Un Dios a quien interesamos
¿CÓMO sabemos que Dios es bueno? ¿Por qué no sería igual de lógico que el Dios Todopoderoso fuera malo, o por lo menos tuviera algo de malo? ¿Cómo sabemos que genuinamente se interesa en la humanidad?
Estas son preguntas que pudieran pasar por la mente de un individuo al considerar esta declaración del salmista: “Bueno y recto es Jehová,” y estas palabras de Jesús: “Nadie es bueno, sino uno solo, Dios.”—Sal. 25:8; Mar. 10:18.
Para que Dios sea bueno, ciertamente tiene que ser un Dios que se interese en su creación; en toda parte de ella. Tiene que ser un Dios que haga arreglos para su subsistencia.
Además, si Dios es bueno tiene que suministrar más que mera subsistencia física para su creación humana. Adicionalmente tiene que suministrar arreglos para alimentar la mente por medio de los cinco sentidos. Obviamente las criaturas inteligentes de Dios no están hechas para llevar una vida monótona, sin atractivos... simplemente existir; ellas pueden apreciar sus alrededores y disfrutar de ellos. En el caso del hombre, su hogar la Tierra debe tener las cosas que le proporcionen gozo y felicidad. ¿Están de acuerdo con esto los hechos?
CUIDADO MANIFIESTO EN LA CREACIÓN
Primero, un vistazo a la creación nos iluminará. Considere la productividad de la Tierra. Cuando se cultiva y se atiende apropiadamente, produce de manera maravillosamente abundante. Reflexione en el milagro de un árbol frutal. Estos árboles son literalmente “fábricas” de frutas. Sus ramas mayores están cargadas de un número asombroso de sus productos nutritivos. Operan tranquilamente y sin causar contaminación: ningún humo, radiación ni perturbación. Imagínese lo que sería una fábrica hecha por los hombres (si se pudiera inventar una de este tipo) que produjera la cosecha de un huerto. ¡Imagínese qué ruido, contaminación y fealdad habría!
Los árboles frutales, a medida que producen alimento, son al mismo tiempo un deleite para la vista, da gozo pasearse entre ellos. Y suministran sombra, así como refrigerio para la atmósfera, dado que despiden oxígeno.
Pero, además, su fruto es más que simple sustento. Es delicioso, es un gozo comerlo, como lo es todo el alimento que Dios ha provisto.
Entonces hay los despliegues primorosos de color en todas partes de la creación, la fragancia y la belleza de las flores, las maravillosas puestas de Sol, y un sinnúmero de otras cosas en la Tierra en la más grande variedad. Todas estas cosas deleitables son “extras,” “recompensas” especiales, por decirlo así, para deleite de los sentidos.
Sin embargo, algunos quizás objeten, diciendo que la fragancia de las flores, los colores, etc., son una necesidad, porque atraen a los insectos para la polinización de las plantas. Puede que eso sea cierto. Pero si ese propósito funcional es la única razón para la existencia de estas cosas “extras,” ¿por qué es que son también una fuente de tan gran deleite, de tan gran tranquilidad de ánimo y de tan gran sensación de bienestar para el hombre?
La Biblia nos dice que el hombre está hecho a la imagen y semejanza de Dios, con cualidades de aprecio como su Creador. (Gén. 1:26) El que se hayan suministrado estas cosas hermosas, deleitables, es prueba de que Dios ama y se interesa en su creación de la manera más minuciosa. Ningún Dios del mal, o que poseyera algo de mal, podría hacer provisión y proveería tan plena y amorosamente, aun inconcebiblemente para la imaginación de sus criaturas.
Además, piense en el gran cuidado con el cual la Tierra, y en particular las cosas vivas en ella, están diseñadas. Cada una encaja en las condiciones en que vive, y disfruta de ellas. El hombre se adapta a los diversos climas de la Tierra, pero la mayoría de las criaturas no están tan cómodas y felices fuera de su morada natural, y algunas no pueden sobrevivir si se les quita de allí. La complejidad y la intrincación, la interdependencia, la necesidad absoluta de cada clase de cosa viviente para con las vidas de otras clases, no podría ser la producción de un Dios que no se interesara en su creación.
PRUEBA DE LA ECOLOGÍA
Los ecólogos son científicos que estudian cómo todas las cosas vivas de una zona, el ambiente biológico o biótico, están relacionadas unas con otras y con el ambiente físico de tierra, agua, aire y energía. Hay un ciclo de energía en la “cadena alimentaria.” Además, los ecólogos han descubierto que, mientras más profundamente se estudia cierto animal, más claramente se ve que ese género de animal es una cosa esencial y vital para la ecología de esa zona. Un género de vida animal no puede sobrevivir cuando ciertos otros géneros son quitados del lugar; y un trastorno del equilibrio ecológico significa calamidad para otras formas de vida, alcanzando hasta al hombre.
Considere, como un solo ejemplo, al humilde insecto. Por lo general cuando se mencionan insectos, hay una reacción desagradable y uno piensa inmediatamente en los insectos nocivos. Pero cuando se investiga el mundo de los insectos, cuyos géneros son mucho más cuantiosos que los de toda otra vida animal, se hace patente que no hay zona de la creación natural, salvo en la humanidad misma, donde el interés de Dios se haga más evidente. Medite en lo que escribió en el Informe Anual del Instituto Smithsoniano (1947) Carl D. Duncan, profesor de entomología y botánica en el Colegio Estatal de San José:
“Las especies insectiles que son perjudiciales o antagónicas al bienestar humano realmente constituyen solo una proporción pequeña del total de los insectos y . . . la gran mayoría de los insectos son provechosos directa o indirectamente al hombre o tienen una posición neutral. El Dr. Frank Lutz ha calculado que no más de la mitad del 1 por ciento de todos los insectos de los Estados Unidos realmente son nocivos.”
Respecto a los servicios que rinden los insectos a los bosques, dice el artículo:
“Por lo tanto, es obvio que sin los servicios provechosos de muchísimos insectos de los bosques nuestros bosques jamás habrían alcanzado su presente magnificencia, su productividad sería mucho menor de lo que ahora es, la madera sería inferior, serían menos adecuados como hogares para la valiosa vida silvestre, y sus valores estéticos y recreativos serían mucho menores de lo que ahora son. Además, estarían llenos de un laberinto de ramas y arbolitos muertos que constituirían un peligro de incendio mucho mayor que cualquier peligro que se conozca ahora, o lo que es más probable, serían arrasados por incendios destructivos de tal frecuencia que nunca lograrían el estado de madurez de bosque que conocemos ahora.”
Y sobre la contribución de los insectos a la fertilidad del suelo Paul Knight dijo, según se le citó:
“(1) Los organismos del suelo producen un intercambio continuo de partículas del suelo por medio de hacer subir a la superficie partículas del subsuelo. El enriquecimiento gradual de estas partículas del suelo aumenta el espesor de la rica capa superior. (2) Las madrigueras de los organismos del suelo permiten mejor desagüe y aeración. (3) Los cuerpos muertos de animales como los insectos y los gusanos añaden una cantidad grande de materia orgánica a la tierra. (4) Las excreciones de los insectos se comparan favorablemente en valor fertilizante con los desperdicios de la digestión de otros animales. Aunque el desperdicio de digestión de un insecto es infinitesimal, la masa aglomerada de todas las excreciones insectiles probablemente excede a la de los animales más grandes y es un factor importante en la fertilidad del suelo.”
El profesor Duncan llegó a la siguiente conclusión: “No es exageración decir que los insectos determinan el carácter del mundo del hombre a un grado mucho mayor que el hombre mismo, y que si súbitamente desaparecieran por completo el mundo sería tan extensamente cambiado que es sumamente dudoso que el hombre pudiera mantener una sociedad organizada de clase alguna.”
Después del pecado de Adán y la consecuente pérdida de dirección de Dios, el desequilibrio producido por el trato que el hombre le ha dado a la Tierra y la vida animal ha resultado en que ciertos animales, en particular los insectos, se hayan hecho nocivos. También, la suciedad y contaminación causadas por el hombre y el trastorno que ha sufrido la ecología debido a la destrucción de algunas formas de vida han resultado en el vasto aumento de ciertos géneros de insectos. La observación revela que principalmente son el desperdicio, o las porciones enfermas o podridas de una planta o animal lo que los insectos atacan. A un grado extenso son útiles por alimentarse de carroña. Pero el desequilibrio que produce el hombre se manifiesta en enjambres de insectos tan numerosos que se desbordan hasta penetrar en el dominio personal del hombre. Entonces los insectos invaden y destruyen los abastecimientos alimentarios del hombre y ensucian su propiedad. Un ejemplo de esto se halla en las ciudades grandes, donde la basura y las aguas de albañal pueden atraer a enormes enjambres de moscas así como a ratas y otros roedores.
JOB ENSEÑÓ QUE DIOS SE INTERESA
Jehová Dios el Creador le habló desde un ventarrón a su siervo Job, llamando la atención de éste a Sus obras de creación y cómo las usa para provecho de la Tierra y sus criaturas. (Job, caps. 38, 39) Le preguntó a Job:
“¿Puedes tú cazar presa para un león mismo
Y puedes satisfacer el vivo apetito de leones jóvenes,
Cuando se agazapan en los escondites,
O se quedan echados en la guarida para estar al acecho?
¿Quién le prepara al cuervo su alimento
Cuando sus propios polluelos claman a Dios por auxilio?”
El comentador bíblico Matthew Henry escribe: “Aquí Dios le muestra a Job lo poco que éste estaba familiarizado con las criaturas no domadas que se hallan en su estado primitivo en los desiertos, y viven en libertad, pero que están al cuidado de la Divina Providencia.”
Puesto que Dios ha hecho provisión tan cuidadosa para los animales, ¡cuánto más afectuoso es su interés en el hombre! Jesucristo, que conocía al Padre mejor que toda otra persona, consoló a sus discípulos con estas palabras: “¿No se venden dos gorriones por una moneda de poco valor? Sin embargo ni uno de ellos caerá a tierra sin el conocimiento de su Padre. Por lo tanto, no tengan temor: ustedes valen más que muchos gorriones.”—Mat. 10:29, 31; 11:27.
Con aprecio al interés sobresaliente y amoroso que Dios ha manifestado tan solo en la creación, ¡qué celosos deberíamos ser en examinar más profundamente, no solo la creación, sino en particular la Palabra de Dios, que es su comunicación directa con nosotros, a quienes él ama! Allí encontramos su magnífico propósito para los que le sirven, un propósito tan sublime que los ojos humanos mismos nunca pudieran haber abarcado en su visión, y las mentes humanas nunca pudieran haber concebido. (1 Cor. 2:9, 10) Sí, para el que aprende acerca de Él y le tiene aprecio de corazón, es obvio que Él verdaderamente es como lo describe el salmista:
“Tú eres mi Divino, y te elogiaré;
Mi Dios... te ensalzaré.
Den gracias a Jehová, porque él es bueno;
Porque su bondad amorosa es hasta tiempo indefinido.”