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La actividad ministerial de los testigos de JehováLa Atalaya 1955 | 1 de mayo
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tiempo el gobernador del estado viajaba por este pueblo donde ocurrió la dificultad, de modo que se detuvo y consiguió información de primera mano del presidente municipal. Por consiguiente él ordenó al sacerdote que saliera del pueblo y que no volviera. Cuando el arzobispo intervino de parte del sacerdote, se le increpó y la orden permaneció sin cambio. De modo que ahora los hermanos pueden continuar alimentando a las ovejas que han encontrado en la obra de alabanza diaria a Jehová.’
“Un evento sobresaliente del año fué la asamblea nacional celebrada en la Ciudad de México mientras el hermano Franz estaba aquí. Esta fué la primera asamblea de esta clase en muchos años. Vinieron hermanos desde todos los estados del país y de casi cada una de las 378 compañías, para componer una concurrencia de más de 7,000. Se apreciaron mucho las nuevas publicaciones puestas en distribución en español y también las tres conferencias de una hora que pronunció el vicepresidente de la Sociedad.”
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1955 | 1 de mayo
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Preguntas de los lectores
● El artículo principal en La Atalaya del 1 de febrero de 1955 contó acerca de un testigo de Jehová que no hablaba a otro testigo en la misma congregación, continuando esto por años debido a algún resentimiento personal, y se dió a entender claramente que esto mostraba falta de verdadero amor al prójimo. Sin embargo, ¿no podría ser esto un caso de la aplicación correcta del consejo dado en Mateo 18:15-17?—A. M., Canadá.
¡No! Difícilmente podemos considerar que este texto aconseje tal proceso consumidor de tiempo y que posiblemente termine en que dos miembros de la congregación no se hablen y se eviten simplemente debido a algún desacuerdo menor personal o desavenencia. Sería contrario al requisito de amor.
Mateo 18:15-17 (NM) dice: “Además, si su hermano comete un pecado, vaya y descubra su falta entre usted y él a solas. Si él le escucha, usted ha ganado a su hermano. Pero si no le escucha, lleve consigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos todo asunto pueda establecerse. Si él no les escucha, hable a la congregación. Si él no escucha ni siquiera a la congregación, que él sea para usted como un hombre de las naciones y como un recaudador de impuestos.”
¿Cómo podemos pensar que este texto quiere decir que deberíamos guardar rencor y no hablarnos durante días o semanas o años, cuando se nos dice específicamente: “No se ponga el sol mientras estén ustedes en un estado irritado,” sino más bien estén “libremente perdonándose unos a otros”? El amor “no lleva cuenta del daño.” “Tengan amor intenso los unos para los otros, porque el amor cubre una multitud de pecados.” Y Jesús dijo: “Felices son los misericordiosos, porque a ellos se les mostrará misericordia. Sin embargo, yo les digo a ustedes que todo el que continúa airado con su hermano será responsable al tribunal de justicia.” La Palabra de Jehová difícilmente daría un consejo que permitiera la continuación de muchos desaires y contiendas personales en la congregación para manchar su unidad y llenarla de desacuerdo interno.—Efe. 4:26, 32; 1 Cor. 13:5; 1 Ped. 4:8; Mat. 5:7, 22-24, NM.
Jehová conservará la unidad y el espíritu amoroso dentro de su congregación, y él hará que sean echados cualesquiera que de continuo traten de romper la unidad y causar divisiones dentro de ella. Hay ocasiones en que los miembros de una congregación deben dejar de hablar y asociarse con otros, pero tienen que ser muy graves las causas, mucho más graves que meras diferencias personales que no son de ninguna consecuencia en lo concerniente a la congregación. Los hermanos habían de separarse de los que fueran desordenados y estuvieran causando pleitos y rebelándose en contra de la verdad. La congregación había de echar a los inmundos de en medio de ella: “Dejen de mezclarse en la compañía de cualquiera que se llame hermano y que sea fornicador o persona codiciosa o idólatra o injuriador o borracho o defraudador.” (1 Cor. 5:11; Hech. 19:9; 2 Tes. 3:6, NM) Por tales graves ofensas los hermanos expulsarían a los culpables y los tratarían como a “un hombre de las naciones,” pero no por triviales ofensas personales. Tales cosas menores habían de perdonarse, cubrirse
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