salud, Dr. T. Adeoye Lambo, pide que a “algunos de los llamados brujos, a quienes prefiero llamar sanadores tradicionales, . . . se les conceda una posición oficial dentro de la comunidad . . . para que así también sus servicios puedan incorporarse en los servicios totales de sanidad en sus respectivas naciones.”—World Health, abril de 1974.
Ante datos como éstos, no sorprende el que un administrador del Instituto Nacional para la Salud Mental le haya dicho a la reciente convención de la Asociación Psiquiátrica Americana que “ahora hay un sanador psíquico en cada manzana, y no hay duda de que en algunos casos son eficaces. La pregunta es por qué.”
Una mirada breve a los rasgos característicos de las “curaciones” modernas nos dará algunas pistas para la respuesta.
Consistentemente inconsistentes
Uno inmediatamente queda impresionado por la diversidad entre los sanadores. Los métodos que usan difieren, los resultados a menudo no se pueden predecir, y atribuyen sus poderes a distintas fuentes.
Para ilustrarlo, muchos sanadores eminentes afirman que sus poderes provienen de Jesús. Pero otros que, según se dice, obran con el mismo éxito afirman no tener ninguna relación con el cristianismo. Algunos usan vudú o hechicería. Otros combinan estas cosas con el catolicismo, especialmente entre los latinoamericanos. Otro sanador de fama afirma que obtuvo sus poderes por medio de un lama budista.
Por otra parte, varios médicos y psiquíatras especulan que puede estar implicada alguna clase de “energía psíquica” dentro del sanador mismo. Otros alegan que el sanador pone en acción telepáticamente los poderes de autocuración del paciente.
Los métodos también varían. Muchos “curan” meramente usando el nombre de Jesús en alguna fórmula, frecuentemente después de un sermón saturado de emoción. Otros recurren a largas ceremonias rituales en las cuales emplean simbolismos que les serían repugnantes a algunos observadores.
Además está la polémica “cirugía psíquica,” que se practica muy señaladamente en las Filipinas. Estos sanadores sostienen que extraen tejido enfermo en una “operación” que penetra en el cuerpo, aunque solo las manos del sanador se usan como instrumentos.
Aun el asunto de la fe hace surgir inconsistencias. La mayoría de los sanadores exige completa fe de los que buscan una curación. Por lo general el fracaso se achaca a la “falta de fe.” Pero un sanador eminente declara que ‘la fe no tiene nada que ver con ello.’
Algunos pacientes afirman que son totalmente sanados, pero otros solo “mejoran.” Algunos sanadores requieren varias visitas para lograr una “curación” gradual, mientras que se dice que otros lo hacen instantáneamente. Ninguno de los sanadores siquiera pretende poder curar a cualquiera que venga a ellos. “Puede que uno parezca héroe en una ocasión y un fracaso en la siguiente,” dice Oral Roberts.
Hay una consistencia que surge en este punto y es la incapacidad entre los sanadores de resucitar a los muertos. Y un observador en Ghana formula la pregunta: ‘¿Por qué no curan a los leprosos en Ghana y en otras partes?’
También varían las actitudes acerca del dinero. Por lo general las canastas de colectas preceden a las “curaciones.” El sanador bautista David Epley frecuentemente tiene colectas dominicales tan grandes que hay que transportarlas en un camión blindado. Sin embargo, se dice que los “cirujanos psíquicos” filipinos solo reciben “donaciones,” y se afirma que Olga Worrall no acepta nada.
Así se hace patente que la principal consistencia entre los sanadores modernos es su inconsistencia. ¿Le parece razonable el que los instrumentos de un solo Dios tengan una colección tan diversa de métodos y grados de éxito? Se dice que el Dios de la Biblia “no es Dios de confusión, sino de paz.”—1 Cor. 14:33, Versión Valera, revisión de 1960, (VR).
Bueno pues, si todos ellos no son instrumentos de un solo Dios, ¿se puede decir que algún sanador o grupo de sanadores está respaldado por Dios? Si es así, ¿entonces quién o qué respalda a todos los otros? Las curaciones que se informan en la Biblia, las cuales muchos sanadores modernos citan como su precedente, prueban si es que algunos son instrumentos de Dios.
Comparando las “curaciones”
Las curaciones bíblicas fueron llamativamente informales. Jesús y sus discípulos no programaban “servicios de curación.” Mientras se ocupaban de su actividad de predicación, la gente venía a ellos por curación a cualquier hora. Las curaciones eran incidentales a su predicación y eran espontáneas: “[Jesús] vio una grande muchedumbre; y se compadeció de ellos, y curó a sus enfermos.” ¿Qué pudo ser más espontáneo que la ocasión en que un mendigo cojo les pidió una limosna a Pedro y Juan cuando pasaban por su lado en la escalinata del templo? En vez de limosna, se le dio un cuerpo sano.—Mat. 14:13, 14; 15:29-31; Hech. 3:1-7.
No necesitaban de un ritual emotivo. Por lo general unas cuantas palabras eran suficientes: “Levántate, toma tu camilla y anda.” (Juan 5:8; Hech. 3:6) A veces hasta un toque sin ninguna palabra era suficiente. (Mat. 8:14, 15; 14:36) Jamás se realizó alguna “operación,” sea con las manos, o con cualquier otro instrumento.
Se informa acerca de los que venían a un apóstol de Jesucristo por curación que “todos sin excepción eran curados.” Y Jesús podía curar “toda suerte de dolencia”; y hasta resucitaba a los muertos. (Hech. 5:15, 16; Mat. 4:23; 8:16; 10:1) No hubo curaciones a medias, en que el paciente meramente “mejoraba.” Tampoco requerían las curaciones visitas adicionales para una “cirugía psíquica” o algún otro ritual para terminar el trabajo. Eran completas e instantáneas.—Hech. 3:7, 16; Juan 5:5-9; Mat. 8:3, 13; 12:10, 13.
Es cierto que muchos de los que venían para ser sanados desplegaban una fe firme, pero ni una sola vez sucedió que su propia falta de fe impidió una curación. Muchos ni siquiera sabían quién los estaba curando. Un ciego le dijo a Jesús después de ser sanado: “¿Y quién es, señor, para que ponga fe en él?” (Juan 9:36; 5:13) ¿Podían ejercer fe de antemano los muertos que fueron resucitados? (Luc. 7:12-15) Así es que, cuando algunos discípulos no pudieron curar a cierto niño de inmediato, Jesús atribuyó la culpa directamente a la propia falta de fe de ellos y entonces sanó al niño él mismo.—Mat. 17:14-20.
En contraste llamativo con las frecuentes colectas de dinero realizadas antes de la curación en los servicios actuales, los discípulos de Jesús no hacían colectas. Antes bien, en algunas ocasiones, después de las curaciones distribuyeron gratuitamente alimentos para todos.—Mat. 14:14-21; 15:30-38.
Lo antedicho representa algunas de las principales diferencias entre las curaciones bíblicas y las de los sanadores actuales. ¿Parece razonable que estos últimos puedan ser instrumentos del mismo Dios que obró de modo tan diferente anteriormente? ¿Ha cambiado Dios sus métodos? ¿Se ha hecho más limitado su poder? ¿Hace discriminaciones ahora entre los que cura y los que deja sufrir? Es una situación confusa, ¿no es verdad? Sin embargo, como ya se mencionó, el Dios de la Biblia “no es Dios de confusión.”—1 Cor. 14:33, VR.
Empero, hay otra deficiencia entre los sanadores modernos que eclipsa hasta los dilemas antedichos.
Falta el Reino
¿Cuál fue el propósito principal del ministerio de Jesús? ¿Fueron las curaciones? No. La Biblia dice: “Recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y [secundariamente] sanando toda enfermedad.” (Mat. 4:23, VR) Les dijo a algunos que querían que permaneciera con ellos y continuara sanándolos: “Es menester que también a las otras ciudades yo predique el reino de Dios; porque para esto fui enviado.” Él envió a sus discípulos para este mismo propósito principal.—Luc. 4:43, Versión Moderna (VM); Mar. 1:38; Mat. 10:7, 8; Luc. 9:2, 60.
En armonía con esto, Jesús ni siquiera mencionó la curación cuando predijo las actividades de los cristianos verdaderos en “la consumación del siglo.” Más bien que estar curando, él profetizó que estarían ‘predicando este evangelio del reino en toda la tierra habitada, para testimonio a todas las naciones.’—Mat. 24:3, 9-14, VM; Mar. 13:9-13.
¿Cuántos sanadores modernos hacen del reino de Dios la parte principal de su ministerio? ¿Cuántos enseñan a la gente que el Reino es un gobierno real, duradero, establecido por Dios que “desmenuzará y consumirá a todos estos reinos [actuales]”?—Dan. 2:44, VR; Da 7:13, 14; Isa. 9:6, 7.
En vez de dirigir la atención de la gente al reino de Dios como el remedio para sus males en armonía con la profecía de Jesús, ¿no es verdad que la mayoría de los “sanadores” modernos la concentran en las curaciones? ¿Y a menudo no se identifican con las actitudes conservadoras, patrióticas, aunque la Biblia dice que todos los reinos de los hombres que existen ahora serán ‘desmenuzados’ por el reino de Dios?—Juan 17:14, 16; 18:36.
Las curaciones que se informan en la Biblia nunca eclipsaron el verdadero propósito del cristianismo. Eran solo suplementarias de la predicación del “evangelio del reino.” Sirvieron para demostrar que Dios mismo estaba respaldando la predicación de la joven congregación cristiana. (Heb. 2:3, 4) También demostraron en una escala limitada lo que Dios hará por todo el mundo cuando realice la curación física permanente bajo su reino. (Luc. 10:9; Rev. 21:1-4; compare con 2 Pedro 3:13.) Así es que la curación se hizo obsoleta, lo mismo que los otros dones espirituales milagrosos, una vez que la congregación cristiana quedó firmemente establecida.—1 Cor. 13:8-12, VM.
Fuente de las “curaciones” actuales
Se desprende, pues, que todos los que distraigan la atención de la gente del reino de Dios, aunque sea flameando el estandarte del nombre de Cristo, no pueden ser verdaderamente instrumentos de Dios. Previendo esto, Jesús predijo que en nuestros días los ‘obradores de milagros’ clamarían: “Señor, Señor, . . . en tu nombre echamos fuera a los espíritus malos, y en tu nombre hicimos muchos milagros.” Su respuesta muestra si es que él los está respaldando: “Nunca les conocí; apártense de mí, ustedes que han hecho lo malo.” Él no quiso tener nada que ver con los que subvertían el mensaje del Reino a favor de los “milagros.”—Mat. 7:21-23, Versión Popular.
Este hecho identifica al que respalda esas actividades como uno que se opone al reino celestial de Dios a favor de los existentes e invisibles “principados” y “potestades, . . . los gobernantes de las tinieblas de este mundo.” (Efe. 6:11, 12, VM) La Biblia identifica a ése como “Satanás,” quien astutamente “se disfraza como ángel de luz” para engañar a la gente. “Así que, no es extraño,” continúa diciendo, “si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia.”—2 Cor. 11:13-15, VR; compare con 2 Tesalonicenses 2:9, 10.
No permita que lo desvíen del verdadero propósito de Dios de traer una curación física permanente por medio de su gobierno del Reino. ¿No le parece más prudente ahora experimentar la curación mucho más importante de nuestras personalidades que ‘se van renovando en conocimiento’ por medio del poder curador de la Palabra de Dios? Así podemos asegurarnos de nuestro lugar como súbditos adecuados de ese Reino maravilloso.—Col. 3:9, 10, VM; Efe. 4:22, 23.