“La cena del Señor”
A “la cena del Señor” también se le llama “la eucaristía” y “la comunión”. ¿Qué dice la Biblia respecto al significado de ésta?
ES DEL todo apropiado que el acto de Dios sea conmemorado o recordado anualmente mediante una celebración adecuada. Por eso fué que Dios mandó que su pueblo Israel conmemorara por medio de la celebración anual de la pascua el que Dios lo librara milagrosamente de la esclavitud a Egipto. En obediencia a ese mandato Jesús y sus apóstoles se reunieron en Jerusalén el 14 de nisán de 33 d. de J.C. para celebrar la pascua.
Terminada ésta Jesús instituyó algo nuevo. Había de ser el memorial de su muerte, lo que reemplazaría la celebración de la pascua. ¿Y no era muy apropiado que se conmemorara la muerte de Jesús? ¿No señaló ella una victoria a favor de Jehová Dios aun más grande que la que señaló la liberación de los israelitas de la esclavitud a Egipto? Sí, porque en dicha ocasión Jesús probó que un hombre perfecto puede ser fiel hasta la muerte a pesar de todo lo que pudiera hacer el Diablo. También, como “el Cordero de Dios,” proveyó la base para la liberación de todo el género humano de la esclavitud al pecado, la muerte y el Diablo.—Juan 1:29.
Entre los que registraron el suceso está Mateo, quien estuvo presente: “Mientras todavía comían, Jesús tomó un pan y, después de decir una bendición, lo partió y, dándoselo a los discípulos, él dijo: ‘Tengan, coman. Esto significa mi cuerpo.’ También tomó una copa y, habiendo dado gracias, se la dió a ellos, diciendo: ‘Tomen de ella, todos ustedes; porque esto significa mi “sangre del pacto” que ha de ser derramada a favor de muchos para el perdón de pecados.’” Los relatos de Lucas y Pablo detallan las otras instrucciones que Jesús dió: “Sigan haciendo esto en memoria de mí.”—Mat. 26:26-28; 1 Cor. 11:24.
¿Qué quiso decir Jesús con esas palabras y cómo se proponía él que sus seguidores conmemoraran la muerte de él? ¿Es esta cena un sacramento? ¿Con qué frecuencia debe conmemorarse la muerte de Jesús? ¿Qué se representa por el participar de los emblemas, el pan y el vino? ¿Quiénes tienen derecho a participar y qué obligaciones les atañen a los que participan?
La cena del Señor no es un sacramento. No se le imparte a uno gracia o bendición especial procedente de Dios por participar de ella. No se halla la idea de sacramento, mucho menos el término “sacramento” mismo, en la Palabra de Dios. En realidad, a no ser que uno participe de esta cena dignamente, uno come y bebe condenación para uno mismo. El acto mismo de participar no encierra virtud alguna salvo que se considere la bendición y aprobación de Dios que acompañan todo acto de obediencia.
EL PAN Y EL VINO
Jesús usó pan sin levadura. Esa clase era la única que se les permitía a los judíos tener en su hogar durante el tiempo de la pascua. Teniendo presente el ejemplo de Jesús, así como también las palabras del apóstol Pablo en que compara la malicia, la iniquidad y lo perjudicial a la levadura, es de lo más adecuado que el pan que se use en la cena del Señor sea hecho sin levadura. Dado que el pan hecho en esta forma es duro y quebradizo leemos que Jesús lo partió. Visto esto, no hay por qué atribuirle significado simbólico al hecho de que Jesús partiera el pan.
Debido al gran daño en que ha resultado el tráfico de licores, algunos insisten en que Jesús usó jugo de uvas y que debe usarse jugo de uvas más bien que vino. Pero como no había manera de preservar el jugo de uvas en los días de Jesús, el fruto de la vid debe haber sido vino fermentado, asimismo como lo indica la palabra que Jesús usó. Y aunque algunos tienen dudas en cuanto al color del vino, el hecho de que Jesús lo comparó a sangre hace razonable el concluir que fué vino tinto o rojo.
Algunos teólogos han declarado que no es necesario que los que reciban los emblemas reciban los dos, el pan y el vino. Pero no hay cosa en la Biblia que justifique esto, puesto que Jesús dió a los once apóstoles que estaban presentes (Judas ya se había ido) tanto el pan como el vino. La costumbre de dar sólo un emblema simplemente es un medio de hacer más prominente la distinción antibíblica entre clero y laico. Se pelearon muchas batallas y se perdieron muchas vidas a causa de este mismo asunto, pues los husitas insistieron en que se les dieran los dos emblemas y la iglesia de Roma quiso negarles el vino.
CUÁNTAS VECES SE CELEBRA
Muchas autoridades religiosas dicen que los primeros cristianos observaban diariamente la cena del Señor, y citan tales textos como Hechos 2:42, 46. No obstante, ya que no se hace mención del vino en dichas ocasiones, no parece que el “partir pan” al que se hace referencia en ellas fuera una celebración de la cena del Señor, sino más bien un acto de alimentarse. Por eso leemos que después que Pablo y los que viajaban con él en una nave averiada habían pasado muchos días sin comer, Pablo les instó a que comieran. Después de lo cual “también tomó un pan, dió gracias a Dios ante todos ellos y lo partió y empezó a comer.”—Hech. 27:35.
Puesto que Jesús instituyó el memorial de su muerte en la noche de la pascua, ¿no es razonable concluir que él se propuso que se celebrara anualmente, así como se celebraba la pascua? Sí, es razonable, y por eso es que cierto Canon Foxley comentó que “hubiésemos pensado que se intentaba que la Eucaristía cristiana fuese anual igual que la Pascua.” No obstante, Foxley no dió con la verdad porque confundió otras ocasiones en que se “partió el pan” con la cena del Señor.—The Apostolic Age, por Bartlett.
Además, así como la pascua tenía que celebrarse el 14 de nisán (nisán era el primer mes del año judío y empezaba en la primavera) es sólo razonable que el memorial de la muerte de Jesús sea en su aniversario, el 14 de nisán. Y el hecho de que la celebración había de ser un memorial resalta claramente de las siguientes palabras de Pablo: “Porque cuantas veces comen este pan y beben esta copa, siguen proclamando la muerte del Señor, hasta que él venga.”—1 Cor. 11:26.
QUIÉNES PUEDEN PARTICIPAR
¿Qué se representa figurativamente por el participar uno del pan y el vino en la cena del Señor? Muestra que los que participan han ejercido fe en la sangre derramada de Jesús y han aceptado los beneficios del sacrificio que hizo a favor de ellos. En conformidad con lo que Jesús declaró en otra ocasión: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré el día postrero.”—Juan 6:54.
Jesús también dijo que el vino representaba su sangre que hacía válido un nuevo pacto a favor de sus seguidores. Esto hace a uno pensar en la sangre de los novillos y cabras que hizo válido el antiguo pacto de la ley. De esto se desprende que únicamente los que pertenecen al Israel espiritual, o sea, al cuerpo de Cristo, tienen derecho a participar. “La copa de bendición que nosotros bendecimos, ¿no es participar en común de la sangre del Cristo? El pan que partimos, ¿no es participar en común del cuerpo del Cristo? Porque hay un solo pan, nosotros, aunque somos muchos, somos un solo cuerpo, porque todos nosotros estamos participando de ese solo pan.”—1 Cor. 10:16, 17.
¿No son miembros del cuerpo de Cristo todos los cristianos dedicados? No, no lo son. Las Escrituras muestran que Cristo tiene una “manada pequeña” así como también una “grande muchedumbre” de otras ovejas. Para hacerse miembro de una u otra de estas clases uno tiene que ponerse en contacto con la Palabra de Dios y con sus siervos, tiene que ejercer fe, arrepentirse de su manera de proceder anterior y dedicarse a Dios para hacer su voluntad y seguir en las pisadas de Jesús. Esa dedicación tiene que ser seguida por bautismo en agua en obediencia al mandato de Jesús.—Luc. 12:32; Apo. 7:9; Juan 10:16.
Todas las ovejas de Cristo tienen que dar estos pasos. Sin embargo, Dios obra de manera especial a favor de los que son miembros de la manada pequeña del cuerpo de Cristo. ¿De qué manera? Primero al declararlos justos por motivo de su fe en la sangre de Cristo; al engendrarlos como hijos espirituales mediante Su espíritu santo y llamarlos a una vocación celestial como herederos de Dios y coherederos con Cristo, con quien gobernarán como reyes y sacerdotes por mil años. Por estar limitado el número de miembros a 144,000, estos miembros verdaderamente constituyen una manada pequeña.—Apo. 20:5, 6; 14:1, 3.
Solamente éstos son los que nacen otra vez. Solamente a ellos aplican las palabras de Pablo: “Recibieron un espíritu de adopción como hijos, mediante cual espíritu clamamos: ‘¡Abba, Padre!’ El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.” Estos tienen una esperanza viva y segura de gloria celestial.—Juan 3:7; Rom. 8:15-17; 1 Ped. 1:3, 4.
Estos tienen que ‘seguir presentando su cuerpo como sacrificio vivo a Dios’; igual que Jesús, tienen que testificar fielmente acerca del nombre y el reino de Dios; y tienen que llevar una vida limpia, ejemplar.—Rom. 12:1; Juan 18:37; Gál. 5:19-21.
Los que juntos forman la grande muchedumbre de otras ovejas, puesto que no son miembros del cuerpo de Cristo, no participan de la cena del Señor. No obstante, derivarán provecho del sacrificio de Cristo y de su dominio del Reino, consiguiendo vida eterna en la tierra hecha un paraíso en el nuevo mundo de Jehová.
Aunque no participan de la cena del Señor, estas personas no obstante están muy interesadas en dicha cena, y en los que participan de ella. A todas éstas, junto con toda persona de buena voluntad, se les invita a reunirse con los testigos cristianos de Jehová el 3 de abril, después de las 6 de la tarde, para observar la cena del Señor que se estará celebrando y para que se les relate la importancia de la muerte de Cristo, para la vindicación del nombre de Jehová y para la consecución de vida eterna por ellos.