Preguntas de los lectores
● Concerniente al vocablo “hermanos” en Mateo 13:55, ¿significa hermanos espirituales, hermanos carnales, o primos de Jesús?—J. P. T., España.
Jesús había entrado a su territorio nativo y asombró a sus conocidos con su sabiduría y obras poderosas, y preguntaban asombrados: “¿De dónde le vienen a éste tal sabiduría y tales prodigios? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas? ¿Sus hermanas no están todas entre nosotros?” (Mat. 13:54-56, NC) La misma escena muestra que estos vecinos estaban hablando de un parentesco carnal, familiar. Habían conocido a Jesús por años, habían conocido a su madre, y a sus hermanos y hermanas; así que, ¿cómo viene este gran cambio en él de súbito? Hasta nombran a sus hermanos. Las circunstancias desechan cualquier posibilidad de que pensaran en hermanos espirituales. (Mar. 6:1-4; NC) El apóstol Juan hace distinción entre los hermanos naturales de Jesús y sus discípulos o hermanos espirituales, diciendo: “Bajó a Cafarnaúm, Él, su madre, sus hermanos y sus discípulos.” (Juan 2:12, NC) Juan 7:3-5 hace también esta distinción y va más adelante al decir, “ni sus hermanos creían en Él.” (NC) Ciertamente tales incrédulos no podían ser hermanos espirituales; tendrían que haber sido hermanos según la carne, Sin embargo, después de la muerte y resurrección de Jesús sus hermanos naturales vinieron a ser creyentes, como lo muestran varios textos (Hech. 1:13, 14; Gál. 1:19; Judas 1) Añadiendo más evidencia, leemos: “Mientras Él hablaba a la muchedumbre, su madre y sus hermanos estaban fuera y pretendían hablarle. Alguien le dijo: Tu madre y tus hermanos están fuera y desean hablarte. Él, respondiendo, dijo al que le hablaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano sobre sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque quienquiera que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.” (Mat. 12:46-50; Mar. 3:31-35; Luc. 8:19-21, NC) Jesús estaba contrastando el parentesco natural y el parentesco espiritual, mostrando que el espiritual era más fuerte y más importante. Si los hermanos que estaban afuera con su madre no hubieran sido sus hermanos carnales sus palabras no hubieran tenido ningún significado ni ningún propósito.
También, esta situación indica que estos hermanos no eran primos. Si hubieran sido primos significaría que Jesús hubiera contestado, “¿Quiénes son mis primos?” Y lo habría hecho decir, cuando extendió la mano hacia sus discípulos, “He aquí mis primos.” No, Jesús no estaba hablando acerca de primos o de algún otro parentesco además de hermanos. Es bien sabido que Jesús enseñó que él y sus discípulos eran hermanos espirituales, no primos ni algunos parientes más distantes. Son las palabras griegas adelfós y adelfé que se traducen “hermanos” y “hermanas”, y son usadas para parentesco natural y espiritual. Cuando el parentesco es más distante, como en el caso de primos, la palabra griega usada es syngenés. Es la que se usa en el género femenino en Lucas 1:36, donde el ángel de Dios le dijo a María: “Ahí tienes a tu parienta Isabel.” (TA) Pero esta palabra griega para prima o allegada o parienta nunca se usa en conexión con los hermanos de Jesús, Santiago, José, Simón y Judas, sino siempre la palabra griega adelfós, significando hermanos. Que María tuvo otros hijos después del nacimiento de Jesús se indica por Lucas 2:7 donde Jesús es llamado el “hijo primogénito” de María, denotando que hubo otros que nacieron después. También, Mateo 1:25 (NC) dice concerniente a José y María: “No la conoció hasta que dió a luz a su hijo, y le puso por nombre Jesús.” Esto indica claramente que José la “conoció” después, y que él le engendró otros hijos.
● ¿Se refiere Jeremías 10:3-5 a la erección y adorno de árboles de Navidad?—C. M., Wáshington.
Jeremías 10:3-5 dice: “Las prácticas de los pueblos son vanidad. Pues se corta un árbol del bosque; se labra con herramienta, se labra por mano del artífice; con plata y oro le adornan; con clavos y martillos le afianzan para que no se tambalee. Son como una palmera, de obra torneada; mas no hablan: han de ser llevados, porque no pueden dar un paso.” Estos textos no pueden ser aplicados propiamente a cortar pinos, construir bases para sostenerlos verticalmente, y decorarlos con oropel de oro y plata u otro adorno. Jeremías 10 está descubriendo el desatino de adorar ídolos. Los hombres hacían tales ídolos cortando un árbol, mochando las ramas, y tajando y tallando el tronco dejado en la figura de la imagen deseada. Entonces doraban a éste o lo cubrían con oro y plata. Como el relato declara, “El corazón de sus ídolos es de madera, cubierto de plata batida traída de Tarsis y con oro de Ufaz.” (Vers. 8, 9, UTA) Siendo formados en la figura de alguna criatura viviente o dios supuesto, podría haberse esperado por sus adoradores supersticiosos que tuvieran algún poder de expresión o movimiento o habilidad para librarlos en tiempo de aprieto; pero su completo fracaso en cuanto a hacer algo atrae vituperios irrisorios: “Los ídolos son como espantajos en un campo, no pueden decir una palabra; tienen que ser llevados, porque no pueden dar un paso. No los teman; no pueden hacerles daño—no, ¡ni ayudarlos a ustedes!” En seguida el relato habla del gran poder de Jehová, entonces continúa: “Embrutece y hace insensato al hombre; el orífice es avergonzado por su imagen tallada, su imagen de metal es una cosa vana. No hay aliento de vida en los ídolos; son un engaño vano, son derribados cuando llega la prueba.” (Vers. 5, 14, 15, Mo) Por esto es patente que Jeremías 10:3-5 no se refiere a los árboles decorados de Navidad, cuando consideramos estos versículos con su contexto, teniendo presente los antecedentes históricos de ese tiempo.